Baby I Miss You
Una canción para ti.
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Mientras el taxi se alejaba, Dara se quedó unos minutos en la entrada, escuchando los gritos y los aplausos apagados. Pensó que Chaerin estaba allí, tan cerca, pero el gigantesco edificio y lo que sonaba como una multitud enorme eran una barrera imponente que inhibía a cualquiera. Miró un grupo de mujeres que estaban cerca.
-Llegamos demasiado tarde –le dijo una-. Teníamos entradas de última hora, pero se han acabo. Veinte mil localidades vendidas.
<< Dioses >> pensó Dara. El siguiente problema era conseguir entrar. Tomó su bolso, hincho los pulmones y avanzó hacia el interior del Madison. Inmediatamente oyó los campases de aquella música que conocía tan bien. Pasó por delante de la taquilla cerrada y se acercó a los celadores que estaban de pie junto a una puerta de entrada. Les dedico una sonrisa confiada y sacó su pase de prensa coreano.
-No se imaginan lo difícil que ha sido llegar. Creía que no lo lograría.
Uno de los guardias miró su identificación.
-¿Me deja ver su entrada?
Dara pensó con rapidez. Tenía prisa por entrar, y probablemente, la forma más fácil de conseguirlo consistía en apelar al ego masculino. Se echó el cabello para atrás, esbozó lo que esperaba que fuera una sonrisa dulce y encantadora, y le hizo ojitos, porque sabía que eso funcionaba.
-Mira, me da vergüenza terrible, pero no encuentro la entrada. Con las prisas por salir de corea y llegar a tiempo, creo que me la he dejado en casa. –Los dos hombres vacilaron; ella sonrió y les dedico otra caída de ojos-. Acabo de cruzar el planeta para estar aquí.
De fondo, la música se detuvo y estalló un aplauso ensordecedor.
-Ya no tiene mucho sentido que se preocupe, señorita. Solo va a limpiar los asientos.
A Dara se le aceleró el corazón.
-Está bien. –Tomó su bolso. Los hombres se echaron a un lado y abrieron la puerta.
Dara entró en la oscuridad del auditorio y se quedó fascinada cuando miró el escenario. El grupo esperaba a media luz; Chaerin se hallaba fuera de escena y el público estaba de pie, pidiendo que volviera con una ovación. Dara bajó por la escalera que llevaba a la tribuna de prensa. Como era de esperar, no había butacas libres, de modo que se apoyó en la pared al final de una fila que recorría el lateral del escenario. El sutil telón de fondo, de un negro azulado, cambió lentamente al morado con reflejos fucsia. De repente, cuatro reflectores iluminaron el centro del escenario, formando un estanque de luz. El humo que flotaba bajo las potentes luces creaban un efecto surrealista. Desde la izquierda, Chaerin avanzó hasta la luz y los aplausos.
A Dara se le llenaron los ojos de lágrimas cuando la vio. Estaba preciosa, impresionante. Llevaba un conjunto negro de una blusa de manga larga con una franja roja en cada brazo y algo que parecía un suéter amarrado por la cintura, sus piernas estaban deslumbrantes.
La multitud se tranquilizó y se sentó. Chaerin rio con su risa seductora y Dara creyó que se iba a derretir.
-Gracias. Han sido un público maravilloso. Es genial estar en casa, y esta noche me la he pasado muy bien cantando para ustedes, -la gente vitoreó y aplaudió. Chaerin esperó a que se hiciera el silencio. Pegó la boca al micrófono de color dorado y, con voz grave y sensual dijo: Dioses, que calor hace aquí, ¿verdad?
Sonrió y veinte mil fans se volvieron locos, Dara la miró fascinada. Le parecía increíble que Chaerin y ella hubieran sido amantes. El recuerdo de las caricias de aquella mujer espectacular y de lo que le habían hecho sus manos y su boca exquisita le parecía una fantasía erótica inmejorable.
-¡Una que sé que les encanta!
El grupo tocó el intro de The Baddest Female y la gente estalló en aplausos y gritos. Chaerin se movía por el escenario con eleganci
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