Tiffany estaba tumbada en la cama de Sunny, apoyada en los almohadones e incapaz de sacarse de encima cierta sensación de nerviosismo. No era algo a lo que estuviera acostumbrada y no estaba segura de que le gustara. Sentía que no controlaba la situación. Cuando habló con Taeyeon por teléfono aquel día, estuvieron de acuerdo en olvidarlo. En ese momento, aquella opción ya no le pareció muy acertada y seguía con la sensación de haberla aceptado solo para escurrir el bulto. No obstante, no había sabido

cual era la alternativa.  Y seguía sin saberlo.

 

Había intentado darle largas a Sunny cuando sugirió que podían salir un día las tres juntas. Le había dicho con bastante vaguedad que ya la llamaría cuando mirara la agenda, pero al final fue Sunny quien la llamó.

La cuestión era que quería ver a Taeyeon, pero a solas, no con una tercera persona.

Miró como Sunny se ponía el maquillaje: se aplicaba el colorete con largas pinceladas hacia atrás y se preguntó por qué diablos no había llamado a Taeyeon directamente y habían quedado de otro modo. Pero, de nuevo, ¿para qué? Con impaciencia levantó las rodillas y apoyó los pies en la cama. Era un razonamiento circular. Sunny dejó el cepillo y tomó su copa de vino, mirando a Tiffany a través del espejo.

 

— ¿Estás bien? Quiero decir, si te parece bien volver a ver a Taeyeon.

Tiffany se encogió de hombros con indiferencia.

 

— ¿Qué puede hacerme? ¿Violarme en un callejón oscuro?

 

—¡No! Ya sabes lo que quiero decir. ¿No crees que puede resultar incómodo?

Tiffany mantuvo su aire despreocupado.

 

—Sí, ya sé lo que quieres decir —le dijo. No estaba preocupada por Taeyeon, sino por sí misma—. Taeyeon es muy maja. No hay nada de lo que preocuparse, ¿no? —añadió.

«Un poco demasiado sincera», pensó. Sunny seguía mirándola socarronamente a través del espejo. Tiffany ladeó la cabeza hacia ella.

 

—No me mires así —le ordenó—. Creía que esta salida era para superar los malos recuerdos, no para volver a desenterrarlos.

Sunny percibió su mirada de determinación y cambió de tema. Apuró su copa y se la tendió a Fanny para

que la sostuviera.

 

—Me tomaré otra mientras me visto.

 

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

 

Taeyeon se inclinó hacia el espejo, a la tenue luz de la lamparita que había al lado de la cama, peleándose con los pendientes. Tenía dos agujeros en cada lóbulo y se puso aros de oro, maldiciendo los cierres que no encajaban por detrás. Hacía cuatro semanas que no veía a Tiffany, desde la fiesta de Sunny.

 

Creía que iba a estar nerviosa, pero no era así. Tenía ganas de volver a verla, aunque sabía que en cuanto pusiera los ojos sobre ella se sentiría como se sintió la primera vez, experimentaría la misma atracción, el mismo deseo.

Se sentó en la cama para ponerse los DM's, mientras decidía como debía enfocar la situación. Estaría tranquila, desenfadada, nada de temas profundos. Y nada de beber.

 

—Muy bien. Ya está —masculló para sus adentros y se pasó un cepillo por el pelo, echándoselo para atrás, lejos de cara.

Seguía quedando con una estilista para cortárselo y seguía cancelando la cita en el último momento. Tenía ganas de rapárselo, pero también le gustaba largo. Puede que se hiciera mechas. Se colocó una boina negra en la cabeza, se enrolló la bufanda de lana negra al cuello y se puso su chaqueta vaquera.

 

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

 

Ya vestida, Sunny se pasó un cepillo por el pelo. Sunny estaba de pie, frente a un espejo de cuerpo entero, estudiando su reflejo: una camisa tejana desteñida y unos vaqueros que no tenían nada de nuevos. Se apartó el pelo de la cara con las dos manos.

 

—Mírame. Toda emperifollada para salir un sábado por la noche —dijo—. Hago juego con mi piso, que, como dice Siwon, parece una pocilga.

Sunny la miró y soltó una carcajada.

 

—Bueno, supongo que eso es una confirmación. Gracias.

Tiffany puso las manos en jarras y ladeó la cabeza.

 

—Estas perfecta —le dijo Sunny—. Ese es el aspecto que tienes, ¿vale?

Tiffany garró un extremo de la camisa.

 

—Hace diez años que tengo esta camisa. La llevaba cuando estaba en Toronto y de eso hace diez años. Y estos vaqueros tienen aspecto de haber ido y vuelto de Bosnia.

 

—Bueno. Tú eres así.

 

—No sé si me gusto —murmuró Tiffany, mientras seguía observándose en el espejo. Se apartó el pelo de la cara y se miró con detenimiento—. ¡Dios! ¿Quién es esa persona?

Sunny no se conmovió.

 

—¿Estas teniendo una crisis de identidad repentina o algo así?

El timbre de la puerta sonó en aquel momento y la voz de Taeyeon se oyó a través de la rendija del buzón.

 

—¡Yuju! Ya está aquí la atracción principal.

 

—¡Dios mío! ¡Ha sido puntual! —Sunny le dio una palmada a Linda en la espalda—. Venga, estás fantástica —y avanzó por el corredor para abrirle la puerta a Teyeon-. Una de ustedes dos tendrá que conducir —les dijo—. Esta noche tengo que emborracharme.

 

—¿Por qué? ¿Qué pasa?

Taeyeon entró y la besó. Luego dejó caer su bolsa en la habitación de invitados.

 

—No me preguntes. Enseguida te lo diré —masculló Sunny.

 

Tiffany apareció por la esquina del pasillo para reunirse con ellas y se apoyó como quien no quiere la cosa contra la pared, lanzándole una mirada a Taeyeon y dirigiéndole una sonrisa. Taeyeon la contempló, en busca de alguna pista que le indicara coma pensaba plantear aquel encuentro. No halló ninguna pista:

Tiffany

parecía relajada, si bien desprendía un cierto aire de ironía. Taeyeon sintió una impresionante atracción por ella, tal como sabía que iba a suceder. Tranquilízate. Le devolvió la sonrisa y se acercó para darle un beso amistoso en la mejilla

 

—Hola —suspiró Tiffany.

 

Taeyeon no dijo nada en respuesta, pero le apretó ligeramente la mano y después, diplomáticamente, la dejó ir. Se había roto el hielo.

 

—¿Te has traído tu sombrero de «Dear Marje» esta noche? —le preguntó. Tiffany parecía desconcertada y Taeyeon señaló a Sunny con la cabeza mientras decía con una sonrisa—: Tengo la sensación de que la señorita Antiniños necesita descargarse.

 

—Muy graciosa —dijo Sunny. Se quedó de pie en la puerta de entrada—. ¿Nos vamos?

Tiffany dudó un momento y volvió a mirarse.

 

—Sunny, ¿puedes prestarme algo para ponerme?

—¡Oh, venga! —exclamó Sunny—, pero si solo vamos al pub. ¿Desde cuándo te preocupa tu aspecto?

 

—Desde que he decidido que parece que duermo debajo de un puente.

 

Taeyeon no pudo resistirse. Pasó la mano por el brazo de Tiffany  le dio un apretón.

 

—Yo creo que estás muy guapa —musitó.

Tiffany captó la sonrisa de Sunny, la incomodó que aquello hubiera ocurrido delante de ella. Puso los ojos en blanco.

 

—Muy bien. Vámonos.

 

El pub estaba bastante lleno cuando llegaron, pero Taeyeon consiguió una mesa junto a la chimenea. Tiffany pidió un ginger-ale y Sunny la miró sin poder creérselo.

 

—Voy a dejar la bebida por un tiempo —declaró Tiffany, sencillamente—. A ver cómo me va.

 

—¡Cielo santo! —Sunnyse giró hacia la barra para pedir—. Primero te miras en el espejo y te das cuenta de la ropa que llevas y ahora no quieres beber alcohol. ¿Estas segura de que te encuentras bien?

 

—¡Cállate, Sunny! —replicó LTiffany,y fue a sentarse a la mesa.

 

Su silla se hallaba prácticamente dentro de la chimenea. Taeyeon la miró. Tenía una postura, una manera de moverse, un modo de sentarse con las rodillas separadas... Podía haber suplido a Sharon Stone en Rápida y mortal, sin tomarse la molestia de actuar: blandiendo, simplemente, un revolver y andando a grandes zancadas por el oeste americano. Sin duda, daba el tipo y, aunque probablemente la cara de Tiffany no

tenía el mismo gancho comercial que la de Sharon Stone, sí que tenía el aspecto de estar de vuelta de todo. Taeyeon decidió quedarse en terreno seguro.

 

—Esta va a ser la tónica de la noche —le dijo a Tiffany mientras paseaba la mirada alternativamente de Sunny a Tiffany—. Se va a armar un buen lío.

 

—¿Ah, sí?

 

Tiffany se reclinó en la silla. Clavó su penetrante mirada en el rostro de Taeyeon. Era dolorosamente consciente de los sentimientos de Taeyeon la última vez que estuvieron juntas en una habitación. Recordó la carta que le había escrito y que luego rompió, y no pudo negarse que se sentía contenta de volver a verla. Se alegraba de que apenas quedara una ligera incomodidad entre ellas.

 

—¿Cómo estás? —le preguntó.

Taeyeon le dirigió una sonrisa maliciosa.

 

—Bueno, si no fuera porque me he prometido a mí misma que me portaría bien, te diría que mucho mejor después de verte.

 

Tiffany se rió con suavidad. Sunny llevó las bebidas a la mesa y, por el momento, se acabó la intimidad.

 

—Pero, aparte de eso —añadió Taeyeon—, estoy bien. He estado ocupada y, de hecho, hasta he ganado dinero.

 

—¿No es algo habitual? —preguntó Tiffany—. Lo de ganar dinero.

 

—Digamos que es esporádico, pero que cuando sucede es bienvenido —dijo Taeyeon.

Tiffany tomó su bebida.

 

—Salud, Sunny. —Volvió a girarse hacia Taeyeon y le preguntó— ¿Has hecho progresos en tu libro?

 

—Sí, pero no demasiados. Los suficientes para cubrir los gastos.

Sunny se acomodó en su asiento, mientras removía el hielo de su whisky y las dejaba hablar.

 

—Entonces, cuando estás trabajando en algo como esto, ¿de qué vives? —le preguntó Tiffany

 

—Bueno —Taeyeon encendió un cigarrillo—, si consigo vender un par de artículos decentes a los periódicos nacionales o a una de las revistas más importantes, me llega para pagar las facturas.

 

—¿Qué clase de artículos?

 

Taeyeon acercó la silla a la de Tiffany, y la separó de la mesa, de manera que pudo sentarse con las piernas cruzadas, con el pie apoyado sobre la rodilla contraria.

 

Please Subscribe to read the full chapter