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—Mejor eso que ser estúpida. “Año bisiesto” Wohoo ¿Quieres casarte conmigo? Wohoo Tengo una maleta que se llama Louis Wohoo.—Dijo con voz de niña y con burla a una estupefacta pelinegra por tal conducta tan impropia de una mujer que debe estar rondando los veintitantos casi treinta.

—¿Quien te crees que eres? Con que derecho te atreves a juzgarme de esa manera. Y por Dios que edad tienes ¿Cinco?—Espetó con furia—Bien pues se acabó, a partir de ahora no hablaremos. No quiero saber tu opinión, te pago para que me lleves así que, sube—señaló hacia atrás al auto aparcado en la colina.

—Por mi vale, Perla. —dijo  y empezó a subir hacia el coche.

—¿A qué viene eso de perla? Agh…—frunció su seño y la siguió cuesta arriba.

Al llegar en donde  había detenido Taeyeon el auto, se encontraron con una pequeña sorpresa. Una manada de vacas se encontraban a medio camino de la carretera interrumpiendo completamente el paso. «Con un demonio» pensó la pelinegra que cerraba con fuerza los ojos por el enojo que crecía cada vez más en ella.

Taeyeon ya con una actitud calmada, sacó una manzana del bolsillo de su abrigo y se sentó en una gran roca cerca del montón de vacas. Cruzo sus piernas y empezó a comerla mientras miraba con fingido desinterés a la pelinegra quien se encontraba en estado de shock e intercalaba miradas entre la manada y la mujer tranquila frente a ella.

Stephanie sintió una corriente de indignación por la actitud de la castaña.

—¿Qué no piensas hacer nada? —reclamó. Taeyeon volvió su mirada a los animales y luego regreso a verla.

—Estoy haciendo algo —dijo con una diminuta sonrisa—Espero a que ellas decidan empezar a moverse.—se encogió de hombros.

—Por el amor de Dios. —Stephanie puso los ojos en blanco por la respuesta y se encaminó hacia la manada de vacas.

Taeyeon no despegaba su mirada de ella, le gustaba verla exasperada. Esperen… ¿Le gustaba? Bueno, la americana era chistosa y se veía tan fuera de su zona que le causaba gracia. Sí, eso era. Solo le parecía graciosa cuando arrugaba el entrecejo y la miraba como si de sus ojos dispararan rayos laser. Esos pensamientos rondaban por la mente de la pequeña castaña.

—Hola, vacas. Hemm…—Steph les habló a la manada con voz amable como si se dirigiese a un grupo de personas— Escuchen, pasé las ultimas veinticuatro horas en el infierno y no voy a permitir que un par de vacas gordas lo empeoren aún más, así que si saben lo que es bueno para ustedes, más vale que empiecen a moverse.—las amenazó con autoridad.

—Me sorprende que sepas hablar tan fluido el lenguaje vacuno —mencionó Taeyeon conteniendo la risa mientras observaba como la pelinegra empezaba a arrear con torpeza a las vacas.

Por supuesto, Stephanie ignoró su comentario y siguió en la labor de mover a las criaturas blancas con negro.

—¡Ahora! —acompañó la orden con un aplauso.—Así es. Bien vacas. Muévanse, muévanse…— Stephanie las animaba y trataba de guiarlas fuera del camino.

—¿Por qué no les propones algo a ellas? —dijo Taeyeon con burla haciendo referencia a su plan de propuesta a su novio siendo ignorada nuevamente por la pelinegra que se encontraba plenamente concentrada el arrear a la manada.

Por increíble que pareciese, la manada vacuna empezó a movilizarse lentamente hacía un costado.

—¡Sí! Vamos, caminen. Vaya ustedes son…grandes —dijo con los ojos abiertos como plato cuando una descarrilada se acercó demasiado a ella asustándola. —Whoa… solo, solo muévanse. Vamos, caminen. —dijo apartando con una mano temerosa a la vaca que se había desviado hacia ella.

—Sí, ahora se están moviendo — dijo la castaña sin pizca de ánimos. No admitiría que estaba un poco impresionada por la persistencia de la americana y el buen resultado que estaba obteniendo.—Debe ser tu personalidad. —ironizó

—La tuya es mucho mas repulsiva —contraatacó.—Así que si quieres intentarlo, seguro las espantas con solo acercarte.—Taeyeon la miró entre divertida y enojada.

La manada terminó de alejarse del camino y Stephanie sonrió con su eye smile en gesto de victoria.

—Eso, así es. ¡Lo logré! Bien hecho chicas, sigan caminando no se queden sentadas como una palurda irlandesa.

Taeyeon se atoró con la manzana que masticaba y la miró con una ceja alzada en reproche. Stephanie quien estaba de espaldas a ella se giró y extendió los brazos a los lados.

—De nada —dijo sarcásticamente con una sonrisa de orgullo. Taeyeon le sonrío de regreso con fastidio.

Stephanie comenzó a caminar de regreso hasta donde se encontraba la castaña y el auto sin fijarse donde pisaba.

—Te aconsejo que prestes atención… —Taeyeon fue interrumpida por la cara de asco de la americana al darse cuenta que había pisado un gran montón de estiércol con el tacón de sus zapatos—…donde pisas.

Ante la frustración de la pelinegra mientras sacudía su pie, Taeyeon estallo en una fuerte carcajada, acompañada de muchas más.

—Son Stilettos de seiscientos dólares… —dijo Stephanie con desgana, controlando su furia interior.

—Ponlos a lavar en la lavadora, estarán bien. —comentó Taeyeon con voz rasposa por la risa y terminando de comer su manzana.

—¿Qué los meta en la lavadora? ¿¡En la lavadora!?—explotó con molestia e incredulidad la pelinegra mientras apoyaba  mitad de su cuerpo al capó del auto para limpiar su zapato—Estos zapatos no se lavan.

Sin intención, al momento de apoyar completamente su peso en el auto éste empezó a moverse  en caída debido a que se encontraban en un camino empinado.

Stephanie trató de detenerlo como pudo pero solo lograba que se deslizara más rápido, apuró su andar y rodeo el auto para intentar abrir la puerta del conductor y frenar, pero para su mala suerte al jalar el picaporte aplicó mayor fuerza de la necesaria y termino con la pieza rota en su mano.

Taeyeon al escuchar el sonido de las ruedas se levantó de donde estaba y empezó a correr hacia el auto que avanzaba cada vez más hacia abajo.

—¡Pero qué rayos!

 Stephanie se encontraba estática con los labios formando una perfecta “O” y siendo cubierto por una de sus manos y la otra con la pieza de la puerta.

—Cariño. ¡Te tengo, bebé! Te tengo. —Taeyeon llegó hasta el auto en movimiento y se lanzó encima del capó, siendo arrastrada cuesta abajo con el auto. Le costó mantenerse sujeta y terminó soltándose. —¡Bebéééééé! —gritó arrodillada al suelo llevando sus manos en la cabeza mientras observaba como el auto se alejaba cada vez más con rapidez.

Stephanie observaba todo el espectáculo con algo de culpa y empezó a caminar hasta la castaña.

—¡Te vas a lastimar! —le gritó Taeyeon al auto con impotencia.

—¡Detenlo! ¡Mi cartera está ahí! —dijo la americana también levantando la voz.

El auto continúo rodando con potencia hasta desviarse hasta uno de los matorrales y siguiendo su camino hasta caer estrepitosamente a una pequeña laguna.

Taeyeon y Stephanie quienes  continuaron corriendo en persecución del auto llegaron hasta donde éste había caído.

—¡Oh my God! ¡Mi bebé! —Se lamentó la castaña.—Mi hermoso Renault IX ¡Mira lo que le hiciste! —le espetó a la pelinegra quien había llegado un poco después de ella.

—¿¡Lo que yo hice!? —respondió incrédula.

—¡No podías esperar a las vacas! ¿No?

—¿Y tú no podías ayudarme?

Las dos mujeres se encontraban en un enfrentamiento de miradas enojadas de la que ninguna quería ser la perdedora. Taeyeon fue la primera en voltear nuevamente hacia el auto.

—¡Tsk! Costara al menos doscientos sacarlo de ahí. —apuntó.—Y no pienso pagarlo. ¡Lo pagarás tú!

—¿Qué demonios? — Stephanie la miró y levantó una ceja.—Ni loca. ¡Tendrás que matarme para sacarme un centavo más!

—¿Es eso una sugerencia? —sonrío de lado Taeyeon cruzándose de brazos.

Stephanie llevó sus manos a la cintura para colocar los brazos en jarras e intentó responder el comentario venenoso con algo peor, pero había asuntos más importantes que atender. Como sacar sus cosas del auto antes de que éste terminara de hundirse y arruinara sus pertenencias.

Se encaminó hasta el maletero y empezó a tomar sus cosas.

—¿Qué haces? ¿No piensas ayudarme con esto por lo menos? — preguntó a la estoica pequeña que la miraba desde la distancia con el ceño arrugado y  con los brazos aun cruzados.

—Creo que ere bien capaz de tomar a  Louis sin ayuda. —respondió con desgana.

Stephanie no tenía ánimos de seguir la disputa, así que, continúo en lo suyo.

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La pelinegra empezó a subir el corto cerro por el que había caído el auto dejando atrás a la grosera y egoísta castaña.

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