Capitulo 3

Date un respiro. (TaenyVer)
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Una semana después, el sábado por la mañana, temprano, Tiffany estaba sentada a la mesa de la cocina, deseando haberse quedado en la cama más rato. Sacudió las migas del periódico y agarró el último trozo de tostada, esperando que la comida le fuera bien para el dolor de cabeza. Aquella mañana se había despertado sobre la cama, tumbada boca arriba y totalmente vestida. No recordaba cómo había llegado allí. Suponía que Baekhyun tendría algo que ver con aquello, aunque no se hubiera quedado. A él no le

gustaba que ella bebiera. Tiffany tampoco estaba segura de que a ella le gustara, a sus treinta años, encontrarse resacosa día sí día no. Apuró la taza de café con la frente arrugada.

 

—Buenos días. —Siwon entró en la cocina—. ¡Te has levantado pronto!

Tiffany levantó la mirada.

—Ya. Tengo que ver a un comprador en Ashford a las diez.

 

— ¿Nunca dejas de trabajar? —Siwon empezó a hacer ruido con los platos en el fregadero—. ¡Fanny, este piso es una pocilga!

Fanny miró a su alrededor un poco sorprendida. Los platos sucios de la noche anterior estaban esparcidos por ahí, había periódicos y revistas por todas partes, los ceniceros rebosaban...

— ¿Cuándo te parece que he tenido tiempo? —se defendió—. Además, es mi casa. Por ahí hay montones de pensiones, si lo prefeieres, incluso un YMCA a la vuelta de la esquina, que es lo que os gusta.

—Vale, vale. —Siwon se rió y se giró desde el fregadero—. Ya veo que no estás en buena forma. Ojos rojos por la mañana, los inquilinos mejor se callan.

Tiffany emitió un gruñido.

 

— ¿Podemos dejar al mínimo las ocurrencias? Te lo pido por favor.

 

—Anoche te luciste, ¿sabes?

 

— ¿Si?

 

—Baekhyun te llevó a la cama.

 

—Me lo imaginaba.

 

—Te llevaba cargada sobre un hombro, como un saco. Ibas riéndote escandalosamente mientras le decías, a él y a todos nosotros, que tu vida ual —refiriéndote a la tuya y a la suya— era bastante laissez-faire, y que quizás un poco de laissez-aller la animaría un tanto.

 

— ¡Dios! —Tiffany escondió la cabeza entre las manos. Siwon sonrió.

 

—Creo que, dadas las circunstancias, se portó bien al llevarte hasta la cama en lugar de tirarte al suelo allí mismo.

Tiffany volvió a cerrar los ojos.

— ¿Quién había?

 

—Sólo Heechul y yo, por suerte. Y Nick, del piso de abajo ¡Ah, sí! Le pusiste un mote.

Ella volvió a abrir los ojos y se lo quedó mirando.

 

— ¿A quién? ¿A Nick?

—Sí. Mientras desaparecías por la puerta sobre la espalda de Baekhyn, blandiste un brazo y gritaste:

«Buenas noches, castrato»

 

Siwon hizo una demostración, con una cuchara de palo en la mano. Nick, que era como un perrito fiel, con la voz que aún no le había cambiado, como la de una mujer. Pobrecito. Tiffany hundió la cabeza en sus manos.

 

— ¡Oh, Dios!

Tendría que disculparse con él. Siwon se acercó y le pasó los brazos por la nuca.

 

—Las constantes súplicas a Dios no te ayudaran a limpiar tu conciencia, ¿sabes?

 

—Lo sé.

Siwon se irguió.

 

—Voy abajo a ver si hay correo. Ese maldito cheque aún no ha llegado —salió de la cocina, hablando entre dientes de contratos. Una vez en el rellano, golpeó la puerta de la habitación de invitados—. Venga, Hee, tenemos quince minutos.

Tiffany siguió sentada con la cabeza todavía entre las manos y recorriendo con la mirada un comentario publicado en el periódico sobre una mujer que había muerto en la montaña dejando a dos niños. La noche anterior habían discutido sobre eso en el pub. Siwon y Heechul eran los únicos que estaban de acuerdo con ella en que la mujer tenía todo el derecho a escalar montañas si quería. En los periódicos no hay

columnas que ridiculicen a los padres escaladores ni a los pilotos de coches por su egoísmo e irresponsabilidad. Giró la página con impaciencia. Siwon entró con el correo y lo dejó sobre la mesa.

 

—Gracias, Siwon.

 

Éste le mostró un sobre: su cheque. Lo besó teatralmente y desapareció hacia la habitación de invitados.

Tiffany seleccionó su correo. Lanzó la factura de teléfono al otro lado de la mesa para mirársela más tarde, dejó una carta de su hermano a su lado y pasó el cuchillo por la solapa de un sobre grande de color marrón, escrito a mano. Sacó un delgado pliegue de papeles mecanografiados y los hojeó hasta llegar al final. Había una nota manuscrita en la última página. La firmaba «Taeyeon». El encabezado de la primera página rezaba: «Sin título». Sonrió. Taeyeon debía de haberle enviado un relato corto.

 

Se sirvió más café en la taza y miró el reloj. Apoyando los brazos en el borde de la mesa, agarró el cuento con las dos manos y empezó a leer:


 

Esperé durante toda la semana a que aquella mujer me llamara. La vida transcurrió como de costumbre. Salí a ver a otra colaboradora del libro, edité un artículo, trabajé en las transcripciones, como siempre. No obstante, en algún lugar en el fondo de mi mente, tenía la certeza de que el teléfono sonaría y, por supuesto, sería ella. La cuestión no era si lo haría, sino cuándo lo haría.

 

Pero no sucedió, ¿verdad? Esperé toda la semana y, cuando llegó el viernes y nada, lo que no podía entender era por qué. ¿Podía habérmelo imaginado todo bajo los efectos del porro? Era posible, pero me resistía a aceptarlo. Ella, en la fiesta, entra resuelta en la sala, vestida como si fuera a trabajar a una obra, bebiendo una cerveza tras otra, y yo no puedo apartar mis ojos de ella. La miro cuando sale a bailar. Ni siquiera hablamos hasta que la fiesta está casi acabada. Y entonces, en la cocina, cuando prácticamente todos

se han ido, por fin empezamos a hablar. Ella está lanzada. Se hace patente la frustración que le provocan las mujeres que acatan los roles tradicionales, las que no combaten en la gran lucha feminista. Creo que le gustaría darle una buena sacudida a la pobre Maureen. Pero tiene buen corazón, puedo notarlo.

 

Los ojos de Tiffany se entrecerraron. ¿Qué coño era eso? Recordó el sábado pasado en casa de Sunny  frunció el entrecejo. Se recostó en la silla y siguió leyendo.

 

Mi atracción inicial se enfría ante la fastidiosa noticia de que tiene novio. Sin embargo, esa

información se va haciendo cada vez más irrelevante a medida que hablamos. Empezamos con el tema de la escritura y, para mi consternación retrospectiva, al mismo tiempo las

dos estamos fumando un porro. Si hubiera tenido la cabeza más clara... El libro va sobre madres lesbianas que han de educar a sus hijos. Y eso provoca una reacción, ¿sí o sí? «Tengo una historia como esta», me dice, pero mi cabeza en ese momento es incapaz de pedir más explicaciones. ¡Ella insiste tanto en que quiere leer el libro!

Pero eso no es todo. Ella va cambiando frente a mis ojos. Aquel atisbo de agresividad desaparece y empieza a mirarme como a una vieja amiga, se me acerca, me mira a los ojos y hace que me derrita por dentro. Es encantadora. Me gusta su pelo, me gustan sus manos. Incluso me gusta su manera de vestir. Me gusta el fervor con el que defiende sus ideas y me gusta su expresión de vulnerabilidad cuando le hablo de mi trabajo.

Claro que me creo lo que quiero creerme. Y ahora lo único que puedo hacer es mirar hacia atrás y creerme lo que vi entonces. No obstante, sentada a la mesa, en los momentos en que mi cerebro funciona, cada vez estoy más convencida de que aquella mujer quiere algo de mí. ¡Aquella maravillosa mujer es lesbiana!

 

Tiffany se quedó contemplando la última frase. No podía seguir sentada por más tiempo. Fue hacia la ventana y miró fuera, sin ver la calle. Luego, se apoyó contra el antepecho de la ventana y volvió a centrar la atención en la página.

¿Lo es?

 

Lo es.

 

Pero no lo dice.

 

Para mí, sí que lo es.

 

Te lo estás imaginando.

 

Puedo sentirlo.

 

Intenta que vaya con ella al jardín a tomar «el aire». Ojalá hubiera ido. Y cuando vuelve: «Tenemos que hablar». Y cuando se va, el abrazo. Me dice que tenemos que quedar. Me muero por besarla, pero ya se ha ido.

 

Heechul y Siwon entraron en la cocina en aquel momento. Siwon recogió sus llaves del estante.

—Nos vamos. Queremos volver a ver ese piso, Tiffany.. ¿Fanny?

 

Ella levantó la mirada, ligeramente molesta por la interrupción.

 

— ¿Qué?

 

—Nos vamos. —Siwon se dio cuenta de que tenía el entrecejo fruncido y se la quedó mirando—. ¿Estás bien?

 

—Sí, estoy bien —mintió—. ¿Salen?

 

Él asintió.

 

—Sí. Nos vemos luego.

 

—Muy bien.

Heechul se le acercó y le dio un beso en la mejilla.

—Espero que estés mejor de lo que pareces. —Cruzó la habitación hasta la puerta—. Nos vemos esta tarde.

—Adiós —murmuró ella y volvió a bajar la mirada.

 

Más discusiones internas de Taeyeon con su alter ego.

 

¿Estás loca?

 

Seguramente.

 

¿Querías besarla?

 

Claro.

 

Eso fue el porro, ¡por el amor de Dios!

 

Bueno, de todos modos, ella se fue.

Y bien que hizo.

 

No estoy de acuerdo.

 

Pues aquí estamos. Yo pensaba que simplemente era una cuestión de tiempo... Puedo esperar. Pero ahora no lo sé. Cuánto era real y cuánto eran imaginaciones. No lo sé. Cuanto era atracción hacia mí y cuánto era efecto de la bebida y el porro. No lo sé. Pero hay algo que sí sé... Ojalá hubiera salido al jardín. Ojalá hubiera obligado a mis piernas a moverse y a salir a hablar con ella en vez de quedarme allí sentada como una gárgola sonriente.

Tiffany llegó a la última página, un din A4 con la nota manuscrita:

 

Tiffany,

¿Voy a arrepentirme de esto? Seguramente. Pero, qué diablos, la vida es demasiado corta y a veces hay que agarrar al toro por los cuernos y arriesgarse a recibir una cornada. ¿Me llamarás? Necesito saberlo, eso es todo. ¿Tengo razón? ¿Me equivoco? ¿Me he vuelto loca?

 

-Kim Taeyeon.

 

Tiffany se apoyó en la repisa de la ventana, arqueó el cuello hasta tocar con la coronilla en el cristal y se quedó mirando al techo.

 

— ¡Dios mío! —susurró.

 

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

 

— ¡Ginger, deja de pedir!

 

El sonido de la voz de Juniel en la cocina sacó a Taeyeon de su profundo sueño. Giró hasta quedar boca arriba y se arropó bien, llevándose el edredón a la barbilla. Aunque adormilada, era consciente de que su to sentido le decía que no se volviera a dormir. ¿Tenía que ir a algún sitio aquella mañana? Le parecía que no: era sábado. Volvió cerrar los ojos y estuvo tentada de dejarse llevar nuevamente por el sueño.

Entonces se acordó. La inmensidad de lo que había hecho la apabulló y cerró los ojos mientras ahogaba un grito. ¡Menuda idiota!

Siguió tumbada, rígida, durante unos minutos, maldiciéndose por ser tan impulsiva. ¡Esa maldita tendencia de los escritores a poner las cosas sobre el papel en momentos de tensión! Solo había visto a aquella mujer una vez, ¡por el amor de Dios!, y las dos estaban bebidas y emporradas. ¿No podía haberse esperado, dejar pasar la noche, volver a pensárselo por la mañana? Incluso había ido corriendo hasta la oficina de correos la noche anterior para asegurarse de que llegaba a tiempo a la última recogida de

correo.


 

Oyó a Juniel trasteando en la cocina y se sentó. Pobre Juni. Había salido tarde del trabajo y cuando llegó a casa, Taeyeon la tuvo despierta hasta las dos de la madrugada, lamentándose de lo imbécil que había sido.

Entró en la cocina y saludó a Ginger con una palmadita en la cabeza. Juniel estaba vestida y llevaba el abrigo puesto. Sostenía un café en una mano y una tostada en la otra. Taeyeon no dijo nada: se quedó allí plantada con el pijama arrugado y con el pelo alborotado. Juni le sonrió.

 

—Buenos días, chica amorosa.

Taeyeon le hizo una mueca y se desplomó en una silla, soltando un quejido.

 

—Juni, ¡qué he hecho!

La risa bailaba en los ojos de Juniel, pero le dijo:

 

— ¡Oh, Tae! Ahora ya no hay nada que puedas hacer, ¿no?

Taeyeon levantó sus ojos nublados hacia el reloj.

 

—Me pregunto a qué hora recibirá el correo.

Juniel se rió.

 

—Vas a pasarte todo el día torturándote, ¿verdad? —apuró apresuradamente su taza de café—. Algún día te reirás de todo esto, ya verás.

 

— ¿Tú crees?

 

—Seguramente Tengo que irme. Le prometí a Lou que llegaría pronto. Quiero pasar el día con ella, ya que apenas la he visto en toda la semana. Tendré que volver a casa por la noche: mi avión sale a las ocho de la mañana

Juniel trabajaba para la OMS y viajaba con frecuencia. Taeyeon alzó la vista.

 

— ¿Lou empieza a estar harta de esto?

Juniel asintió.

 

—Hum... A veces. Bueno, yo también. —Se metió en la boca el último trozo de tostada y se acercó a Taeyeon—. Siento tener que abandonarte en un momento de necesidad. Vuelvo esta noche, ¿de acuerdo?

 

— ¿No te molesta vivir con una loca de remate? —le preguntó Taeyeon.

 

—En absoluto. Es la mar de divertido. —Juniel se rió de la expresión compungida de Taeyeon y la besó en la mejilla—. Nos vemos luego.

 

Cuando se hubo ido, Taeyeon se preparó un café y agarró un paquete de cigarrillos. Lo llevó todo al salón y se acomodó en el sofá. Gingrt la siguió y se sentó a su lado, apoyándose contra las piernas de ella y

poniéndole la cabeza sobre su regazo. Ella se inclinó sobre el perro y le acarició la parte superior de la cabeza con la cara. Después, dio un sorbo a su café y lanzó una mirada al teléfono. «No hagas nada impulsivo —se dijo a sí misma—, que eso es lo que te ha llevado a esta situación, para empezar.»

Pero tenía que hacer algo. Encendió un cigarrillo deseando poder avanzar rápidamente un mes o dos, cuando todo aquello ya hubiera quedado olvidado. Seguramente Juni tenía razón: se reiría de ello, pero todavía no. Aún estaba demasiado avergonzada.

 

Dio otra calada a su cigarrillo y después lo apagó, asqueada. Era demasiado temprano. Volvió a mirar el teléfono, mientras intentaba tomar una decisión. Luego se estiró para alcanzarlo y marcó un número rápidamente. Esperó, acomodando el auricular entre el hombro y la mejilla y escuchando el tono de llamada. Sonó varias veces antes de que alguien respondiera.

 

— ¿Sí? —La voz del otro lado sonaba ronca de sueño.

 

— ¿Sunny? —Taeyeon le dio la oportunidad de volver en sí.

 

— ¡Taeyeon! —La voz de Sunny se aclaró—. ¿Dónde estás? —le preguntó.

 

—En casa. ¿Puedes hablar?

 

— ¿Qué hora es? Espera... ¡Cielos! Solo son las ocho y media.

 

—Lo sé. ¿Henry está ahí?

No quería que todo el mundo se enterara de aquello.

 

—No. Está en su casa. Estamos tomándonos una semana libre.

Taeyeon no quiso pedirle más explicaciones: se hubieran pasado toda la mañana analizando la paranoia que sentía Sunny ante el compromiso.

 

—Sunny, he hecho una cosa estúpida —dijo.

 

— ¿Qué has hecho ahora? —El tono de Sunny era despreocupado.

 

—No, en serio. Probablemente sea la peor cosa que he hecho en toda mi vida.

Taeyeon se rió. Con Sunny podía reírse.

 

— ¿Qué? —Para entonces Sunny ya era toda oídos.

 

—No creo que pueda explicártelo —dijo Taeyeon, en un tono sombrío.

 

— ¡Ah! Fantástico. Me despiertas a las ocho y media de un sábado para contarme que has hecho algo tan terrible que no puedes explicármelo. ¿Ahora me puedo volver a dormir?

 

—No, no puedes.

—Pues dame una pista, al menos.

 

—No puedo. Me da demasiada vergüenza.

Sunny estaba intrigada. Se rió al otro lado de la línea.

 

—Tienes que contármelo. No puede ser tan malo. ¿O sí?

 

—Si —Taeyeon se tiró del pelo con la mano—. ¡Dios!

Se hizo el silencio al otro lado de la lín

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 12: No no no mejor que no se acerque más a Tiff vv :@
Rossetlar
#2
Chapter 12: bueno, esto indudablemente iba a pasar y hay que entender como se siente Tae
KazKaz18 #3
Chapter 11: Ojalá Tae no se acueste con esa tipa..... Vamos Fany ponte los pantalones
LlamaAmerica #4
Chapter 11: Si tae se llega a revolcar con esa tipa mejor que ya ni se acerque a Tiff :@
Joselyne300 #5
Chapter 11: I only call you when it's half past five
The only time that I'll be by your side
Rossetlar
#6
-pasanding por aquí-
Skyth06
#7
Chapter 11: Por un lado entiendo a tae
spaceandsol #8
Chapter 11: Me encanta ?
KazKaz18 #9
Chapter 10: Oh que reconexion :) que rico que vuelvas :)
LlamaAmerica #10
Chapter 10: Waaaaaah cuanto tiempo tuve que volverla a leer xd
Pero gracias por seguir!!!! Actualiza pronto!!!