Madre e hija vieron aparecer de nuevo al padre con mala cara.

-Se han reído de mí. Pensaban que les estaba tomando el pelo y me han dicho que me fuera a molestar a otra parte.

La niña lo abrazó intentando infundirle algo de calma.

-Yo no he encontrado nada en internet. Literalmente nada. Es imposible que nadie haya comentado al respecto. Ni siquiera hay coincidencias con ese nombre, cuando lo escribes en el buscador hay cero resultados. No había visto eso en la vida.

-Tal vez si damos alguna vuelta por aquí encontremos a alguien que también vaya a subir a ese tren –la niña quiso ayudar a sus pobres padres que parecían estar perdiendo la esperanza. –Solo tenemos que buscar familias con niños de mi edad.

Los dos adultos la miraron asombrados por un instante dándose cuenta de que llevaba razón. Era tan simple como eso. A esas horas había bastante gente en la estación pero prácticamente todos ellos eran personas adultas, muchos estaban solos. Comenzaron a preguntar a aquellos que entraban en esa descripción pero tampoco estaban consiguiendo respuestas solo alguna que otra mirada molesta. Fue entonces cuando pasando cerca del andén 9 vieron a un grupo de personas un tanto sospechoso. Tres hombres hablaban en voz baja mientras uno de ellos, pese a estar prohibido, fumaba. A su lado un par de niñas hablaba de sus propias cosas. Una tenía un gato gris en los brazos y la otra acariciaba a una lechuza que mantenía en una jaula en lo alto de todo su equipaje. La familia dio un respingo al unísono al ver al animal.

-¡Una lechuza! –Yoohyeon señaló disimuladamente. Todos recordaban que en la lista de materiales que les había llegado con la carta de Hogwarts ponía también un apartado sobre mascotas. Unas de las permitidas eran lechuzas, cosa que les había parecido de lo más extraño a los tres.

El padre se aclaró la garganta y decidió acercarse a aquellos hombres. No podía negar que sentía ciertos nervios y el tener que interrumpir su conversación no hacia las cosas más fáciles.

-Anoche hablé con Dolohov. Por esa parte todo está controlado. Podremos entrar en el ministerio sin problema–dejó escapar una bocanada del humo de su cigarrillo mientras parecía pensar en algo. -¿Rowle, seguro que en tu tienda estará a buen recaudo? Lo peor que podría pasar es que dieran con ella después.

-Tranquilo. No es la primera vez que guardo objetos de esta importancia. Tengo mis métodos, el ministerio no podrá ni acercarse.

-No es que desconfíe de ti, amigo mío –el hombre del cigarrillo pareció preocuparse por un momento de haber molestado al otro con su comentario. –Simplemente es que necesito saber que todo saldrá bien.

Los otros dos hombres sonrieron y le dieron alguna que otra palmada de ánimo en los hombros. El que aún no habí