Andén 9 y 3/4 I
Grageas Bertie Bott de todos los saboresYoohyeon estaba tan nerviosa que le costaba respirar. No tenía miedo pero si estaba algo preocupada al no saber que le esperaba a partir de ahora. No obstante, por muy nerviosa que estaba sus padres lo estaban aún más. Los dos adultos llevaban días sin pegar ojo, les habían explicado las habilidades mágicas de su hija y lo importante que era que las desarrollara. Aun así, a dos personas corrientes todo aquello les pillo más que por sorpresa y sus mentes críticas seguían teniendo miles de dudas. No les gustaba la idea de dejar sola a su hija en un mundo del que no sabían nada. La familia llevaba en la estación de King’s Cross desde primera hora de la mañana pero una vez más todo aquello carecía de sentido para los estresados padres. No tenían ni idea de lo que estaban haciendo pero si no lograban subir a su hija a aquel tren sabían que perdería la mayor oportunidad de su vida. La pequeña veía como ambos miraban de aquí para allá buscando un andén que no existía.
-Voy a buscar a alguien que trabaje por aquí –el hombre se pasó la mano por el pelo agobiado. –Tiene que haber alguien que sepa decirnos como encontrar ese dichoso andén.
Las dos vieron cómo se alejaba. Acto seguido la madre buscó en su bolso su teléfono móvil. Pensó buscar sobre el andén 9 y ¾ en internet, no podían ser los primeros en toparse con aquel problema. La niña la miró con preocupación, no le gustaba ser la causa de tanto problema.
-No, pasa nada mamá. Si no lo encontramos volvemos a casa y escribimos al colegio, la dirección venia en el sobre. ¿Recuerdas? Seguramente entiendan lo que ha pasado.
-No digas eso, cariño. Hoy vas a ir a ese colegio como todos tus compañeros. Seguro que todo esto al final es una tontería y luego nos reiremos.
La mujer intentó poner toda su confianza en su voz y hubiera sonado creíble de no ser porque su perspicaz hija la conocía a la perfección. La niña no quiso insistir sabiendo que de hacerlo solo pondría más nerviosa a la mujer. Miró a su alrededor y unas personas captaron su atención. Eran dos mujeres que hablaban entre ellas y tras ellas iba una niña que no prestaba atención a lo que ninguna de las dos decía, esta tenía la vista puesta en el pequeño quiosco frente al que Yoohyeon y sus padres llevaban parados tanto rato. Algo en ellas era extraño, sobre todo sus ropas que no eran precisamente comunes. Eran de colores apagados pero el corte de aquellas prendas era algo que no se veía en ninguna tienda de ropa a la que Yoohyeon hubiera entrado. La niña no pudo evitar oír las palabras de aquellas mujeres ya que hablaban en voz alta sobre el ruido de la estación.
-Espero que aquí tengan agua. ¿Por qué hace tanto calor aun? –La mujer miró con desconfianza hacia el quiosco y pareció pensarse dos veces acercarse a él.
La otra mujer se rio por lo bajo y la acompañó con emoción en la mirada.
-Asegúrate de que esté embotellada. Oí que un primo de Angela Nott acabó en San Mungo por beber del grifo de un pub aquí en Londres. Estos muggles viven en la inmundicia.
Yoohyeon levantó una ceja al oír esa palabra que para ella carecía de significado. Las observó con más curiosidad y entonces vio que la primera llevaba un trozo de papel en la mano. Oyó como esta
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