Dara había pasado dos semanas leyendo, nadando en la piscina del hotel y paseando por el mercadillo. Se sentía mucho más relajada que cuando había llegado, en estado de conmoción, buscando un lugar donde esconderse. El calor, la paz y la tranquilidad la habían serenado. Se sentía más fuerte y ya no era propensa a derramar lágrimas inesperadas. Pensó que había llegado el momento de seguir adelante con su vida. Aunque estaba más centrada, seguía echando de menos a Chaerin. No podía evitar calcular que hora era en Nueva York y no dejaba de preguntarse que estaría haciendo, como se sentiría y con quien estaría. Las noches eran lo peor, cuando estaba tumbada en cama, no hacía más que pensar en Chaerin. Cada noche se dormía ardiendo de deseo por ella y cada mañana se despertaba habiendo soñado con ella. Se dio cuenta de que, a pesar de todo, el dolor que le había provocado aquella carta y su rechazo, se había desvanecido, mientras que su amor era cada vez más intenso. De repente se le aceleró el corazón y vio todo claro. En realidad, lo único que quería en el mundo era estar con Chaerin. Las ideas vagas que había tenido sobre los cambios de profesión y estilo de vida eran irrelevantes. Lo que quería era a Chaerin. Estaba enamorada de Chaerin y se negaba a renunciar a ella fácilmente. Estaba segura de que Chaerin la deseaba y necesitaba saber si su amor era correspondido. Chaerin tenía que quererla, estaba segura. Normalmente, su instinto no se equivocaba. Tal vez se tratara únicamente de que, a pesar de su fortaleza general, Chaerin carecía de valor suficiente para lidiar con los problemas que pudieran surgir de su relación. Pero ella si tenía el valor. Tomó una decisión: se iría con Chaerin. No la llamaría antes; no era algo que pudiera resolverse en una conversación telefónica. Se marcharía al día siguiente. Después de dos semanas de sentirse confusa e impotente, de pronto estaba llena de energía y determinación. Llegar y presentarse sin avisar suponía un gran paso, pero tenía que saber si su futuro incluía a Chaerin o no. Necesitaba poner punto final a la espera. Aquella noche, mientras se preparaba para ir a la cama, imaginó a Chaerin dándole vueltas a la decisión de poner fin a su aventura. La geografía, océano que las separaba, era un motivo ridículo. Dara sonrió al recordar la oferta de Yang. Podía escribir para  YG Entertainment desde Estados Unidos. La revista siempre compraba artículos de allí. Pensó que, si la distancia era el único problema que veía Chaerin, no había ningún problema. Si Chaerin la quería, se iría a vivir con ella en el acto. Desde luego, tendría que llevarse a Dadoong, pero eso eran cosas que se podían resolver. Estaba impaciente y deseosa de llegar a Nueva York. Se imaginaba abrazando a Chaerin, besándola y diciéndole que todo saldría bien. Con aquella maravillosa imagen en su mente, pensó que Chaerin parecía tener una lista negativa, de la que tendría que encargarse más adelante. Suspiró, satisfecha, y se quedó dormida. *** El miércoles por la noche, Chaerin había invitado a Jeremy a su casa. Estaban sentados en el jardín bebiendo vino. -No has mencionado a Dara. Imagino que eso significa que no te ha llamado, ¿Verdad? Chaerin sacudió la cabeza lentamente. -No. Y no puedo soportar la espera mucho más. -Probablemente no ha oído tus mensajes. Es la única explicación posible. -O me odia, o ha conocido a otra persona… -Chae, tienes que ponerte en su lugar. Entiende, se enamora y la dejan plantada en el acto. Ni siquiera tiene un grupo de amigos homouales a los que recurrir. Debe de sentirse fatal. Chaerin sintió que se le hacía un nudo en la garganta. La idea de que Dara se sintiera sola y abandonada había estado atormentándola, y estaba muy preocupada. Sabía por qué Dara había terminado en los brazos de Seungri aquella noche: porque no había podido contar con nadie más y Seungri se aprovechó de ese momento y de que estaba ebria. La aterraba pensar que, si se sentía mal como ella, habría una larga lista de mujeres hasta que Dara consiguiera sentirse afianzada en su nueva vida. Se bebió el vino de un trago. Estaba furiosa consigo misma. -Dime, Jeremy, ¿Por qué maldita sea no me imaginé que pasaría esto cuando escribí esa maldita carta? -Puede que no quisieras darte cuenta. Tal vez estabas demasiado ocupada buscando una forma de evitar un compromiso difícil. Chaerin lo miró, perpleja. -¿Qué quieres decir? Jeremy tomó un trago de vino. -Veamos tus antecedentes. Taeyeon es el ejemplo reciente. Parecía que estaban muy bien juntas, pero después de un año y medio seguías sin llegar a nada serio con ella. Chaerin se encogió de hombros. -No veía que tuviera ningún sentido vivir juntas, eso es todo. Habría sido una estupidez que se viniera aquí, lejos de sus amigos y de su trabajo en Florida, yo me la paso viajando. Y ni loca pensaba irme de aquí para vivir a Florida. Jeremy puso los ojos en blanco. -¿Ves? ¡A eso me refería! –apuro su copa de vino. -Supongo que piensas que Jessica entra en la misma categoría. -Eso era una tontería –Jeremy sacudió la cabeza con un gesto de desprecio-. Esa no tenía intención de dejar a su marido y estoy seguro de que no la querías de verdad. -Ya –farfulló Chaerin. << Es cierto, pensó, mientras se terminaba el vino. Se desplomó en la silla, junto a la piscina. No había supuesto ningún problema poner fin a su breve aventura con Jessica y, aunque estaba dolida por haber perdido a Taeyeon y lo lamentaba, no se parecía en nada a lo que sentía ante la posibilidad de perder a Dara-. El caso es que no lo vi antes o que, como tú dices, no quería darme cuenta. Pero ahora sé que necesito a Dara y que quiero que me necesite. Nunca había sentido nada parecido por nadie. Y no puedo dejar de preocuparme por ella. Me está matando no saber dónde está ni que piensa. –Chaerin sintió que un puño le atenazaba la garganta y, de repente, se le llenaron los ojos de lágrimas. -¿Y qué vas a hacer? -Voy a llamar a su jefe y a conseguir que me diga donde esta Dara. Le voy a decir que es un caso de vida o muerte, porque de hecho lo es. –Respiró a fondo-. Y después voy a volver a llamar a Dara. A Jeremy le pareció buena idea. *** El jueves a las nueve de la mañana, Dara llamó a su agencia de viajes en Seúl. Estaba impaciente por partir, se apresuró a guardar sus cosas en la maleta, pagó la factura del hotel y, a las diez y media, metió su equipaje en el taxi y emprendió el viaje hacia el aeropuerto. Después de que Jeremy se fue, Chaerin se sentó junto al teléfono con un vaso de bourbon en la mano y llamó a Yang. -¿Cómo estas, CL? Me alegro de que hayas llamado. Te gustará saber que el reportaje es fabuloso. Creo que uno de los mejores trabajos de Dara. Prácticamente se había olvidado del reportaje y la idea de que Dara hubiera estado escribiendo sobre ella en algún lugar del mundo la hizo temblar. -¡Qué bien! –Tenía palpitaciones. Hizo una pausa, tragó saliva y oyó que Yang encendía un cigarrillo. -¿Has tenido noticias de Dara? -No, nada. Pero le dije que se tomara su tiempo. Chaerin se dio cuenta de que se había enrollado el cable del teléfono alrededor de los dedos y se le estaban poniendo blancos. -¿No estas preocupado por ella? -No, seguro que está bien. Chaerin se indignó. Yang no tenía ni idea de lo que estaba sufriendo Dara << ¿Cómo maldición puede decir que está bien? >> -Pues yo estoy muy preocupada y quiero hablar con ella. Sabía que su tono era cortante. Oyó que Yang daba una calada y hubo un silencio incómodo antes de que contestara. -Antes que nada, le debo lealtad a Dara y me ha pedido que respete su intimidad. Yang también sonaba muy cortante. Chaerin respiró profundamente. Tenía que esforzarse para no gritarle, pero era capaz de recoger un avión e