Defiance

Close To You
Please Subscribe to read the full chapter

Su madre le dedicó una mirada algo escéptica antes de entregarle las tarjetas y la bolsa de tela en la que debía colocar sus compras, le dio un beso, le enrolló la chalina al cuello y al fin lo dejó partir.

Sabía que no podía culparla; era inevitable que su repentino interés y voluntad de ir por todo lo necesario para llenar su despensa no levante sospechas si hasta hace un par de semanas tenía pintada cierta resignación en la cara. Ella sabía que no odiaba hacerlo y en el fondo le generaba cierta expectativa salir y conocer los alrededores, pero tampoco mostraba la emoción tan evidente de ahora. A sus ojos era como si de una semana para otra se sintiera tan motivado a ir que incluso, como quien no quiere la cosa, se colaba en la cocina y le señalaba que algún insumo se estaba acabando para luego agregar: “Supongo que tendré que ir el sábado al supermercado”.

Ya afuera, nuevamente sentado a la espera de su ruta, volvía el rostro cada cinco segundos en dirección a su vecindario, como si esperara a alguien. Agitaba su pie inquieto y arrugaba la bolsa entre sus dedos mientras le pedía a la vida que su bus se tarde solo un poco más. Sin embargo, este apareció tan puntual que no tuvo más remedio que abordarlo a regañadientes, con la nariz perdida en la chalina y la cabeza gacha.

Se ubicó al fondo, como siempre, y ya más sereno porque sus padres de igual forma podrían enviarlo nuevamente la siguiente semana, decidió matar el tiempo revisando su teléfono. Estuvo así apenas unos segundos cuando, al ponerse en movimiento el autobús, oyó un estruendo muy cerca, como un plástico que se arrugaba. De inmediato levantó la mirada y ahí estaba.

Otra vez, como siempre, con unos segundos de retraso, pero ahí estaba.

Era la tercera vez que lo veía abordar esa ruta, solo que ahora estaba solo.

Vaciló un momento, su naturaleza introvertida lo mantenía preso en el asiento e incapaz de tomar acción; sin embargo, en cuanto sintió que el bus giraba en una curva y lo vio haciendo aspavientos para mantenerse en pie aun con lo que sea que llevara en la mano, alguna chispa se encendió en su cuerpo y alcanzó a estirarse a tiempo para sostenerlo por los brazos e impedir su caída, así como que se arruine ese lindo paquete.

—¡Muchísimas gracias! —exclamó el muchacho, seguramente tan o más angustiado que él de que se eche a perder lo que, aparentemente, se trataba de un regalo—. ¡Ya daba esto por perdido!

Lo soltó al instante al notar que llevaba mucho rato tocándolo innecesariamente y se acomodó en el asiento para darle espacio y pueda ubicarse a su lado; su mirada clavada en la punta de sus zapatos en todo momento. El muchacho colocó sobre su regazo una caja de color verde agua de considerables dimensiones y que iba decorada con un enorme lazo satín del mismo color, totalmente ajeno a lo que le ocurría a su salvador.

—Es un regalo importante —comentó como para hacer conversación—. Debí quitarme los guantes antes de subir, eso hizo que me resbale y no alcancé a sentarme antes de que el conductor arranque…

En efecto, tenía unos guantes bastante afelpados que hacían lucir sus manos enormes. Sus manos en cambio estaban desnudas y, por lo que podía ver, eran mucho más pequeñas que las suyas.

Aún inseguro e incapaz de volver por completo el rostro, se removió un poquito y asintió despacio como para que entienda que estaba oyéndolo.

—Creo que se golpeó un poco… —lamentó el chico algo preocupado, dándole una vuelta a su paquete para comprobar si era cierto. Al mirarlo por el rabillo del ojo luego de cobrar algo de valor, notó que sus labios se habían fruncido en un puchero—. Bueno, solo tiene una pequeña hendidura, así que no pasa nada. Ni se nota.

Llevaba un par de sábados observándolo desde ese mismo asiento y a la misma hora. Las veces pasadas iba acompañado de dos amigos; los tres vestían un buzo, por lo que intuyó que se reunían para hacer deporte. La posibilidad de hablar con él le quemaba la garganta, pero se conocía lo suficiente como para saber que eso jamás ocurriría: en principio, nunca iba solo; luego, estaba el hecho de que él jamás reuniría el valor para hacerle conversación, así que con verlo ahí cada semana tenía más que suficiente.

Pero ese día estaba solo. Estaba hablándole. Estaba sentado a su lado y acababa de darle las gracias por haberlo ayudado. Aquello que hasta la semana pasada creía imposible estaba ocurriendo y sin embargo no era capaz de siquiera saludarlo o como mínimo presentarse.

—Disculpa…

Tenía los párpados ligeramente apretados y había puesto su mente a trabajar a toda marcha en busca de alguna pregunta lo suficientemente inteligente para sostener la plática al menos de forma decente mientras retorcía un poquito su bolsa entre sus dedos, pero entonces su voz lo interrumpió.

Se giró apenas unos centímetros porque sentía que lo llamaba y no podía seguir rehuyéndolo cuando en realidad no hacía más que desear averiguar un poco más sobre él, y entonces descubrió que el muchacho lo observaba muy atento. Sus enormes ojos cafés parecían estar examinando cada una de sus facciones.

—Quizá me equivoco, pero… ¿acaso nos conocemos?

Mentiría si dijera que no se sabía algo cobarde. Antes de asomarse por los casilleros, echó por lo menos cinco vistazos a los alrededores para por fin correr y ordenar todo lo que necesitara a las prisas y salir de ahí cuanto antes.

Le había prometido a Minho que iría a verlo a su práctica y el día finalmente había llegado. Era martes, estaba a punto de salir del aula cuando un puntapié en la parte posterior de su tobillo por parte de un desconocido que se agolpaba entre sus demás compañeros lo detuvo. Se inclinó despacio y levantó un poco la basta del pantalón para ver si quedaría algún moretón, pero entonces sintió su móvil vibrar dentro de su chaqueta.

“Tengo práctica hoy :D”

Al leerlo, dejó escapar una risita nerviosa porque en realidad ya lo sabía y el mensaje no era del todo necesario. Pero Minho era así, al fin y al cabo.

“Pero si tienes algo que hacer, no te preocupes. Quizá tengas hambre”.

“Estaré allá en un momento”.

Muchas veces los miembros del equipo lo convencían de tener prácticas repentinas. Debido a que la gran mayoría ya estaba en su último año, sus horarios eran un poco inestables en cuanto a tener tiempo libre, así que intentaban aprovechar esas oportunidades al máximo. Minho, tratando de mantener el orden como el líder que era, les regañaba esa actitud y aducía que todo era cosa de organizarse para mantener un horario fijo, que debían acostumbrarse pronto a saber manejar un horario porque de lo contrario no sobrevivirían a la vida universitaria; pero también, como el líder que era, los escuchaba y entendía, así que accedía a organizar prácticas de último minuto si ninguno se oponía, incluso si eso suponía sacrificar su tarde.

Sin embargo, ese día lo había cuadrado con mucho cuidado. En el momento en que Taemin le propuso ir a verlo le explicó aquello de lo imprevistos que eran algunos de sus juegos, pero también le preguntó qué días tenía libre para mover a su equipo y que puedan jugar.

Así que estaba muy advertido de que estaría completamente solo a la salida, y a eso se debía su recelo y temor. De una semana para otra los ataques empezaron a cobrar cierto impulso, y ese reciente puntapié era prueba de ello.

Ni siquiera quiso ver con detenimiento el casillero, ya sabía que seguro alguien había colado algo desagradable; lo habían hecho ese mismo lunes, ¿para qué molestarse? Además, Minho y sus amigos debían estar allá listos para empezar.

El hecho que más lo sorprendió esa semana, al margen de la nota denigrante que halló entre sus libros —que a ese punto ya poco le sorprendía, valgan verdades— fue descubrir que, lejos de lo que imaginaba, los amigos de Minho en verdad lo recordaban e incluso se acercaron a saludarlo. Él, claro, se quedó tieso y apenas les contestó con monosílabos y una sonrisa, pero ellos no se ofendieron en lo absoluto y más bien parecieron comprender que esa era su naturaleza.

—Minho nos dijo que eres un poco callado, que no pensemos que eres engreído o alzado— le explicó Jumnyeon, el que aparentaba ser el más atento de todos ellos. Chanyeol asintió a la par.

—A mí también me gusta bailar —le comentó emocionado Donghae, y a Taemin le pareció reconocer en su sonrisa cierta inocencia—. Si algún día es posible, podríamos practicar todos o podrías enseñarnos un poco.

Luego de eso, cuando se cruzó por los pasillos con Jongin, lo encontró en una situación similar a la que había vivido: Taehyung y un chico más que no reconocía le hacían plática. Cuando habló con él, este le dijo que realmente los amigos de Minho eran sumamente amables y muy diferentes en comparación con los tipos que había conocido en su otra escuela. A Jongin le sorprendía que, pese a que todo mundo se detenía a verlos pasar, ellos parecían no darle importancia o siquiera notarlo y se comportaban como alumnos comunes y corrientes.

Tiró los libros dentro y sacó aquellos con los que pensaba practicar esa tarde para luego, tras echar otro vistazo, prácticamente largarse a correr con rumbo a las canchas.

Solo pudo respirar con calma una vez que dejó atrás el edificio de la escuela y se halló a unos pasos de las bancas.

Tal como sospechaba, ellos ya se encontraban ahí, de espaldas a él, dispuestos en equipos platicando sobre algo entre risas. Chanyeol sostenía en una mano el balón y Donghae tiraba un poco de su brazo para que lo baje y, supuso, empiece el juego. Minho reía porque este no era lo suficientemente alto para derribarlo.

—Así que sí estás aquí.

Casi pudo jurar que el corazón le dio una voltereta en el pecho.

—¿J-Jinki?

Este se sentó a su lado con las piernas recogidas contra su pecho y agitó suavemente su mano a manera de saludo.

—Bummie me dijo que estarías aquí. Jonghyun quería venir, pero no le alcanzó tiempo. Su madre le pidió que vuelva rápido a casa para ayudar a su hermana y sabes que jamás podría negarse a nada que le pida —Taemin asintió despacio e imitó la postura de Jinki—. ¿Cómo estás?

—Bien… —respondió receloso y extrañado. No le parecía raro que muestre interés en él, pero de igual forma, la pregunta le sonó algo sospechosa, como si tuviera otro significado detrás.

—Ya casi no escribes en el grupo y no dices mucho durante las clases que compartimos juntos. ¿Hay algo de lo que quieras hablar conmigo?

Claro que lo había, el mismo Jonghyun le había sugerido hacerlo, y por eso sintió un pinchazo de culpa. Además, Jinki le hablaba con un tono tan dulce que su sola voz le garantizaba que lo comprendería pase lo que pase. Sabía que no estaba obligado a contarle sobre sus preocupaciones, pero siendo su amigo y habiéndolo tratado con tanto afecto desde el instante en que se conocieron, no podía evitar sentir que de alguna forma estaba fallando a su confianza. Seguramente le preguntaba por genuina preocupación, no por cotilla.

—Jonghyun habla bastante de ti conmigo estos días. —Taemin giró el rostro tan fuerte que casi se desnuca. No, Jonghyun no podría… —. No diría que está preocupado, pero sí está… ¿pensativo? La verdad es que no me dijo tu nombre, pero yo intuí que se trataba de ti. Hace unos días me dijo “¿Qué harías si persona A necesita un consejo muy personal y persona B, que es su amigo, ya se lo dio, pero persona A parece no decidirse y persona B quiere que alguien más le ayude porque persona A está muy confundido?”. Sé que no se trata de Kibum, él es más directo y si tuviera algún problema, me lo plantearía directamente.

—En realidad, no pasa nada…

—No digo que no seas directo tampoco —juntó los labios en una sonrisa y le dedicó una mirada que a Taemin se le figuraba muy tierna—, es solo que te cuesta dar el primer paso. Cuando nos conocimos, comprendí que tú eres así y hay que darte tu espacio y tu tiempo. Así que cuando estés listo —Se puso de pie y le tendió una mano para que este la estreche. A Taemin siempre le gustó que lo trate de esa forma y no como un mocoso al que había que cuidar— estaré esperando para que me cuentes qué te preocupa.

No podía considerarlo un chantaje porque lo que movía a Jinki era el cariño que sentía por él y sus palabras eran totalmente honestas. Lo sabía.

Antes de que alcance a dar un paso, lo detuvo tomando su muñeca.

—Es… una larga historia… No sé si sea apropiado contarte ahora…

—Por eso te dije que puedo esperar.

Y ahí estaba, esa sonrisa de oreja a oreja que lo hacía sentir bienvenido, aceptado, como si fuera un hermano.

—Pero sí quiero decirte…

—El juego durará por lo menos una hora y recién van a empezar. Tenemos tiempo y nadie va a oírnos.

Estaba tan enfocado en su conversación con Jinki que por poco olvida cuál era la verdadera razón de su presencia en ese lugar. Volvió entonces la mirada y sus ojos se toparon con Minho que agitaba una mano en el aire y luego se echaba a correr detrás del balón, con lo cual daba inicio el juego.

.

.

.

—¿Por qué alguien te arrojaría un papel en plena clase y, peor aún, el primer día? Es algo que aún no entiendo.

Sabía

Please Subscribe to read the full chapter
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
Leah0410 #1
Chapter 3: Son pocas las historias que se encuentran en español por aquí o quizás soy yo q no las noto 😆, me encanta tu historia y tu forma de escribir Gracias 😊! Muy buena historia espero con ansia el siguiente capítulo 😊