El mejor club

A dos notas de tu corazón

—Cuando sostengáis un bebé, hay que tener especial cuidado con su cabeza —explicó Wonho sonriendo. Miró a la coordinadora del club, una señora de mediana edad que también lo escuchaba sentada con el resto de las chicas, y asintió orgullosa.

Changkyun todavía no daba crédito a que este club existiera, y menos que Wonho perteneciese a él; se quedó clavado en la puerta, observando en silencio el panorama que tenía delante.

El castaño colocó delicadamente su mano sobre la cabeza del muñeco mientras que con la otra lo agarraba con firmeza y le daba palmaditas en la espalda, arrullándolo contra su pecho.

La coordinadora y todas las demás estaban encandiladas por la demostración de cómo sujetar a un niño pequeño. O más bien por la persona que lo estaba sujetando.

—Hoseok oppa... —le llamó una chica de flequillo recto alzando su mano—... ¿podrías enseñarme a sostenerlo?

—Claro.

Cuando Wonho se arrodilló frente a ella y le pasó con cuidado el muñeco, la chica soltó una risita muy poco disimulada y se sonrojó notoriamente.

El ceño de Changkyun se arrugó ante esto: era obvio que a esa no le interesaba aprender a sujetar un bebé. El pequeño chico no pudo evitar soltar un bufido que atrajo la atención de Hoseok; sus ojos se encontraron y el pelinegro dio un respingo antes de retroceder apresurado.

Apoyó la espalda en la pared contigua a la puerta con las mejillas rojas como tomates y se quedó inmóvil, apretando con fuerza su carpeta: Wonho le había visto... seguro que pensaría que le estaba espiando.

—Bueno chicas, creo que es suficiente por hoy —anunció el castaño al otro lado de la pared, ganándose las quejas y los lamentos de sus 'compañeras de club'—. Oh, venga... no seáis así.

—El próximo día aprenderemos a cambiar pañales —añadió la coordinadora.

Poco a poco, todas se empezaron a marchar con desgana del aula, pasando al lado de Changkyun. Solo una de ellas reparó en su presencia; la chica del flequillo recto le miró unos segundos extrañada antes de proseguir su camino.

Wonho y la coordinadora salieron al mismo tiempo; la señora le dio un par de palmaditas en la mejilla con orgullo en su mirada y se marchó por el pasillo. El chico suspiró y se giró hacia Changkyun, el cual no levantaba la vista del suelo.

—No pensé que vendrías a verme.

El pelinegro alzó la mirada tímidamente y se encontró con un rostro amable que le observaba con una sonrisa cansada.

—Bueno... yo... —tartamudeó nervioso. Tragó saliva y se obligó a sí mismo a dejar de ser tan inseguro—. Vi tu mensaje —logró decir más calmado.

Wonho apretó los labios en una fina línea antes de tomar asiento a su izquierda en el suelo, descansando la espalda en la pared. Changkyun le miró desde arriba unos instantes y le acabó imitando, sentándose también en el suelo.

Como el castaño no dijo nada, fue el pequeño pianista quien tomó la iniciativa en la conversación.

—¿Por qué querías que nos viéramos después de clases?

Silencio.

Aquello no sirvió para tranquilizar a Changkyun, que se empezaba a preguntar si Hoseok estaba enfadado con él.

—Changkyun... ¿he hecho algo mal? —El aludido alzó las cejas y entreabrió los labios. Wonho le estaba mirando con pura preocupación en los ojos—. Quiero decir... si he hecho algo que te molestase, no lo volveré a hacer. No te volveré a mandar mensajes si eso es lo que quieres.

Las palabras salieron tan atropelladamente de Wonho que al pelinegro le costó asimilarlas.

—Siempre me resultó fácil congeniar con la gente —prosiguió con decaimiento, bajando la mirada y jugando con sus dedos—, y me gustaría llevarme bien contigo... pero no sé cómo hacerlo.

Changkyun permaneció callado y entornó los ojos. Que el mayor se sintiese así era su culpa.

—No —dijo finalmente.

—¿N...no? —repitió el castaño temeroso, pensando que el pequeño chico no quería mantener una relación de amistad con él.

—Tus mensajes... no me molestan.

El alivio invadió a Wonho y sonrió con la intención de decirle que se alegraba de escuchar eso; sin embargo, Changkyun siguió hablando levemente sonrojado y sin despegar la vista de sus rodillas.

—Perdóname. Yo también quiero que seamos amigos... y hablar más contigo.

Era la pura verdad. A pesar de sus malas experiencias pasadas y del consejo de Kihyun de no acercarse a Wonho, algo le decía que no era una mala persona.

El calor subió hasta las orejas de Hoseok: esta vez, fue él quien se quedó mudo. Aquello le pareció adorable, pero por supuesto que no se lo diría, pues temía espantarle de nuevo. En su lugar, le observó enternecido y se abrazó las piernas con una pequeña sonrisa.

Sintiéndose acalorado, Changkyun se bajó el cuello de su jersey gris y evitó el contacto visual. Las palabras que acababa de pronunciar fueron demasiado vergonzosas y ahora no sabía cómo continuar la conversación.

Los párpados de Wonho se entrecerraron y agudizó la vista, fijándose en el cuello de piel dorada del menor: tenía un diminuto lunar justo encima de su nuez de Adán.

El castaño pensó que le encantaría besárselo...

—No me esperaba que estuvieses en este club.

La profunda voz de Changkyun sacó a Wonho de su ensoñación y sacudió ligeramente la cabeza; se riñó mentalmente por tener esa clase de pensamientos y le sonrió al inocente chico.

—¿Por qué? —inquirió con curiosidad, recibiendo a cambio un encogimiento de hombros—. ¿Pensaste que estaría en el club de fútbol o algo así? —bromeó con una risita.

Changkyun se lo pensó momentáneamente y asintió con la cabeza: justamente eso es lo que había pensado. Wonho pestañeó un par de veces por la sinceridad del menor y se rascó una ceja.

—Oh, bueno... también me interesan los deportes. Todavía salgo alguna mañana a correr al estadio o voy al gimnasio. —El mayor se llevó un dedo a la sien y se dio un par de toquecitos—. Ya sabes lo que dicen... cuerpo sano, mente sana.

Los ojos oscuros de Changkyun bajaron hasta los brazos del contrario; a pesar de estar cubiertos por una camiseta negra de manga larga, se notaba que estaban tonificados. De repente, sintió el deseo de posar sus finos dedos sobre ellos y poder tocarlos.

—De todas formas, este club siempre me llamó la atención. Me gustan mucho los niños —explicó peinándose el flequillo hacia atrás, dejando ver sus delicadas cejas por primera vez—. No había muchas personas apuntadas, pero desde que me uní el año pasado se ha vuelto más popular...

El pelinegro arrugó la nariz: sospechaba que la razón de la popularidad del club no era que de repente la gente se empezase a interesar por la salud o la maternidad, sino más bien para estar con el angelical chico que tenía en frente.

Wonho no era ningún estúpido; sabía que su buen aspecto físico era el principal motivo por el que muchos se le acercaban. Cuando reflexionaba acerca de ello, se ponía muy triste: la mayoría de las personas de su entorno le querían por ser el chico más atractivo de cuarto curso, y no por ser quien era.

—A mí... también me gustan los niños —dijo Changkyun al ver que Wonho comenzaba a estar alicaído—. Pero yo no les gusto a ellos.

Esto hizo que los labios rosados del castaño se curvasen en una sonrisa.

—¿Y eso? —preguntó con interés.

Changkyun rememoró el día en el que tuvo que quedarse en casa de su tía cuidando a su primo pequeño. No hubo un solo segundo en el que no estuviese llorando; su paciencia y sus intentos por calmarle eran inútiles, y el hecho de que el niño dijese que su voz le daba miedo le sentó como una patada en el estómago.

—Creo que mi voz les asusta... —murmuró haciendo un puchero y jugueteando con las anillas de su carpeta.

Aquello se ganó una risa tierna por parte de Wonho, que alzó su mano para darle unas palmaditas suaves en la cabeza.

—Estoy seguro de que no es así, no te desanimes. —El corazón de Changkyun latía con fuerza por la caricia y se encogió en el sitio—. Creo que en un par de semanas podremos ir un día a una guardería a cuidar de los niños... si quieres, puedes venir también.

La sugerencia de ser niñero por un día no le desagradó: tal vez así aprendería algún truco para que su voz no les diese miedo a los más pequeños. Changkyun sonrió y asintió, accediendo a la proposición.

Wonho le sonrió también y entreabrió la boca para decirle algo, pero se vio interrumpido por alguien que gritó su nombre.

—¡Wonho!

La estridente voz provenía de un chico de cabellos rojos que se acercó dando saltitos hasta ellos acompañado de otro muchacho, el cual llevaba una gorra puesta por encima de sus rizos dorados y tenía cara de malas pulgas.

El pelirrojo tenía una expresión mucho más amigable, pero en cuanto se dio cuenta de que Changkyun también estaba allí, su sonrisa desapareció.

—¿Quién es este? —preguntó señalado al pelinegro.

Wonho se levantó del suelo y le tendió la mano a Changkyun, el cual aceptó dudoso su ayuda para levantarse.

—Es Lim Changkyun, va en primer curso —aclaró el castaño, apoyando su antebrazo en el hombro del menor—. Y estos son Lee Minhyuk y Lee Jooheon. ¡Ah, es cierto! Tal vez vayas en la misma clase que Jooheon. Él también está en primero, ¿sabes?

Esto último lo dijo dirigiéndose a Changkyun; el pequeño chico ya conocía a Lee Jooheon: efectivamente, iba en su misma clase, pero nunca habló con él. Y su aspecto intimidante tampoco le animaba a hacerlo.

De todas formas, Changkyun inclinó levemente la cabeza hacia él a modo de saludo; el rubio le dedicó una mirada de indiferencia y le torció la cara, haciendo que Wonho frunciese el ceño con desaprobación.

Minhyuk tampoco mostró demasiado entusiasmo por conocerle y le sonrió forzadamente.

—¿Qué queríais? —inquirió Wonho cruzándose de brazos, un poco molesto por la actitud de sus amigos.

El pelirrojo recuperó el ánimo por la pregunta.

—Mañana va a haber una fiesta, ¿qué me dices?

Changkyun se sintió como un intruso, alguien que no debería estar formando parte de esa conversación. Quería irse de allí, pero Wonho volvió a apoyar el brazo en su hombro y se quedó quieto como una estatua.

—No sé... mañana pensaba irme a casa de mis padres a pasar el fin de semana.

—¡Oh, vamos! No seas aburrido, hyung...

El mayor se lo pensó unos segundos antes de contestar.

—El fin de semana que viene. —Minhyuk pegó un bufido desilusionado en respuesta—. Te prometo que saldremos, no te preocupes.

Aquello pareció calmar un poco su enfado, hasta que Wonho prosiguió su discurso.

—Tal vez Changkyun podría acompañarnos —sugirió animadamente, mirando al pelinegro con una sonrisa.

Minhyuk y Jooheon clavaron sus ojos en el pequeño chico, el cual tragó saliva y se encogió. Todo aquello le superaba: primero, esas dos personas le decían en silencio que su presencia no les agradaba, y ahora Wonho quería que fuese con ellos a salir por ahí.

En cualquier otra situación, Changkyun buscaría alguna excusa para no tener que salir con ellos; pero cuando giró el cuello hacia Hoseok, dudó de lo que hacer.

Le miraba expectante; estaba ilusionado por tan solo pensar que el pelinegro les acompañaría. Changkyun suspiró y, decidido a intentar salir de su caparazón de confort por una vez, habló finalmente.

—Bueno...

La respuesta solo causó la felicidad de Wonho. Los otros dos se limitaron a fruncir el ceño, reticentes a que aquel niño se uniese a su grupo de amigos.

Lo quisieran o no, Changkyun iba a estar presente en sus vidas. Pero no de la manera que ellos pensaban.

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Comments

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Mika_cavallari #1
Chapter 9: Ay por dios, justo en lo Biased. Continúa que esto me ha dejado pero más que interesada ♡