Mariposas Part 1
SANDARACHola a los que se han suscrito me alegro que les guste la historia, en lo particulas cuando la lei me encanto, ya que no es como todas las demas historias.
Algunos capitulos estan algo extensos asi que los dividere, asi les creo mas emocion jajajja xD
Leer antes de empezar:
En el siglo XIV era comun utilizar la saya tanto en hombres como en mujeres, este era una especia de camison, en hombres debajo de la saya utilizaban ropa interior mientras que las mujeres no, la saya era la ropa intermedia, es decir que encima se utilizaban diferentes prendas, en las mujeres dependía de su estatus social, si lo se se preguntaran porque rayos les estoy diciendo esto pues es que durante los soguientes capitulos se estara mecionando este prenda y solo queria que se formaran una imagen cuando esta se mencione. Bueno ya sin nada mas que decirles, disfuten del capitulo
Mariposas Part 1
El contacto de las espadas chocar agita el silencio del gran jardín, el sol está en la mitad del cielo desprendiendo inclementes rayos que golpean todo a su paso, gotas de sudor caen por los rostros de los adversarios haciendo difícil ver con claridad, ella no está contenta con lo que sucede, por eso a veces y solo a veces odia ser hija de Yong, no le gusta que por esa fingida cortesía sean condescendientes con ella, Jessica sabe muy bien que él puede hacerlo mejor, esa fue una de las razones de su entusiasmo cuando finalmente el hijo de menor de Seung Hyun aceptó practicar con ella, su hermano mayor no se atrevió por temor a lastimarla, el lento movimiento y algo burlón de su contrincante termina de sacarla de casillas, eso… eso es peligroso con Jessica, traga saliva de mala manera y saca fuerza interna para que prácticamente de un solo golpe la espada de su contendiente salga volando por encima de su cabeza, no contenta con eso una sonrisa siniestra se forma antes de hacerle sentir el filo de la espada por la garganta de aquel joven de largo cabello negro e incipiente barba, él nunca aceptaría que está aterrado con la situación, a pesar de ese temor una contradicción de sentimientos se alía en su pecho, la furia lo está cegando, ninguna mujer puede hacerle eso a un hombre, incluso ella. - Si vuelves hacerte el tonto conmigo será tu última vez, así que toma tu espada y espero más de ti. -Jessica habla con firmeza, él asiente viéndola de reojo, ella aparta el filo permitiéndole libertad.
- Como guste mi señora. - Termina de hablar apretando los dientes, el sonido seco del chasquido es audible para Jessica terminando de divertirla, él se levanta y camina unos cuantos pasos recogiendo la espada, sí quiere luchar como un hombre bien por ella, que se atenga a las consecuencias, el temor cedió ante la rabia, no piensa con cabeza fría, lo que cavila hacer podría ser lo último en su vida, si Ji Yong se entera lo más probable es que termine en una horrible mazmorra bajo tortura antes de consentir siquiera la muerte, pero nada importa ya, le va a demostrar que las mujeres no deben estar jugando con armas, su lugar es otro, ladea la cabeza ligeramente y arremete con ella haciendo uso de la fuerza, ella se defiende con todo su ser pero la diferencia es grande, así que en este punto solo la fiereza de su linaje la sacará del apuro que ella misma decidió meterse, a cada choque de espadas le sigue una leve chispa que es testigo de la ardua lucha, él no contaba con su ferocidad pero no se dejará amedrentar, con una certera patada la tumba al suelo, el golpe rudo fue contundente en sus costillas.
- Nunca fíes de nadie, en un enfrentamiento real el oponente tomará ventaja de todo… sin contemplaciones. - Ella ni siquiera desliza sus dedos por la fuente del dolor, solo se levanta dispuesta a seguir, nadie puede tocarle su orgullo sin atenerse a las consecuencias, los dos se ven con dureza antes de volver a empezar, después de varios movimientos de sus espadas él decide finalmente aprovechar la ventaja ganada con el golpe en las costillas repitiendo el ataque, Jessica yace en el suelo intentando respirar, por más orgullo de por medio su límite ha sido sobrepasado, él se posiciona encima de ella con la afilada hoja, se regodea con el triunfo adquirido sobre la hija del gran Yong, decide hacer una acción más osada acercando a su rostro sin quitar la espada del cuello de su víctima, el aliento de los dos choca furiosamente.
-Te lo dije… estás muerta. -Ella le sonríe cínicamente, el consejo antes de empezar lo tomó muy en serio, sus manos se deslizan suavemente por el costado de su contrincante.
-Tú también. -El filo del cuchillo alcanza a hundirse lo suficiente para espantarlo. -Nunca te fíes de nadie… y menos de una mujer. -Ninguno de los dos se percata que unos ojos pardos han visto todo, está aterrada con la idea de que algún día su señora salga más lastimada de lo que ella pueda aceptar, la verdad pensar en el hecho de que Jessica le llegue a faltar le aterra, no sabría qué hacer si eso pasara, después de que sus padres fallecieran dos años atrás ella se convirtió en su todo.
-Aprendes rápido. -El joven le extiende su mano, los dos sonríen alegremente, el momento de tensión ha sido superado de repente, en este punto los humanos me parecen muy curiosos, pueden pasar de un estado al otro tan rápido…
-Mi señora… -Tiffany decide interrumpir la escena, los dos voltean a ver al tiempo sonriendo hacia esa joven que los inquieta, aunque eso… eso solo lo sabemos nosotros. -El maestro le espera para su lección de arte. -Tiffany tiene las manos atrás de su cuerpo a la espera de una respuesta.
-Tiffany… -El joven sonríe como tonto en busca de que esa mujer le corresponda, Jessica se percata de las intenciones hacia su pequeña, su pecho se siente como una llamarada, no le gusta lo que está sucediendo en su interior.
-Siwon… -Tiffany baja la mirada, no es de su agrado aquel joven que momentos antes tenía el filo de su espada en el cuello de su señora.
-Nos retiramos… -Jessica apura el paso colocándose en medio de los dos, Tiffany sigue con la vista puesta en el suelo, la princesa da media vuelta para decir unas últimas palabras. -En dos días te espero a la misma hora. -Jessica lo señala en un gesto incólume tan propio de ella.
-Lo que ordene mi señora. -El joven asiente despreocupado, sus ojos no pueden ni pretenden desprenderse de esa mujer de larga cabellera chocolate, daría lo que fuera por que tan solo sus miradas se cruzaran, pero ella no parece importarle sus anhelos.
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Desvestirla es la tarea que más disfruta, sus sentidos se pierden en ella desconociendo la razón, solo sabe que aunque sea un pequeño contacto de sus dedos por esa piel desnuda le crea una rara sensación de hormigueo, el cuarto lentamente se sumerge en la suave fragancia de las plantas entrar en contacto con el agua tibia, han pasado cuatro años desde que ella la escogió y todas la veces es lo mismo, tan solo quisiera saber qué es…
-Pétalos de rosa, ulmaria, romero. -Jessica hace uso de su extraordinario sentido del olfato, le gusta la forma en que Tiffany la cuida, sabe que ha utilizado la ulmaria para calmar el dolor del golpe, desearía saber si es solo porque es su trabajo hacerlo o existe una razón más que su corazón desconoce.
-Mi señora siempre logra adivinar. -La última prenda cae al suelo, y esa ansiedad, esa maldita ansiedad se apodera del cuerpo de la menor.
-No adivino, lo sé. -Jessica termina de hablar distraída de lo que su desnudez provoca, Tiffany baja saliva viendo la espalda de su señora, un hematoma en sus costillas amenaza con ponerse feo, aun no entiende su obsesión de querer aprender el arte de la batalla y menos comprende como su padre aceptó semejante locura después de que su señora le demostrara que podía manejar el pesado metal, pero debe aceptar que ni vistiendo ropa de hombre deja atrás su belleza, es más… se ve tan…valerosa, da un fuerte suspiro despejando esas ideas que logran perderla por momentos, se posiciona al frente pasando la punta de sus dedos por el agua revisando que la temperatura es la indicada, un leve gesto de aprobación se delinea en su rostro antes de extenderle la mano a Jessica ayudándola entrar a la tina, la calidez del agua logra relajar a la joven mujer de cabello rubio, mueve su cabeza de un lado a otro estirando su cuello con los ojos cerrados, de pronto los abre cuando un extraño presentimiento se apodera de su ser, Tiffany la ve en todo momento, sus mejillas se tiñen de rojo al verse descubierta por su señora.
-Entra conmigo. -Tiffany vuelve a clavar la vista al suelo, esa no sería una petición fuera de lo común, en más de una ocasión lo han hecho, pero… ahora le inquieta la forma en que sus ojos se deslizan por su cuerpo a la espera de una respuesta, ella solo asiente empezando la rutina de desvestirse lentamente, el ritmo del corazón de Jessica se dispara, como no hacerlo al ver esos pequeños pechos de pezón sonrosado, su cuerpo de niña convirtiéndose en mujer es de admirar, Tiffany se percata levantado la vista, Jessica lejos de retirarla al verse atrapada sigue con su misión de observarla hasta el cansancio, sus miradas se cruzan en una silenciosa conversación, la pequeña lentamente entra en la tina acomodando su cuerpo al otro extremo, el agua rebasa cayendo al suelo en gordas gotas que irrumpen la quietud en un leve tic tic tic, sus piernas se rozan producto del apretado espacio, la claridad del agua no cubre su desnudez, diría mejor que la atenúa convirtiéndose en un aliado cómplice.
-Sabes que puedes negarte ¿cierto? -Esa en realidad es la duda que carcome el corazón de Jessica, ¿Cómo saber que las actitudes de Tiffany son reales y no producto de una imposición? De todas las personas que la rodean es ella la que puede desestabilizarla con ese temor, el silencio por unos segundos que logra parecer eternos para Jessica la tiene al borde del desespero, Tiffany asiente finalmente con una media sonrisa que se le hace tan apetecible a la persona que tiene al frente.
-Lo sé mi señora. -Esa sencilla respuesta logra tranquilizar sus cavilaciones, desde un comienzo dejaron claro ese punto, para los demás su relación es de señora-criada, pero en la intimidad esos límites son más flexibles, al punto que podría pasar como amistad… claro, esa extraña relación dista mucho de serlo.
-¿Deseas salir? -Jessica decide volver a preguntar, ese leve sonrojo de Tiffany puede deberse a una incomodidad que ella no soportaría que pasara solo por complacerla.
-No. -Le regala una tierna sonrisa relajando el ambiente, Jessica suspira pasando los dedos por su costado, realmente el idiota la pateó con fuerza, su piel sin quererlo reacciona al andar del índice y el alunar, sus pezones se erigen tenuemente.
-¿Duele? -Tiffany le pregunta en un tono serio de preocupación.
-Depende… -Tiffany frunce el ceño con esa respuesta, suponía que las únicas posibles eran sí o no, Jessica sonríe al ver rostro de confusión de Tiffany. -Nos dicen que debe existir temor por sentir dolor… yo solo sé que se le teme porque no se le conoce lo suficiente, al menor asomo corremos en sentido contrario. -Eso termina por desconcertarla, su señora logra darle respuestas poco comunes, nunca entenderá como las obtiene. -Creo que si te tomas el tiempo suficiente para conocerlo a veces puede llegar a ser igual de placentero que una suave caricia. -Su rostro ha cambiado para darle paso a un gesto más sugestivo que no pasa desapercibido para Tiffany.
-¿Cómo lo sabes? -La menor no puede dejar de ver como sus dedos se mueven por su piel, esa suave y tersa piel nívea, podría pasarse la vida contemplándola, parpadea varias veces con su respiración irregular.
-Puedo mostrártelo… ¿si quieres? -La voz ronca de Jessica termina de hacer la petición con sus expresivos ojos puestos en ella, la menor presta de la curiosidad y de ese sentimiento de siempre complacerla asiente lentamente, Jessica se mueve con cautela rozando sus dedos por las piernas de Tiffany casi llegando a los límites inexplorados de su pequeño cuerpo, sus mejillas arden llenándola de nuevas sensaciones, eso a Jessica le encanta, es la misma emoción que siente cuando caza a una indefensa liebre, las uñas se mueven firmemente dejando una tenue marca rojiza en la piel clara de Tiffany, su respiración se agita y eso que su frágil corazón no está preparado para lo que viene… Jessica devuelve el andar de sus dedos llegando al delicado pie de Tiffany, lo toma entre sus manos tiernamente como quien toma una flor, sus ojos se ven más obscuros en el momento justo que acerca sus labios permitiendo que su agitada respiración choque en la piel del objeto de sus deseos, Tiffany quisiera gritar, jadear, hacer algo pero simplemente no puede, está presa de los apetitos de su señora, ella puede hacer lo quiera y nunca escuchará una negativa de sus labios, Jessica disfruta con el espectáculo haciéndose osada, libre de sus temores de cruzar esa línea invisible de su extraña relación abre su boca llevándose los delicados dedos a esa cavidad húmeda y tibia, en ese momento justo por fin Tiffany puede desahogarse en un largo gemido de placer, sus manos se aferran fuerte del borde de la tina, Jessica no está satisfecha, va por más, sus dientes se aferran en un movimiento lento pero firme, el pecho de Tiffany sube y baja sin control, a mayor presión de sus colmillos, mayor placer golpea el cuerpo de la menor que nunca pensó en su corta vida sentir tanto, Jessica sonríe antes de soltar el pie liberándola de esa placentera tortura que la tenía cautiva.
-Lo ves… el dolor al igual que el placer provienen de la misma fuente. -Ella quisiera responder pero esa maldita sensación de aleteo de múltiples mariposas andar por su piel no la deja, su rostro arde sin control, la punta de los dedos de su pie muestra una perfecta huella roja y Jessica… Jessica por primera vez siente que está al borde de un gran abismo, uno que se niega aceptar que existe.
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