No me importaría

A dos notas de tu corazón

—¡Cheer up, baby! ¡Cheer up, baby!

Changkyun dio un pequeño respingo por la estridente canción que estaba sonando en el dormitorio y entreabrió los ojos a duras penas; comprobó que Kihyun estaba al lado de su cama, sosteniendo su móvil con cara de malas pulgas. El pelinegro soltó un quejido antes de esconder la cabeza bajo la almohada, con la esperanza de aislarse del ruido que provenía del teléfono de su compañero de habitación.

Pero no sirvió de nada, puesto que el despiadado mayor metió el móvil también bajo la almohada. Changkyun se revolvió entre las sábanas con molestia y se tapó los oídos con las manos; sentía como si alguien le estuviese golpeando la cabeza con un martillo.

—Apágalo…

—¿Qué has dicho? No te he oído —dijo Kihyun, con notable enfado en su voz.

El menor masculló un par de maldiciones con fastidio. Consideró la posibilidad de coger el teléfono y tirarlo al suelo, pero no estaba dispuesto a enfrentarse a la terrible furia de su dueño si se lo llegaba a romper.

Finalmente, se irguió frotándose sus cansados ojos y Kihyun cogió su móvil, quitando la canción. Se cruzó de brazos y miró a Changkyun con desaprobación; el pianista se masajeó las sienes y tardó un rato en darse cuenta en la forma en la que estaba siendo observado.

Genial… seguro que ahora viene un interrogatorio.

—¿Qué? —inquirió Changkyun, haciéndose el tonto.

—Oh, nada. Solo me preguntaba qué tal te lo pasaste ayer con Wonho.

La ironía en sus palabras era evidente. Los recuerdos de la noche anterior estaban muy borrosos, pero no se había olvidado del impulso que tuvo de clavarle los dientes en el brazo al muchacho de cuarto curso. En el momento le pareció divertido, pero ahora se arrepentía enormemente de haberlo hecho.

Las mejillas de Changkyun se sonrosaron de la vergüenza de sus actos y apretó los labios, resignándose al sermón que Kihyun le empezó a echar. Cada sílaba que salía de la boca del pelirrosa retumbaba en su cráneo y no ayudaba a mejorar su dolor de cabeza; se echó una mano a la frente mientras seguía escuchando en silencio.

Su cerebro solo alcanzó a entender algunas palabras, entre las cuales estaban borracho, Wonho y mala influencia.

En aquel momento, solo podía pensar en cómo enfrentar a Hoseok tras su comportamiento del día anterior. Definitivamente no sería capaz de mirarle a la cara.

—Solo espero que sepas que ese no quiere ser solo tu amigo, no te fíes de alguien como él. Oye… ¿me estás escuchando? ¡Changkyun!

Aquello le sacó de su ensoñación y le miró un poco aturdido. El mayor inspiró y cerró los ojos, tragándose su enfado y tratando de ser más paciente con su resacoso amigo.

—Parece mentira… ¿desde cuándo eres el tipo de persona que vuelve a casa a las cinco de la mañana borracho y sin poder sostenerse en pie?

En realidad, eso sería lo normal. Changkyun tenía dieciocho años, estaba en edad de salir a beber y a pasárselo bien. Pero el problema llegaba cuando se emborrachaba con el chico más popular de todo el campus que tenía fama de liarse con una persona distinta cada día.

—Lo siento… —respondió apenado. Kihyun le miró unos segundos y suspiró: tampoco le gustaba ser el malo de la película siempre. Sin embargo, una idea cruzó su mente, y le resultó demasiado tentador usarlo a modo de pequeño castigo para su amigo.

—Si lo sientes de verdad, vas a tener que hacerme un favor.

Changkyun frunció el ceño por la petición: algo le decía que ese favor no le iba a gustar.

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El lunes por la mañana, Changkyun se metió en la piel de un ninja y se puso la capucha de su grande sudadera para evitar que Wonho le viese. Cuando se acercó a la entrada de la facultad y no divisó al chico de cuarto curso, suspiró aliviado y prosiguió su camino.

El pequeño chico había barajado la posibilidad de faltar a clase, pero Kihyun no se lo hubiese permitido. Al recordar a su compañero de habitación, le vino a la mente el favor que le pidió el sábado.

“Este viernes hay una obra para niños. Uno de los actores principales no va a poder ir, y yo no estoy libre ese día para sustituirle. Creo que serías un buen candidato para el papel”

Por mucho que Changkyun insistiese en que él no era actor, Kihyun no atendió a razones, argumentando que ya le había ayudado muchas veces a ensayar y que lo haría bien. Obviamente, su amigo se lo pidió a posta para fastidiarle.

Y a Changkyun siempre le costó decir que no.

Para su buena suerte, no se encontró a Wonho por los pasillos de la facultad. Cuando llegó a su aula y fue a tomar asiento, se fijó en que el pupitre de Jooheon estaba vacío: seguramente se saltó las clases.

A la hora de comer, vio a los amigos de Hoseok al fondo de la cafetería sentados en una mesa, lo que significaba que el castaño andaba por ahí cerca. Compró lo primero que vio en el mostrador de la barra y corrió a comerlo a los baños.

Se sentía como en la secundaria, escondiéndose en los aseos para no encontrarse con gente indeseada. No podía ser más patético, pero lo prefería a encarar a Wonho.

Cuando terminó la última clase del día a las cinco de la tarde, ni siquiera se molestó en quitarse las gafas y salió del aula apresurado con la intención de volver a la residencia lo más pronto posible.

Pero, por su puesto, su buena suerte tenía un límite. En frente de la facultad había un autobús aparcado, y en su puerta había varias personas congregadas. Para cuando comprobó que Wonho y sus tres amigos estaban entre esa gente, ya era demasiado tarde. El más alto de ellos ya le había visto y le hizo un gesto con la mano, indicándole que se acercase a ellos.

Changkyun se quedó inmóvil sin saber qué hacer. Sería de mala educación ignorarle y pasar de largo, pero el menor se vio tentado a hacerlo; tragó saliva y finalmente se aproximó a ellos con paso dubitativo.

No se atrevió a levantar la cabeza ni siquiera cuando Hyungwon le revolvió el pelo a modo de saludo. La atenta mirada de Wonho se lo impedía.

—¿Qué cuentas, Changkyunnie? —preguntó el esbelto chico animadamente. El aludido solo se encogió de hombros sin mirarle.

—¿Qué tal la resaca del otro día? —inquirió Jooheon divertido.

El pelinegro alzó ligeramente la cabeza y se encontró con los ojos avellana de Wonho. Su pulso se disparó cuando sus labios rosados le mostraron una tímida sonrisa y el nerviosismo le invadió.

—Bi…bien—respondió Changkyun por fin a la pregunta del rubio—, quiero decir, mal.

Hyungwon y Jooheon se rieron por la contestación, Minhyuk le sonrió forzadamente y Wonho le miró con preocupación. El castaño se movió hasta estar al lado del menor y apoyó una mano en su espalda.

—¿Estás mejor? —preguntó en voz baja de manera que solo le oyese él. La intensidad de la mirada de Hoseok provocó que las piernas de Changkyun comenzasen a temblar: si no se alejaba de él ahora mismo, temía caerse redondo al suelo.

Sin embargo, el pelinegro no se alejó y asintió débilmente con la cabeza, sin poder apartar los ojos de los suyos. Wonho le sonrió cálidamente y le frotó la espalda una última vez antes de que un chasquido de lengua por parte de Minhyuk provocase que todos le mirasen.

—¿Cuándo vamos a poder entrar en el bus? —preguntó el pelirrojo impacientemente.

—Es cierto, ya estoy cansado de estar de pie —añadió Jooheon.

—¿Cansado? Pero si hoy ni siquiera fuiste a clases por quedarte en la cama —dijo Hyungwon cruzándose de brazos.

—Fue a hablar el más indicado —respondió el rubio con el ceño fruncido.

La expresión de Changkyun denotaba confusión. Todavía no sabía a qué estaban esperando en las puertas del vehículo, aunque el hecho de que estuviesen allí todas las chicas del club al que pertenecía Wonho le dio una ligera idea de lo que estaba pasando.

—Vamos a ir a una guardería a cuidar de los niños —le aclaró el castaño inclinándose hacia él, mientras que sus amigos siguieron discutiendo acerca de quién era el más perezoso de ellos. Changkyun recordó que Wonho le había propuesto hacía dos semanas ir con él a esta excursión, y él había aceptado—. ¿Querrías… venir?

Hoseok realizó la tímida petición con una pequeña sonrisa, pero con miedo a ser rechazado. Deseaba pasar más tiempo con Changkyun, y no quería que el menor se distanciase por culpa de lo que ocurrió el otro día en el coche. Si era necesario, mentiría y le diría que no tenía ningún interés en él.

Prefería ser solo el amigo de Changkyun a que él le apartase de su vida.

El pequeño chico sintió que sus mejillas se acaloraban por la cercanía del mayor. Su rostro angelical le observaba muy de cerca, y no pudo evitar fijar la vista en los bonitos labios rosados del castaño.

Ni siquiera le dio tiempo reñirse mentalmente por mirarle tan detenidamente la boca al contrario ya que se vio interrumpido por la coordinadora del club, que bajó del autobús para avisarles de que ya podían ir entrando; Wonho siguió mirándole expectante sin alejarse de él.

A Changkyun siempre le costó decir que no.

Pero acababa de descubrir que, cuando se trataba de Wonho, era imposible negarse.

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—¿Qué te parece si te leo un cuento? —preguntó Changkyun al niño con el que estaba sentado sobre la alfombra de colores de la guardería. El pequeño negó con la cabeza e hizo un puchero: parecía que estaba a punto de romper en llanto—. ¿No quieres? —insistió intentando suavizar su voz y frotándole delicadamente un bracito.

El niño volvió a negar y empezó a llorar; Changkyun entró en pánico y le limpió las lágrimas.

—No llores —dijo apenado—. Venga, vamos a jugar a algo divertido, ¿sí?

Los sollozos se intensificaron y el pelinegro se mordió el labio, sin saber qué hacer. Buscó con la mirada a Wonho, que estaba a unos metros de él dibujando con una niña tumbado en el suelo. El llanto atrajo su atención y observó a Changkyun divertido antes de acariciarle el pelo a la cría y levantarse para ir junto al chico en apuros.

Se sentó con ellos y le cogió del moflete al niño con ternura.

—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué lloras?

—Él… n…no me gusta.

Acto seguido, abrazó a Wonho y este se rio suavemente. Changkyun se sentía fatal consigo mismo: acababa de confirmar sus sospechas de que, en general, todos los niños le odiaban.

—¿Ha sido Changkyun el que te hizo llorar? —preguntó Wonho sin dejar de abrazarle y mirando directamente al pianista—. Qué malo…

Changkyun soltó un pequeño bufido y Hoseok sonrió ampliamente. Cuando el niño por fin se calmó, se separó de él más animado y corrió a jugar con sus amigos.

—Te lo dije… mi voz les asusta —murmuró Changkyun bajando la vista a sus rodillas. El castaño suspiró y se arrimó a él, dándole un leve empujón con el hombro para intentar animarle.

—Vamos, no te pongas así. No es tu culpa que tu voz les aterrorice tant…

Antes de que pudiese seguir hablando, el mayor ya había recibido un golpe en el brazo. Wonho quería reír por la adorable cara enfadada de Changkyun, pero justo le había dado en la zona donde había sido mordido el sábado y no pudo reprimir una mueca de dolor.

—¡L…lo siento! ¿Estás bien? —se disculpó el menor apurado nada más darse cuenta de dónde le había golpeado.

—No pasa nada —le tranquilizó el castaño, disimulando con una sonrisa el pinchazo que acababa de sentir en el brazo.

Changkyun le miró sintiéndose terriblemente culpable y empezó a jugar con sus dedos: quería disculparse por lo del otro día y no sabía muy bien cómo hacerlo.

—Yo… qu…quería decirte… —empezó a explicar torpemente mientras Wonho le escuchaba con atención—… perdón por lo del otro día.

Todos los músculos del mayor se tensaron; no sabía si le estaba pidiendo perdón por morderle o por haberle besado en el coche. Rezó para que no se tratase de la segunda opción, porque sabía que después vendría un ‘no sabía lo que estaba haciendo’ o un ‘olvida lo que sucedió’.

—¿Por qué? —preguntó desenfadado, aunque por dentro tenía miedo.

—Por… haberte mordido.

Wonho se sintió aliviado: era mejor que Changkyun no se acordase de lo del otro día… Sin embargo, estaba un poco decepcionado. Sabía que el menor le había besado sin estar en sus cinco sentidos, pero en el fondo anhelaba que lo hubiese hecho siendo consciente de ello, y no por los efectos del alcohol.

—Da igual… —respondió quitándole importancia al asunto. Sus palabras no sirvieron para tranquilizar al menor, que seguía mirando sus rodillas con tristeza.

Se fijó en la expresión culpable de Changkyun y entrecerró los párpados, analizando sus mejillas sonrosadas, sus ojos gatunos que evitaban el contacto visual y sus largas y oscuras pestañas.

Ahora, quería que se acordase de lo que hizo en el coche para verle avergonzado por ello. Quería ver cómo se ponía nervioso y empezaba a tartamudear por su culpa.

Lo quería a él.

Sin pensar con claridad, se empezó a inclinar hacia Changkyun, y no se detuvo a pesar de la sorpresa evidente en el rostro del pelinegro.

—Sabes… —murmuró muy cerca de su oído—… no me importaría que me volvieses a morder.

 

 

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Comments

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Mika_cavallari #1
Chapter 9: Ay por dios, justo en lo Biased. Continúa que esto me ha dejado pero más que interesada ♡