Improvisación

A dos notas de tu corazón

Changkyun no sabía qué decir o hacer; deseaba con todas sus fuerzas salir corriendo de allí, pero la intensa mirada de aquel chico de desordenados cabellos castaños le estaba poniendo tan nervioso que le fue imposible reaccionar.

—Perdona si te he sorprendido —se disculpó el muchacho—, pero escuché a alguien tocar y me pudo la curiosidad. Y lo que dijiste... de verdad fue adorable.

Debido a la expresión amable y sincera con la que el extraño dijo esto último, Changkyun no sabía si le estaba tomando el pelo o no; lo único que tenía claro es que hacía tiempo que no se sentía tan avergonzado. Bajó la vista hacia sus piernas y apretó con fuerza las mangas de su chaqueta vaquera, viéndose incapaz de seguir manteniendo el contacto visual.

El desconocido, al ver que el pelinegro parecía incómodo por el comentario, se mordió el labio con apuro: no era su intención molestarle. Finalmente, se subió ágilmente al escenario y caminó hacia el piano; a medida que se acercaba a Changkyun, este se encogía más y más en el sitio, como un cachorro asustado.

El castaño se detuvo a una distancia segura para no invadir el espacio personal del pequeño chico y señaló con la barbilla al instrumento.

—Tocas muy bien el piano —indicó con una sonrisa afable, tratando de darle tema de conversación y que se abriese a él—, ¿estás en el club de música?

Changkyun dudó momentáneamente antes de asentir levemente con la cabeza.

—Lo suponía... ¿y en qué curso estás?

Pasados unos segundos, el menor se atrevió a alzar la vista hacia el chico, y esta vez pudo analizarlo más de cerca. Lo primero que le llamó la atención fue su vestimenta: la chaqueta de cuero negra y los vaqueros rotos le hacían parecer un modelo de revista; sus ligeramente respingonas orejas estaban cubiertas por numerosos piercings y llevaba una gargantilla en el cuello.

Sus rosados labios eran carnosos y sus ojos oscuros estaban prácticamente tapados por su cabello castaño: Changkyun se preguntó cómo podía caminar sin darse contra las paredes llevando el pelo así.

Seguramente se trataba de una persona popular en el campus: en conclusión, era el tipo de gente con la que no quería involucrarse.

Wonho alzó las cejas, esperando pacientemente por una respuesta; fue entonces cuando Changkyun se dio cuenta de que llevaba demasiado rato mirándolo.

—En... primero.

Su voz normalmente era grave, pero esta vez pareció el quejido lastimero de un animalillo indefenso. Odiaba ser así, pero su fuerte no era entablar conversación con completos desconocidos, y menos cuando le había oído recitar unas líneas de guion vergonzosas.

—Oh, ya veo —murmuró frunciendo los labios pensativo—. Yo estoy en cuarto año, me llamo Shin Hoseok, por cierto —añadió con una risita, dándose cuenta de que todavía no se había presentado—, pero prefiero Wonho.

Changkyun sabía que lo socialmente correcto sería decirle su nombre, pero en lugar de luchar contra sus inseguridades, optó por quedarse callado. Wonho carraspeó por su silencio, empezando a darse cuenta de la clase de persona con la que estaba tratando.

—¿Y... cuál es tu nombre? —inquirió cuidadosamente, dando dos pasos hacia el menor. El acercamiento crispó al pelinegro, que se levantó de golpe del asiento sorprendiendo al otro en el proceso.

—Yo m...me tengo que ir —tartamudeó casi inaudiblemente. Acto seguido, cogió torpemente las partituras y pasó al lado del castaño casi corriendo.

—Oye, ¡espera! —exclamó Hoseok por la repentina huida. Cogió del brazo a Changkyun y, debido al tirón, sus gafas se cayeron al suelo. El sonido de cristales rompiéndose hizo que ambos se quedasen petrificados, mirando las lentes con los ojos muy abiertos.

Wonho le soltó del agarre y le observó con culpa.

—Lo... lo siento mucho —se disculpó apenado; después de todo, le acababa de romper unas gafas que seguramente habían sido muy caras de comprar. Pero Changkyun ni siquiera le miró a la cara y se fue de allí lo más rápido que pudo, dejando atrás a sus enormes lentes y al muchacho de cuarto curso.

Cuando salió del salón de actos, el pelinegro pudo respirar de nuevo. La situación que acababa de vivir fue tremendamente incómoda; solo esperaba no volver a cruzarse con ese chico nunca más.

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Changkyun se puso dos camisetas y una sudadera por encima. Normalmente llevaba prendas y prendas de ropa sin importar la temperatura que hiciese; ir vestido así le hacía sentirse más arropado y protegido.

Pero aquel día se colocó una grande chaqueta azul de pana a mayores: iba a necesitar una capa extra de ropa para sentirse más seguro de sí mismo.

Esa noche apenas había pegado ojo. El encontronazo que tuvo el día anterior con ese tal Wonho no le dejó conciliar el sueño tranquilo, pero lo que más le preocupaba era el recital de piano que tenía esa misma mañana.

¿Cómo demonios iba a leer las partituras sin sus gafas? Si ayer no hubiese salido huyendo y hubiese cogido sus lentes del suelo, no se tendría que enfrentar a esta situación. Tal vez le hubiese dado tiempo a ir a una tienda a que se las arreglasen.

Faltaban pocos minutos para las doce, y el salón de actos estaba empezando a llenarse. El pelinegro se encontraba entre bastidores; caminaba nerviosamente de un lado a otro, sosteniendo las partituras en sus pequeñas manos e intentando descifrar alguna nota musical de los papeles sin mucho éxito.

—¿Changkyun?

Él hizo caso omiso y siguió dando vueltas sin quitarle ojo a las partituras: tal vez si las seguía mirando mucho tiempo, los borrones de las hojas se transformarían en pentagramas legibles.

—¡Changkyun!

El grito de su amigo de cabellos rosas hizo que diese un respingo y le mirase por fin.

—¿Qué?

—¿Cómo que qué? —inquirió Kihyun mosqueado—. No falta nada para el recital y estás repasando las partituras, ¿no es eso lo suficientemente extraño como para que me preocupe?

Eso era cierto, Changkyun raras veces repasaba antes de un concierto. A pesar de ser una persona insegura, al subirse al escenario desbordaba una confianza que desearía tener siempre.

Pero aquella vez no había practicado nada... sin mencionar que no tenía manera de leer las partituras.

—Solo no he practicado mucho, eso es todo —explicó Changkyun, tratando de quitarle importancia al asunto, aunque por dentro los nervios le estaban carcomiendo.

Kihyun entrecerró los ojos, escaneándole con la mirada.

—¿Y tus gafas?

El menor apretó los papeles entre sus dedos, maldiciendo internamente a su amigo y a su capacidad de observación.

—Ayer... se me rompieron. —Los ojos de Kihyun se abrieron de par en par por la incredulidad—. Pero no te preocupes, ya te he dicho que puedo leer sin ellas.

—Pero... ¿qué vas a hacer? ¡No te sabes la partitura! —exclamó su compañero de habitación.

Changkyun no sabía qué responder a esa pregunta: él tampoco tenía ni idea de lo que iba a hacer. Pero afortunadamente, no tuvo que contestarle ya que la voz del coordinador del club de música resonó en todo el salón de actos; estaba dándole las gracias al público por asistir al recital.

Acto seguido, introdujo la pieza que iban a tener el honor de oír tocar a uno de los miembros más talentosos del club. El adjetivo que usó para referirse a Changkyun solo sirvió para ponerle aún más nervioso: sí, el público disfrutaría de una bonita pieza musical, pero iba a ser completamente improvisada.

El pelinegro respiró hondo cuando la gente empezó a aplaudir y le echó una última mirada a Kihyun, el cual le deseó suerte en silencio.

Empezó a caminar a paso inseguro fuera de los bastidores con el corazón martilleando su pecho; deseó con todas sus fuerzas que sus dedos no volviesen a fallarle como en el ensayo de ayer.

—¡Espera!

Changkyun se paró en seco, dándose la vuelta hacia el dueño de la voz: se trataba de Wonho. Su pelo castaño estaba muy despeinado y respiraba con dificultad debido a la carrera que se había pegado para llegar antes del recital.

Todavía sin recuperar el aliento, se acercó hasta el sorprendido chico y sonrió cansado.

—Menos mal... que llegué a tiempo —masculló a duras penas. Changkyun se quedó mudo por la impresión de volver a verle; en aquel momento, su cabeza ni siquiera se preguntó cómo demonios sabía la hora a la que era su concierto.

Entonces, Wonho extrajo del bolsillo de su bomber verde una funda de gafas. La abrió y sacó de su interior los lentes de Changkyun, cuyos cristales rotos fueron sustituidos por unos nuevos y relucientes.

A pesar de que el castaño solo era unos centímetros más alto, se agachó ligeramente para colocarle las gafas con delicadeza al pequeño chico.

—Listo —dijo satisfecho con una gran sonrisa. Changkyun estaba tan hipnotizado por sus ojos marrones que no reparó en la poca distancia que les separaba; Wonho le dio un par de palmaditas en la cabeza que le trajeron de vuelta al planeta Tierra—. Suerte ahí afuera.

El pelinegro apretó los labios y, sin verse capaz de darle las gracias, se giró y se fue al centro del escenario, completamente aturdido por lo que acababa de pasar.

No comprendía porqué ese chico al que apenas conocía de un día se molestaría en ir a comprarle unos cristales nuevos para sus gafas. Pero que su corazón estuviese latiendo con tanta fuerza... era algo que entendía aún menos.

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Comments

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Mika_cavallari #1
Chapter 9: Ay por dios, justo en lo Biased. Continúa que esto me ha dejado pero más que interesada ♡