Ceremonia de selección II
Grageas Bertie Bott de todos los saboresYoobin luchaba por apartar sus dudas hasta el rincón más apartado de su mente. Tenía claro lo que quería pero sabía que la elección no estaba en su mano. La posibilidad de no entrar en slytherin la preocupaba. Intentaba tranquilizarse pensando en lo muy improbable que era. Toda su familia había sido slytherin, ella también iba a serlo. Prácticamente lo llevaban en los genes.
-¡Yoobin Avery!
Avanzó entre el resto de alumnos de primer año y llegó hasta el sombrero seleccionador. Al sentarse cerró los puños con fuerza inconscientemente. Vio las caras de Minji y Handong desde la mesa de slytherin. Ambas la esperaban con emoción.
-Ah... Una Avery... Con vosotros suele ser fácil... Si, tienes lo que hay que tener para ser una slytherin sobresaliente. ¿Mmm...? Sin embargo... Una mente tan curiosa como la tuya traería grandes logros a ravenclaw. Tanta sabiduría en alguien tan joven es difícil de encontrar... Realmente te sentirás entre iguales allí. Si, sin ninguna duda... ¡RAVENCLAW!
Yoobin se quedó petrificada por un instante. Su cerebro era incapaz de aceptar lo que había pasado. No podía ser verdad. Ella era slytherin, tenía que ser slytherin. Igual que su padre, su madre, sus abuelos, sus amigas. A estas últimas las miró desconcertada y ellas le devolvían miradas llenas de sorpresa.
Sintió que el profesor la empujaba con suavidad para que fuera hacia su mesa. Caminó casi ausente, ignoró todos los vítores de sus nuevos compañeros y se sentó clavando la vista en la madera oscura de la mesa. Su mente pasó poco a poco de estar en shock a correr a toda velocidad simulando situaciones de todo tipo, enfrentándose a la vergüenza de su familia y al rechazo de sus amigas. No tenía valor ni para levantar la vista hacia las dos chicas a las que siempre había considerado sus hermanas mayores. Sintió que las lágrimas empañaban sus ojos, no quería que nadie la viera así. Miró a su alrededor. Al parecer el tiempo había pasado sin darse cuenta, la ceremonia había terminado y todo el mundo comía. Había estado tan perdida en sus pensamientos que ni siquiera había notado la comida apareciendo por arte de magia. Nadie le prestaba atención y aprovechó para salir de allí. Sus pasos eran rápidos, quería echarse a correr pero entonces alertaría a los demás de que algo no iba bien. Dejó atrás el bullicio del gran comedor cuando las puertas se cerraron a su espalda pero entonces se vio sola en la inmensidad de aquel castillo del que no sabía nada y se sintió aún peor.
Handong y Minji no habían perdido de vista a su amiga en ningún momento. Las dos estaban preocupadas, era evidente que Yoobin no se había tomado bien la noticia. Ninguna pudo disfrutar de la cena y al verla salir con prisas intercambiaron miradas.
-¿Crees que deberíamos ir a buscarla? -Minji podía imaginar lo que estaba pasando por la mente de Yoobin y quería estar ahí para ella pero lo cierto era que muchas veces su amiga prefería guardarse sus problemas e incluso se apartaba de ellas cuando había algo que no quería compartir. Simplemente temía que esta fuera una de esas ocasiones.
-Creo que probaré suerte -Handong estaba casi segura de que Yoobin no querría hablar con ella en ese momento pero aún así estaba preocupada y necesitaba saber que la chica estaba bien. Estaba dispuesta a afrontar el rechazo de su amiga si cabía la posibilidad de ayudarla.
Se levantó de la mesa dándole a Minji una última mirada en la que le dejaba claro que se ocuparía del problema. Esta se limitó a asentir y la vio marchar hacia la puerta.
Una vez fuera suspiró pensando en dónde buscar pero entonces cayó en la cuenta de que Yoobin no se conocía el castillo y que podría estar perdida en cualquier parte. Sin embargo no tardó en dar con ella ya que no había ido muy lejos. La encontró sentada en un escalón, encogida sobre sí misma. Al oír sus pasos esta levantó la cabeza y Handong pudo ver que estaba llorando. La mayor sintió que se le encogía el corazón. Se sentó a su lado sin pensárselo dos veces y la abrazó con fuerza. No obstante esta no reaccionó en absoluto, siguió encogida tapándose la cara y tratando de ocultar su llanto sin éxito. Las dos permanecieron así durante largos minutos. Handong no estaba segura de que decir pero al final rompió el silencio que las rodeaba.
-Ravenclaw no está mal...
Sintió que los sollozos de la chica se hacían más fuertes y se sintió culpable. Tenía que hacerle ver de alguna manera que aquello no era tan malo como creía.
-Realmente el sistema de casas es una estupidez… Casi nadie le da importancia. Los profesores reparten los puntos a sus alumnos favoritos así que tampoco tiene mucho mérito ganar la copa de la casa…
-Me da igual la copa o los puntos… -su voz había sonado rota.
Posiblemente la última vez que Handong la había visto tan disg
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