-Por dios, GD, ¿No puedes tocar bien esa introducción? Los acordes del bajo tiene que ser perfectos para que pueda seguir el ritmo cuando entro. –Chaerin se apartó el cabello de la frente con impaciencia. GD la miraba, perplejo, y ella le gritó-: ¿Cuántas veces vamos a repetir esta mierda? -¡Chaerin! –Bom sonó cortante-. Lo ha hecho bien las dos últimas veces. ¡Eres tú la que lo ha hecho mal! Entras medio compas de tiempo. -¡Oh, vaya! Así que ahora no sé cómo cantar mis malditas canciones. –En aquel lugar hacia un calor sofocante. Chaerin se quitó el jersey y lo arrojó a un lado del escenario-. ¡Olviden esta mierda! ¿Dónde está Tae? Él tuvo la estúpida idea de hacer esto. –Sabía que estaba en alguna parte, hablando con el ingeniero de sonido-. ¡Tae! –gritó. Tae salió de la oscuridad y se colocó al pie del escenario. -¿Si? -No interpretemos la otra canción. Es peor que un grano en el trasero. Estamos perdiendo tiempo. -¡Que dices! Es la oportunidad perfecta para presentar otra canción del nuevo disco. Sabes que estoy tratando de aprovechar el momento de meter algo más en la lista de éxitos. ¿Qué te pasa? Chaerin sintió que se le hacía un nudo en la garganta y se le llenaban los ojos de lágrimas. Tenía la cabeza hecha un lio y se sentía descontrolada ante aquella mezcla de emociones tan confusa que experimentaba. Se mordió el labio y se encogió de hombros. -El problema es que necesitamos tomarnos un descanso para comer –dijo Bom con la voz tensa. Taeyang se acarició el cabello con movimientos rápidos y nerviosos. -¿Y a mí que me cuentas? ¡Tómense el maldito descanso! ¿Algo más? -No, bebé, nada más. La canción saldrá bien. Tae sacudió la cabeza y se volvió a desaparecer en la oscuridad, farfullando para sí, Bom miraba enfadada a Chaerin que se dejó  caer sobre una caja, a un lado del escenario, desde donde vio como GD, Top y Kiko desconectaban sus instrumentos y se iban. -Nos vemos aquí en una hora –les dijo Bom, mientras se acercaba a Chaerin. Se situó delante de ella y se cruzó de brazos. Las pulseras repicaron como campanas de alarma-. ¿A ti que te pasa? Te estas comportando como una verdadera zorra. Chaerin no pudo seguir conteniéndose, se tapó la cara con las manos y se echó a llorar. Bom se sentó a su lado y la rodeó con el brazo. -Estoy enamorada, Bom. He pasado la noche con ella, y ahora estoy confundida… Sabía que esto iba a pasar. Se limpió las lágrimas, impaciente. -Estoy tan confundida… No sé qué hacer. Para su asombro Bom se echó a reír. -Oh, vaya eso sí que es una sorpresa. –Volvió a reír entre dientes-. Bueno, Chae, lo que hace la mayoría de la gente cuando se enamora es ponerse contenta, hacer planes emocionantes y cosas así. -¿Qué? ¿Ser feliz hasta el domingo? ¿Cuatro malditos días? ¿No te das cuenta de que no podemos hacer planes? ¡Me he enamorado de la mujer más guapa y maravillosa del mundo, y tengo que renunciar a ella!-Se puso de pie y empezó a dar vueltas por el escenario. -No tienes porque. Chaerin sentía que iba a estallar de frustración. -Ya, claro puedo quedarme a vivir aquí, ¿verdad? Voy a la embajada esta misma tarde y asunto resuelto -La fulminó con la mirada, pero Bom no parecía impresionada. -Si están enamoradas, encontraran una solución. Tienes que conceder un poco, Chae. -¿Conceder? ¿En qué? ¿En vernos unas pocas semanas un par de veces al año? ¿Crees que no lo he pensado? –Se mordió el labio, amenazando con echarse a llorar otra vez-. ¡Esto no es un lio más! Jamás he querido a nadie. Sufriría cada día que no estuviera ella conmigo. –Le dio una patada al cable de un amplificador que estaba en el suelo. -¡Es imposible! No soportaría tener una relación a medias con ella. No puedo conceder eso. -Por supuesto que no –dijo Bom con sequedad- Vayamos a comer algo. Al atardecer, Dara y Minzy estaban cenando en el asador de enfrente del hotel. Estaban sentadas en la terraza. Era una tarde cálida, y Dara tenía plena conciencia de la brisa que le acariciaba la piel. Termino su comida y se quedó sorprendida por lo bien que sabía. Desvió la mirada hacia el hotel y pensó que Chaerin ya debía haber vuelto. Imaginó que estaría tomando un tentempié y que luego se vestiría para el concierto. Se preguntaba que estaría comiendo y que llevaría puesto. Sintió que la recorría un temblor. Suspiro con satisfacción y bebió un trago de vino. Minzy tomaba cerveza. El resplandor del sol del atardecer en el vaso proyectaba una luz ambarina en la cara de la fotógrafa. Le brillaban las puntas del cabello de color rojo y largo, solo llevaba una gorra negra, una camisa de tirantes de color rojo y Dara pensó que era un cambio en comparación con las camisas de cuadros de colores apagados que solía ponerse. -Me gusta tu camisa. –sonrió. -Me la regaló Bom un día fuimos de compras por Seúl. Era muy cara, y traté de negarme, pero me dijo: << No seas tonta, bebé, y llévate la camisa. Te queda bien >>. –Se echaron a reír por la imitación que había hecho Minzy de la forma tan peculiar de hablar de Bom. -¿Hay algo entre ustedes? –preguntó Dara. Minzy suspiro. -Me temo que no. A mi me parece guapísima, pero no sé qué piense ella de mí. –Empezó a hacer dibujos con las gotas de agua que se habían formado en el exterior del vaso-. ¿Y tú? –Le dirigió una mirada tímida-. Esto… no pude evitar fijarme en Chaerin y en ti la semana pasada… Ya sabes, cuando estuviste bailando y todo eso. Dara sonrió alegremente. -Sí, no cabe duda de que hay algo entre ustedes. -¡Dios! Yo creía que eras hetero. -Supongo que yo también, pero me preguntaba por qué no se me daban bien las relaciones. Minzy sacudió la cabeza con incredulidad, visiblemente impresionada. -¡No lo puedo creer! ¡Lee Chaerin! Es la mujer más guapa del mundo. Dara se echó a reír. -Eso no te lo discuto. -¿Y qué pasaría cuando regrese a casa? Dara terminó el vino. -Aún no lo hemos pensado. Tenemos mucho de qué hablar, pero ya encontraremos la manera de arreglar las cosas. Estoy segura. –Miro el reloj-. Dios, son las siete y cuarto. Será mejor que volvamos y nos preparemos para el concierto. De vuelta al hotel, Dara llamó al servicio de habitaciones y pidió que le subieran una botella de vino y dos copas a última hora de la noche. Mientras se duchaba y se vestía no dejaba de pensar en el concierto. La última vez que había visto a Chaerin en escena le había dedicado miradas furtivas e inexpresiones, pero aquella noche sería diferente. Cuando Chaerin la mirara, transmitiría la intimidad emocionante y seductora de una amante. Dara tenía pensado decirle que estaba enamorada de ella aquella misma noche. Tal vez fuera demasiado pronto para revelar algo así, pero no había tiempo para andarse con tonterías. Nunca le había dicho aquellas palabras a nadie, y esperaba que Chaerin sintiera lo mismo; el instinto le decía que era así. Luego, después de hacer el amor, hablarían del futuro. Se puso un vestido entallado, color rosa, unos pendientes de oro y tacones. Luego se echó perfume. Acaba de pintarse los labios de color rojo cuando llamaron a la puerta. Se sorprendió cuando el mozo le entregó una caja de flores enormes. -Más tarde vendrá el encargado a ponérselas en un jarrón, señorita –dijo con una sonrisa, mientras recibía la propina. Dara cerró la puerta y abrió la caja. Estaba llena de las rosas más hermosas que había visto en su vida. Eran de un rojo perfecto e imponente, y por lo menos cuatro docenas. Encima había un sobre cerrado, y lo abrió con ansiedad. No daba crédito a sus ojos y creyó que se iba a desmayar. El corazón amenazaba con salirse del pecho y se le hizo un nudo en el estómago que parecía de plomo. Se desplomó en una silla y leyó la carta una y otra vez. Las lágrimas que resbalaban por sus mejillas acababan en el papel que tenía en la mano; la tinta se emborraba y la cabeza le daba vueltas. Aquello no era posible. El timbre del teléfono la sobresalto. Mareada y desorie