Capitulo 6

10 Dias Para T (Adapt. TaeNy)

Tuve que pararme a respirar hondo antes de empezar a caminar tras ella. Aproximarme hacia el piso de Taeyeon encendió mis mejillas como cuando era adolescente, y durante varios minutos me esforcé por no decir nada, como si las palabras pudiesen romper la magia del momento. Subimos hasta un to piso, traspasamos la puerta A y nos adentramos en una buhardilla pequeña aunque luminosa con dos enormes ventanales presidiendo la estancia principal. Alrededor se disponían una habitación y un baño diminuto, ambos con las puertas abiertas, y la cocina aparecía empotrada en una de las esquinas de la sala, donde una alacena, un microondas y una nevera cercaban una pila de acero. Algunas ropas salpicaban los dos sofás frente a la televisión, apoyada sobre una mesa con ruedas, y una biblioteca rudimentaria sostenía un ordenador rodeado de papeles, revistas y libros, únicos efectos personales que se hallaban a la vista. No había cuadros en las paredes, ni alfombras, ni cojines, ni cortinas; sólo una provocadora lámina de Gwen Stefani decorando un rincón y un plano de corcho clavado entre los marcos de las dos ventanas, atiborrado de postales y fotografías.

—Lo tengo un poco desordenado —se excusó — Pero mientras tanto.

—Sí, ya sé —repliqué haciendo memoria— Mientras encuentras lo que quieres.

Asintió con un guiño al mismo tiempo que arrojaba la mochila al suelo y se desprendía de la cazadora y la gorra. Luego fue a la habitación para rebuscar algo en una caja de madera labrada.

—Siéntate donde quieras —indicó, al volver a mi lado— Aquí están; fotos profesionales para una revista deportiva.

Me alargó un libro grande de recias pastas negras.

—Échale un vistazo mientras me ducho — declaró— No tardo un minuto.

Entonces desapareció tras la puerta del baño.

En realidad fueron diez los minutos de tensa espera, a lo largo de los cuales experimenté temblores y escalofríos debidos, en gran medida, a mi sensación de estar actuando mal, a la falta de coherencia entre mi comportamiento y mis ideas, como si me hubiese reencontrado con una parte de mí misma a la que no me había enfrentado nunca. Miré a mi alrededor con preocupación; estaba en un lugar extraño con una persona a la que apenas conocía y que, de repente, había ocupado un espacio inmenso dentro de mí mientras yo insistía en negarlo o ignorarlo. Su presencia tan cercana al otro lado de la puerta me hizo sentir que había caído en
una trampa, una encerrona construida paso a paso de la que quise librarme encontrando otros culpables cuando mi principal deseo era quedarme con ella, a su lado, el máximo tiempo posible. En vano intenté destruir aquellos pensamientos a través de sus fotos, una impresionante colección de imágenes en torno a una piscina olímpica que revisé, una y otra vez, con la esperanza de ahuyentar mis verdaderas intenciones.

— ¿Te gustan? —preguntó vestida con ropa informal y el pelo húmedo pegado a la cabeza.

Mis ensayadas defensas cayeron al verla de nuevo, sonriente y feliz, acercándose a mí con
olor a gel de baño.

—Son geniales —afirmé— Eres una modelo excepcional.

—Las hizo Joe Bradford, un fotógrafo de deportes de riesgo —me informó—  Son las únicas que tengo.

— ¿Por qué? —pregunté sin pensar.

—Después sólo me llamaba para proponerme cosas extravagantes. Supongo que mi anatomía
tiene la culpa —rió.

—A mí me pareces perfecta tal cual eres — declaré dejando que las palabras se me escapasen de los labios.

Ambas quedamos atrapadas en un incómodo silencio. Yo busqué por toda la habitación un flotador de salvación y, finalmente, lo hallé clavado en el corcho de las ventanas.

¿Y eso? —exclamé huyendo del sillón a toda prisa.

Permaneció callada mientras yo examinaba la instantánea, una foto ampliada de un grupo de
soldados vestidos con el uniforme de camuflaje y saludando a la cámara en un paisaje desértico; uno de ellos era Taeyeon

—Casi dos años en una unidad mecanizada en Afganistán —confesó— Justo antes de venir aquí, pero también escapé de eso. Aún llevaba las botas militares cuando comencé en el Tambourjne. El resto, ya lo sabes.

Su semblante triste parecía guardar un secreto doloroso que no deseaba contar y que yo procuré evadir.

—Parecen buenos compañeros —comenté tratando de suavizar su gesto.

—Lo son —asintió— Antes nos veíamos más a menudo. Solíamos jugar al vóley playa cuando
estuvimos destinados allí. Entre las chicas, Gail y yo éramos las mejores.

Hace dos años que participamos en el maratón de Santa Mónica, pero este año no he podido ir.

— ¿Por qué? —pregunté intentando animarla.

—No tengo dinero —confesó ella— El alquiler, el gimnasio, las visitas a mi padre. No puedo permitirme California.

Suspiró y yo sentí un malestar en el estómago, como si la pesadumbre de ella me atravesase
las entrañas.

— ¿Cuándo es el torneo? —insistí incapaz de dejarme vencer.

—Mañana —anunció ella con una mueca de impotencia— El sábado son los clasificatorios y el domingo, las finales.

Entonces una ola de energía me atravesó el cuerpo encendiendo todos mis sentidos.

—Todavía puedes ir —exclamé— Te acompaño.

Tae abrió la boca como un pez fuera del agua mientras yo seguía planificando en voz alta.

—Si cogemos un avión esta noche, mañana temprano estarás en Santa Mónica.

—Espera —se detuvo— ¿Estás hablando en serio?

—Claro —asentí emocionada por el sonido irracional de mis palabras. Seré una especie
de patrocinadora. Además, me apetece ir a la playa.

Ella se mordió los labios incrédula.

—No puedo aceptar —renunció— Apenas nos conocemos y, además, probablemente no pueda
devolverte el dinero.

Me detuve. ¿Qué puedes perder?

Se quedó callada, meditando. Parecía entusiasmada, pero, al mismo tiempo, no entendía lo que estaba sucediendo.

—No lo sé —exclamó buscando una respuesta en mis ojos.

Desvié la vista, incapaz de sostenerle la mirada; entonces reparé en que mis manos, de forma
espontánea, estaban pasando las páginas del libro de Joe Bradford.

—Tendré la oportunidad de volver a hacer fotos —se me ocurrió al fin— Te ayudaré a renovar
el álbum. Tú tendrás tu viaje y yo, una modelo gratis.

Un sincero hilo de credibilidad en mi voz hizo que aquello no sonara como una excusa, aunque
aún tuvo que reflexionar durante algunos segundos más.

—Supongo que tienes razón —decidió emocionada— Entonces, nos vamos.

A las dos nos abrumó una alegría incontenible, como si hubiésemos logrado una victoria a contrarreloj.

—Voy a hacer la maleta —me despedí mientras buscaba el móvil en el bolso— En cuanto haga
la reserva en el primer vuelo con plazas libres, te llamaré para coger el taxi al aeropuerto.

—Fany —me interrumpió con el rostro resplandeciente— Gracias.

Salí por la puerta a toda velocidad tratando de comprender por qué ni siquiera un avión me asustaba más que Kim Taeyeon.

Cate apareció en el apartamento mientras yo terminaba de componer un equipaje de fin de
semana en una de mis bolsas de mano.

— ¿Qué está pasando? —me preguntó con tono de preocupación— ¿Vuelves a Boston sin
avisarme?

Alcé la cabeza sorprendida; el torbellino en el que estaba sumergida me había hecho olvidar
mi repertorio de salidas ingeniosas.

—Tengo que irme. —titubeé.

Cate percibió mis nervios y se adelantó.

—Por favor, no me mientas —pidió casi ofendida— Me haces sentir como una delatora o algo así.

Agaché la cabeza ligeramente avergonzada.

—Me voy a Santa Mónica —expliqué dispuesta a decir la verdad— El avión sale dentro de tres
horas.

— ¿Cómo se llama? —me interrumpió de pronto. Yo vacilé, presintiendo que aquel era el peor momento para conversar.

—No pensarás que me he creído ese cuento sobre Nick —se quejó—. Te escapas con su  amigo, ¿no? Aún sigues con él.

Asentí muy despacio, aprovechando ese otro plazo de tiempo que Cate me ofrecía antes de
descubrirme.

—Júrame que, a pesar de todo, no te enfadarás —le supliqué— Prometo confesar a la vuelta.

Cate torció el morro y después me abrazó como siempre.

El taxi atravesó Queens antes de dejarnos en el aeropuerto de La Guardia pasadas las ocho de
la noche. Todo fue tan rápido que apenas pude apreciar lo que sucedía a mi alrededor; las
luces de las salas de espera brillaban ante mí como fogonazos hipnóticos, mareándome hasta
bloquear por completo los sentidos de mi cuerpo. Mi estado de trance empeoró cuando
atravesamos la puerta de embarque y comencé a caminar embotada, casi sonámbula,
acrecentándose en mi garganta una horrible sensación de ahogo. Tae habia notado mi tensión desde el principio, pero mantuvo silencio; se limitó a permanecer muy cerca de mí, atenta a cada uno de mis movimientos, velando por mis fuerzas a mi lado. Yo presentía su mirada a cada momento y tal vez ese cuidado me proporcionó la voluntad suficiente para entrar en el avión y desplomarme sobre la butaca; el corazón me palpitaba a tanta velocidad contra el pecho que me asaltaron unas ganas terribles de gritar. Entonces,Tae, sentada a mi lado, me susurró
dulcemente al oído.

— ¿Otra vez el miedo? —adivinó— Dame la mano. Y cierra los ojos.

Obedecí. Me aferré a su brazo y lo sentí tibio, tranquilo, relajado; ella me sonreía y yo retuve su imagen antes de bajar los párpados, como un salvavidas en mi cabeza. Respiré profundamente y el aparato despegó conmigo dentro, pero, mágicamente, mi espíritu ya se había liberado de todas las cadenas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Comments

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skincrisday #1
Chapter 17: Para cuando los ultimos 2 capitulos?
KazKaz18 #2
Chapter 17: OMG la leí otra vez..... yay esperando con ansias el siguiente :)
ailyn2111 #3
Chapter 17: por fin has vuelto
Skyth06
#4
Chapter 17: Ntp valió la pena esperar
SayAlover #5
Chapter 16: Seguimos esperando la actualización :(
KamJ95
#6
Chapter 16: Actualiza pronto!! Cada vez esta mas intenso. 7u7
LlamaAmerica #7
Chapter 16: Actualizaaaaaaa ahhhhh! T.T
Lari_sone #8
Chapter 16: :c ya mero terminara :´c
ailyn2111 #9
Chapter 16: muy cortoooo :c sigueeeee