Capitulo 8

10 Dias Para T (Adapt. TaeNy)

Me desperté a las once de la mañana, agitada por un griterío incontenible a pocos metros de la puerta de la habitación. Abrí la persiana y asomé la cara por el cristal; allí, frente a mí, una marabunta de gente había invadido por completo kilómetros y kilómetros de playa, despejando el espacio para los cuadriláteros que definían un buen número de campos de vóley. Me sacudí las ganas de seguir durmiendo y me metí en la ducha; cinco minutos de agua después me puse mi bikini más cómodo, unos pantalones cortos, una camiseta anudada al cuello, unas sandalias compradas durante un viaje a España y luego salí, animada por el ruido, oculta tras las gafas de sol.

Dejé atrás las escaleras que bajaban a la playa mientras escuchaba aplausos recurrentes entre el gentío; varias pancartas gigantescas anunciaban el comienzo del maratón sobre 20 campos de arena y 520 participantes, venidos desde todos los estados del país y desde el extranjero. Me dirigí hacia el paseo para comenzar mi recorrido, donde una visión más panorámica de la playa facilitaba la identificación de alguna cara conocida. Compré un zumo y una barra de cereales para desayunar y sorteé despacio la muchedumbre que transitaba por el pavimento sobre patines, bicicletas o, simplemente, a toda velocidad. Yo necesitaba pararme, examinar con cuidado, aunque sabía bien que Taeyeon no pasaría inadvertida ante mis ojos.

Ya había superado la mitad de los campos cuando descubrí un cartel clasificatorio con las fichas de los jugadores, sus características físicas y la hora de los partidos: Gail Jackson, 1,85; 73, y Kim Taeyeon, 1,74; 62. Acababan de comenzar su primer encuentro hacía escasos minutos en el penúltimo cuadrilátero de la playa. Aceleré el paso mientras sentía cómo mis nervios comenzaban a descontrolarse y, una vez en el lugar indicado, busqué por dónde asomarme hasta que al fin pude verla, inconfundible, elevando el balón por el aire antes de golpear el saque.

Vestía un bikini deportivo azul, la fiel gorra de los Yankees ocultando su flequillo y unas peculiares gafas de sol con el cristal alargado sujeto por una goma alrededor de la cabeza. Resoplaba, jadeaba, se arrojaba sobre la arena y volvía a levantarse mientras Gail remataba contra la red; entonces cerraba los puños y abría la poderosa espalda, recuperando la posición atrás antes del siguiente punto. Flexionaba ligeramente las rodillas y se apoyaba sobre ellas con las manos, asintiendo a las señales de su compañera mientras el sudor le caía por las sienes y, entonces, volvía a moverse con rapidez, alcanzando un balón alejado y salvando otro punto desde el suelo, sonriente, mordiéndose los labios en el siguiente saque. Gritaba, apuntaba con el dedo, agachaba la cabeza y hundía los pies en la arena cuando filiaba para luego estirar el cuello y dar pequeños empellones al caminar antes de volver a prepararse. Así una y otra vez, como una exhibición interminable de poder.

Durante varios minutos no fui capaz de apartar los ojos de ella. Era la primera vez que podía admirar tan plácidamente su anatomía, las caderas rectas y las piernas firmes heredadas de una práctica deportiva continuada durante años. Además, la perspectiva general bajo el sol ardiente del mediodía acentuaba la fuerza
muscular de las jugadoras y me incomodó comprobar que era Taeyeon quien despertaba mayor interés entre el público, tanto en hombres como en mujeres. Todos parecían haber notado su brillo sobre el horizonte del Pacífico, igual que la insignia de una bandera, permitiendo, quizás, que ganasen el primer set con ayuda de la simpatía general de los asistentes. Se aproximaron entonces a la grada para sentarse a beber líquido mientras intercambiaban algunos monosílabos. Entre los
espectadores que aplaudían pude reconocer a Jane junto a otros muchos animadores de la pareja con el dorsal libre U27. En mitad del descanso hubo un instante en que Tae giró el rostro hacia mi posición, pero yo ya había retrocedido, alentada por una idea genial que me alejaba de su lado unos minutos. Tardaría un poco aunque, sin duda, merecía la pena.

Me dirigí rápidamente hacia una calle próxima atestada de comercios y busqué, incesante, hasta descubrir una tienda de fotografía; me armé de valor y salí de allí con una réflex digital oscilando en mi regazo. Comencé manipulándola despacio, presa de un miedo antiguo que conocía bien, como si mi destreza casi olvidada pudiese quebrar la cámara, pero luego, al asomarme por el objetivo, conseguí domarla al mismo tiempo que anticipaba el placer de rescatar algunas imágenes a mi alrededor. Me apresuré hacia el campo; habían comenzado a jugar de nuevo y una vez allí no pude evitar descender hasta la arena, a pocos metros de Taeyeon. Mi entusiasmo y mis recuerdos me llevaron, en un principio, a hacer enfoques extremos, capturando sus movimientos con largos tiempos de obturador a partir de los cuales llegaron la concentración y una especie de calma intranquila, donde la decisión del momento del disparo pareció concentrarse en el esfuerzo de Taeyeon.
En cada estiramiento, en cada golpe, en cada gesto agresivo de ella, mi pulso no temblaba y comenzamos a comunicarnos en un lenguaje de matices que traspasaba la cámara; yo simplemente recogía su fascinante presencia, convencida de que no había en el mundo nadie tan hermoso como Kim Taeyeon, y ella
se limitaba a mirarme, a través de los cristales oscuros, regalándome innumerables sonrisas en cada parada del juego.

Finalmente, también ganaron el segundo set y, con él, el partido.

Muchos amigos e integrantes de la unidad 27 se adentraron en el campo para felicitar a las jugadoras, entusiasmados tras una primera victoria. En medio de los abrazos y gritos de celebración yo continué disparando, manteniendo una posición de convenida retirada; entonces Taeyeon, descolgándose las gafas sobre el cuello, me buscó con la mirada entre el bullicio y se acercó exultante de alegría.

— ¡Ganamos! —exclamó entre la confusión de cientos de voces.

Se echó sobre mí, incapaz de contenerse; me sujetó por las mejillas y me besó los labios durante un instante fugaz. Luego se alejó sonriente, sin darle la menor importancia, mientras yo notaba cómo mi cuerpo se descomponía en miles de granos de arena.

La continuidad frenética de los partidos propició que compartiese el resto del día con algunos de los compañeros de Tae no participantes en el maratón; la ya conocida Jane Bradley, de Alabama, activa en telecomunicaciones; Eric T. Owens, de Florida, con días de permiso y destinado en Irak; Marlon Westley, de Nevada, recientemente ascendido a sargento, y Edgard Mendoza, de Luisiana, instructor especialista. Todos, sin excepción, habían pasado al menos un año de su vida en algún destacamento de Medio Oriente y de allí narraban experiencias particularmente desagradables en un tono de humor funesto sólo asequible para ellos. Pude intuir cómo la piel curtida asomaba desde sus entrañas para hacerlos más fuertes o, tal vez, para hacerlos menos capaces de sentir cuando, en algunos momentos, asomaba en la conversación el nombre de algún mutilado; a los muertos ni siquiera se atrevían a mencionarlos, porque entonces la voz se les volvía trémula, y el empeño por no mostrarse débiles prevalecía entre compañeros como un hábito de guerra imposible de borrar. Procedían de hogares más o menos desfavorecidos, nada en común con la residencia Hwang que me había criado y, quizás por ello, me pareció que habían vivido a mayor velocidad sus días y sus noches, confirmando el viejo lema de mi padre de que la edad de un hombre se mide por la cantidad de riesgos asumidos. Recordé haber visto, en algunas ocasiones, la misma crudeza en el rostro de Taeyeon, escondida en su alma en forma de recuerdo; un reflejo del tormento que le había tocado vivir y que yo, muy a pesar mío, ignoraba del todo.

Muchos se acercaron a lo largo de la tarde para posar en fotos que prometí hacerles llegar a través de su antigua compañera, afanada en la disputa de losencuentros previos a la clasificación. Aunque competía con muchas ganas y entrega, la 27 carecía de entrenamiento profesional y, a medida que los partidos avanzaban, el grado de inexperiencia iba, restando posibilidades; Gail y Taeyeon lucharon sin tregua en el último partido de la tarde, pero acabaron perdiendo frente a una experimentada pareja procedente de Sydneyj usto antes de poder confirmar su presencia en semifinales. Hubo momentos de recuperación, bromas, abrazos, una improvisada cena alrededor de un puesto de la playa y luego un nutrido grupo de simpatizantes regresamos al Apricot's Lane, donde pude descansar un rato antes de volver a entrar en la ducha.

A las nueve de la noche sólo una persona podía tocar a mi puerta.

—Hola —saludó Gretch—  Ha empezado la fiesta en la planta baja. Vengo a invitarte.

El bronceado embellecía aún más su sonrisa y me impresionó verla de nuevo en camiseta, con sus eternos pantalones caídos y el flequillo rebelde sobre los ojos.

—Claro —respondí vacilante— Me arreglo y bajo en seguida.

Ella se quedó clavada en el umbral, indecisa, mientras nos mirábamos en silencio.

—Hoy te he echado de menos —se atrevió al fin— Hablar contigo.

—Yo también —confesé—. Me ha faltado algo. Entonces Tae suspiró, adoptando el gesto más inocente que jamás he visto.

—Vale —asintió—. Pues te espero abajo.

Se marchó mientras yo intuía cómo, por primera vez, la emoción no nos había dejado alternativa.

Me apresuré cuanto pude y pocos minutos después bajé las escaleras. Muchas de las habitaciones permanecían con las puertas abiertas y las bañeras, llenas de hielo, servían de almacén para el alcohol que discurría por los pasillos a toda velocidad; numerosos grupos se amontonaban por los rincones para fumar sustancias diversas, beber, jugar a las cartas o, en las habitaciones más retiradas, tener o más o menos disimulado sobre las camas deshechas. La planta baja estaba casi a oscuras, repleta de gente bailando de todas las formas y maneras al son de un trance extremo que estallaba contra los tímpanos. En la sala reconocí a muchos militares, pero también skaters, surferos, animadoras, turistas y otras variantes autóctonas que iban y venían, subían y bajaban, se desparramaban intoxicados contra la pared profiriendo gritos y exhalaciones. Recordé mis primeras fiestas universitarias y me abatió, por momentos, la nostalgia de otros tiempos, hasta que una cara conocida se cruzó en mi camino; era Will «Coyote» McNeill, el conductor de la noche anterior, quien se detuvo para saludarme.

—Ven conmigo —insistió—. Déjame invitarte.

No quise dejarle así que lo acompañé hasta la barra, un lugar aún más oscuro donde sólo brillaban dos focos. Mientras hablábamos divisé a lo lejos a taeyeon; la gente a su alrededor se deshacía en felicitaciones, besos y abrazos, persiguiendo la estela de magnetismo que ella siempre desprendía. Comenzó a bailar y me gustó verla moverse con la música; era agresiva e imparable, como una máquina de precisión. Me encontré, de repente, con sus ojos cuando aún estaba tratando de rehuir a mi acompañante; se había quedado quieta y tan sólo me observaba fijamente, con una expresión definitiva que parecía querer decir millones de palabras Yo me sentí atrapada, paralizada, sin atreverme a cerrar los párpados por si la perdía para siempre, y así continuamos varios segundos en los que un telón a nuestro alrededor hizo desaparecer el resto del mundo.

Me alejé de McNll escurriéndome hacia la puerta y sin retirar la vista de ella, huyendo de aquel espacio donde me costaba pensar con claridad. Tae me siguió hasta la arena de la playa, frente al océano, y allí nos paramos tan cerca la una de la otra que pude sentir el olor de su piel, su respiración mezclándose con la mía; entonces acercamos aún más los rostros y un impulso nos empujó a un beso cálido, tan eléctrico que su sabor me traspasó las entrañas.

Agarradas de la mano subimos las escaleras hasta el número 16 del segundo piso; la música y el escándalo ensordecedor de los pasillos nos aislaba de cuanto allí sucedía, pendientes solamente del contacto de nuestra piel. En la habitación comenzamos a besarnos desenfrenadamente, con ansia desordenada, fundidas en un abrazo que nos permitió tocarnos sin condiciones mientras, a tirones, nos quitábamos la ropa; intentamos dominar nuestras ganas para mordernos con suavidad,
pero la necesidad me apresuró a devorarla, recorriendo con la lengua todos los espacios de su cuerpo hasta percatarme de que, por primera vez, había tomado el control sobre Taeyeon. Ella inspiraba despacio, dejándose beber durante un tiempo de caricias profundas, un exceso que terminó cuando sus ojos se cerraron y su cuerpo entero se arqueó, doblando la ¡espalda en una larga contorsión inconfundible! Aguardé que regresase a mi boca y entonces fue ella quien me arrojó sobre la cama; se recostó de lado encima de mí y me besó de nuevo, tan violentamente que creí sentir dolor mientras notaba el calor brusco que una de sus manos provocaba al adentrarse en mi cuerpo. Quise hablar, pero no me dejó, obstinada en vigilar mi cara y mis gestos, satisfecha con cada aliento entrecortado que
salía de mi garganta; cuando el ardor se convirtió en fuego tuve que sujetarme a su nuca y apretar los dientes, dejando escapar leves gemidos mientras ella me retenía implacable, tratando de que aguantase sus maniobras hasta el final. Su bello rostro a pocos centímetros de mi cara y su pelo, rozando mis mejillas, hicieron que me abandonase a sus empeños y, cuando volví a sentir un nuevo forcejeo, la ola de sensaciones fue casi insoportable. Me dejéllevar y cedí, vencida por su morbosa sonrisa; entonces un aliento inesperado vació de aire mis pulmones mientras mi cuerpo se estremecía, incendiado como nunca antes lo había estado. Fue en ese momento cuando Taeyeon, por fin, me liberó. Entrelacé mis dedos a su mano mojada y la besé de nuevo, entre risas y sudor, irremediablemente pérdida por ella.

 

 

 

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3era victoria de nuestra hermosa Tae!!!!!!!!! Siiii sigan viendo el MV y votando xD

 

Aqui les dejo otra actualizacion gracias por su apoyo los quiero ^^ 

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Comments

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skincrisday #1
Chapter 17: Para cuando los ultimos 2 capitulos?
KazKaz18 #2
Chapter 17: OMG la leí otra vez..... yay esperando con ansias el siguiente :)
ailyn2111 #3
Chapter 17: por fin has vuelto
Skyth06
#4
Chapter 17: Ntp valió la pena esperar
SayAlover #5
Chapter 16: Seguimos esperando la actualización :(
KamJ95
#6
Chapter 16: Actualiza pronto!! Cada vez esta mas intenso. 7u7
LlamaAmerica #7
Chapter 16: Actualizaaaaaaa ahhhhh! T.T
Lari_sone #8
Chapter 16: :c ya mero terminara :´c
ailyn2111 #9
Chapter 16: muy cortoooo :c sigueeeee