Sesión de espionaje

A dos notas de tu corazón

El mundo había dejado de girar en cuanto les vio. Una sensación desagradable subió por su garganta y le inundó el cuerpo; quería dejar de mirarles, pero no podía. Su cuerpo no respondía.

Entonces, Wonho se detuvo justo en frente a ellos y acercó a la chica aún más a él. La agarró del mentón y se quedó mirándola, y después sus ojos se posaron en los de Changkyun.

La sangre del pequeño chico se congeló en cuanto los labios de Hoseok se curvaron en una sonrisa burlona. Acto seguido, empezó a besarla sin despegar la mirada de él.

Changkyun deseó morirse en aquel instante.

Los latidos frenéticos de su corazón se volvieron ensordecedores, hasta el punto de que un agudo e insoportable pitido retumbó en su cabeza. Se tapó los oídos y por fin apartó la vista de la imagen tan dolorosa que estaba presenciando.

¿Por qué iba a quererte a ti? Era obvio que se acabaría cansando de estar contigo. Solo se estaba burlando de ti. Todo este tiempo fueron puras mentiras. Mentiras. Mentiras. Mentiras.

El vértigo subió por su cuerpo. Quería llorar. Quería desaparecer de allí. Quería despertar de esta pesadilla…

Y así lo hizo.

Cubierto en sudor, Changkyun abrió los párpados de golpe con la respiración agitada. Los rayos del sol que se colaban por las cortinas de su dormitorio le indicaron que ya era de día; con cansancio, se frotó la cara y se maldijo por haber soñado otra vez con lo mismo.

Ya habían pasado tres días desde aquella fatídica tarde. Wonho ni siquiera había besado a esa chica, tan solo pasaron de largo por delante de la cafetería; pero su mente siempre le jugaba una mala pasada y distorsionaba la realidad, torturándole e impidiéndole dormir tranquilo.

Cuando oyó que alguien se acercaba al dormitorio, se tapó hasta los hombros con el edredón y fingió seguir dormido. Escuchó a su compañero de habitación revolver en su mochila y una cremallera cerrándose; después, unos pasos se detuvieron justo a su lado.

—¿Changkyun? —le llamó zarandeándole levemente—. Vas a llegar tarde.

El pelinegro se revolvió entre las sábanas y se tapó aún más.

—No voy a ir a la facultad… —murmuró desganado.

—Hace tres días que no vas a clase —respondió Kihyun con un tono molesto—. Y hoy por la tarde es tu recital de piano, ¿también piensas faltar?

Mierda… el recital.

—No me encuentro bien —argumentó poco convencido. Ya había utilizado esa excusa los anteriores días, pero esperaba que Kihyun le creyese y le dejase en paz.

Sin embargo, notó que unas manos agarraban con fuerza el edredón y le destaparon completamente. Changkyun soltó un quejido y se encogió cubriéndose la cabeza con los brazos.

—Lim Changkyun, levántate ahora mismo de la cama o te juro que llamaré a tu madre para decirle que su hijo es un vago que se niega a ir a clases.

El aludido suspiró cansinamente: sabía que Kihyun era capaz de cumplir su amenaza. Con pesadez, se irguió y se quedó mirando a la nada mientras su amigo recogía su mochila del suelo.

—Te esperaré para irnos juntos —le avisó antes de dirigirse al salón, cerrando la puerta detrás de él. Quería asegurarse de que Changkyun no se volvería a meter en la cama e iría a la facultad.

El pelinegro observó la puerta por la que se acababa de ir su compañero: él no sabía que estaba deprimido por Wonho, más bien era ajeno a todo lo que había ocurrido entre ellos, y lo mejor era que siguiera siendo así: estaba seguro de que, si se llegase a enterar, se encargaría de que el chico de cuarto acabase en lo más profundo de un río.

Se bajó de la cama y se sacó el pijama; miró a través de la ventana y vio que el día estaba muy soleado, y aun así decidió ponerse con desgana sus varias capas de ropa habituales.

No quiero ver a Wonho. No quiero…

Toda esta situación le recordó a sus dolorosos años de instituto. Solía fingir estar enfermo para poder quedarse en casa de sus padres y así no tener que encontrarse con esa gente: tan solo acordarse de ellos hizo que sintiese nauseas.

Siempre deseó poder borrar esos años, olvidarse de que jamás ocurrieron.

Cuando por fin se terminó de vestir, sus ojos se posaron sobre su móvil, el cual descansaba encima de la mesita de noche. Casi con miedo, lo alcanzó y lo encendió por primera vez en tres días, comprobando que tenía veinte llamadas perdidas y casi cien mensajes de diferentes chats.

Solo vio los que recibió de Hyungwon y suspiró: tal vez ya era hora de dar señales de vida.

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—¡Qué calor! —se quejó Kihyun mientras se sacaba su chaqueta vaquera—. No entiendo cómo te puedes seguir vistiendo así en pleno junio.

Changkyun asintió distraídamente y siguió caminando a su lado por el campus. Estaba más pendiente de no encontrarse con Wonho que de la conversación con su amigo.

Cuando se estaban acercando a la facultad, oyó que alguien le llamaba a su izquierda y se paró. Vio a un chico haciéndole señas desde un banco de madera a los pies de un árbol: no llevaba las gafas puestas, pero alguien con los brazos tan largos solo podía ser Hyungwon.

Dejó salir un suspiro y comenzó a caminar hacia él.

—¡Eh! ¿A dónde vas? —preguntó Kihyun sin moverse del sitio. Una vez llegó hasta el banco, se quedó mirando el estiloso aspecto de Hyungwon: llevaba una camisa de cuadros anudada a la cintura, y la camiseta blanca dejaba a la vista sus delgados y pálidos brazos. Pero sin duda, las grandes gafas de sol que tapaban sus ojos eran las que le daban ese aire de modelo que le caracterizaba.

Hyungwon le dio un par de palmaditas al banco, indicándole a Changkyun que se sentase a su lado. Él dudó unos segundos y así lo hizo; todo su cuerpo estaba tenso hasta que recibió una suave caricia en el pelo que le calmó un poco.

—¿Qué tal estás?

Changkyun se encogió de hombros sin mirarle. No tenía sentido decirle que estaba bien, porque era una fragrante mentira: después de que Hyungwon hubiese presenciado lo que ocurrió en la cafetería, le debía de resultar obvio que su estado de ánimo no era el mejor.

Se quedaron en silencio unos momentos antes de que el alto chico le empezase a frotar la espalda con delicadeza, sin hacer ningún comentario. Era reconfortante.

Pero la tranquilidad no duró mucho.

—¿Y tú quién eres?

Kihyun los observaba de brazos cruzados y con cara de desconfianza; Hyungwon se bajó las gafas de sol hasta la punta de la nariz para ver al intruso.

—Perdona, ¿me estás hablando a mí?

—¿A quién más le voy a estar hablando? —respondió el pelirrosa, cada vez más impaciente.

Hyungwon alzó una ceja y se dirigió al pequeño chico—. Changkyun, ¿le conoces? —le preguntó con delicadeza. Kihyun no daba crédito a lo que estaba oyendo: primero ve a Changkyun siendo cercano con un total desconocido, y ahora lo estaban tratando como a un extraño.

—Es mi compañero de piso —contestó con la voz cansada—. Kihyun, este es Chae Hyungwon.

—¿Compañero de piso? —repitió el mayor de todos, analizando a Kihyun de arriba abajo. Entonces, soltó una risita cargada de desdén que puso al pelirrosa de los nervios.

—¿Qué? —bufó Kihyun sin poder esconder su molestia.

—Nada…

Kihyun no estaba dispuesto a aguantar más a aquel desconocido, así que se acercó a Changkyun y le tendió una mano para que se levantara.

—Vámonos —exigió autoritario—, tenemos que ir a clase.

—Déjale tranquilo —le rebatió Hyungwon con el ceño fruncido—, ¿no ves que está deprimido?

—¿Deprimido? Ya, depresión es la que le va a entrar cuando vea sus notas por haber faltado varios días.

El mayor puso los ojos en blanco y siguió discutiendo con él. Mientras tanto, la cabeza de Changkyun estaba en otra parte; la cálida brisa y el mecer de las ramas de los árboles le hicieron rememorar una mañana en concreto.

Una mañana que, al contrario que sus años de instituto, quería recordar para siempre.

Había ocurrido hacía dos meses. Después de su recital de piano, Wonho se había acercado hasta el árbol bajo el que estaba comiendo y, tras tener un pequeño encontronazo con Kihyun, se había sentado a su lado en el césped para pedirle su número de teléfono.

Su risita nerviosa todavía seguía muy presente en su memoria, y no pudo evitar sonreír con tristeza.

“Yo… bueno, solo quería felicitarte por el recital de hoy… ¡Lo hiciste muy bien! Fue una pasada oírte tocar, en serio”.

Idiota.

“Pareces una cebolla con tantas capas”.

Estúpido.

“Sabes… la próxima vez sería más fácil encontrarte si tuviese tu número de teléfono”.

—Cállate… —murmuró con la voz quebrada. Le dolía demasiado pensar en él. Pero le dolía aún más el echarle tanto de menos. Quería odiarle… pero no podía.

Hyungwon y Kihyun dejaron de discutir en cuanto le oyeron; el pianista subió las piernas encima del banco y se las abrazó, escondiendo la cara entre ellas.

—Mira lo que has hecho —le recriminó Hyungwon al más bajo antes de rodear a Changkyun con un brazo para intentar animarle—. Ya pasó, ya pasó…

—¿Yo? —bramó Kihyun—. ¡Pero si empezaste tú!

—En serio, si no bajas el volumen, voy a darte un golpe en la cabeza que te va a dejar aún más bajito. —El pelirrosa se llenó de indignación y abrió la boca para iniciar otra disputa, pero Hyungwon le interrumpió con gran seriedad antes de que lo hiciera—. Changkyun está mal por culpa de Wonho, no es momento de ponerse a discutir.

Kihyun se quedó en silencio unos segundos. Su cerebro estaba procesando la información y, cuando la bombilla se encendió, sus ojos se abrieron como platos y señaló con el dedo índice a su compañero de piso.

—Won…Wonho y t…tú… —tartamudeó totalmente shokeado. Changkyun no se atrevió a levantar la cabeza: no quería que se enterase, pero ahora ya no había nada que hacer—. Tú… y él…

—Sí, tienen algo —soltó Hyungwon molesto—. A ver si te pones al día.

Kihyun estaba a punto de explotar. Sabía que, eventualmente, Wonho pondría sus manazas encima de su inocente amigo. Pero su espíritu maternal le impedía tomarse las noticias con calma: el muy desgraciado hizo que Changkyun estuviese deprimido.

A saber lo que ese sucio buitre le había hecho.

Tomando aire, apretó los puños y habló con la mayor tranquilidad que pudo.

—¿Qué ha pasado con Wonho?

La expresión siniestra del pelirrosa asustó un poco a Hyungwon, el cual se aclaró la garganta antes de hablar.

—Hubo… un pequeño malentendido.

Kihyun cerró los ojos e inspiró con fuerza; tras un rato, tomó asiento al otro lado de Changkyun.

—Contádmelo. Todo.

Hyungwon suspiró y miró a Changkyun es busca de su aprobación; él asintió levemente con la cabeza, resignado a contarle la verdad a su amigo.

Y así pasaron la siguiente hora; Kihyun no hizo casi ningún comentario a medida que los dos chicos le relataron lo que ocurrió en los últimos dos meses. Changkyun se saltó muchos detalles y se limitó a explicar lo esencial, lo cual incluía el hecho de que Wonho le pidió salir, y también el suceso de la cafetería.

—Simplemente no tiene sentido —insistió frustrado Hyungwon—. Estoy seguro de que le gustas muchísimo, él nunca estaría con dos personas a la vez. Él nunca te engañaría.

—¿Engañarme? —repitió Changkyun con una sonrisa irónica—. Ni siquiera tenemos una relación… tiene todo el derecho de estar con quien quiera.

 Al oír esto, Kihyun se levantó de golpe, atrayendo la atención de los otros dos.

—¿Y no vas a hacer nada? —preguntó el pelirrosa sin mirarle.

Changkyun se quedó callado: ¿qué iba a hacer él? ¿Ir a pedirle explicaciones a Wonho?

—No… —respondió poco convencido.

—Si yo estuviese en tu lugar, aplastaría a ese insecto —explicó estampando su puño contra la palma de su otra mano—, le haría sufrir hasta que se arrastrase de vuelta al agujero del que salió. —Todo lo dijo con un cinismo al cual Changkyun ya estaba acostumbrado, pero que hizo estremecer a Hyungwon. Entonces, se giró hacia ellos y puso los brazos en jarra—. Lo primero es averiguar quién es su supuesta novia.

Hyungwon se reclinó en el respaldo del banco y entrecerró los ojos.

—Pues no sé cómo pretendes averiguarlo, porque nunca antes la habíamos vist…

Justo entonces, una risa llegó a sus oídos y todos giraron el cuello hacia el lugar del que provenía. A unos metros de ellos estaba el aparcamiento; entre los muchos coches, se encontraba el de Wonho, y a su lado estaban su dueño y la chica desconocida del otro día.

Changkyun se encogió en el sitio, sintiendo una punzada en el pecho.

—Ahí está ese sucio rastrero —siseó Kihyun sin apartar la mirada de la pareja.

Ella tiraba del brazo del castaño entre risas: parecía que quería llevarle a algún lugar, pero él no tenía intención de seguirla. Al final, la chica se rindió y, tras hablar un rato con Wonho, se metió en el asiento del copiloto.

Cuando Hoseok se empezó a meter también en el automóvil, Kihyun se giró con rapidez hacia Hyungwon.

—Tú, ¿tienes coche?

—Eh, sí, pero…

—Vamos, no hay tiempo que perder.

Acto seguido, se dirigió con decisión al aparcamiento. Hyungwon se quedó pasmado unos segundos, pero acabó levantándose y siguiéndole apurado.

Changkyun se quedó sentado, observándoles asustado.

—¡Chicos! ¿Qué hacéis? —les gritó en susurros, rezando porque no fueran a hacer la locura que pensaba.

Ambos se giraron hacia él y le hicieron señas con las manos para que fuera hasta ellos. Dudó unos segundos, y alternó la mirada entre sus amigos y el coche de Wonho. ¿De verdad iban a seguirle para espiarle?

El tiempo corría y no sabía qué hacer; pero cuando oyó el motor del vehículo de Hoseok encenderse, reaccionó por fin. Se levantó y corrió hasta alcanzarles, metiéndose en los asientos traseros del viejo coche de Hyungwon.

Se abrochó el cinturón con la respiración agitada, sin creerse que hubiese accedido a participar en tal plan descabellado. Su cuerpo se había movido por sí solo: puede que en el fondo quisiese saber qué ocurría entre esos dos.

El alto chico giró la llave y arrancó el automóvil; a su lado, Kihyun sacó unas gafas de sol de su mochila y se las puso antes de girarse hacia Changkyun.

 —Vamos a cazar a ese cabrón.

Fue entonces cuando llegó el arrepentimiento y Changkyun se planteó el salir por la ventanilla del coche.

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Comments

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Mika_cavallari #1
Chapter 9: Ay por dios, justo en lo Biased. Continúa que esto me ha dejado pero más que interesada ♡