Tu POV

Hoy íbamos a tener un encuentro -o lo que a Yoonji le gustaba llamar "cita"-, con la súper estrella Onew. Sonaba tan extraño pensar sobre ello, tan irreal. Lo habíamos visto tan sólo unos minutos y ese día, íbamos a quedar con él. Si se lo contara a algún amigo español mío, no me creería, de eso estaba segura. No me creería ni yo. Cuando había llegado a casa después del incidente, me llamó Yoonji diciéndome sin aliento que Onew había llamado y que quería encontrarse con nosotras. Yo me había quedado estupefacta -y lo seguía estando-. Demasiadas cosas estaban sucendiendo a las que no encontraba sentido. Quiero decir, ¿cómo es que en el momento en que Onew se había desmayado, fuéramos nosotras las que estábamos a su lado? Podría haberse desmayado en cualquier otro lugar pero éramos nosotras que tuvimos la suerte de estar allí y ayudarle. Y ahora, quería encontrarse con nosotras. ¿Por qué no simplemente olvidarse de nosotras?

-¿En serio? ¿Quieres decir que quiere quedar con nosotras? -le había preguntado, sólo para estar segura.

-¡Que sí! -me había exclamado en respuesta llena de felicidad-. Aunque dijo de llevar un amigo, porque piensa que podría ser incómodo para nosotras verle sólo... ¡Pienso que simplemente quería una cita doble! Para verme... -reía para sí.

Me estaba dando cuenta de lo feliz que se sentía en aquel momento. Para ella, esta "cita" era mucho más importante. Al fin y al cabo, ella era la que estaba enamorada de él. A mi me gustó Onew a primer vista, no lo iba a negar, pero no era nada comparado con lo que Yoonji sentía por él. Ella era la que debería estar con él y yo... Yo podría conocer a su amigo. Igual era amable. O simplemente pasar un buen rato con ellos esa tarde.

Quedamos en un café en las afueras de Seúl, alejados del núcleo y de la mayoría de los fans. No íbamos a causarle problemas. Habíamos llegado media hora antes, nerviosas y emocionadas al mismo tiempo. Estábamos a punto de ver a Onew de nuevo y hablar con él, conversar. Quizás iba a presentarnos al resto de SHINee algún día, eso sería el clímax de todo.

Lo reconocimos enseguida, aunque estuviera llevando una gorra y unas gafas de sol. Detrás de él, entró un chico con el pelo de color chocolate, llevando también unas gafas de sol. Sólamente lo reconocí cuando ya estaban enfrente de nosotras. Era Minho.

-Buenos días, chicas -nos saludó Onew con una sonrisa de oreja en oreja y ambos hicieron una inclinación.

Les respondimos con otra antes de sentarnos. Una camarera hizo el pedido y, después de traernos nuestras bebidas e irse, comenzamos a hablar.

-No os hemos hecho esperar mucho, ¿verdad? -nos preguntó entonces el otro chico, Minho, con cierta preocupación.

-¡No, no! -le contestamos Yoonji y yo al unísono y nos reímos-. Llegamos hace poco -expliqué yo.

-Es un alivio, porque estábamos llegando tarde... -nos sonrió-. ¡Ah, sí! Casi se me olvida. ¡Soy Minho! -se presentó medio avergonzado.

Era mono, había que admitirlo. 

-No te preocupes, ya lo sabíamos -expliqué con una sonrisa tranquilizadora y mirnándole a los ojos-. ¡Conocemos a todos de SHINee! -me sentí orgullosa.

-Creí que no érais fans -comentó Onew con cuirosidad, mientras revolvía el azúcar en su capuchino.

Eso me hizo mirarle confundida. Oh. No. Miré a Yoonji en busca de ayuda. Me había olvidado por completo sobre la cosa de "no somos fans".

-Es porque... -empecé a decir, aunque sin saber cómo seguir.

-...vemos tus doramas -terminó Yoonji soltando una risa nerviosa-. Realmente nos gusta ver doramas.

-¡Sí! A mí me encantó "To The Beautiful You". Fue la primera vez que te vi-. Esperé distraerles con aquéllo. No era el momento de ser sus fans. Y parecía funcionar. Minho sonreía con suficiencia y Onew cambió rápido de tema. Salvadas, por ahora.

Y de esa manera, pasamos el rato. Hablando sobre nosotras, sobre ellos -no decían mucho sobre SHINee, era más bien sobre cosas privadas-, sobre miles de cosas, riendo y bromeando. El tiempo parecía huir, lo que me estaba entristeciendo mucho. No quería que aquel momento parara nunca.

Notaba a Onew y Yoonji especialmente amigables, incluso cuchicheando de vez en cuando entre ellos. Minho y yo nos burlábamos de ellos, encontrando en ello un lenguaje común. Él era muy divertido y además, guapo. Y alto, que no se me olvidara a mencionar. Parecía perfecto, y la verdad es que, desde aquel día, me empezó a gustar.