Helado con sabor a soju

A dos notas de tu corazón

Los suaves labios de Wonho le dieron una sensación reconfortante, como si estuviese en casa; sus fuertes brazos le rodearon, pegándole a su cuerpo, diciéndole en silencio que estaba ahí para él y que le protegería.

Una vez dentro del apartamento, el mayor cerró la puerta torpemente sin romper el beso. Changkyun se apoyó en la pared y enredó sus dedos en los cabellos castaños del contrario, temblando cada vez que sus labios acariciaban los suyos, permitiendo que sus lenguas se encontraran y probando su sabor dulce y amargo al mismo tiempo, dejándole un regusto como a soju...

Changkyun abrió repentinamente los ojos y se separó de Hoseok, observándole sorprendido. El mayor pestañeó un par de veces y mostró una expresión confusa; fue entonces cuando el pequeño chico se dio cuenta de su aspecto: tenía los ojos enrojecidos y sus orejas y mejillas estaban sonrosadas. 

¿Está borracho?

Wonho pareció leerle el pensamiento y negó repetidas veces con la cabeza y las manos.

—¡Ah, Changkyunnie, n...no estoy borracho! —explicó nervioso. Los ojos del pelinegro se desviaron hacia la mesa del pequeño salón, en la que había una botella de soju vacía, varios botes de ramen y otro de helado de vainilla. Wonho giró el cuello momentáneamente en esa dirección y se rascó una ceja avergonzado—. Bueno... sí he bebido, ¡pero te prometo que sé perfectamente lo que estoy haciendo! —insistió con sinceridad en el rostro.

Su frustración le hizo gracia, y no pudo evitar sonreír discretamente: Wonho evadió mirarle directamente y se pasó los dedos por su flequillo en un intento de arreglar sus despeinados cabellos. Tenía aspecto de recién levantado, y parecía avergonzado de mostrarse tan desaliñado ante él.

Pero no pudo hacer ningún comentario al respecto puesto que un escalofrío recorrió todo su cuerpo antes de estornudar. Wonho le miró alarmado, y solo entonces se acordó de que Changkyun estaba completamente empapado por la lluvia. Casi entrando en pánico, le cogió de la mano y lo llevó hacia su dormitorio; en el recorrido, el pianista se fijó en que en el televisor del salón estaba puesta la película 'El diario de Noah' y se rio para sus adentros.

Wonho rebuscó entre su armario un buen rato hasta sacar unos vaqueros, una sudadera verde, calcetines limpios y ropa interior y ofrecérselos a Changkyun en una pila ordenada y doblada de ropa.

—Vas a resfriarte si no te tomas una ducha caliente —aclaró Hoseok mientras el menor aceptaba las prendas. Changkyun se sorbió la nariz a la vez que observaba en silencio la montaña de ropa que tenía en sus manos: lo más probable es que le quedase enorme. Wonho le señaló la puerta de madera que estaba a su lado, indicándole que ese era el aseo y, antes de marcharse, dudó unos segundos y le dio un rápido beso en la mejilla con las orejas rojas como tomates.

Changkyun se quedó mirando la puerta por la que se fue, alzando sus dedos hasta su mejilla y sonrió enternecido. Tras dejar las prendas sobre el colchón, se tomó un momento para estudiar el dormitorio del mayor: en frente de la cama, se encontraba un tocador con numerosos productos cosméticos para el cuidado de la piel y un joyero que contenía todos los accesorios favoritos de Wonho, incluidas sus gargantillas; a los pies del mueble, había varias bolsas de tiendas de ropa caras.

Sobre la mesita de noche, había un par de fotos enmarcadas: en una, él debía de tener quince años y estaba abrazado a su madre en la entrada de su cafetería. Tal vez se tratase de la inauguración del local. Y en la otra, Wonho, Jooheon, Minhyuk y Hyungwon estaban sentados alrededor de una mesa de un restaurante sonrientes y, a juzgar por sus mejillas enrojecidas y la cantidad de botellas de soju que había en la foto, seguramente también borrachos. Lo más probable es que fuese tomada en su primer año de universidad.

Encima de los cojines con estampados geométricos de la cama descansaba un peluche del monstruo de las galletas: sus ojos saltones le trajeron el mal recuerdo del rechazo de los muffins que el mayor y su madre se habían esmerado tanto en hacer: todavía debía disculparse por eso... y por muchas otras cosas.

Sacudiendo la cabeza, finalmente entró en el baño y se despojó de su ropa mojada y sus gafas. Una vez debajo del agua caliente de la ducha, todos sus músculos se relajaron y cerró los ojos, como si acabase de obtener su primer momento de tranquilidad después de mucho tiempo. Solo cuando se enjabonó la cabeza y un agradable olor a nueces le inundó las fosas nasales, se dio cuenta de que estaba en la casa de Wonho, duchándose en su baño, utilizando su jabón.

Su corazón empezó a latir más rápido, y decidió ignorar el nerviosismo que estaba sintiendo. Una vez duchado y secado, salió del baño con el pelo todavía un poco mojado y se empezó a vestir con la ropa que Hoseok le había prestado; efectivamente, le quedaba demasiado grande.

Se observó en el espejo del tocador y suspiró: sus piernas delgadas lo parecían aún más al estar envueltas por los vaqueros rotos del mayor, que supuestamente debían quedarle ajustados, y las mangas de la sudadera eran demasiado largas y holgadas, aunque Changkyun solía llevar prendas así de grandes como parte de arriba. Lo único de su talla eran los calcetines blancos.

El aroma que desprendía la ropa era el característico de Wonho; aquel olor dulce y primaveral se había convertido en algo familiar para él, algo que nunca quería olvidar. Por primera vez, tuvo la necesidad de ponerse las gafas para sentirse él mismo, por lo que las cogió para limpiarlas con la manga de la sudadera y se las puso.

Salió del dormitorio con el corazón golpeando su pecho, esperando encontrarse con Hoseok, pero ese no fue el caso; la pantalla del televisor estaba apagada, la mesita del salón estaba libre de cualquier bote de comida y su superficie brillaba más que cuando llegó al apartamento: era obvio que Wonho había aprovechado que se estaba duchando para limpiarla. De una puerta entreabierta a su derecha salían sonidos de platos y cacharros, por lo que Changkyun supuso que era la cocina.

Dando pequeños pasos, tomó asiento en el sofá negro del salón y esperó pacientemente a que Hoseok volviese; mientras tanto, se entretuvo jugando con las mangas de la sudadera color verde botella, fijándose por primera vez en que la frase 'Life is C between B and D' estaba bordada sobre la tela.

Estaba tan ensimismado con su distracción que no se dio cuenta de que Wonho había posado una taza con un líquido humeante sobre la mesita hasta que le acarició la cabeza para llamar su atención.

Changkyun le miró un poco sobresaltado y Hoseok sonrió antes de sentarse a su lado; el menor se fijó en que su cabello estaba mejor peinado, y que el chándal había sido sustituido por unos pantalones negros raídos, una camiseta blanca y un cárdigan gris. Verle sin ningún tipo de cosmético ni maquillaje en la cara hacía que su rostro pareciese más redondeado, más suave.

Changkyun pensó que se veía atractivo de cualquier manera.

—Bébetelo, así entrarás en calor —indicó señalando la taza con la barbilla. El pelinegro dudó unos segundos antes de tomar el cálido recipiente entre sus todavía arrugados dedos por el baño caliente y le dio un sorbo.

Wonho alzó las piernas al sofá mientras observaba cómo Changkyun se relamía al descubrir que era leche con miel y le daba otro sorbo más largo—. Sé que te gusta más el café... pero no me quedaba —explicó el mayor un poco nervioso, cogiendo un cojín floreado del sofá y abrazándolo contra su pecho. Al hacer esto, quedó al descubierto la carcasa de la película romántica que estaba viendo antes de que Changkyun llegase y la escondió disimuladamente en un hueco del sofá, volviendo a poner el cojín en su sitio para taparlo mejor.

El pianista lo había visto todo de reojo, pero se limitó a sonreír discretamente mientras seguía bebiendo.

—Está bien, me gusta —murmuró en respuesta.

El castaño suspiró aliviado y permanecieron envueltos en un agradable silencio, únicamente interrumpido por la lluvia que golpeaba los cristales; escuchar la tormenta del exterior era reconfortante.

—Te has puesto las gafas —comentó Hoseok con una voz suave. Changkyun le miró de soslayo mientras soplaba la superficie del humeante líquido, encontrándose con una expresión que provocó que su corazón se encogiese por la culpabilidad.

Sus ojos oscuros le observaban con una dolorosa melancolía, expresándole en silencio lo mucho que le había echado de menos, y sus rosados labios estaban curvados en una pequeña sonrisa triste.

¿Por qué, después de haberle hecho tanto daño, Hoseok seguía sonriéndole? ¿Cómo podía ser tan ingenuo y no esperar ninguna explicación de su parte? ¿Por qué le recibía con los brazos abiertos y no se enfadaba con él?

Changkyun apretó los labios y bajó la mirada, sujetando con fuerza la taza entre sus manos: el amor que recibía del mayor le resultaba abrumador, y por eso le correspondía la mayoría de veces con fingida indiferencia, dibujando una línea imaginaria entre ellos.

Siempre trató de no involucrarse sentimentalmente con nadie, manteniendo las distancias en un intento por protegerse. De esa manera, nadie le haría daño. Y ahora que alguien le importaba, había intentado protegerle a costa de hacerle aún más daño.

—Lo siento... —masculló Changkyun casi inaudiblemente. Wonho no hizo ni dijo nada durante un buen rato, hasta que tomó la taza de entre sus entumecidos dedos y la colocó encima de la mesa; acto seguido, envolvió su pequeña mano derecha entre las suyas más grandes y la acarició con delicadeza—. Lo siento mucho... —repitió ahogándose en sus propias palabras.

El castaño se acercó a él y le rodeó por los hombros con un brazo, apoyando la cabeza de Changkyun en su pecho sin dejar de sujetarle la mano. El pianista volvió a sentir unas ganas tremendas de llorar, estaba aterrorizado de que Wonho se hubiese cansado de dar tanto y recibir tan poco a cambio. Y el hecho de que se conformase con lo poco que le daba le dolía demasiado, le desgarraba por dentro.

La calidez del cuerpo de Wonho y su familiar aroma le dieron la confianza suficiente como para abrirse a él y, sin que pudiese controlarlo, todas las preocupaciones que le habían carcomido aquellas últimas semanas y el dolor que había acarreado él solo durante sus años de instituto salieron de su corazón y los manifestó en forma de palabras.

Le contó la historia de cómo se quiso cambiar de instituto después del primer curso, el cómo ir todos los días a la escuela se había convertido en un infierno, y el cómo no tuvo a nadie con quién hablar. Changkyun tampoco quiso contárselo a nadie, ni siquiera a sus padres; él mismo se había aislado del mundo que le rodeaba. Estaba demasiado cansado como para explicárselo a alguien, y estaba seguro de que nadie iba a hacer el esfuerzo de entenderle.

Wonho le escuchó en silencio, abrazándolo con fuerza, dándole de vez en cuando un suave beso en la cabeza.

—No pasa nada —susurró Hoseok contra su pelo cuando Changkyun se quedó en silencio—. Estoy aquí, estoy aquí... —repitió una y otra vez hasta que el pequeño chico se tranquilizó y sus músculos se destensaron.

La tormenta de exterior se calmó a medida que pasaba el tiempo, y el pelinegro se irguió ligeramente para poder mirar a Wonho, frotándose sus ojos cansados por debajo de las gafas: su cálido abrazo había tenido una especie de efecto somnífero.

El mayor le miró con agradecimiento por confiar en él y contarle sus problemas, pero ambos sabían que aún había una cuestión sin resolver y que tenían miedo de sacar a flote en la conversación.

—¿Qué te pasó estas últimas dos semanas?

Changkyun apretó los labios y desvió su mirada momentáneamente para reunir el valor suficiente y poder enfrentarse a ese angelical rostro que le observaba con tanto dolor.

—Yo... tenía miedo —reveló con la voz apagada.

—¿De qué?

—De que te hicieran daño —respondió con más seguridad. Wonho frunció el ceño sin comprender el motivo de su esquivo comportamiento; pero no le dio tiempo a objetar nada ya que Changkyun se subió a su regazo y le miró con extrema seriedad—. Quería protegerte.

—¿Protegerme? —repitió cada vez más confundido. Se suponía que era él quien tenía que protegerle, y no al revés—. Changkyun, ¿qué ha...?

No pudo seguir hablando puesto que el pelinegro posó sus manos en su pecho y le dio un rápido y torpe beso en los labios. La determinación en su mirada y el sonrojo de sus mejillas por lo que acababa de hacer provocó que Wonho se olvidase de lo que estaba a punto de preguntar.

—Y...yo solo quiero que no te pase nada.

La tímida confesión hipnotizó a Hoseok, el cual entrecerró los ojos suavemente y le observó tragando saliva. El mayor descansó sus manos en sus costados y le apretó contra él, deslizándolas poco a poco hacia abajo.

Sus dedos se colaron por dentro de los rotos del vaquero de Changkyun y tocó su tibia piel, provocándole un escalofrío. Acarició su nariz con la suya y rozó sus labios carnosos contra los más finos sin romper el contacto visual.

—Soy yo el que debe protegerte... —murmuró contra su boca antes de darle un perezoso beso. Volvió a unir sus labios en besos cortos y lentos, dándole leves mordiscos y acariciando la parte baja de su espalda.

Changkyun había cerrado los ojos y apretaba con fuerza el cárdigan de Wonho, disfrutando del sentimiento que tanto había echado de menos. Cuando sus lenguas se encontraron, le menor no pudo reprimir un sonoro gemido que les separó; el castaño le observó divertido y le empezó a dar besos rápidos por sus comisuras y sus labios aguantando una sonrisa.

—Para —se quejó Changkyun con poco convencimiento, tremendamente avergonzado por el sonido que había emitido. Pero Wonho no estaba por la labor de hacerle caso y siguió dándole besos hasta que el pianista le tapó la boca con ambas manos.

Por la forma de media luna de los ojos de Hoseok, supo que estaba sonriendo.

—Changkyunnie... —le llamó el mayor; su aliento le hizo cosquillas en los dedos, pero aun así Changkyun no los apartó de su boca—... estás muy mono con esa ropa —comentó casualmente, con la intención de fastidiarle.

—No soy mono —argumentó molesto.

—Sí que lo eres.

—He dicho que no...

Después de murmurar esa respuesta, se contemplaron en silencio y sus pulsos se dispararon inevitablemente. La cálida respiración de Wonho sobre sus manos erizó toda su piel y apartó sus dedos solo para poder acariciar sus labios rosados con delicadeza.

Su exploración pasó por sus mejillas hasta detenerse sobre sus respingonas orejas. Trazó el borde de sus aretes con sus yemas; a los ojos de Wonho, estaba siendo el adorable lobito curioso que había manoseado sus piercings en su coche, la noche en que salieron a cenar y se había emborrachado.

Cogió sus pequeñas manos entre las suyas y se las besó solo para después unir sus bocas en un beso más hambriento que los anteriores. Ambos estaban necesitados del calor que se brindaban, todo el tiempo que estuvieron sin abrazarse ni besarse les había afectado demasiado.

Wonho volvió a acariciar la lengua del menor con la suya, y esta vez Changkyun no se contuvo, suspirando su nombre mientras le atraía hacia él. Lo que más necesitaba el pequeño chico era olvidarse de todo y sentir que Hoseok estaba junto a él.

Se separaron unos segundos que Wonho aprovechó para deslizar sus gafas por su bonita nariz y dejarlas a un lado, atrapando sus labios de nuevo, primero en un beso tortuosamente lento, y después con mayor rapidez y ansias. Le encantaba ser quien le quitaba sus lentes, dejándole vulnerable y expuesto ante él.

Con destreza, Wonho le sujetó y le levantó del sofá sin dejar de besarle; Changkyun enrolló las piernas en su cintura y se abrazó a su cuello, abriendo la boca para él y disfrutando de la calidez y humedad de sus labios.

Pocos segundos después, Changkyun estaba tumbado en la cama, con Hoseok encima de su cuerpo y encajado entre sus piernas. El ligero sabor a soju que su rosada lengua dejaba sobre su boca era embriagador: su aroma primaveral y la extraña mezcla de alcohol y helado eran la combinación perfecta para hacerle olvidar todos sus problemas, llevándole a un mundo en el que solo estaban ellos dos, felices, y juntos.

Wonho se irguió con la respiración entrecortada para sacarse el cárdigan y la camiseta, dejando al descubierto su trabajado torso. Aquella visión secó la boca de Changkyun, y sintió que el corazón se le iba a salir del pecho.

El mayor se dio cuenta de esto, y no dudó en hacer movimientos lentos y circulares con sus caderas, mordiéndose el labio y disfrutando de ver la reacción de Changkyun. El pelinegro cerró los ojos con fuerza: el cosquilleo de su bajo vientre se volvió tan fuerte que tuvo que taparse la boca para evitar gemir.

—No te tapes... —murmuró Wonho volviendo a estar inclinado sobre él, ralentizando el roce entre sus entrepiernas y dándole un suave piquito sobre sus manos. Se las apartó con delicadeza para así poder dejar un rastro de besos desde su comisura derecha hasta su oreja—... quiero oírte —susurró en su oído.

Una corriente recorrió la espina dorsal de Changkyun cuando le mordió el lóbulo y dejó escapar un suspiro; Wonho siguió besándole los lunares de su cuello que tanto le gustaban y, después de despojarle de la sudadera, continuó por su delgado y suave torso.

Changkyun echó la cabeza hacia atrás y masculló el nombre de su novio con una voz temblorosa, demasiado avergonzado de mirar hacia abajo y establecer contacto visual con el dueño de la boca que ahora estaba dejando besos húmedos sobre su vientre.

Sus cuerpos no podían ser más diferentes, pero tal vez, y solo tal vez, por eso encajaban tan bien.

Cuando notó que Wonho estaba desabrochando sus pantalones, soltó un grito ahogado que alarmó al mayor.

—¿Qué ocurre? —inquirió preocupado, poniendo el rostro a su altura. Changkyun se quedó mirando sus bonitas facciones: sus labios estaban hinchados y sus oscuros ojos le escudriñaban con preocupación. Con duda, alzó sus inexpertos y temblorosos dedos y los posó sobre el pálido pecho de Wonho.

—Solo... no estaba preparado.

Changkyun podía notar el frenético pulso del corazón de Wonho a través de sus dedos; aun así, este último le dedicó una sonrisa calmada y gentil que logró tranquilizarle un poco.

—Llegaremos hasta donde tú quieras —dijo Hoseok después de unos segundos, acariciándole una mejilla con delicadeza.

¿Hasta dónde quería llegar? Eso era algo que Changkyun ni siquiera sabía. Estaba muy asustado, nunca había tenido relaciones con nadie, y el tener su primera vez era algo que le daba miedo. ¿Y si, al tener nula experiencia, a Wonho no le gustaba? ¿Y si le dolía demasiado? ¿Y si...?

No tuvo tiempo de seguir carcomiéndose la cabeza ya que el dulce beso que Hoseok dejó sobre sus labios y la comprensión con la que le estaba observando le hicieron desechar todos esos pensamientos.

Ah... de verdad le quiero.

Lentamente, una tímida sonrisa se dibujó en los labios de Changkyun y alzó el cuello para darle un pequeño y significativo beso. Wonho le sonrió en respuesta, entendiendo lo que le acababa de expresar en silencio.

Changkyun había comprendido que, siempre que fuese con Wonho, ya no volvería a tener miedo. Quería darle todo su corazón. Puede que, al hacer esto, se arriesgase a que le hiciera daño, incluso más del que todas esas personas le habían hecho durante sus años de instituto.

Pero ya no le importaba.

Aquella noche, Wonho le hizo cambiar. Sus gritos y suspiros, las marcas de besos sobre su cuerpo y el indescriptible placer que sintió fue algo que jamás olvidaría.

Shin Hoseok siempre sería el chico que se llevó su primer beso, su primera vez, y que se había convertido en su primer amor.

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Unos molestos rayos de luz golpearon la cara de Wonho y le hicieron entreabrir los ojos. Muy somnoliento, alcanzó a ver una espesa cabellera negra que le hacía cosquillas en el cuello, y se dio cuenta de que estaba abrazando el pequeño cuerpo de Changkyun por detrás.

Una amplia sonrisa decoró sus labios al recordar la noche anterior y se acurrucó contra él, abrazándolo con más fuerza y aspirando el dulce olor a champú que desprendía su pelo.

Los suaves suspiros que le había provocado al menor y el cómo se había aferrado a su cuerpo, pidiendo por más y exclamando su nombre, estaba grabado a fuego en su memoria.

Cuando a Wonho le gustaba una persona, esa atracción solía desvanecerse después del o. Pero con Changkyun era diferente, aquello iba mucho más allá que un simple capricho o una atracción temporal.

Quería estar con él, abrazarle y cuidarle.

De repente, el pelinegro se revolvió entre sus brazos y se giró hacia él, dejando a la vista el puchero que estaba haciendo mientras dormía profundamente.

Hoseok soltó una risita y le apartó unos mechones de la frente con ternura; su corazón se inundó de un sentimiento cálido, y fue entonces cuando supo que lo que más deseaba era despertar junto a Changkyun todos los días, durante el resto de su vida.

Ah... de verdad le quiero.

Ese pensamiento se quedó atascado en su mente, y se instaló en su corazón, aceptando que ya era un hecho que estaba irremediablemente enamorado del adorable chico de gafas, y que no podía estar sin él. Changkyun se había convertido en su más preciado tesoro.

No supo cuánto tiempo se quedó observando su sueño pacífico, pero la vibración de su móvil le sacó de su ensoñación. Se apartó con cuidado de Changkyun para no despertarle y se giró sobre el colchón para coger el aparato que descansaba encima de la mesita de noche al lado de dos marcos de fotos. Miró la pantalla y comprobó que eran las siete de la mañana y que Hyungwon le estaba llamando.

¿Por qué llama a esta hora?

Se frotó los ojos para despertarse del todo y finalmente deslizó la tecla verde para responder.

—¿Hola? —dijo Wonho con un tinte de preocupación en su voz.

—Wonho, tenemos que hablar.

Su seriedad hizo que todo su cuerpo se tensase y tomase asiento en el borde de la cama.

—¿Qué pasa? —preguntó temeroso. No tenía pinta de que fuesen buenas noticias, y el hecho de que Hyungwon tardase unos segundos en contestar no ayudó a calmar sus nervios.

—Estoy en el parque que está frente a tu apartamento. Minhyuk está conmigo.

—¿Minhyuk? —repitió confundido.

—Baja, te estamos esperando.

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Comments

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Mika_cavallari #1
Chapter 9: Ay por dios, justo en lo Biased. Continúa que esto me ha dejado pero más que interesada ♡