-Apártense, por favor. Dejen el pasillo libre. La voz del agente de seguridad se elevaba por encima de los gritos y alaridos de los admiradores de CL. Cerca de mil personas esperaban en el aeropuerto de Incheon para tratar de verla, o tal vez de tocarla antes de que se fuera a Japón. Chaerin sonrió y saludó con la mano, mientras avanzaba por el pasillo acordonado que llevaba a la sala de embarque VIP. Saludó a cuantas personas pudo y soporto que muchos le tiraran de la ropa. Dos la sujetaron y trataron de besarla, y se alegró de tener a su lado a Seugri, que le abría paso tan deprisa como era posible. Una periodista bastante joven le planto el micrófono en la cara. Estaba muy linda, toda ruborizada. -¿Podría hacerte unas preguntas, CL? Ella sonrió. -Lo siento. No tengo tiempo de parar, pero me gustaría decir que me lo he pasado muy bien en tu preciosa ciudad y espero volver muy pronto. –A su alrededor, los fotógrafos disparaban flashes cegadores. Se detuvo a firmar unos autógrafos, y una cámara de televisión avanzo hacia ella. -Solo un par de preguntas, CL –grito otra periodista. Ella sonrió, saludo con la mano y se alegró de ver que ya estaba enfrente a la puerta de la sala de embarque. Seugri la abrió y la guio rápidamente hacia el interior. Había conseguido meter a los otros antes, y estaban todos sentados alrededor de una mesa, tomando café. Chaerin se sentó junto a Bom, aliviada. -Espero que en Tokio sean igual de entusiastas –dijo Bom. -Si –contesto Chaerin, distraída, mientras se preguntaba dónde estaría Dara-. Por casualidad ¿han visto a Dara? Salimos en quince minutos; espero que no pierda el avión. Bom río entre dientes. -¿No puedes pensar en nada más que ella? Chaerin estaba a punto de justificarse cuando, de repente, la multitud que acechaba fuera volvió a estallar en aplausos y silbidos. Fue hasta la puerta y echo un vistazo por el ventanuco, y vio a Dara avanzando por el pasillo. A su lado había una mujer que llevaba una cámara y varias fundas; una chica que no debía tener más de veinticinco años. Saltaba a la vista que formaban parte de la comitiva de CL y aquello era suficiente para hacer que la multitud se animara de nuevo. Dara estaba arrebatadora, con unos pantalones blancos, una blusa blanca con rayas horizontales negras, una chaqueta de color rojo y unas gafas negras y en el brazo llevaba colgado un bolso. Caminaba con elegancia. Chaerin pensó que era como una modelo en la pasarela. Les abrió la puerta y se apresuraron a entrar. Dara se quitó las gafas y suspiro. -Joder, esa caminata se me ha hecho kilométrica. Menos mal que ya hemos dejado atrás a la multitud. De pronto parecía poco alterada y Chaerin le paso un brazo por los hombros. -Tranquila. Ahí afuera no se te notaba el nerviosismo. Parecía que habías nacido para esto. Dara sonrió. -Tu estas acostumbrada, pero yo me he sentido indefensa. Chaerin la miro a los ojos y contuvo el repentino deseo de besarla; tenía su boca tentadoramente cerca y podía sentir el calor de su cuerpo. Aparto el brazo y noto que la joven que iba con Dara dejaba los trastos en el suelo. -¿Así que esta es nuestra fotógrafa? -Sí, te presento a Minzy. Minzy se quedó mirando a la cantante y, lentamente, el rubor le fue subiendo desde el cuello hasta la cara. Chaerin sonrió y le cogió la mano. -Es fantástico tenerte con nosotros. –La beso en la mejilla-. Ven, te presentare a los demás. El vuelo a Japón tardo cerca de una hora y media, y en el aeropuerto se encontraron con una cantidad parecida de fans que Dara considero particularmente escandalosa. Seugri y unos cuantos ayudantes de BGI los llevaron rápidamente por una puerta trasera hasta las limusinas que los esperaban, y de pronto los dejaron en el hotel, en el Hotel Sheraton Grande Tokyo Bay, con vista a la bahía. En la recepción, Dara pidió que le enviaran todas las mañanas un ejemplar de The Japan Journal. Al día siguiente saldría algún artículo sobre CL como introducción para el primer concierto y estaba impaciente por verlo. Se instaló en su habitación, colgó la ropa, llevo los cosméticos al baño, se sentó junto a una mesa, cerca de la ventana, y encendió el portátil. Era la una y media y pensaba pedir algo de comer al servicio de habitaciones y empezar a trabajar cuando sonó el teléfono. -Espero que no estés trabajando. –La voz aterciopelada de Chaerin tenía un tono bromista-. Seugri, Tae y yo estamos en el comedor. ¿Por qué no bajas a comer con nosotros? -Estaba pensando en trabajar un poco esta tarde. -Pero si acabamos de llegar. Ven a comer y después puedes acompañarnos al Tokyo dome. Vamos a asegurarnos de que hayan llegado todas nuestras cosas y también quiero hacer una prueba de luces para mañana. -Vale, nos vemos en unos minutos. –Dara sonrió-. ¿Por qué me resultas siempre tan persuasiva? –Oyó la risa, suave de Chaerin. -Pues, baby, la verdad es que no lo sé. Como hacia bastante calor, Dara se quitó el chaleco y la blusa, y se puso una camiseta roja sin mangas, pero no se cambió los pantalones. Se retocó el pintalabios, cogió una chaqueta ligera y bajó. El comedor estaba atestado de gente y Chaerin no apartaba la vista de la puerta mientras esperaba a Dara impaciente. Cuando apareció, echo un vistazo a su alrededor y vio que Chaerin le hacía señas desde el otro extremo del salón. El rostro de Dara se ilumino con una de sus sonrisas, y se abrió paso. Chaerin no podía quitarle los ojos de encima. Se dio cuenta de que Dara atraía la atención de casi todos los presentes mientras avanzaba entre las mesas. Con un gesto inusitado en él, Tae se puso de pie para recibirla. Para mayor fastidio de Chaerin, Seugri también se levantó y le aparto la silla que tenía al lado. Pidieron un menú sencillo: sándwiches dobles y unas cervezas. -Seugri, tengo que felicitarte por la forma en que has organizado las cosas en el aeropuerto –Dijo Dara-. Todo estaba calculado con precisión militar. Seugri la miro, complacido, y se inclinó hacia ella. -Bueno, no me gusta dejar nada al azar. Es bueno tener a los fans ahí, por la publicidad, además añade