Fate

Close To You
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No acostumbraba salir demasiado porque prefería pasar tiempo en casa, practicando su técnica o simplemente estudiando. A veces tenía intención de ayudar a su madre en la cocina, pero ambos habían acordado que aquello no era lo suyo. Si ella le pedía que saque alguna cosa del refrigerador, lo hacía pero al instante ya había desaparecido de sus manos y solo lograba hacerle perder el tiempo o terminaba rompiendo algo. Ella no se enojaba, por supuesto; de hecho, se reía, pero por el bien de su cocina prefería tener a su hijo y sus manos torpes lejos de ella. En cuanto a los quehaceres, sencillamente se hacía cargo de lo suyo y ya con eso su madre se daba por satisfecha.

 

Quien por lo general hacía los encargos era Taesun, su hermano, pues, pese al poco tiempo que llevaban viviendo ahí, conocía más y muchísimo mejor las calles, además de que no se distraía en el camino. Si bien Taemin no se perdía, tampoco llegaba demasiado lejos a no ser que se haya preparado previamente (guías, referencias), y, por otra parte, él sí se distraía con facilidad y con cualquier cosa, por lo cual pedirle que vaya más allá al centro de la ciudad era demasiado. Taesun a veces pensaba que su hermano lo hacía adrede con tal de no forzarlo a cumplir los recados, incluso su madre llegó a dudar que sea totalmente casual o parte de su natural torpeza que siempre termine echando a perder algo en la cocina, pero nunca lograron probar nada.

 

Sin embargo, Taesun paulatinamente empezó a deslizar sus molestias al respecto: los días que debía ocuparse de aquello eran los fines de semana, y siendo ya un universitario hecho y derecho que vivía el estrés que conllevaba su edad, ese asunto le molestaba, pues esos eran los únicos días que tenía libres, ya sea para repasar sus materias o tomarse un descanso y salir con sus compañeros. Frente a ello, sus padres acordaron que ya era tiempo de delegarle esa responsabilidad a Taemin.

 

El hecho de salir, sin embargo, le emocionaba hasta cierto punto. No era que le desagradara la idea, más bien una de las razones por las que prefería quedarse a ensayar era que no tenía con quién pasar sus tardes. Se habían mudado hace ya un tiempo; no obstante, debido a su casi nula capacidad para relacionarse (pese a que siempre resaltaban lo educado y amable que era), no fue capaz de hacer amigos. Debido a eso sus padres no se opusieron en lo absoluto a que asista a cuanta actividad se organice en su escuela, pues pensaban que era una magnífica oportunidad para que su hijo haga amigos en ese nuevo entorno y deje de estar tan solo. Las cosas, desafortunadamente, no resultaron como esperaban. Pero estaba bien, porque el lado positivo de todo eso era que cada día pulía más y más sus habilidades.

 

Salir solo tenía su encanto, pensaba, no podía negarlo. Aunque siempre sentía el miedo de quedar prendado de algo (música, un artista callejero, por ejemplo) y olvidar el camino de regreso, se sentía impulsado a explorar la ciudad. Le sabía a madurez. Así que cuando le anunciaron que definitivamente ya era tiempo de ocuparse de los encargos de su madre como las compras de la despensa, las medicinas y cualquier cosa que surgiera, que ya era tiempo de enfrentarse al mundo como el muchacho que era, él se lo tomó bastante bien. Preguntó por las direcciones, cómo orientarse, qué autobús debía abordar, qué precios eran razonables, entre otras tantas cuestiones.

 

Esa mañana su madre lo despidió con una caricia en el pelo y muchas recomendaciones; su padre por su parte le repitió que tenga cuidado con el teléfono, que palpe cada tanto su bolsillo para corroborar que se hallaba allí y que, por lo que más quiera, no lo pierda porque no estaban en posibilidad de comprarle otro. Él oyó atentamente todo lo que le decían, tomó su abrigo del perchero, se acomodó la chalina y finalmente partió.

 

El camino rumbo a la estación de autobús era sumamente corto, así que hasta ese momento estaba triunfando. Esperó y esperó, sentado sobre la banca, hasta que por fin este hizo aparición. En la parada solo se hallaba él, así que subió sin contratiempos y rápidamente se ubicó en la parte posterior, al lado de una ventana: el último asiento disponible. No podía creer que tuviera tanta suerte.

 

Cuando el chofer estaba a punto de poner en movimiento el vehículo y él ya se colocaba los audífonos, oyó un golpe sordo contra la puerta delantera que lo sobresaltó. Sabía que no habían atropellado a nadie porque no se habían movido un centímetro, pero no podía imaginar qué otra cosa podía ser.

 

…Will I wait a lonely lifetime?
If you want me to, I will

 

Una canción ya se dejaba oír. La puerta se abrió y resultaron ser simplemente unos chicos que en medio de su desesperación por no perder el autobús no se les ocurrió mejor idea que arrojarse a este y rogar que los dejen entrar. Taemin los examinó un momento:  ropa deportiva, buzos sencillos, mochila a la espalda, agitados seguramente debido a la carrera, pero sonrientes y aliviados de haberlo logrado.

 

For if I ever saw you
I didn't catch your name

 

Echó un ojo por la ventana y vio que los alrededores de su vecindario ya se perdían de vista. Dispuesto a volver a enfocar su atención en su móvil y su lista de reproducción, dio un suspiro y giró el rostro, pero movido por un extraño impulso, en lugar de mirar directamente a su teléfono, su mirada se detuvo en los recién llegados.

 

Parpadeó fuerte porque definitivamente tenía que tratarse de una alucinación.

 


But it never really mattered
I will always feel the same

 

Más alto que sus amigos, cabello castaño, ligeramente revuelto por la carrera, la sonrisa indeleble, total e irremediablemente tatuada en su memoria, y enormes ojos cafés.

—P-Pensé que no había nadie…

 

Taesun no tenía nada importante que hacer ese sábado y él sentía que podía aprovechar mejor su día haciendo algo en lugar de permanecer en casa, o más exactamente, encerrado en su habitación. Necesitaba despejarse un poco. O eso se decía a sí mismo. Así que decidió tentar a su suerte y le pidió prestada la bicicleta a su hermano. En realidad, según sus padres, era de ambos, pues debido a lo diferentes que eran sus horarios, esta se daba abasto para ser utilizada por los dos, pero siendo mayor Taesun, Taemin sentía que como parte del respeto que le debía, era necesario, cuando menos, avisarle que pensaba usarla. Él no se opuso, solo le pidió encarecidamente que la cuide y lo dejó partir.

 

Su madre en cambio lo barrió de pies a cabeza cuando lo oyó. Ella estaba sorprendidísima, en principio, porque casi nunca salía más que a la escuela y, segundo, porque si iba a usar la bicicleta, eso implicaba que no iría para allá, pues para eso tenía el autobús y con él se evitaba la fatiga.

 

Taemin no quiso entrar en detalle y ella supo respetarlo. Al fin y al cabo, ya se había habituado a las calles y no se perdía como antes, así que no habría problema. Lo vio acomodarse los zapatos y colgarse la mochila a los hombros sin decir palabra, pero reflexionando sobre lo mucho que había crecido su hijo, por lo que no pudo evitar soltar un suspiro. Él se giró al instante con una sonrisa extrañada, porque, claro, no entendía a qué venía aquello, pero ella le restó importancia y solo le pidió que vuelva temprano para la comida.

 

Ya afuera, montado en ella, se dio cuenta de que en realidad no tenía idea de qué quería hacer. Solo había salido de casa movido por un impulso y en ningún momento se detuvo a pensar en algún plan. Solo quería ponerse a hacer algo útil. ¿Qué podría hacer alguien como él que sea útil?

 

“¿Cierto que eres el mejor de todos ellos?”

 

Sacudió la cabeza al instante y aferró sus manos al volante, un pie aún en el suelo y el otro en el pedal, indeciso. Para aclarar su mente o terminar de decidir qué hacer, resolvió que lo mejor sería ponerse en marcha ya y, de ser necesario, simplemente dar una vuelta por los alrededores.

 

Al menos lo intentó. Pero irremediablemente terminó frente a la escuela porque en sí, no le quedaba otro lugar al cual ir además del supermercado. No fue a propósito, sin embargo. Para cuando tomó conciencia de qué estaba haciendo, como si se hubiera movido por inercia, descubrió que la bicicleta ya recorría la acera de la entrada principal y aunque quiso enojarse consigo mismo, pensándolo bien, fue la mejor decisión.

 

Una vez dentro y luego de dejar la bicicleta asegurada, sin pensarlo realmente, sus pasos lo llevaron hasta la sala de prácticas. No estaba en sus planes desde un inicio practicar; de haber sabido que de igual forma iba a terminar allí, habría llevado consigo ropa más adecuada: sus jeans no le imposibilitarían bailar, pero no negaría que algo más ligero le habría sentado mejor. Se deshizo del abrigo y la chalina y quedó solo con la camiseta de mangas largas. En ese momento sentía algo de frío, pero sabía que la sensación desaparecería en cuanto comenzara a ensayar.

 

De camino hasta allá, no se topó con nadie. Sabía que el conserje debía estar merodeando por el patio o los servicios, pero no lo vio. Seguramente también habría unos cuantos maestros; sin embargo, en cuanto al alumnado, al ser sábado muchos preferían ocupar su tiempo repasando arduamente sus lecciones o quizá, en el caso de los más despreocupados, con sus amigos, por lo cual tenía la total certeza de que no se cruzaría con nadie y podría practicar con libertad. Muchas veces los propios miembros del club le sugerían —forzaban, en realidad— que no incluya ciertos pasos en la rutina pues, según decían, no armonizaban con la propuesta del grupo. Él, claro, no les creía, pero tampoco protestaba. Sentía que no tenía el derecho de hacerlo siendo ellos mayores y más experimentados.

 

Ya con el móvil listo reproduciendo la música que necesitaba y hecho su calentamiento, simplemente le fue imposible no dejarse llevar. Además de ser un ensayo con el fin de pulir aún más sus habilidades, era un momento íntimo suyo, un momento para disfrutar de aquello que tanto le apasionaba. Cada tanto daba un giro sobre su eje y se llevaba una mano a la frente como si sostuviera un sombrero imaginario y se echaba a reír porque hacer aquello lo hacía demasiado feliz. Estaba a punto de repetir un paso que había creado por sí mismo con la intención de mostrárselo a sus compañeros, y con la esperanza de que esta vez sí sea aceptado, cuando un ruido a su espalda lo dejó petrificado.

 

—De verdad lo lamento, no quise interrumpir—

 

Era la botella que había dejado a un lado de la puerta. Esta había sido derribada con la abrupta aparición de alguien.

 

Él siguió sin hacer más movimiento que el de girar su rostro para identificar a quien sea el invasor. En sí, la verdadera razón era que quería recordar su rostro en caso se trate de uno de sus acosadores.

 

—Lo siento mucho —continuó el muchacho. Taemin notó al instante que este era más alto, de cabello castaño, tez dorada y pómulos marcados—, pero por favor, no te detengas.

 

Silencio.

 

—Soy Jongin —se presentó y dio un tímido paso adelante. Debió notar que Taemin retrocedió instintivamente un milímetro porque en el acto dejó ver su sonrisa—. Soy de primer año y quería unirme al club, pero no conocía a nadie así que decidí venir a averiguar un poco. ¿Tú eres miembro?

 

Taemin lo barrió de pies a cabeza, no despectivo pero sí curioso, con ambas manos a la altura de su pecho, totalmente a la defensiva. Pasado el susto inicial, volvió su cuerpo y se acercó al móvil para detener la música.

 

—Taemin —se animó a decir, aún a cierta distancia—, y sí, soy miembro, por supuesto.

 

El chico, por lo visto tan tímido como él, le dedicó otra sonrisa, esta vez apenada, y se quedó de píe sin pronunciar palabra, mirándolo. Taemin se le quedó mirando interrogante porque, a decir verdad, no esperaba ni deseaba tener a nadie observándolo en un momento tan personal. Nunca ocurría, y los compañeros del club no contaban porque cuando estaba con ellos, él solo cumplía con seguir sus instrucciones.

 

Jongin comprendió qué insinuaba su mirada, porque en el acto se sonrojó y carraspeó en un intento de aligerar el ambiente.

 

—No quería interrumpir y no quisiera ser una molestia, pero… ¿te importaría si me quedo viendo?

 

Taemin boqueó un segundo después de oírlo, dispuesto a protestar, no por grosero, sino porque siendo consciente de la presencia de alguien, probablemente terminaría por repetir los mismos pasos que seguía durante las rutinas con los miembros en lugar de dejarse llevar.

 

—Lo que estabas bailando, ¿es lo que presentarán este año en el festival? —Antes de que alcance a responder a su pregunta, Jongin continuó—. Porque si es así, ¡me parece fantástico! Soy muy fan de su música y siempre ha sido una de mis grandes inspiraciones.

 

Ahí estaba. Su punto vulnerable.

 

—¡Yo también! —exclamó sumamente emocionado, su sonrisa creciendo a medida que hablaba a tal punto que sus ojos se volvieron dos medias lunas. De pronto Jongin ya no era del todo un extraño— ¡Escucho sus canciones a diario! Bueno, esas y otras más, pero—

 

—¡Es genial! —celebró también Jongin, y se atrevió a acercarse lo suficiente para quedar a solo un paso de él—. Si van a usar su música para la presentación, entonces voy a pasarlo increíble en el club. ¿Todos son fans entonces?

 

—Oh, bueno, sobre eso… —La sonrisa se fue desvaneciendo de a pocos—. En realidad, yo soy el único…

 

—P-Pero, ¿cómo puede gustarles la danza y no admirarlo a él?

 

—N-No es tanto así, es simplemente que se enfocan solo en la música clásica y lo entiendo, también la aprecio muchísimo—

 

—¿Y por qué ensayabas con sus canciones entonces? —inquirió Jongin, pero al reparar en la expresión de Taemin, empezó a notar ciertos detalles que antes había pasado por alto: para empezar, estaba solo—. Oh, ¿lo hacías por puro gusto?

 

¿Por qué y cómo había terminado ahí, ensayando? ¿Cuál era la razón detrás de aquello?

 

—Algo así…

 

—Pero eso no tiene nada de malo, ¿eh? —Taemin, que tenía la cabeza gacha, alzó la mirada, sorprendido por esa declaración—. Es decir, te haces tiempo para estudiar, también ensayar lo del club y además danzar lo que te gusta. Creo que eso es muy genial. Apuesto a que eres el mejor de todos.

 

“¿Cierto que eres el mejor de todos ellos?”

 

—Bueno, ¿te importaría si me uno?

.

.

.

Para cuando se le ocurrió tomar el móvil para otra cosa que no sea tocar la pantalla para saltar una canción, descubrió con un horror palpable que tenía quince llamadas perdidas mezcladas entre su madre, su hermano, Jinki, Jonghyun y Minho, además de, por lo menos, cuarenta mensajes de Kibum. Ella, por supuesto, supuso en el acto que si había salido, seguramente había sido para ver a alguno de sus —únicos— amigos, y por lo visto bastó esa sospecha para poner en movimiento a todos ellos y que estos se lancen en su búsqueda.

 

Jongin por su parte bebía apacible un poco del agua de la botella que había derribado cuando apareció en la sala, pero al notar la expresión de Taemin, se incorporó del suelo, aún secándose el sudor con el antebrazo, y se aproximó hasta él para saber qué ocurría. No necesitó mayor explicación al ver lo que sostenía en la mano.

 

—Debo irme cuanto antes —musitó Taemin algo tembloroso, y en un parpadeo ya tenía la chalina mal envuelta alrededor de su cuello y el abrigo cubriendo su cuerpo, mochila en hombros, a lo cual Jongin solo asintió.

 

Quiso sugerirle que tal vez sería mejor llamar para avisar que ya estaba en camino, pero no sabía cómo manejaba Taemin su relación su familia así que prefirió guardar silencio y simplemente seguirlo por el corredor. La noche estaba a punto de caer, la oscuridad de la escuela le daba un toque siniestro al silencio que los envolvía, y Jongin no sabía si Taemin no le temía a esas cosas o sencillamente tenía prisa y no se daba cuenta de aquello.

 

Divisó la bicicleta aún enganchada al parqueador y no pudo evitar soltar un suspiro de alivio y cansancio. Por un momento cruzó por su mente la posibilidad de que alguien le haya robado y con eso se terminaría de cavar su tumba.

 

—¿Dónde vives? —inquirió de cuclillas mientras deshacía el seguro que mantenía su bicicleta unida a la estructura metálica. Sus manos presurosas no hacían más que entorpecerle el trabajo—. Como puedes ver, me vine en bicicleta, así que tengo que volver con ella, pero aún es temprano así que definitivamente habrá autobuses.

 

—Claro, no te preocupes. —Jongin se encogió de hombros porque en realidad entendía perfectamente la situación—. Espero no tengas ningún problema en casa, ya sabes…

 

—No lo creo —sonrió Taemin, quizá en un intento de calmarse—, mamá ahora quizá esté preocupada, pero se le pasará en cuanto me vea.

 

—¿Esto… es mi culpa?

 

—¡Claro que no! —exclamó él aún más sonriente, en parte porque la pregunta le parecía algo ingenua y principalmente porque por fin logró abrir la cerradura. Rápidamente tomó el volante pero, para sorpresa de Jongin, en lugar de subirse, empezó a empujarla y se echó a andar—. ¿Qué ruta tomas?

 

—N-No es necesario —se apuró a alcanzarlo para detenerlo—. Tienes prisa y yo puedo ir solo.

 

—Eres mi menor, es mi deber llevarte hasta allá —replicó Taemin como si fuera algo sumamente obvio. Lo cierto es que tenía pocas oportunidades de comportarse de esa forma, pues no se relacionaba con nadie menor que él, así que hacerse responsable le henchía el pecho de cierto orgullo Jongin quiso protestar, pero al ver que seguía andando, comprendió que no sería muy adecuado insistir al respecto y tampoco tendría mucho sentido discutir con él porque estaba decidido.

 

No dijeron nada los pocos minutos que les tomó llegar hasta allá, pero una vez que se hallaron cerca de las bancas, Jongin le imploró que lo deje ahí y se marche porque no quería sentirse culpable por que puedan regañarlo. Taemin peleó otro poco pero, finalmente, aceptó sus razones y se dio media vuelta, no sin antes asegurarle que se verían pronto durante las clases.

 

Un amigo. Acababa de hacer un amigo. Ni él mismo podía creerlo. Por fin alguien con quien poder practicar aquellos movimientos sin ser ignorado. Una sonrisa jactanciosa e infantil se dibujó en su rostro. No solo tendría alguien más con quien platicar y enseñarle lo poco que sabía, también tendría alguien con quien perfeccionar sus pasos y, quizá, ser mejor.

 

¿Por qué de pronto se sentía inspirado a lograr movimientos aún más limpios? ¿Por qué

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Comments

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Leah0410 #1
Chapter 3: Son pocas las historias que se encuentran en español por aquí o quizás soy yo q no las noto 😆, me encanta tu historia y tu forma de escribir Gracias 😊! Muy buena historia espero con ansia el siguiente capítulo 😊