El martes por la mañana, Dara salió del hotel con Minzy más temprano que los demás. Quería que sacara una serie de fotos que mostraran a Chaerin abriéndose paso entre la ruidosa multitud de fans, mientras avanzaba hacia la sala de embarque para tomar el vuelo a Osaka. Había estado hablando de la maquetación con el director de arte, y pensaba poner en cada página del reportaje una tira de fotos en vertical, como si fueran tramos de película. En Osaka también sacarían fotografías, sobre todo el domingo cuando, Chaerin se fuera a casa. A Dara le asaltaba el pánico cada vez que recordaba que Chaerin se marcharía el domingo a las once de la mañana. Le parecía inconcebible que dejaran las cosas como estaban y se despidieran sin más, como pretendía Chaerin, aparentemente. Se preguntaba que podía hacer para vencer su obstinación y encontrar una oportunidad para hablar con ella, para estar con ella. No le cabía ninguna duda de que era muy terca y de que estaba acostumbrada a que las cosas se hicieran a su manera. Cuando Minzy y ella llegaron al aeropuerto, ya había varios centenares de mujeres y hombres, varios equipos de televisión y un montón de personal de seguridad esperando a Chaerin. A Dara le sonó el móvil y entró en la sala de embarque para contestar. Era Yang, que llamaba para decirle que le habían encantado el borrador y las fotos. De repente estalló una ovación afuera, señal de que había llegado el grupo. La puerta se abrió de golpe y entraron todos menos Chaerin. -Hola .grito Bom, mientras un ayudante de Seungri los escoltaba hasta el avión. Dara siguió hablando con Yang, pero su corazón empezó a acelerarse ante la inminente llegada de Chaerin. Al cabo de unos minutos, la cantante entró en la sala seguida de Seungri, echando un vistazo rápido a su alrededor y, al verla, se paró en seco. Dara sintió un escalofrió en todo el cuerpo cuando notó la intensidad y la complicidad con que la miraba y, de repente, le resultó imposible concentrarse en lo que le estaba diciendo Yang. Le sostuvo la mirada y vio que su expresión se transformaba en una sonrisa afable, antes de marcharse con Seungri para subir al avión. Terminó de hablar por teléfono y se quedó esperando a Minzy. Al cabo de diez minutos, Dara avanzaba a duras penas entre los asientos, seguida por Minzy, cuando reparó en que Chaerin ya estaba sentada junto al pasillo, unas filas más adelante. Esperaba que levantara la vista, pero no fue así, y cuando pasó por su lado vio que tenía una revista abierta en su regazo. Parecía que estaba leyendo concentrada, pero se trataba de una foto a toda página de un avión de una compañía japonesa que volaba por un cielo despejado, y no pudo evitar sonreírse. Se hallaban a pocos centímetros de distancia y Dara estaba segura de que Chaerin también sentía la electricidad que había entre ellas. Se moría de ganas de tocarle el cabello, rubio y brillante. Top estaba en el asiento de al lado y Dara lo saludo con una sonrisa antes de seguir adelante. Se sentó con Minzy y se ajustó el cinturón mientras el avión empezaba a despegar. -¿Crees que seguirá haciendo calor en Osaka? –pregunto la fotógrafa. -Sí, más que en Tokyo, desde luego. Seungri estaba en la fila de atrás y se apoyó en sus respaldos. -No olvides que esta noche tenemos una cena en el hotel con todos los jefazos de BGI. Es importante. –Dara gruño por dentro. Se le había pasado por completo. Era bastante improbable que pudiera hablar en privado con Chaerin aquella noche-. Mi jefe está deseando conocerte Dara. -Que bien –dijo. Esperaba que su sonrisa resultara convincente, porque lo último que le apetecía aquella noche era reunirse con un ejecutivo de BGI. Aterrizaron en Osaka. Hacía calor, y había bastante humedad. En cuanto llegaron al hotel, Minzy se fue con los otros a ver el Estadio Nagai, la sala donde darían conciertos. Dara declinó la invitación de Bom para que los acompañara; habría sido una situación tensa porque Chaerin seguía muy distante. Pidió en la recepción del hotel que le llevaran todas las mañanas el periódico local, para mantenerse al día con todo lo que se pudiera publicar sobre Chaerin, y se dirigió a su habitación. Cuando cerró la puerta, suspiro, aliviada, y salió a la terraza para contemplar las vistas de la ciudad. Estaba cansada, porque no estaba durmiendo bien, y decidió descansar un rato. Se quitó los pantalones y la camisa, y se tumbó en la cama, mientras una brisa suave le refrescaba la piel. Recobró el reconocimiento lentamente, cuando tomó conciencia de que el teléfono no paraba de sonar. Desorientada, echó un vistazo al reloj de la mesilla y vio que eran las cinco y media. Había dormido dos horas. -Hola –dijo Seungri-. Quería avisarte de que la cena es a las siete y media en el salón Globe, en la planta baja. -Vale, gracias –farfulló Dara media dormida. -Tu habitación me queda de camino. Pasaré a recogerte. Seungri cortó antes de que pudiera protestar. A Dara no le interesaba ir a la cena con él. En realidad, no le interesaba la cena en general. Pero al menos podría ver a Chaerin y, con un poco de suerte, tal vez no se pasaría la noche tratando de eludirla. Cuando salió de la ducha se sentía radiante y recuperada por la siesta, y llena de optimismo en relación a  Chaerin. No podía dejar de tener pensamientos eróticos mientras se ponía la ropa de gala. Era un vestido negro corte clásico, con tirantes, entallado y con cremallera en la espalda. Le parecía y y elegante, y esperaba que Chaerin opinara lo mismo. Se ajustó el collar de oro y unos pendientes a juego, y se echó perfume. Acababa de pintarse los labios de rosa cuando oyó que Seungri llamaba a la puerta. Se puso unos zapatos de tacón de color negro, tomó su bolso y fue abrir. -Hola –dijo, y empezó a avanzar hacia el pasillo, pero Seungri le puso una mano en el brazo y la detuvo. -Eh, no hay prisa –dijo, con una sonrisa-. ¿No vamos a tomar algo