Tu POV

Estábamos tumbados sobre la hierba, con el sol iluminándonos la cara, escuchando música tranquila mientras jugueteábamos con nuestras manos. Minho y yo habíamos encontrado un rato para vernos y decidimos irnos de picnic. Era uno de los pocos momentos que compartíamos, por lo que lo aprovechábamos al máximo. Sólo quería estar a su lado, lo que a veces era imposible por nuestras agendas, y lo que a mí me ponía nerviosa. No quería para nada del mundo perder lo que teníamos. Con tan sólo sentir su calor, poder escuchar su respiración junto a la mía, abrazarnos y besarnos... Por pequeños detalles como ésos, me sentía la más afortunada.

-Quiero preguntarte una cosa -me dijo de pronto Minho.

-Dime -yo tenía mis ojos cerrados, concentrada en su voz y en el tacto de sus dedos.

-¿Puedes quedarte este fin de semana conmigo?

Yo no entendí al principio, por lo que tuve que mirarle. Él me mantenía la mirada, serio y decidido. ¿Estaba entonces hablando en serio?

-Quiero que pases el fin de semana conmigo, en el piso -me repitió, un poco nervioso al estar yo sin decir nada.

No sabía qué decir. Quiero decir, ¿cuántas veces había soñado con que me invitara a pasar unos días con él? Tal vez miles de veces. Sin embargo, no iba a ser yo la que dijera nada al respecto. Quería que él fuera quien lo propusiera, en el momento cuando él estuviera preparado para ello. 

No me hizo falta decir nada, simplemente me lancé a él, chillando de felicidad. No podía hablar ahora, sólo quería abrazarlo y besarlo.

-¿Es eso un sí? -me preguntó entre beso y beso y me giró para quedarse encima de mí.

Asentí con una gran sonrisa, acariciándole las mejillas, mirándole a los ojos, leyendo en su mirada esos mismos sentimientos que yo estaba sintiendo en ese entonces. Me besó suavemente en la frente, luego en la sien, bajando hacia la nariz y continuando hasta las mejillas y llegar, finalmente, hasta mis labios. Me besó con pasión, sujetándome contra él, pudiendo sentir su esencia y dejándome sin respiración. Con sólo imaginarnos estar de esa manera durante dos días, hacía explotar mi corazón.

Ya era casi medianoche cuando Minho me trajo hacia la residencia de SHINee. El resto del grupo no estaba en casa, habían aprovechado la tarde libre en irse a cenar fuera, por lo que podría entrar sin miedo al piso. La verdad es que no podía controlar mis nervios en aquel momento. Estaba demasiado asustada de aquella situación. Yo quería estar con Minho pero no había estado en aquélla casa más de un par de horas, siempre yéndome a casa a dormir. Era su espacio personal y yo iba a meterme en él. Eso me hacía sentirme un poco intrusa.

Minho se acercó a mí por detrás y me rodeó con sus brazos.

-No te preocupes, por favor -me dijo con una voz tierna-. Ya te han aceptado.

Esas palabras me hicieron relajar enseguida. Me giré para quedarme enfrente a él y le besé.

-Gracias por estar a mi lado -le dije, mirándole fijamente a los ojos, y ya sin miedo, dejé que Minho me llevara hacia dentro del piso.

El resto de los miembros seguía sin aparecer tras una hora, por lo que decidimos irnos a dormir. Yo iba a dormir en la cama de Minho y al lado, estaría durmiendo él sobre un colchón. Yo no podía cerrar los ojos, sólo podía sentir su cuerpo estando a un metro de distancia y no poder tocarlo. No iba a poder quedarme dormida de esa manera.

-¿Estás durmiendo ya? -le pregunté, cuando ya estaba reinando el silencio en la habitación.

-No.

¿Cómo iba a pedirle venir a la cama conmigo? ¿Y si pensaría mal? ¿Y si no quería? Esas dudas me rondaban por la mente, poniéndome aún más nerviosa. Pero la verdad es que me parecía una estupidez estar en camas diferentes pudiendo estar durmiendo juntos.

-Me siento sola -solté de pronto, sin apenas pensarlo y lo que me hizo ruborizarme. Me tapé la cara con la manta para que él no pudiera verme, aunque era oscuro y no vería de todas formas.

De pronto, sentí un cuerpo a mi lado, bajando la manta de mi rostro. Minho me miró a los ojos y podía ver que se estaba riendo. 

-No te rías -le dije apenas audible con una pequeña sonrisa a lo que él posó mi cabeza sobre su pecho y me abrazó fuertemente.

-No estaba seguro de que quisieras dormir en la misma cama... -me empezó a explicar hasta que le corté con un beso.

-Cállate y vamos a dormir -cerré los ojos satisfecha, mientras escuchaba su risa a través del pecho.

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