capitulo 4

MIA

Yuri kwon se mordía la uña del pulgar con cara de concentración mientras examinaba el historial médico de un paciente de la clínica.

Eran las siete de la tarde y hacía horas que se debería haber ido a casa a descansar, pero había algo en ese caso que le obsesionaba.

Tenía que habérsele pasado algo por alto, algo importante.

Timmy tenía cinco años, sentía fatiga y falta de energía, y padecía diarrea y vómitos ocasionales. El pobre chiquillo llevaba semanas así, por lo que no podía deberse exclusivamente a un virus.

Yuri suspiró y se reclinó en la silla de su despacho, haciendo una mueca porque se había pasado mordiéndose la uña.

Tendría que consultar a un pediatra y hacerle más pruebas.

Rezó en silencio por que la mamá de Timmy acompañara a su hijo en la próxima visita y cerró la carpeta. El niño no tenía una vida fácil y su mamá no es que fuera precisamente un gran apoyo.

—Hola, Yuri.

Una voz grave y sensual que provenía del umbral de su despacho le hizo ponerse de pie de un brinco, lista para pulsar el botón de emergencia que tenía bajo la mesa.

La clínica gratuita estaba en un barrio conflictivo y, de hecho, a Tiffany le había faltado el canto de un duro para que le pegaran un tiro en esa misma habitación.

—No pretendía asustarte.

Yuri sintió que un escalofrío le recorría la columna vertebral, no se debía al miedo, sino a que había reconocido la voz.

Entrecerró los ojos para observar el cuerpo que acompañaba a esa voz dulce

Como el terciopelo y el rostro de la mujer que tenía delante.

— ¿Cómo has logrado sortear a los seguratas de taeyeon? ¿Y qué diantres haces aquí?

Jessica Kim se encogió de hombros y entró en el despacho como si fuera suyo. Aunque iba vestida con unos sencillos vaqueros y un jersey de punto trenzado color.

—También son mis seguratas, encanto. Forman parte de la plantilla de Kim Corporation. ¿Qué otra cosa iban a hacer más que dejarme pasar saludándome amablemente?

« ¡Menuda arrogante está hecho esta capullo!».

A Yuri se le aceleró el pulso y le empezaron a sudar las manos. Se las secó en los vaqueros deseando no haberse duchado ni cambiado de ropa en el diminuto aseo que tenía en la parte trasera de la clínica.

Quizá hubiera sido más fácil enfrentarse a jessica vestida con su bata de profesional y con el pelo recogido en un moño recatado.

Se metió por detrás de la oreja un cabellos color castaño oscuro y estiró la espalda para parecer más alta de lo que era; metro cincuenta y cinco.

— ¿Qué quieres, jessica? Este barrio te queda bastante a desmano. Y no creo que te hagan falta los servicios de una a—le espetó con voz crispada.

¡Maldita sea!

¿Por qué no podía comportarse con indiferencia?

Desde aquel terrible desengaño habían pasado muchas primaveras y ya ni quiera conocía a la mujer que tenía delante.

Entonces, ¿por qué no lograba tratarla como a una desconocida?

Se acercó a ella y preguntó con voz grave:

— ¿Acaso te molestaría, encanto? ¿Te importaría que me tirara a todas las mujeres de la ciudad?

— ¡Ja! Como si no lo hubieras hecho ya. Y deja de llamarme «encanto». Es ridículo. ¿Qué te crees? ¿Que soy un perrito?—respondió Yuri con sarcasmo, pero no pudo controlar sus instintos: se le aceleró el pulso y se le cortó la respiración cuando jessica continuó aproximándose hasta que estuvo tan cerca de ella que pudo oler su cautivador aroma a perfume y su esencia, un olor especiado que la hizo sentirse un poco mareada.

Su aroma no había cambiado.

Seguía siendo igual de tentadora que en aquel tiempo lejano.

— ¿Qué haces a estas horas aquí? Mis agentes de seguridad me llamaron para advertirme de que seguías en la clínica a pesar de que ya era de noche. Deberías estar en casa. Este barrio es peligroso de día, así que por la noche ni te cuento—gruñó en voz baja.

—Son los seguratas de taeyeon—puntualizó Yuri

Por muy hermanas que fueran, Yuri no lograba ver el parentesco entre esas dos mujeres: taeyeon era una persona amable que escondía bajo su arisca actitud un corazón de oro mientras que jessica era el diablo en persona; Satán disfrazado de modelo de la revista y con más dinero y poder de los que nadie debería tener.

Y menos aún una mujer como jessica Jung, o como ella se le gustaba que la llamaran jessica Kim.

— ¿Y si algún canalla lograra esquivar a los seguratas y te encontrara aquí sola y vulnerable?—se acercó un poco más a la coreana.

Estaba tan cerca que Yuri sentía su cálido aliento en la sien.

¡Dios mío, era tan alta para ella!

Cuando la conoció, hacía muchos años, jessica trabajaba mucho en todo lo que podía y esos trabajos tan duros le había dado a cambio un cuerpo perfecto.

Era curioso que no hubiera cambiado ni un ápice.

¿Cómo diablos lograba mantener ese cuerpazo pasando tantas horas sentada en un despacho?

Yuri se echó hacia atrás para tratar de separarse de su intimidatoria presencia, pero se golpeó con el trasero en la mesa y no pudo alejarse ni un paso más.

—Alguien podría aprovecharse de una mujer sola en un despacho vacío—prosiguió en voz baja y con un tono intimidante.

Yuri estaba arrinconada entre jessica y la mesa, y le empujó el pecho para hacerse un poco de hueco.

—Aparta. Quítate, jessica, o te dejo sin descendencia.

Yuri sabía que lo gusta que la llamaran por su primer nombre, con más ganas le decía así.

Jessica posó su muslo sobre el de la castaña para que no pudiera pegarle un rodillazo en la entrepierna.

—Ese golpe te lo enseñé yo, ¿recuerdas? Jamás reveles tus intenciones al agresor, Yuri.

La castaña levanto el cuello para mirarla a la cara. Sus ojos café la observaban con atención. Tal y como le había ocurrido hacía años, se quedó embelesada ante su belleza.

Siempre le había recordado a alguna diosa rubia de la antigüedad; un cuerpo y unos rasgos tan perfectos que deberían inmortalizarse en mármol.

Sin embargo, aunque tuviera la dureza de esa piedra, en ese momento no mostraba su frialdad, todo lo contrario: su cuerpo transmitía olas de calor y sus ojos abrasadores parecían estar a punto de derretirse.

—Que te follen, jessica.

Jessica trató de reprimir una sonrisa, pero, a pesar de sus esfuerzos, sus labios dibujaron una curva.

Le colocó las manos en la espalda para atraer todo su cuerpo hacia ella y le susurró al oído:

—Preferiría que lo hicieras tú, encanto. Sería mucho más placentero. Sigues siendo la mujer más guapa que he visto en la vida. Aún más guapa de lo que ya eras hace años.

«Mentirosa. Es una mentirosa empedernida. Si entonces me hubieras deseado tanto, no habrías hecho lo que hiciste».

—Suéltame ahora mismo. Largo de mi despacho.

La muy cerda estaba tratando de engatusarla.

Era intolerable.

Ni era guapa ni se parecía en nada a las modelos rubias y flacas como palos con las que paseaba del brazo antes de llevárselas a la cama.

—Primero dame un beso. Demuéstrame que no queda nada entre nosotras—repuso jessica con una voz exigente y ruda, y chispazos de fuego en sus ojos verdes.

—Lo único que queda pendiente entre nosotras es que jamás te has disculpado por lo que hiciste. Te dio absolutamente igual. No...

Yuri no pudo terminar la frase.

La boca fina y ardiente de jessica ahogó las palabras amargas sin pedir permiso, exigiéndole que reaccionara.

Sus ágiles manos le recorrieron la espalda y la agarraron del culo para sentarla en la mesa, así facilitaba la tarea de devorarle la boca.

Jessica nunca se había limitado a besar; iba más allá, dejaba su huella, su marca.

Yuri le gimió en la boca mientras la ojiverde le metía y le sacaba la lengua, una y otra vez, hasta dejarla sin aliento. Se rindió rodeándole el cuello con los brazos y aferrándose a los cabellos de seda mientras las yemas de sus dedos se recreaban con tanta suavidad. Le rodeó las caderas con las piernas, ya que necesitaba agarrarse a algo para que la oleada de sensualidad no la arrastrara, y dejó que su lengua retara a duelo a la de la más alta.

Entonces, jessica empezó a bambolear las caderas al ritmo al que le metía lengüetazos.

LA rubia empezó a gemir mientras metía las manos por debajo de la camiseta y acariciaba con las yemas de los dedos la espalda desnuda. Yuri se estremeció ahogándose en un mar de deseo, donde una fuerza más potente que su voluntad la arrastraba hacia el fondo.

«Tengo que parar. Debo poner fin a esta situación antes de que se me vaya de las manos».

Echó la cabeza hacia atrás para arrancar la boca de la de la de rubia y se quedó jadeando extasiada.

Jessica la cogió de la cabeza para que la apoyara sobre su palpitante pecho.

—Yuri, Yuri...—susurró metiendo la mano entre sus cabellos y acariciándoselos apasionadamente.

«Ay, Dios. No».

No podía volver a caer en las garras de jessica Kim.

De ninguna manera.

La empujó con fuerza para que se apartara, bajó las piernas y apoyó los pies en el suelo.

—Suéltame.

Sintió que la ira crecía en su interior como una hoguera fuera de control.

¿Cómo se atrevía a utilizarla de esa manera?

¿Qué pasaba?

¿Que estaba aburrida y, como no había otra mujer en el edificio, había venido a jugar con ella?

Jessica era una mujeriega que se llevaba a las mujeres a la cama y que, en cuanto encontraba otro juguete con el que entretenerse, las dejaba tiradas.

¿Es que no tenía conciencia?

¿Se preocupaba por alguien que no fuera ella misma?

A Rachel le entraron ganas de protegerse haciéndose un ovillo.

Se sentía avergonzada por haber reaccionado así ante la rubia aun sabiendo que era una auténtica víbora.

¿En qué tipo de mujer la convertía eso?

Sin mirarla siquiera a la cara se dio media vuelta para salir a toda prisa por la puerta.

—Yuri. Espera—imploró, o más bien exigió, jessica con su ronca voz. La agarró del brazo y la giró antes de que pudiera alcanzar la puerta.

Yuri la fulminó con la mirada mientras la ira y el miedo libraban una batalla en su interior.

—No me vuelvas a tocar. En la vida. Ya no soy la chica inocente y bobalicona que conociste una vez y que confió en ti. Me lo he perdonado porque era joven, pero no volveré a caer en esa trampa. Ya no puedo justificar un error semejante con la excusa de la edad.

—Aún me deseas—respondió jessica apasionadamente, recorriendo con la mirada su cuerpo entero antes de detenerse en su rostro.

La miró a los ojos y respondió furiosa:

—No, ya no. Puede que mi cuerpo responda ante una mujer atractiva, pero eso tan solo es una reacción ual, fisiológica. Tú—le espetó golpeándole el pecho—Ya no significas nada para mí.

—Estás deseando que te lo haga hasta que te deje sin aliento. Todavía sé cómo hacerte ronronear, gatita—afirmó con arrogancia dibujando una presuntuosa sonrisa de satisfacción en su atractivo rostro.

Yuri se encogió de hombros tratando de reprimir las ganas de borrarle la sonrisa de una bofetada.

—La verdad es que no lo sé..., porque nunca nos hemos acostado y nunca lo haremos.

En cuestión de segundos se zafó de su brazo, se fue del despacho, cogió la chaqueta del perchero que había en recepción y salió de la clínica por la puerta principal sin mirar atrás.

Era superior a sus fuerzas.

Uno de los agentes de seguridad de Kim Corporation la escoltó hasta el coche y Yuri arrancó a toda velocidad, como un criminal perseguido por la ley.

Lo que más deseaba en ese momento era alejarse todo lo posible de jessica.

Condujo en un estado de turbación absoluta durante el cual su cerebro se limitó a reproducir dos palabras como un disco rayado: «Nunca más. Nunca más».

***

Jessica avanzó despacio por la recepción de la clínica, absorta en sus pensamientos.

¿Qué diablos acababa de ocurrir?

Se había preocupado porque Yuri seguía en la clínica a esas horas y había decidido pasarse un momento a ver si se encontraba bien.

Tan solo quería asegurarse de que no había ningún problema.

¡Maldita sea!

¿Es que no podía ver a esa mujer sin que le entrara una necesidad irrefrenable de poseerla, de lograr que la castaña la deseara tanto como ella la deseaba?

«Nunca has superado esa relación y seguramente no lo logres jamás. Ha sido tu obsesión durante años. Se te metió bajo la piel como una astilla que no hay quien la vuelva a sacar y que produce irritación y molestia de por vida».

Al salir a la calle, cerró la puerta principal a sus espaldas y, mirando a uno de los agentes de seguridad, ordenó:

—Cierra con llave.

El hombre asintió con la cabeza.

—Sí, señorita. Espero que su encuentro con la doctora Berry fuera satisfactorio.

Jessica se rio de sí misma soltando una carcajada sin gracia:

—Sí. Ha sido muy revelador—saludó con la mano al resto de escoltas mientras se dirigía hacia el coche.

Sí.

«El encuentro ha sido un gran éxito», pensó apesadumbrada mientras entraba en el Bugatti.

«Jamás te has disculpado por lo que hiciste».

Las palabras de Yuri la atormentaban y se dio cuenta de que posiblemente la torturarían para siempre.

Frustrada, pegó un manotazo al volante.

No.

Nunca le había pedido perdón.

Aunque tampoco Yuri le había dado la oportunidad.

En cualquier caso, se lo debería haber pedido, debería haber encontrado el modo de disculparse.

En aquella época no tuvo ocasión y ahora acababa de malgastar su segunda oportunidad.

¿Qué tenía Yuri que le hacía perder la cabeza?

«Te estás comportando como una gilipollas porque a ella ya no le importas y eso te reconcome por dentro. Si logras seducirla, puede que logres que te entregue su cuerpo..., pero jamás te dará su corazón. Eso no volverá a suceder».

Hubo una época, hacía muchos años, en la que Yuri la adoraba, en la que sus ojos reflejaban la admiración que sentía por ella; pero una sandez, un incidente estúpido, había bastado para borrar para siempre esa mirada de sus preciosos ojos.

Apoyó la frente en el volante y cerró los párpados recordando vivamente a la Yuri que un día la miró con afecto y respeto a pesar de que en aquella época no tenía dónde caerse muerta.

Resultaba irónico que, ahora que se había convertido en una de las personas más ricas del mundo, la mirara como si fuera un insecto que debe ser pisoteado o un roedor que hay que exterminar.

«Volverás a verla. En la boda de taeyeon y Tiffany tendrá que hablar contigo».

El enlace se iba a celebrar en casa de Yuri, así que la castaña no tendría elección.

Ambas eran las damas de honor.

Como mínimo, tendría que guardar las formas, y jessica sabía que lo haría.

Yuri era una mujer considerada y fiel con sus amigos y dejaría sus sentimientos a un lado para que en la boda de Tiffany todo fuera como la seda.

«No me afectará cómo me trate o cómo me mire. No volveré a comportarme como una imbécil con ella».

Jessica se apoyó en el respaldo suspirando y arrancó el coche preguntándose si no era demasiado tarde para eso.

Lo cierto era que los años la habían hecho cambiar y que ya no tenía claro si le gustaba la persona en la que se había convertido.

«Busca a una mujer, alguien que te quite a Yuri de la cabeza».

Se abrochó el cinturón y sacó el coche de la plaza de aparcamiento mientras respiraba hondo y repasaba una lista mental de mujeres disponibles..., pero entonces olió un aroma cautivador, una tentadora fragancia que había impregnado su jersey.

Era el aroma de Yuri.

El recordatorio de lo que acababa de ocurrir en la clínica.

—No puedo hacerlo. No puedo estar con otra mujer. Ahora mismo no—se dijo a sí misma, cabreada por haberla besado.

Después de haberse rozado con las irresistibles curvas de Yuri pensar en pasar la noche con otra mujer no le interesaba lo más mínimo.

Jessica frenó a la salida del aparcamiento, echó un vistazo al reloj y sonrió cuando decidió girar a la izquierda en lugar de a la derecha, en dirección al piso de Santana.

«Ya es hora».

Su hermana la había llamado hacía rato para informarle de que iba a ser tía y para pedirle un favor, algo insólito en taeyeon.

La verdad es que no había nada en el mundo que jessica no estuviera dispuesta a hacer por su hermana pequeña.

En una ocasión no había podido protegerla y eso no volvería a pasar jamás.

Necesitará lo que necesitara, jessica siempre la apoyaría.

Por suerte, taeyeon había conocido a Tiffany.

Jessica tenía a la chica en un pedestal porque el amor que sentía por su hermana pequeña era incondicional.

Gracias a Tiffany, taeyeon era más feliz de lo que había sido en la vida y por eso jessica la adoraba.

Su hermana merecía esa felicidad y también que una mujer sintiera tal devoción por ella.

Por desgracia ver a taeyeon y a su prometida juntas le hacía pensar en lo vacía que estaba su vida y en lo superficial que era su existencia.

Besar a Yuri y abrazarla después de tantos años había empeorado aún más las cosas.

Era como si se le hubiera despertado algo en el fondo de su ser; una sensación que le resultaba a la vez familiar y desconocida.

Y que, sin lugar a dudas, la incomodaba.

«Olvídate de ella. Olvida lo que sentiste al perderte en su suavidad, al oler su aroma y al rozar sus exuberantes curvas y su ávida boca».

Jessica empezó a despotricar al darse cuenta de que esa noche la pasaría sola y que tendría que satisfacerse ella misma mientras fantaseaba con Yuri.

Y esta vez los recuerdos serían más vívidos, más recientes y más reales que nunca.

¡No iba a ser nada fácil!

?2

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
LlamaAmerica #1
Chapter 31: Ahhhh que hermoso por fin están cómodas la una con la otra!!! *-* <3
Gracias por traernos estos fix TaeNy *-* <3
Skyth06
#2
Chapter 31: Amé el capítulo!!!
LlamaAmerica #3
Chapter 24: Alguien más está encantado con este cap? *-* <3 <3
Skyth06
#4
Chapter 24: Son tan awwwwwwww *-*
LlamaAmerica #5
Chapter 23: Haaaaay es que me llenan de amor estas dos!!! Ya que se casen mejor *-* <3
mv007842 #6
Chapter 23: Tan lindas y calientes que ya formen su familia siiiiii Tae es muy dulce me gusta esa personalidad fria pero por dentro con un corazon de dulce
Skyth06
#7
Chapter 23: Love. Love
LlamaAmerica #8
Chapter 22: Haaaaay pobrecita mi Tae :(
Me encanta esta historia *-* <3
Skyth06
#9
Chapter 22: Encantador *-*.
mv007842 #10
Siiiiii bolviste que bien sige porfa me gusta esta historia es super linda continua porfa no desaparescas