Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 6

Perdida ©
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—6—

Tiffany

 

Luces de colores, risas y unos ojos hipnotizantes.

La suavidad de sus labios contra los míos, su cuerpo moviéndose a la par del mío mientras sus manos se aferran con fuerza de mi cintura. Sonrío. El calor está sofocándome, se siente tan bien que no puedo dejar de querer más, de ansiar que el electrizante calor recorra toda piel y que los fuegos artificiales exploten en mi interior.

Quiero más de ella.

Es la primera vez que deseo tanto algo, mi yo egoísta y posesivo hace acto de presencia tirando mi vaga consciencia a un lado, dejándose llevar por aquel creciente deseo que enciende mis entrañas, reclamando posesión de los dulces labios que me besan con ferocidad. Nada más importa que esto. La deseo, ¡Dios! La deseo tanto…

—¡Taeyeon! —gimo sobre sus labios.

Sus manos se han colado por debajo del corto vestido que me ha prestado Mia y es cuando siento aquel tacto que me roba el aliento. Me aferro con fuerza a su cuello asimilando la deleitante sensación que me hace temblar, mi cuerpo se siente en llamas tan solo con el toque que me ha dado. Cierro los ojos y ataco de nuevo sus labios, mis movimientos se vuelven salvajes incitándola a seguir, ordenándole a que me dé más.

Y ella obedece.

Sus dedos se pasean sobre mi húmeda ropa interior de manera lenta y tortuosa, detengo el beso y muerdo su labio centrándome en la nueva sensación.

—¿Te gusta, corderito?

Aún con los ojos cerrados sé que está sonriendo, mi mente me muestra la sonrisa que me ha vuelto loca en las últimas horas y no puedo evitar sonreír.

—Me gusta tu sonrisa —atino a decir.

Abro los ojos al sentir que sus movimientos se han detenido y me maravillo con el juego de movimientos que el techo hace con el surrealista rostro frente a mí. Subo la mano hasta su mejilla, sus ojos lucen distintos, no hay ferocidad ni peligro en ellos.

Es algo distinto que indudablemente me gusta.

—Y eres más bonita de cerca. —Ella continua el movimiento y vuelvo a cerrar los ojos—. Tan hermosa como un ángel…

La mano que tenía en su mejilla vuelve con fuerza hacia su cuello atrayéndola de nuevo a mis labios, el sabor y suavidad me habían dejado adicta a ellos, no obstante, ella no va a mis labios, si no a mi oreja donde su aliento causa un placentero estremecimiento.

—No soy un ángel —susurra. Sus labios pasean por mi oreja haciéndome gemir, siento que sonríe antes de agregar—: Soy el demonio que todos temen, corderito, y tú no deberías confiarte de mí.

Abro los ojos cuando sus labios se posan en mi cuello y tenso la mandíbula.

El techo da más vueltas de lo normal y mi ritmo cardiaco se eleva, la oscuridad empieza a arrastrarme hacia la profundidad de ella. Siento la explosión de éxtasis ante el ataque de mi cuello y los movimientos de su mano sobre mi ropa interior.

No opongo resistencia.

Con el ultimo deje de energía tomo con fuerza la sedosa cabellera para levantarla y poder ver sus hermosos ojos.

—Entonces… —mi respiración irregular me oprime el pecho y la oscuridad aumenta—. Eres el demonio más… más jodidamente hermoso que he visto.

Sin esperar a ver su reacción la beso, la beso con ímpetu mientras la oscuridad termina de arrastrarme.

 

Abro los ojos y un dolor punzante atraviesa mi cabeza de golpe. Gimo con dolor. Me quedo un rato quieta en espera que el dolor disminuya, hacía tiempo que no sentía un dolor tan agudo; la última vez fue cuando Sophia compró tres botellas de ron para el cumpleaños de Karen, la mejor fiesta de mi vida, pero también la peor resaca.

Eso me recuerda…

«Ya no estoy en Los Angeles…»

Me incorporo de golpe sintiendo de nuevo el punzante dolor, pero no le doy importancia. Con rapidez inspecciono la habitación donde me encuentro y el pánico empieza apoderarse de mí, no reconozco el lugar, ¡no sé dónde rayos estoy!

Una idea comienza a formarse en mi cabeza y, con temor, bajo la mirada hacia mi ropa. Un nudo se forma en mi garganta: estoy en ropa interior.

Siento las lágrimas formarse en mis ojos mientras mis pulmones se cierran, llevo una mano a mi pecho intentando respirar. El dolor termina explotando junto con mis lágrimas, el oxígeno pasa por mil pulmones, pero solo hace que sienta una sensación ahogo. Comienzo a toser, mi estómago se contrae y me muevo hacia un lado de la cama para vomitar.

«He tenido relaciones uales con alguien…»

Mis ojos arden al igual que mi garganta, pero ese ardor no se asemeja con el desmesurado dolor que estoy sintiendo ante las palabras que está susurrando mi mente.

«Han abusado de ti, Stephanie, no intentes ocultarlo.»

Sigo vomitando a medida que de mis ojos salen más lágrimas, intento callar esas palabras con el asco que me provoca mi propio vomito.

Pero no puedo.

El hecho de imaginar a alguien tocándome me genera desconcierto y horror, inclusive aversión, pero sobre todo vergüenza y humillación. Habían abusado de mí, me habían…

El sonido de mi teléfono detiene mi vómito, me limpio con el dorso de la mano importándome muy poco y busco mi celular. Lo encuentro dentro de mi bolso en la mesita de noche. El nombre de Irene aparece en la pantalla y mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.

—Irene…

—¡¡Tiff, gracias a Dios has contestado!! No sabes cuánto he... —suelto un sollozo—. Hermana, ¿qué sucede? ¿por qué estás llorando?

La preocupación es notoria en su voz y solo hace que incremente mi llanto.

—Hermana, me estás asustando, ¿Dónde estás? ¿estás herida o…?

—Por favor ven por mí —suplico aun llorando—, por favor, quiero ir a casa… Irene, por favor llévame a casa.

—Tiff…

—Tiffany, soy Mia —la voz de Mia aumenta mi llanto—. Hey, cariño, no llores. ¿Dónde estás? Necesito saber dónde estás para ir por ti.

—¡No lo sé! —grito asustada—, no sé dónde estoy, Mia… Sólo quiero irme a casa.

—Y te llevaré a casa, cariño, lo prometo. Puedo escuchar la música, por lo que aún estás en la fiesta —Su voz maternal calma un poco el pánico—. Irene y yo te encontraremos, sólo no te muevas de donde estás, ¿entendido?

—Si…

—Bien, te veremos en unos minutos.

Escucho como está apunto de colgar y el pánico me invade.

—¡Mia! —grito apretando el teléfono con fuerza.

—¿Qué sucede? —cuestiona alarmada.

La vergüenza me cierra la garganta, ¿cómo debo decirle lo que ha sucedido? Ni siquiera yo puedo pronunciarlo en voz alta.

Y ni siquiera puedo pensar en la palabra.

—Y-yo… —mi voz tiembla—. A-alguien ha… estoy en ropa interior y no recuerdo nada.

La línea se queda en silencio y vuelvo a sollozar con el teléfono en la oreja, no quiero que Irene lo sepa, de verdad que no quiero que sepa lo que ha sucedido.

—Mi hermano viene en camino, él nos llevara a casa —dice después de un rato—. Te prepararé un chocolate caliente cuando lleguemos y te abrazaré, ¿de acuerdo?

—Si…

—Ahora es momento de encontrarte, ¿quieres que me quede en la línea?

—Si, por favor, no me dejes sola.

—Bien, entonces qué te parece si te cuento lo que la pequeña Joohyun ha hecho esta noche…

—¡No te atrevas a contarle eso, Mia! —el chillido de Irene me hace sonreír.

Me acuesto en la cama escuchando la historia que narra Mia sobre Irene y un chico que le había robado un beso, sé que es un hecho importante para mi pequeña hermana, pero mi mente sigue desconectada deambulando entre la realidad y la oscuridad que atenazaba a mi alma.

¿Cómo había dejado que eso pasara?

Los recuerdos borrosos no ayudaban a responder esa interrogante, lo peor era que ni siquiera podía recordar al cobarde que me había llevado a la habitación. La ira empezaba a hervir mi sangre. Se habían aprovechado de mí en mi momento de debilidad, aquella persona era un vil cobarde.

Intento recordar algo más, quiero saber cuántos vasos bebí para perderme a este nivel, Sophia me había preparado para ser resistente al alcohol, ella decía que mientras más resistente fuera nadie podría agarrarme de tonta, por eso ella…

«Nunca dejes tu vaso solo, chérie, ni permitas que alguien te invite una copa si no ves que el barman la ha servido sin agregarle nada más que alcohol.»

—Oh por Dios…

Me habían drogado, eso era lo que había sucedido, el alcohol no era el causante de mi pérdida de consciencia. ¿Cómo había sido tan estúpida como para olvidar la primera regla de Sophia? ¡Era fundamental!

Ahora, además de avergonzada y humillada, me siento una estúpida ingenua niña. Me había servido en bandeja de plata para un imbécil, como un dócil cordero hacia el matadero. ¿Yo había permitido esto?

La voz de Mia seguía sonando a través del teléfono, lo dejo en la cama y observo con detenimiento a mi alrededor; la habitación es de lujo, probablemente uno de los cuartos principales. Acaricio las sabanas sintiendo la suavidad de la seda, indudablemente la familia de Jessica tenía un buen gusto. Ubico mi vestido en la esquina de la cama y me estiro para alcanzarlo, la diminuta prenda ahora me provoca disgusto pese a que unas horas atrás me había hecho sentir como una mujer poderosa.

Paso la mano por la tela y comienzo a llorar.

«¿Por qué me puse este vestido?»

Quería romperlo, destruirlo en su totalidad hasta que dejara de doler y la culpa dejara de sofocarme.

Pero no podía.

Tenía que ponérmelo para poder salir de la asquerosa y superficial habitación que había sido testigo de un infame y desvergonzado crimen.

Me levanto de la cama para comenzar a ponérmelo. A medida que el vestido sube por mi piel mi cuerpo tiembla asustado, temeroso del recuerdo que parece tener de las manos que lo despojaron de la prenda. Una vez puesto me acerco al espejo del tocador de madera de cedro, mi vista se empaña ante el redondo hematoma que luce como una marca en mi blanquecino cuello.

Llevo una mano a mi boca con horror y me desplomo en el suelo de rodillas.

Había dejado una marca en mi cuerpo de recordatorio de su cobarde crimen…

Los golpecitos en la puerta no logran sacarme de mi conmoción, ni siquiera noto cuando la puerta se abre y unos brazos me envuelven en un cálido abrazo.

—Hermana…

No… ella no tenía que entrar…

—Tiff…

—Lo siento… no debí dejarte con ella, no debí…

Lo ha notado, Irene sabe lo que ha sucedido. Cierro los ojos dejando que las lágrimas fluyan, no había que ser un genio para saber qué había sucedido, sólo tenía que unir los puntos para dar con la verdad.

Una verdad que no quería que ella supiera.

No sé cuánto tiempo pase en el suelo abrazada a Irene, todo fue en cámara rápida a partir del instante en que sus brazos me soltaron para levantarme. Mia me arregló el maquillaje y el vestido, después salió de la habitación para regresar con un chico alto de aura intimidante, de inmediato tuve cierto temor, pero ella lo presentó como su hermano mayor: Jae Beom.

—Jae nos llevara a casa —dice pasando una chaqueta por mis hombros—. Él te ayudara a llegar al auto, le diría que te cargara, pero no queremos llamar la atención.

Asiento cubriéndome bien con la chaqueta que indudablemente me queda gigante.

—Ven, te ayudaré a bajar.

El hermano de Mia me tiende la mano y la tomo dudosa, a continuación pasa su otra mano por mi cintura para tomarla firmemente, me tenso de inmediato ante la cercanía de nuestros cuerpos.

—Tranquila —me dice con suavidad—, Mia dijo que aún estabas mareada, así que esta es la mejor forma para que no caigas.

Asiento y permito que me pegue más a su cuerpo. Todos salimos de la habitación y el sonido de la fiesta se vuelve más caótico en mis oídos, el dolor de cabeza aumenta, imágenes borrosas vienen de golpe haciendo que me estremezca ante ciertas sensaciones que mi cuerpo parece recordar.

Tropiezo, sin embargo, no caigo, las firmes manos del hermano de Mía me sostienen con fuerza y me vuelve a pegar a él. Y, por primera vez desde que desperté en aquella cama, me siento segura. Al fin iba camino hacia mi casa, el lugar que no era mi hogar, pero si era el lugar donde siempre estaría segura porque papá la había comprado para nosotras.

Aunque estuviera ausente todo el tiempo.

Un escalofrío recorre mi cuerpo y giro en busca del causante de tal vertiginosa sensación… Y es ella. Taeyeon está en una esquina con un grupo de personas bastante intimidante, sin embargo, eso no es lo que me preocupa, sino más bien la sonrisa burlona y victoriosa que adorna su rostro. Uno de sus acompañantes gira en mi dirección y se inclina hacia ella para murmurarle algo, ella responde y el sujeto vuelve a mirarme con una sonrisa divertida formada en sus labios.

No puede ser…

Ella levanta su vaso hacia mí y dice un gracias silencioso.

Cierro los ojos sintiendo la humillación en cuanto escucho las burlonas risas provenientes de ellos. Ahora entiendo todo, al fin veía al demonio del que todos hablaban.

Esta había sido su venganza por la bofetada y el incidente del baño.

Me suelto del hermano de Mia y comienzo a correr hacia la salida, escucho los gritos de los chicos, pero no me importan. Solo quiero salir de ahí, quiero alejarme de lo más que pueda de Kim Taeyeon.

Mis intentos no dan frutos ya que choco con alguien y casi vuelvo a caer si no fueran por las delicadas manos que me tomaron de la cintura para no caer.

—Hey, Fanny, ten cuidado. —La voz de Yoona me llena de cólera—. Podrías lastimarte si…

—¡Todo esto es tu culpa! —grito apartándola de mi—. Tú fuiste parte de su juego, ¿no es así?

—Fanny, no sé de qué estás…

—¡No me toques! —vuelvo a gritar en cuanto ella intenta tomarme de la mano—. Me engañaste, tú jugaste conmigo sólo para ayudarla a llevar a cabo su plan. —Mis lágrimas están a nada de salir, es una suerte que todos estén tan drogados y ebrios como para prestarnos atención—. No vuelvas acercarte a mí, Yoona.

—Pero, Fanny…

—¡Aléjate de mi hermana! —Irene me alcanza y se pone frente a mí para protegerme de Yoona—. No vuelvas acercarte a ella.

Mia y su hermano llegan con nosotras y simplemente nos alejan de Yoona, volteo a verla una última vez y su falsa preocupación solo hace que me enoje más. Fui una estúpida, una total estúpida por creer que ella estaba de mi lado.

Y una tonta por irme con Taeyeon en vez de ayudar a Joon.

Irene me abraza con fuerza una vez que estamos dentro del auto del hermano de Mia, hundo mi rostro en su cuello y dejo que toda esa rabia salga en una cascada de lágrimas.

No quiero estar más en este lugar, quiero volver a Los Angeles.

Quiero estar lejos de Kim Taeyeon.

 

No sé cuántos días han pasado desde el incidente de la fiesta, pero se me están acabando las excusas para quedarme en casa y no coger las llamadas de Sophia. Mi única compañía ha sido Irene y Mia que ha venido para pasarme la tarea e intentar

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Thank you!
DorkyKawaii
No se preocupen. Sí habrá una segunda parte. ¡Pronto sabrán más!

Comments

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yoonalim__ #1
Chapter 1: Todavía no entiendo la historia, cómo es, por qué hay peleas en la escuela y quién es realmente Taeyeon y no me gusta que Taeyeon fume, es tan repugnante.
yoonalim__ #2
parece interesante
ashleyurdiales24 #3
Woow yo ya creía muerta esta historia pero después recordé y la encontré aquí después de los problemas que hubo en wattpad ya no recuerdo que pasa en la historia así que voy a leer la de nuevo como de que no uwu, estoy feliz de leerla pero a la vez triste por que ya esta terminada:( pero bueno nunca es tarde byeee✨
CrystalG
#4
Chapter 21: AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!! esto es demasiado para mi corazon!!!
DEMONIOS AUTORAS QUE ESTABAN PENSANDO!!!!!!!!
No puedo con tanto!!!!

PD: Bienvenida de nuevo a casa DorkyKawaii :)
angeles48 #5
Chapter 21: Wow! Eso no me lo esperaba!
Espero por la segunda parte
Gracias por actualizar!!!
taenylovesnsd #6
Chapter 21: Y sigo en nada, espero la segunda parte si o si
Snsdmygirls #7
Chapter 21: Dime que hay otra parte un algo ihhh
Snsdmygirls #8
Chapter 21: Pero-como
Snsdmygirls #9
Chapter 20: Voy a llorar
Snsdmygirls #10
Chapter 20: AHH NO ME PODES DEJAR ASÍ