-Escoge muy bien. - La pequeña niña levanta la vista asintiéndole al corpulento hombre de ojos marrón, ella sigue cada movimiento suyo, es innegable que lo admira, su mirada no lo abandona en ningún momento, incluso le causa gracia cuando desliza sus gruesos dedos por la prominente barba, respira hondo deseando no tener que estar en esa situación incómoda, ella sabe que su padre solo espera que por fin escoja a alguien, todavía no entiende bien que está ante una de las decisiones que trascenderá su historia, de las pocas que tomará por su cuenta a decir verdad, las mujeres del siglo XIV son solo algo a poseer, y ella a pesar de su linaje no se salva de ese destino… la pequeña baja la vista mientras aprieta las manos sintiendo como sus uñas se hunden impasibles en su piel nívea, marcas rojas aparecen delineando a la perfección su auto infligido castigo, vuelve a respirar exigiendo sus pulmones al tope, decide empezar, camina con la cabeza erguida como digna hija del gran Ji Yong, todas las niñas presentes bajan su cabeza cuando ella se acerca, eso le aburre sobremanera, es tan conocido los gestos, todos le guardan la mejor sonrisa fingiendo amabilidad, ¿Cómo confiar en alguien así? Resopla mientras camina entre las pequeñas de su edad, pensar que solo tiene diez años.

- ¿Y bien? -Su padre camina a su lado, él no le da espacio a que siga posponiendo la decisión de escoger la persona que la acompañará la mayor parte de su vida como su sirvienta personal, la persona a la cual le fiará sus secretos, una confidente y por consiguiente una posible amiga, ella niega con la cabeza y sigue su camino entre las niñas que ya sienten nervios de estar en esta posición, y no es para menos, la escogida saldrá de la pobreza, tendrá una vida asegurada en el castillo y si su trabajo es del agrado de su señora la acompañará incluso después de casarse, su padre la sigue impaciente, esto debió pensarlo mejor y haberle asignado la tarea de acompañarla a otra persona, él debería estar al frente de su reino y no en estas labores que le corresponderían a su esposa, lástima que ella falleciera en el parto de su segunda hija… la pequeña niña de larga cabellera azabache y de ojos marrón como su progenitor ve todo con desdén, puedo identificarme con el desinterés.

- ¿No puede ser en otra oportunidad? -Ella duda que hoy sea el día para escoger a alguien, ya han pasado por lo mismo dos días seguidos, nada ha logrado llamar su atención, su padre se impacienta con la pregunta tomando su brazo para que se detenga, los dos se ven un leve momento antes de que él se arrodille con sus ojos fijos en ella.

- Jessica, la vida como el manejo de un reino no da espera para divagar, aprende a apoderarte de tus decisiones y nunca mirar atrás, eres una Jung y como tal no puede pedirte menos, así que decide de una buena vez. - Aunque el tono de su voz en ningún momento se eleva la firmeza de sus palabras crea tensión en el ambiente, la pequeña Jessica no está acostumbrada a los llamados de atención de su padre.

- Está bien… prometo escoger a alguien hoy. -La niña baja la cabeza analizando las palabras de su padre, no es de su agrado que él le recuerde su linaje, eso jamás había sido necesario, Ji Yong se levanta con el convencimiento de que su pedido ha calado profundo en su hija, necesita que escoja a alguien para que su viaje de guerra sea más tranquilo, una figura vigorosa decide acercarse rápidamente, solo su general de confianza puede tener ese privilegio.

- Mi señor… ¿me permite un momento? - El hombre habla suavemente siempre con la cabeza gacha, Ji Yong asiente viendo por última vez a su hija, tendrá que dejarla sola en su decisión, los dos hombres se alejan para hablar en privado, su conversación no pude ser oída por nadie que no sea de absoluta confianza, la seguridad del reino podría verse comprometida con cualquier indiscreción de su parte, los enemigos del reino podrían estar donde menos se imaginan…

Jessica camina sin fijarse en alguien en especial, sabe que no puede salir de ese sitio sin haber escogido a su criada, ¿Cómo hacerlo si todas son iguales? ¿Por qué no simplemente escoge a alguien al azar? No tiene opción, su mano se levanta y todas detienen hasta su respiración, todo es silencio hasta que escucha un suave sollozo que la hace bajar su mano, se desconcierta con el hecho de que alguien se atreva hacerlo en su presencia, ve a su alrededor y no da con la fuente de ese lamento, camina presurosa con la necesidad de saciar su curiosidad, su recorrido acaba llegando finalmente a la niña que está en el último rincón del gran salón, sus piernas son fuertemente aprisionadas por sus brazos, su cabeza está hundida entre sus rodillas, solo alcanza a ver una larga cabellera castaña, por lo menos no está sonriendo como tonta, como todas esas insípidas, un pensamiento recorre su joven mente “no es como la demás” a pesar de su creciente interés es capaz de conservar su rostro sin mostrar emoción alguna, termina de acercarse hasta quedar a unos cuantos pasos de la pequeña, es un poco menor que ella, lo deduce por su contextura delicada, la pequeña eleva su rostro a causa del prolongado silencio, la chiquilla suponía que la princesa ya había escogido a alguien, pronto se da cuenta de su equivocación cuando sus ojos cafés chocan con los de ella, a pesar de su corta edad sabe que está ante algo que le produce un nudo en el estómago, aprensión, ansiedad, desasosiego, éxtasis, atracción… todo junto colisionando en su pecho como una fuerte batalla que no dejará ningún vencedor, jamás se había sentido así con la presencia de alguien, aunque eso es normal estando en la presencia de la princesa, ¿cierto?

- ¿Por qué lloras? - Jessica por primera vez se hinca hasta estar a la altura de esa pequeña que le ha llamado tanto la atención, las demás abren la boca sin pronunciar palabra alguna, hacerlo podría pasar como una falta grave de respeto, ¿por qué lo hace con una simple plebeya? La pequeña castaña la ve con sus grandes ojos llenos de lágrimas, su situación no es fácil, ¿Qué decir? 

- ¿No tienes el don del habla? -Pregunta de nuevo Jessica absorta por la actitud de la menor, jamás había visto a alguien llorar, su padre la mantiene encerrada dentro de las grandes murallas del palacio en aras de una protección absurda, solo espera algún día tener mayor libertad.

- Solo… solo estoy asustada. - Por fin puede responder, su voz aunque suave es segura, eso termina por gustarle a Jessica, su comportamiento en verdad es diferente, algo que anhelaba con el alma, alguien que no solo fuera siempre condescendiente por ser hija de Ji Yong.

- ¿A qué temes? - La chiquilla de ojos cafés ve a su alrededor, todas la ven impaciente por una respuesta, ella no sabe si es correcto hablarlo, solo sabe que tiene una gran responsabilidad en sus hombros.

- Si no me escoges mis padres terminarán siendo esclavos. - Siente que haberlo dicho le ha arrancado un poco el desasosiego que la estaba matando, pero por ahora es imposible explicarle a la princesa que un desgraciado usurero cobró los favores prestados a sus padres con ella, sabía que el rey solicitaba sirvienta para su hija, en caso de ser escogida cobraría la recompensa dejando en libertad a sus padres, de lo contrario pagarían con trabajo forzado, sí, la vida en ese entonces no era fácil, eso muy bien lo sabía ella, muchos días sin comer ya la tiene al borde de un colapso, su única salida es ser esa persona que la princesa necesita.

- ¿Con que nombre te conocen? - Jessica la saca de los recuerdos de sus padres atemorizados por la situación, sacude torpemente la cabeza regresando a la realidad, menos mal que su pequeño hermano no vivió lo suficiente para ver la crueldad del mundo.

- Tiffany… mi señora. - Desliza el puño retirando las lágrimas, en su corazón un pequeño halo de esperanza se ha forjado, ella le está hablando.

- Tiffany… - Jessica estudia ese nombre en su mente, no puede negar que hasta su nombre le agrada, corto, casi siente como se desliza el aire en su boca cuando lo pronuncia. - Tiffany, tus padres no serán esclavos y tú… serás mi criada personal, así que deja de llorar y camina a mi lado. - Esa sencilla petición ha cambiado el rumbo de su historia, su pecho salta sin dar muestras de detenerse, lo ha logrado, sus padres no serán prisioneros de ese mal hombre, podrá saciar su hambre, ¿cómo no sentir felicidad?, seguirá a su señora hasta el fin de sus días, haría hasta lo imposible para complacerla… se levanta al acto caminando a su costado, la diferencia de estatura es evidente entre las dos, Jessica vuelve a tomar su pose elegante y fría, no todos tienen el placer de ver que emociones son las que mueven su ser, las dos caminan en silencio, su padre la ve complacido, no puede dejar de sentir orgullo, puede ser mujer, pero ella tiene más agallas que algunos hombres que conoce aún sabiendo que eso pude llegar a ser un problema para su futuro, ¿Qué hombre la desposaría si ella es más ruda que él?, pero eso no aplaca su pecho inflado, ella no puede ser diferente cuando él es su padre, el gran Ji Yong, guerrero curtido en batallas a muerte, sí, sus proezas son conocidas en todo el reino y sus alrededores, especialmente por los desdichados que han caído bajo su yugo.

- Veo que has escogido… sabía que no me decepcionarías. - Una gran sonrisa se dibuja en su rostro solo evidente por el movimiento de sus músculos faciales, esa descuidada barba poco o nada permite verla de seguido, además que solo son reservadas para ella, su primogénita.

- Nunca padre. - La princesa recoge su largo vestido en una reverencia hacia su padre, Tiffany ve toda la escena sin atinar a hacer algo, está nerviosa por no saber cómo comportarse, pero eso pronto cambiará, la adiestrarán en todas sus tareas, sabrá que hacer en el momento correcto, su vida de ahora en adelante girará en torno a su señora, su mundo empieza y termina en la persona que está a su izquierda, su familia y pasado quedaron atrás, solo su señora le dirá cuántos años la acompañará.

- Seung Hyun paga a su familia. - El musculoso hombre asiente retirándose al acto siguiendo las indicaciones de su señor.-  Shin Young… hazte cargo de su adiestramiento. –Ji Yong termina de dar la orden a una de las sirvientas más viejas del castillo, esa mujer estuvo a cargo de Jessica y de su pequeña hermana desde el fallecimiento de la reina, pero es sabido que la pequeña necesitaba relacionarse con alguien de su edad, y digamos que la relación con su hermana menor no es la mejor, ni los lazos de sangre han podido que esas dos se soporten en una misma habitación, Jessica jamás perdonará que su madre haya muerto en el parto por traer al mundo a “esa”… Shin Young se mueve con dificultad tomando la mano de Tiffany, la pequeña da un pequeño brinco al sentir como la vieja mujer le estrecha con fuerza, para Tiffany es evidente la animadversión de la anciana, y está en lo cierto, a Shin Young algo le dice en su viejo corazón que esta niña solo traerá problemas, pero no es su deber decir algo, solo adiestrarla y mantener los ojos alertas, ella jamás se ha equivocado en sus presentimientos y la edad solo la ha hecho más diestra en esa labor.

- Sí mi señor. - La vieja hace una pequeña reverencia para inmediatamente alejarse con Tiffany, y así, con ese pequeño intercambio de palabras, con esos sentimientos revoleteando sin saber de don provienen y con esa elemental decisión la vida de las dos ha cambiado, sus caminos se han cruzado para recorrerlo siempre juntas, nadie sospecha que esto es solo el inicio de su intensa historia de amor.