Taeyeon se inclinó hacia la ventanilla del taxi y le dio cinco libras al taxista. El buscó cambio en una bolsita, pero ella le dijo por señas que no hacía falta. El taxista subió el pulgar y asintió con la cabeza.

 

—Gracias, guapa. Feliz Navidad. No hagas nada que yo haría —y se fue conduciendo.

Taeyeon sonrió. Un poco tarde para eso. Sacó las llaves del bolsillo, subió de dos en dos los escalones que llevaban a la puerta de su casa y se quedó allí un momento, mirando a su alrededor.

 

Era una mañana esplendida, el cielo era de un azul intenso, la nieve seguía cubriendo las ramas deshojadas de los árboles y lo alto de los muros. Respiró con fuerza por la nariz, llenó los pulmones al máximo y lentamente, por la boca, dejó escapar el aliento que se convirtió en una nubecilla blanca en el aire helado. ¡Menudo día para estar viva! ¡Y menuda noche había vivido!

Tarareó una canción mientras cerraba la puerta al entrar. El gemido nervioso de Ginger le llegó desde la cocina y pudo oír como resoplaba con el hocico pegado a la parte baja de la puerta. Recogió el correo que estaba sobre la alfombra y le echó una ojeada. La mayoría eran postales de Navidad, algunas para Juniel. Abrió un sobre marrón que llevaba su nombre escrito con su propia letra. Era uno de sus relatos.

 

Se lo devolvían. Leyó por encima la escueta carta «No es exactamente lo que estamos buscando en este momento. Gracias por las molestias». ¡Oh! Bueno, prácticamente ya se lo esperaba. Era demasiado poco convencional.

Abrió la puerta de la cocina y Ginger rodó en el suelo a sus pies, con todo el cuerpo temblando de excitación.

 

—Hola, cariño. —Se agachó para acariciarle la tripa y abrió la puerta trasera—. Vamos —le dijo.

 

El salió disparado, se giró hacia ella indeciso y después corrió por el jardín, haciendo crujir con las patas la nieve helada. Taeyeon dejó caer el correo sobre la mesa, se quitó la bufanda y el abrigo, y recogió la nota de Juniel. 9 a.m.- Me he levantado al romper el alba. (¿Dónde has estado esta noche? ¡La fiesta debe de haber sido buena!) He llevado más trastos a casa de Lou. Tengo mil cosas que hacer. Vuelvo mañana a

buscar el resto de mis cosas. Besos. JUN. P. D. Ginger ya ha desayunado.

 

Taeyeon sonrió y se dirigió al baño, puso el tapón en la bañera y abrió al máximo los dos grifos. Baño y cama. La noche anterior no había dormido más de tres horas y aquella noche era la fiesta de Sunny. Se quitó toda la ropa y la metió en la cesta de mimbre para la ropa sucia. Volvió a la cocina para dejar entrar a Ginger. Este movía la cola mientras permanecía al lado de su bol de comida, sacando la lengua y  por anticipado.

 

— ¡No! Ya te han dado de desayunar. ¡Lo sé!

 

Ginger bajó las orejas y se sentó con las patas de delante a ambos lados del bol, y siguió mirándola. Taeyeon se rió.

 

—No. No seas glotón.

 

Sonó el timbre del teléfono en la salita. Se agachó cuando entró en la sala para responder. No llevaba nada encima y cualquiera que pasara por la acera de enfrente podía verla por la ventana.

 

—Kim Taeyeon.

 

—Taeyeon, soy yo.

 

La voz de Tiffany llegó desde el otro lado. Taeyeon se apoyó en el borde del sofá.

 

— ¡Hola! ¿Cómo estás?

 

—Muy bien —dijo en un tono neutro—. ¿Qué estás haciendo?

 

—Estaba a punto de darme un baño.

 

—Taeyeon, ¿puedo pasarme por ahí?

 

Taeyeon sonrió al teléfono. ¿Tiffany se iba a pasar a verla un sábado por la mañana? Las cosas estaban mejorando.

 

—Claro que sí.

 

—Vale. Nos vemos en un rato.

 

Tiffany colgó. Taeyeon dejó el teléfono en su sitio y se acordó de su baño. De un salto dejó el sofá para ir a cerrar los grifos. Puso un poco más de agua fría y se metió en la bañera. Al sentarse, el nivel del agua superó el del rebosadero. Angus entró en el cuarto de baño y se sentó con la barbilla apoyada a un lado de la bañera y los ojos fijos en la pastilla de jabón. Taeyeon pasó los dedos por encima del jabón y dejó que él se los chupara. El perro movió la cola y esperó que le diera más. Taeyeon le acarició la cabeza con la mano mojada.

 

—No hay más. Te pondrás malo.

 

El captó el mensaje y se tumbó en la alfombrilla del baño. Taeyeon se quedó boca arriba, con toda la cabeza, excepto la cara, sumergida en el agua. Se levantó un poco y apoyó la nuca en el borde de la bañera, echando hacia atrás su pelo mojado. Cerró los ojos y sus pensamientos volvieron a la noche anterior. Al parecer, Rhoda no hacía las cosas a medias. Mientras estaba en Londres se quedaba en el Dorchester. El cuarto de baño de su suite era tan grande como el dormitorio de Taeyeon.

 

La nevera estaba repleta de alcohol, había flores en las habitaciones y los muebles y los adornos eran tan lujosos que tenías la impresión de encontrarte en una casa solariega. Las alfombras eran tan gruesas que la huella de la pisada se quedaba en el pelo.

Para entonces, Taeyeon estaba bastante bebida, pero de una manera agradable, no borracha como una cuba. Rhoda había procedido a quitarse toda la ropa, dejando sus imponentes pechos al descubierto. Como amante, prácticamente devoró a Taeyeon y se rió cuando ésta le describió lo placentero que resultaba ser devorada en vida. Después, se quedaron tumbadas sobre la enorme cama, Taeyeon hecha un ovillo entre los

brazos de Rhoda.

De repente, se sorprendió a sí misma hablándole de Tiffany. Rhoda sabía escuchar. Hizo pocos comentarios, excepto cuando le apartó a Taeyeon con delicadeza el pelo de la cara. Entonces, le dijo con suavidad:

 

—Te mereces algo mejor, pequeña.

 

Volvieron a hacer el amor y después tuvieron una media hora tonta, durante la cual se rieron como locas de muchas cosas ridículas. Hacia las cinco de la mañana, finalmente, se quedaron dormidas. No habían hecho planes para volver a verse. Al día siguiente, Rhoda volvía a Irlanda. La besó con intensidad cuando se separaron y le murmuró con su voz ronca:

 

—Buena suerte, amor.

 

Taeyeon levantó las rodillas, las sacó del agua para refrescarse un poco y sonrió. Gracias, Rhoda. Estaba fuera del baño, en albornoz y secándose el pelo cuando llamaron al timbre. Silbó mientras iba a abrir la puerta. Tiffany estaba en el umbral. Taeyeon la tomó por los hombros y le dio un beso en la boca.

 

—Estás helada —le dijo y la tomó de un brazo—. Entra. Te prepararé un café.

 

En la cocina, Taeyeon llenó la cafetera y la encendió.Tiffany la había seguido y estaba apoyada contra el quicio de la puerta. Tenía la expresión forzada; no reflejaba ninguna emoción. Miró a Taeyeon durante unos segundos y después le dijo en voz baja:

 

— ¿Dónde coño has pasado la noche?

 

Taeyeon se giró con la boca abierta. Tiffany hundió las manos en los bolsillos de su abrigo. Empezó a pasear de un lado a otro de la cocina.

 

—Te llamé anoche. Tarde. Nadie contestó.

 

Taeyeon protestó

 

—Te dije que iba a la fiesta de Érica.

 

Tiffany no lo reconoció y continuó como si Taeyeon no hubiera dicho nada.

—He vuelto a llamar esta mañana a las ocho. Juniel me ha dicho que no estabas en casa y que no sabía dónde estabas. —Apretó los dientes con furia mientras miraba a Taeyeon—. ¿Dónde coño estabas?

 

Taeyeon se subió el cuello del albornoz para taparse bien y la miró fijamente a los ojos.

 

—Si de verdad quieres saberlo, estaba con una irlandesa que se llama Rhoda —Tiffany se estremeció visiblemente y Taeyeon añadió—, pasando unos momentos que resultaron ser maravillosos. Había bebido y tenía ganas de fiesta.

Tiffany dejó de ir arriba y abajo. Habló en voz baja.

 

— ¿Has estado con otra mujer?

 

Por un momento, el sentimiento de culpabilidad se mantuvo al margen, relegado por la indignación que sentía Taeyeon. Notaba que estaba perdiendo la calma.

 

—Espera un momento. No nos pertenecemos la una a la otra, ¿recuerdas? Por lo menos, tú no me perteneces, ¡y yo suponía que el trato era recíproco!

 

Había un halo de dolor en los ojos de Tiffany.

 

— ¿Has pasado la noche con ella?

 

— ¡Pues si! Una autentica noche de o y lujuria sin complicaciones. —Taeyeon odiaba lo que estaba haciendo, pero la frustración que le hacía sentir aquella situación la había sobrepasado. Su sarcasmo era hiriente—. Pensaba que lo valorarías. Nada de complicaciones: solo o. Yo creía que precisamente tú no tendrías ningún problema con esto.

 

Tiffany no mordió el anzuelo. En lugar de eso dijo:

 

— ¿Cómo has podido?

 

La furia de Taeyeon estalló.

 

— ¡Eso no es justo! Quieres que todo se haga a tu modo, ¿no? Si ni siquiera reconoces que eres lesbiana, por el amor de Dios. Me hubiera encantado que vinieras conmigo a la fiesta, pero no te invité porque sabía que me ibas a decir que no. Me dijiste que no querías una relación seria. ¿Qué clase de relación quieres? Ni siquiera quieres que te vean conmigo. ¿Qué se supone que he de hacer? Pretendes que me quede en casa esperándote, que esté aquí cuando quieras, totalmente fiel, totalmente entregada, cuando tú ni siquiera le devuelves las llamadas a Sunny para no tener que reconocer ante nadie, ni siquiera ante Sunny, que tienes una aventura conmigo.

 

Taeyeon separó los brazos en un gesto de impotencia.

—Nunca me hablas. Nunca me dices cómo te sientes, qué quieres. Evitas todas estas cosas. Dices que no quieres ser propiedad de nadie. Muy bien. Pero ahora no vengas aquí a hacerme sentir culpable.

 

Tiffany  se limitó a mirarla con tristeza, totalmente desconcertada. Después de haber expuesto algunas de sus reivindicaciones, Taeyeon se esforzaba por recobrar la calma. Dijo en voz baja, aunque convincentemente:

 

—Lo he intentado a tu manera, de verdad, pero no va a funcionar, ¿no? No tenemos una relación, tenemos un acuerdo con tus condiciones. —Se giró hacia la ventana y añadió—: No puedes presentarte aquí hecha una furia y cambiar las reglas del juego solo porque no te gusta que me aproveche de ellas. Toda tu vida has tratado a los hombres como si fueran mierda. Bueno, pues a mí no me lo vas a hacer.

 

La furia de Tiffany había desaparecido, reemplazada por otro sentimiento. Habló entonces, con tristeza.

 

—Taeyeon, no tiene que ser así.

 

Taeyeon giró la cara hacia