Capitulo 2

Date un respiro. (TaenyVer)
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Los neumáticos de Taeyeon hicieron crujir la gravilla mientras maniobraba más allá de los coches estacionados en el camino que llevaba a casa de Sunny. Mientras seguía el camino alrededor del parterre circular, las luces de seguridad se dispararon y la fachada de la vieja casa se vio cubierta de luz. Era un lugar impresionante. Cien años antes el servicio hubiera vivido en las habitaciones de la buhardilla, con sus ventanas de tejadillo a dos aguas. Ahora, la casa se había convertido en tres viviendas, en una

transformación para adaptarse a los tiempos modernos realizada con buen gusto. Sunny vivía en la planta baja, que estaba llena de rincones. Pudo adquirirla alegremente gracias al dinero que heredó de su abuela.

 

Frente a la casa, los coches estaban aparcados caprichosamente. Taeyeon vio un espacio bajo unos arbustos y condujo hacia allí. Quedó sumida en la oscuridad durante unos segundos cuando las luces de seguridad se apagaron. Volvieron a encenderse cuando cruzó hasta la puerta de entrada. Gran parte de la casa estaba cubierta de hiedra. Esta bordeaba pulcramente las ventanas, como si la hubieran podado

cuidadosamente. A juzgar por el murmullo de las voces que se oían al otro lado de la puerta, la fiesta estaba ya muy animada. Taeyeon apoyó el dedo en el timbre durante un par de segundos. La puerta se abrió con ímpetu de par en par y la figura corpulenta de Sunny llenó el umbral.

 

— ¡Ya estás aquí! Llegas tarde.

Taeyeon  sonrió, impertérrita.

 

—Lo sé. Lo siento, cariño.

—Estaba a punto de llamarte. Eres la persona menos puntual que conozco, Taeyeon—refunfuñó Sunny.

—Gracias. —Taeyeon dio un paso adelante para abrazarla.

 

Sunny se rió y cerró la puerta a sus espaldas. Taeyeon, desde una esquina, atisbó el gran salón en busca de caras conocidas. La gente, con la copa en la mano, se repartía por la cocina y por el comedor en busca de un lugar en el que poder hablar.

 

— ¿Has invitado a alguien para mí? —preguntó Taeyeon.

Sunny hizo chasquear la lengua, pero dijo con paciencia:

 

—No. No es ese tipo de fiestas.

 

— ¡Oh! ¡Vaya! —Hurgó en sus bolsillos y plantó un beso en la mejilla de Sunny—. Aquí tienes. ¡Feliz cumpleaños!

 

Ruth tomó el regalo, que tenía el tamaño de un terrón de azúcar y estaba envuelto en papel de colores, y una sonrisa de felicidad se extendió por su cara.

 

—Eres un ángel —dijo y lo dejó caer, sin abrirlo, en su amplio escote—. Nos lo tomaremos luego.

Taeyeon estiró el cuello abierto de la camisa de Ruth y miró en su interior.

— ¿Ya lo encontrarás ahí dentro? No lo pierdas.

Sunny la miró sin perder la compostura, negándose a morder el anzuelo. Taeyeon se rió y la agarró del brazo.

—Vamos. Llévame hasta el ponche. Me imagino que estará de muerte.

—Pues más vale que lo esté. John y yo nos hemos pasado media tarde preparándolo. Después tendremos que dormir la mona.

Sunny la llevó hasta la cocina:

—Si empiezas a beber, te tendrás que quedar a dormir.

—Lo sé. He venido preparada.

Taeyeon hizo asomar el mango de su cepillo de dientes del bolsillo de su camisa.

—Bueno, te dejo sola con el ponche un momento. —Sunny apoyó la mano en el hombro de su amiga—. Tengo que ir a hacer de anfitriona.

Taeyeon entró en la cocina y se abrió camino hasta el bol de ponche.

 

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Tiffany introdujo una mano en el bolsillo de los vaqueros y se apoyó contra la pared del gran salón, mientras intentaba recordar el nombre de la mujer que le estaba hablando.

 

—Yo creo que todos son unos malditos estafadores, ¿no? —decía la mujer, mientras deslizaba la mano por debajo de la camisa de seda blanca para recolocarse el tirante del sujetador.

— ¿Por qué lo dices? —Tiffany se llevó su botella de cerveza a la boca y dio un trago. ¿Se llamaba

Yonh, Yuno..., Yongh?

 

—Ya habíamos reservado nuestras vacaciones —respondió la mujer—, así que lo único que queríamos era pasar una semana al sol con los niños por poco dinero. ¡Ja! ¡Qué risa! ¿Sabes lo que cuesta pasar una semana en un apartamento en Ibiza en temporada alta?

 

Tiffany negó con la cabeza, distraídamente.

 

—No tengo ni idea. Parece que no me muevo mucho en vacaciones.

Recordó el nombre de la mujer: era Yoona.

 

—Bueno, pues más o menos lo que costaría un buen tresillo —dijo Yoona— ¡Por un

apartamento! Malditas agencias de viajes. Te atraen a la tienda con sus eslóganes de «Niños gratis». Pero los niños no viajan gratis. Bueno, sí, pero lo que ganas con las plazas de niños gratis lo acabas pagando en suplementos, porque como solo hay dos adultos alquilando un apartamento de cuatro plazas... Y no hay manera de conseguir un apartamento para dos adultos, o sea, que es una estafa, ¿no?

—Quizá tendrías que escribir una carta de reclamación —sugirió Tiffany.

— ¡Y tanto! ¡Qué buena idea! —Entonces Yoona se inclinó hacia Tiffany con aires de conspiración—. Claro que cuando vas con niños no hay manera de librarse de los gastos extras. ¿Tú tienes...?

 

Tiffany la miró.

 

— ¿Qué? ¿Niños? —Negó con la cabeza.

 

—Bueno, ya te llegará el momento —se rió Yoona.

Tiffany se burló un poco de su presuposición:

 

—No necesariamente —dijo.

 

—Bueno, yo no sé lo que haría sin los míos —Repuso Yoona—. No recuerdo como era la vida sin ellos.

 

— ¿Trabajas? —le preguntó Tiffany.

 

—No. Ahora no. Supongo que tengo suerte. A mi esposo le van muy bien las cosas, gracias a Dios. De todos modos, lo suyo le cuesta. Bueno, a todos nos cuesta. A las seis y media sale de casa y no sabes la cantidad de veces que he tenido que tirar su cena a la basura porque vuelve demasiado tarde para disfrutarla...

Yoona siguió parloteando. La atención de Tiffany se distrajo y recorrió la sala con la mirada mientras asentía o negaba con la cabeza en los momentos del monólogo que consideraba apropiados. Estudió los grupos de gente que se repartían por la habitación, todos tan abiertamente decentes, preguntándose vagamente de donde habrían salido. Sunny parecía coleccionar personas, igual que los jarrones que encontraba en los anticuarios de la zona.

 

Yoona confundió la media sonrisa deTiffany con una señal de aliento.

— ¡Oh! Ya puedes reírte. A mí no me hace gracia. ¿Sabes lo que me dijo la otra tarde cuando llamó a casa desde el despacho? «He pensado que podía ponerme en contacto contigo», me dijo. Claro, quería decir que me llamaba para ver cómo iba todo. «Ponerme en contacto.» Es lo que le dice a su secretaria cuando la llama porque él está de vacaciones o así. A veces me siento como si no fuera más que una maldita empleada.

 

Tiffany se rió de su tono de indignación.

 

—Entonces, ¿por qué no vuelves a trabajar? —le preguntó.

Yoona suspiró dramáticamente.

 

— ¡Dios! ¿De dónde iba a sacar el tiempo? Además, la idea me aterroriza después de estar tanto tiempo fuera de juego. El problema es —añadió— que no necesito trabajar.

Tiffany inclinó la cerveza para beberse las últimas gotas.

 

—Puede que no necesites el dinero —comentó.

La mujer abrió la boca para responder, pero en aquel preciso instante una mano la aferró con firmeza por el hombro. Era Sunny.

 

— ¡Yoona! Estaba buscando a Tiffany. Me la llevo prestada. —Les dedicó una sonrisa a las dos—. ¿Estas bien? —Se dirigió a Yoona—. ¿Qué tal la bebida? ¿Te lo estás pasando bien?

Yoona asintió:

 

—Todo de fábula, gracias, querida. —Sonrió a Tiffany, consciente de que su conversación había terminado—. Sera mejor que vaya por mas bebida. —soltó una risita y se fue. Tiffany hizo una mueca irónica.

 

—. ¿De dónde los has sacado?

Sunny se encogió de hombros con buen humor.

 

—Lo sé, lo sé. Pero son divertidísimos. Todos lo son —agarró a Tiffany por el brazo y empezó a llevarla hacia la puerta—. Ven un momento al comedor. Quiero que le eches una ojeada a algo.

 

— ¿Que objeto de inestimable valor has comprado ahora?

Tiffany siguió a Sunny, abriéndose camino por entre la multitud que había en la puerta. Sunny se rió satisfecha.

 

—Era una ganga —le dijo por encima del hombro—. Bueno, al menos espero que lo fuera. Lo encontré en el mercadillo el domingo pasado. —Avanzó hasta una puerta que había al otro lado del vestíbulo y la abrió con llave—. Lo metí todo aquí antes de la fiesta —le dijo a Tiffany—, para alejarlo de la gentuza. Pensé que si no alguien podría romper algo.

Entraron en la habitación, fue directa hacia la chimenea y escogió uno de los más de doce jarrones y vasijas que había ordenados en la amplia repisa de la chimenea.

 

Tiffany sostuvo la vasija en las manos. Era pequeña, tenía forma de pera, se aguantaba sobre una base de tres patas y la tapa era abombada. Las paredes de la vasija eran doradas y tenían pintadas serpientes que se enrollaban alrededor de budas. Giró la vasija para mirar la parte de abajo.

 

—Muy bonita —dijo—. Y en buen estado. China. Solo puedo darte un valor aproximado. La verdad es que no es mi especialidad.

— ¿Crees que es muy antigua? —preguntó Sunny.

 

Tiffany se encogió de hombros.

—Cien años. Puede que más.

 

Sunny sonrió complacida.

—Adivina cuánto me ha costado.

—Conociéndote, veinte libras o así.

 

Sunny se rió.

 

— ¡Veinticinco!

Sunny volvió a colocar la vasija cuidadosamente sobre la repisa, entre las otras.

 

—Pues entonces hiciste un buen negocio. Llévala a la tienda de John Henry en Battersea. Podrá decirte más cosas. —Miró a su alrededor, a la colección de Sunny. Había jarrones más grandes, elegantes, algunos valiosos, en el suelo o colocados cuidadosamente en mesitas—. Tendrías que asegurar todo esto, ¿sabes?

Tiffany asintió:

 

—Sí, lo sé.

 

Una voz las interrumpió desde el umbral:

 

— ¡Tiffany!

 

Era Heechul, que le tendía una botella de Bud. Siwon también asomó la cabeza por la puerta y lanzó un silbido.

 

— ¡Dios mío! ¿Qué es esto? ¿La cueva de Aladino? ¿Cuándo es la subasta?

Sunny se rió y los hizo salir. Tiffany recuperó su bebida.

 

— ¡Salud, Heechul! ¿Dónde se han metido? Me han seguido acorralando esas mujeres efusivas que no paran de explicarme sus problemas vitales. —Dio un largo trago a su botella y se giró hacia Sunny, que estaba cerrando la puerta con llave—. ¿No va siendo hora de poner música para bailar?

 

Sunny levantó los pulgares en señal de aprobación.

 

—De acuerdo, pero antes voy por más bebida.

 

* * *++++++++++


 

Taeyeon había llegado hasta el salón, iba por el tercer vaso de ponche y ya empezaba a notar los efectos.

Estaba apoyada contra el faldón de roble de la chimenea, con un pie en el escalón de obra, hablando con Fran y Evan. Hacía poco que habían evitado que el banco les quitara la casa, un tema que a Taeyeon siempre le llegaba al corazón. Estaba escuchando a Evan cuando vio a aquella desconocida que llevaba vaqueros e iba acompañada de dos chicos.

 

—Estábamos a punto de enviarlo todo a la mierda y devolver las llaves —iba diciendo Evan.

—Conozco esa sensación —asintió Taeyeon—. El problema es que nunca os volverían a dar otra hipoteca. Pero, si volviera a pasarme —se preguntó en voz alta—, sinceramente, ¿querría una hipoteca?

 

Miró cómo la mujer pelinegra se sentaba en el brazo de un sofá. Estaba haciéndole algún comentario al más alto de los dos hombres mientras se llevaba la botella de cerveza a la boca. Él se rió y ella, a su vez, se rió de su respuesta.

 

—Necesitas una nueva personalidad —decía Fran—. Un nombre nuevo, una nueva cuenta en el banco. Y entonces vuelves a empezar. —Ella se encogió de hombros—. La gente lo hace, ¿no?

 

Taeyeon negó con la cabeza.

 

—Yo no —dijo—. Demasiados problemas. No tendría valor.

 

—Bueno, de todos modos nunca vamos a tener otra póliza de seguro total. Ya me las conozco —dijo Evan—. A principios de los noventa hubo mucha gente que se hundió por su culpa...

 

Taeyeon siguió escuchando, pero no apartó la mirada de la mujer del sillón. Estaba sentada a horcajadas sobre el brazo del sillón, tenía un pie en el suelo y el otro hundido en la tapicería, con las rodillas separadas. Se apartaba el pelo de la cara descuidadamente, una melena que le llegaba hasta la cintura.

 

Llevaba puesta una camiseta blanca metida por dentro de los vaqueros. Taeyeon lanzó una breve mirada por la sala. Aquella mujer destacaba entre los amigos bien vestidos de Sunny. Taeyeon se dio cuenta de que a ella le pasaba lo mismo mientras se miraba la camisa tejana que llevaba. No es que a Sunny le importara lo más mínimo lo que nadie se pusiera para sus fiestas. Taeyeon podía imaginarse que Sunny estaría encantada si

todo el mundo se presentará desnudo.

 

Sonrió para sus adentros ante aquel pensamiento tan agradable, mientras volvía a mirar a la mujer del sofá. Tenía cara de lista y una expresión algo dura, pero tremendamente atractiva. Aunque algunas personas, de listas, solo tenían la cara, meditó Taeyeon. Miró atentamente como la mujer se apoyaba contra el respaldo del sofá y se llevaba la botella a la boca, enfrascada en la conversación con los dos tipos y sin parar de reírse.

Taeyeon le hizo una seña a Sunny, que acababa de entrar en la sala con unos cuantos vasos de ponche en las manos. Dejó su vaso vacío detrás de ella y tomó uno lleno. Se giró para apartarse de Fran y Evan mientras le decía a Sunny al oído:

 

— ¿Quién es esa dama tan encantadora?

Sunny lanzó una ojeada en dirección adonde miraba Taeyeon.

 

—Es Tiffany. Seguro que te he hablado de ella. Le compré aquel jarrón de los angelitos. Es marchante de antigüedades.

— ¿De veras?

 

—Sí. Ha venido a un par de fiestas mías. Me sorprende que no la conozcas. —Sunny dejó los otros vasos sobre la repisa de la chimenea y se lamió las gotitas que le habían caído en los dedos—. Claro que viaja mucho. Va por todo el país comprando y vendiendo.

 

Taeyeon negó con la cabeza.

 

— Pues no. No la conocía. Me acordaría.

Sunny miró a Taeyeon con severidad y luego soltó una carcajada.

 

—Aparta esas manos, querida. Tiene novio... Bueno, si es que se le puede llamar así.

Taeyeon tomó nota de la advertencia.

 

— ¿Y quiénes son esos chicos gays? —preguntó.

Sunny los miró.

 

— ¿Son gays? ¿Cómo lo sabes?

Taeyeon se encogió de hombros.

 

—No lo sé. Lo supongo.

 

—Son amigos de Tiffany. Ahora mismo están viviendo en su casa. Uno se llama Heechul el alto. El guapo es Siwon.

 

— ¡Oh! —Taeyeon volvió a centrar su atención en Tiffany—. Bonitas botas —murmuró.

Sunny hizo chasquear la lengua ruidosamente.

 

— ¡Taeyeon! Que tiene novio.

 

—Si es que se le puede llamar así.

 

— ¡Oh, por Dios!

 

Taeyeon se rió y Sunny volvió a chasquear la lengua.

 

— ¿Me estás tomando el pelo?

 

Taeyeon arqueó una ceja por toda respuesta. Sunny se rindió.

 

—Voy a cambiar la música, para animar esto un poco. Pórtate bien.

Sunny se dirigió al equipo de música y Taeyeon se apoyó contra la repisa de la chimenea, dando pequeños sorbos a su bebida. Empezó a notar la agradable sensación de calidez provocada por el alcohol que le gustaba sentir en las fiestas. Sunny subió el volumen y Wanda Jackson resonó con toda intensidad por los altavoces. Unas pocas parejas empezaron a bailar y otras se hicieron a un lado. Taeyeon contempló como

Tiffany le agarraba la mano al tal Heechul y lo dirigía en un rock and roll improvisado. Era buena bailarina, segura de sí misma, apreció Taeyeon con satisfacción. La mujer de blanco, Yoona, salió a bailar con una amiga mientras sus maridos las miraban desde un lado.

 

Fran se acercó a Taeyeon para hablarle al oído y ella se inclinó para captar sus palabras por encima de la música.

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 12: No no no mejor que no se acerque más a Tiff vv :@
Rossetlar
#2
Chapter 12: bueno, esto indudablemente iba a pasar y hay que entender como se siente Tae
KazKaz18 #3
Chapter 11: Ojalá Tae no se acueste con esa tipa..... Vamos Fany ponte los pantalones
LlamaAmerica #4
Chapter 11: Si tae se llega a revolcar con esa tipa mejor que ya ni se acerque a Tiff :@
Joselyne300 #5
Chapter 11: I only call you when it's half past five
The only time that I'll be by your side
Rossetlar
#6
-pasanding por aquí-
Skyth06
#7
Chapter 11: Por un lado entiendo a tae
spaceandsol #8
Chapter 11: Me encanta ?
KazKaz18 #9
Chapter 10: Oh que reconexion :) que rico que vuelvas :)
LlamaAmerica #10
Chapter 10: Waaaaaah cuanto tiempo tuve que volverla a leer xd
Pero gracias por seguir!!!! Actualiza pronto!!!