There He Goes

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N.A: capítulo particularmente largo.

Aquella tarde, Kyuhyun y Changmin yacían sentados sobre el mueble principal, cada uno con un libro abierto, hojeándolo. Habían acordado hacer una reunión de estudio junto a Minseok cada cierto tiempo debido a que las clases se tornaban más difíciles con cada día, así que, siendo amigos, pensaron que sería buena idea apoyarse todo lo que pudieran.

 

Minseok no se hallaba con ellos en ese momento porque estaba buscando unos libros de texto en su habitación. Por su parte, Minho estaba tendido sobre el mueble más amplio, con ambas piernas colgando del brazo de este, bastante amodorrado. O aburrido. No podía prender el televisor ni jugar con la consola ya que haría mucho ruido y eso arruinaría la concentración de los amigos de su hermano, los cuales también eran suyos pues lo conocían desde que era muy pequeño.

 

Con los anteojos resbalándosele por la nariz, Kyuhyun al fin alzó la vista para acomodarlos y esta se posó en Minho y su expresión cansada.  Algo le ocurría y era muy evidente, no en vano estaban ahí ese ceño y labios fruncidos, y él creía saber la causa detrás de aquello.

 

—¿Ya hablaron?

—A mí me parece muy extraño que nos quieras presentar a alguien.

 

Lunes. Kibum venía diciéndole exactamente las mismas palabras desde el día anterior y ya no sabía decir si eran tan inocentes como la expresión que ponía al pronunciarlas. No quería profundizar más en ello, sin embargo, pues él mismo eventualmente le haría saber si ocultaban algo detrás.

 

—Es un niño de primero, ¿cierto?

 

—Oh, eso no se lo pregunté —reflexionó con un dedo sobre la quijada—. Pero supongo que sí.

 

—Nos dijo que parecía menor, Jinki. ¿Verdad?

 

—No solo eso —volvió a intervenir su amigo con un tono burlón y la misma expresión—, dijo que “lucía como un niño con sus grandes mejillas y sus pequeñas manos blancas”. Ah, y no olvidemos que habló de su chalina que era enorme y lo hacía ver—

 

—¡Bueno, ya! —exclamó cansado, incorporándose del asiento para quedar erguido—. ¿Cuál es el punto de tanto detalle? Solo fui muy descriptivo.

 

—Ya te lo dije: es raro. Como mucho nos presentaste a tus amigos del club de fútbol y nada más. Es fácil deducir que solo nos presentas a nosotros, tus amigos, a quienes conoces de años —resaltó con una sonrisa que se pretendía solemne—, a alguien a quien consideras importante.

 

—Ergo, ¿el niño es importante? —completó Jinki con una sonrisa cómplice—. Vaya, debiste decirlo desde un principio.

 

Él se les quedó viendo con el entrecejo arrugado porque no entendía cómo podían sacar conclusiones tan absurdas de lo más mínimo y guardó su libreta en su mochila para evadir la plática a medida que lo hacía.

 

—¿Dónde fue que lo conociste? —inquirió Jonghyun cruzado de brazos—. ¿Cómo es que nunca antes lo notamos?

 

—En la fiesta —explicó Jinki—. Hubo mucho revuelo días después, ¿recuerdan? —Kibum asintió con fuerza—. Todo mundo se preguntaba con quién se había ido Choi Minho. Si supieran que ni él mismo sabía hasta el último sábado —terminó entre risas, con lo cual se ganó una mirada ceñuda por parte de este—. Eso sepultaría tu reputación. O la dispararía. Quién sabe.

 

La campana anunció el fin de esa hora de clases, con lo cual podían salir al almuerzo. Sus amigos lo imitaron y metieron con parsimonia sus pertenencias en sus bolsos. Kibum le echó una mirada a Jinki y se echaron a andar con Jonghyun a un lado. Este último les decía que sería muy poco atento de su parte tardarse, además, era la primera impresión, así que debían darse prisa en lugar de caminar con tanta calma, a lo cual Jinki dio la razón. Kibum por su parte comentó que le parecía un poco exagerado, pero tampoco se negó.

 

—Es ese de ahí —comentó una vez allá, y estuvo a punto de señalarlo con un dedo hasta que un rayo de cordura le recordó que eso sería sumamente grosero—. El de pelo negro.

 

Él no lo notó porque se iba acercando al muchacho sin perderse ningún detalle de su expresión, pero a sus espaldas Jinki recibía muchos codazos de Kibum que le insistía en que vea con detenimiento al desconocido. Jonghyun no decía nada porque su mirada curiosa, al igual que la de su amigo, estaba prendada del chico.

 

—Él es Taemin, mi amigo.

Las siguientes horas que le restaron de clase transcurrieron con tranquilidad y al volver a casa, su tarde entera se diluyó entre mensajes que sus amigos le enviaban cada tanto a su teléfono, el cual no dejaba de vibrar, con lo cual su concentración se veía interrumpida, y que podía resumir en un simple “¡No nos dijiste que era así de lindo!” pues todos giraban alrededor de lo mismo. Jinki le habló de su risa, que le parecía similar a un ataque de asma pero bastante adorable y contagiosa, Jonghyun en general parecía anonadado y se limitaba a repetir lo mismo solo que con adjetivos acaso líricos, y en cuanto a Kibum, insistía en que sus ojos y su piel le parecían sus mayores encantos.

 

Él no se había detenido en lo absoluto a pensar en nada de aquello hasta que se lo mencionaron, así que horas más tarde, acostado, con la cabeza apoyada sobre la almohada, se detuvo a analizar lo dicho por sus amigos y no pudo hacer más que darles la razón por completo.

Día de práctica. Iba corriendo a toda prisa luego de dejar a Taemin cerca de su casillero. Lo hacía si se presentaba la ocasión, lo cual no ocurría tan a menudo pues no compartían ninguna clase, aunque por las tardes se frecuentaban para estudiar gracias a lo cerca que quedaban sus casas.

 

Sin embargo, en esa oportunidad lo hacía como forma de agradecimiento por salvarlo.

 

Había recibido en las primeras horas un mensaje del capitán del equipo, Yunho, anunciándole que habría una práctica al finalizar las clases debido a que el entrenador quería definir posiciones y estrategias, así como perfilar quién podría ser su sucesor en base a sus observaciones; así que en cuanto el timbre se dejó oír, salió disparado en dirección a las canchas, o al menos eso intentó hasta que un muchacho cuyo rostro no identificaba y mucho menos recordaba se plantó frente a él con la cabeza gacha y le extendió un sobre. Nunca era grosero, pero en ese momento sus intenciones le parecían algo inoportunas y debía marcharse.

 

Sin saber qué hacer porque el chico no se movía ni decía palabra, se sintió bendecido cuando vio a Taemin que casualmente pasaba por ese corredor, muy cerca de donde él estaba. Lo llamó con una mirada, con la cual comprendió la situación en el acto. Taemin, rojo hasta las orejas, acabó con la distancia que los separaba en dos pasos y lo saludó de forma algo exagerada; luego lo tomó por el hombro y le dijo que no olvide que debían darse prisa porque tenían algún misterioso compromiso por la tarde y a él su mentira le pareció extremadamente obvia, pero el chico que se hallaba frente a él se tragó la historia: le entregó el sobre, le dedicó una mirada a Taemin y partió con calma tras despedirse con una reverencia.

 

Luego de dejar a Taemin corrió con el corazón en la mano, preocupado de que sea muy tarde y pueda recibir un regaño. En su lugar, algunos de sus compañeros mayores, que esperaban sentados sobre el gras, se acercaron a él, lo envolvieron con un brazo y empezaron a interrogarlo. Por lo visto en cuestión de segundos —y el hecho de que aún tenía el sobre en las manos— ya se había corrido el rumor de que a su lista se sumaba una confesión más. Él, por supuesto, los hizo a un lado con una sonrisa y no se dejó incomodar.

 

—¿Es cierto que hoy tendrás tu cita con ese novio tuyo?

 

Él quedó en blanco.

 

—¿De qué hablas? —replicó ceñudo, totalmente perdido.

 

—Dicen que rechazaste al pobre chico restregándole en la cara al niño ese con el que se te ve a veces. Creímos que lo rechazarías porque te van más las chicas… —remató con cierto gesto de disgusto que no pasó por alto.

 

El entrenador llegó en ese momento, en el preciso instante en que les decía que nada de eso era verdad, por lo que le fue imposible aclarar todo con detalle, que las cosas no se dieron de esa forma. Claro que no había rechazado a ese chico, sencillamente no le había dado una respuesta e incluso de haberlo hecho, no estaría relacionada con el motivo que sus compañeros sospechaban. En lo absoluto. No era la primera vez que un muchacho le expresaba sus sentimientos y jamás se sintió incómodo por ese hecho.

 

Lo que sí le había incomodado, o ese fue el nombre que decidió darle a esa extraña sensación que recorrió su cuerpo y se le alojó en el pecho, fue que insinuaran algo así sobre Taemin, porque desde que lo conocía la idea jamás había cruzado su mente, y eso se debía a una simple razón.

 

Taemin era su amigo.

Poco tiempo luego de conocerse, cuando se sentaba junto a él en su habitación en una de esas tardes en que lo ayudaba con alguna materia y terminaba hablando hasta por los codos, logró sonsacarle qué le gustaba hacer. Taemin le explicó que pertenecía al club de danza de la escuela y que lo había elegido porque amaba bailar tanto como él amaba el fútbol. Pese a que en un primer momento se negó, en cuanto le dio cuerda para que hable sobre sus pasiones, este le detalló qué le gustaba de bailar y por qué lo hacía, siempre con un brillo en sus ojos que a él se le figuraba sumamente bonito.

 

Eufórico, pues nunca había conocido a nadie de ese grupo, le advirtió —ni siquiera le pidió su consentimiento— que lo visitaría muy pronto.

 

Taemin por lo visto no se tomó muy en serio sus palabras, pues en cuanto lo vio aparecerse por la sala de ensayos, sus ojos, semejantes a los de un ciervo asustado, titilaron con sorpresa. Incluso se acercó a él, lo tomó de un brazo para arrastrarlo consigo hasta una esquina y le dijo que no era necesario lo que hacía, que quizá tenía algo más importante que hacer, todo eso mientras temblaba un poquito, nervioso o agitado, con los labios algo fruncidos en un puchero, cosa que le provocaba una extraña ternura. Él, terco, claro, se empecinó en quedarse porque todo ese asunto del baile le generaba muchísima curiosidad. Taemin no insistió más, en buena parte porque llegaron los miembros que faltaban —quienes le dedicaron un par de miradas que no comprendió—, con lo cual inició su ensayo.

 

Su curiosidad se vio más que compensada.

 

Lo vio moverse con elegancia y soltura, con un aire casi altivo pese a que no tenía encima más que un buzo bastante simple. Sus piernas parecían más que infinitas con cada flexión e incluso los dedos de sus pequeñas manos parecían flotar con un garbo que no había visto ni siquiera en alguna chica. Su cabello se agitaba con cada giro que daba, haciéndolo lucir vaporoso, etéreo. Pero lo que más llamó su atención fue el cambio en su mirada. Los ojos de ciervo seguían ahí, pero lo que transmitían ya no eran nervios ni miedo; por el contrario, Taemin lucía seguro, fiero, acaso poseído por ese inmenso amor que decía profesar por la danza.

 

La sesión concluyó y ambos partieron juntos. Taemin parecía contento y ninguno nunca supo por qué, pero no importaba demasiado; lo único que importaba, al menos para él, era que el mismo Taemin que conocía ya tan bien estaba de vuelta, con esa risa que Jinki había definido como “asmática”, la misma que dejaba escapar tras oír cada broma que se le ocurría; el Taemin que se cubría el rostro con una mano al reír y encogía ligeramente sus hombros cuando se sentía avergonzado, el Taemin que mordía su labio cuando se sentía nervioso, el Taemin que se ocultaba detrás de él en un brinco cuando algún insecto pasaba cerca a ellos.

 

Se aseguró de dejarlo en la puerta de su casa y solo entonces marchó rumbo a la suya con una sonrisa en el rostro y en su mente la indeleble imagen de esos ojos que podían pasar de ser inocentes a unos totalmente firmes cuando se trataba de algo que lo apasionaba.

El momento del festival llegó en un parpadeo. Con tantas responsabilidades, el tiempo se pasó volando entre prácticas, ensayos de Taemin a los que asistía sin falta tras descubrir lo fascinante que podía ser la danza y esa extraña dualidad suya entre bailarín y compañero, algunas tardes de estudio y almuerzos entre amigos. En el caso del equipo, el entrenador les recordó que debían prepararse para su participación y la de sus compañeros en el día de deportes. En cuanto a otros clubes, Kibum le había contado que se habían puesto de acuerdo con el de danza para presentar un proyecto juntos, aunque cuando tocaban el tema, no parecía demasiado contento; Jonghyun simplemente arrugaba el entrecejo y masticaba su almuerzo con mucho más ímpetu y Jinki por su parte no decía palabra, incluso podría decir que evadía el tema.

 

Lograron llevar a buen puerto la producción, sin embargo. Leía sus comentarios sobre sus progresos en los mensajes que enviaban al grupo de chat que habían creado hace ya bastante, pues apenas y les quedaba tiempo para nada y en los almuerzos se dedicaban únicamente a comer para luego correr a clases, y gracias a eso tenía una idea de qué trataba la obra.

 

El día decisivo él tenía un par de partidos y un maratón; nada preocupante, pues había entrenado muchísimo y, lo más importante, sus horarios no se cruzaban con los de la presentación. Una vez cumplió con lo que tenía que hacer, se tomó unos minutos para asearse y se dirigió al salón principal de la escuela con la intención de ayudar en lo que fuera necesario. Allá, como sospechaba, todo era un loquerío, pero no percibía entusiasmo como normalmente ocurría; por el contrario, todos los miembros parecían algo hartos, como si quisieran acabar con todo de una vez por todas. Jinri le dijo que no estaba todo bajo control y que lo mejor sería ubicarse de una vez en las graderías para que pueda elegir con sabiduría qué lugar iba a ocupar. En realidad, esa precaución fue innecesaria pues no muchos alumnos asistieron, pero le encantaba ese espíritu de Jinri.

 

Tenía mucha expectativa por ver con qué papel había terminado Taemin, aún más luego de haberlo visto bailar. Suponía que sería el protagonista, pues, desde su punto de vista, era el que más se destacaba entre sus compañeros, el que tenía los movimientos más gráciles. Grande fue su sorpresa y decepción al comprobar que apenas apareció en un par de escenas.

 

Fue suficiente, sin embargo. Taemin repitió los encantadores movimientos que él ya había tenido oportunidad de contemplar en los ensayos previos. Desde sus dedos hasta la punta de sus pies, el control que tenía sobre cada parte de su cuerpo hacía imposible que no capture su atención. Eso y que ahí estaban, otra vez, esos ojos cautivantes.

 

Su participación culminó y, sin saber bien cómo ni en qué momento ocurrió, porque lo perdió de vista en cuanto se desvaneció detrás del telón, este apareció a su lado, sentado en la butaca contigua a la suya.

 

—Quiero ver desde aquí a Taeyeon cantar —explicó muy sencillo en un susurro, acercándose a su hombro, y volvió a ser el chico que conocía. Esa sonrisa tímida y algo torpe pero irremediablemente adorable, aquella que le hinchaba los pómulos y le formaba lindos pliegues en las comisuras de sus ojos, era prueba de ello—. A mi mamá le gusta mucho la canción —continuó con un puchero, el que se le escapaba sin querer cuando deseaba aclarar algo con vehemencia, con intensidad, la intensidad que manifestaba con cada pequeña cosa que amaba y lo inspiraba, el puchero que lo devolvía a su forma de adolescente, pequeño e ingenuo—. Yo la sugerí.

 

I've got a crush on someone… Guess who
I've got a crush on you, sweetie pie
All day and night time hear me sigh
I never had the least notion that
I could fall with so much emotion…

 

Su amiga empezó a entonar la melodía, y pese a que su voz le parecía más que maravillosa, al punto de desear en un futuro verla convertida en una cantante de renombre y fama, lo que robó su atención fue Taemin que tarareaba la canción a la par de una forma sumamente dulce y tierna.

 

How glad the million laddies from millionairs to caddies
Would be to capture me
But you had such persistence, you wore down my resistance
I fell and it was swell

 

No sabía que se había quedado contemplándolo hasta que este se giró y, algo avergonzado, con las mejillas ligeramente sonrosadas y una sonrisa apenada que intentó cubrir con una de sus pequeñas manos, soltó uno de esos quejidos extraños que a Kibum le causaban mucha gracia, un sonido, uno de esos que se le escapaban cuando no sabía qué decir ni qué hacer, e insistió en su versión.

 

—Es que a mi mamá le gusta mucho.

 

I've got a crush on you, sweetie pie…

La idea de amistad podía tornarse difusa a veces, o al menos eso pensaba muy de vez en cuando. En ciertos momentos, por las tardes, mientras yacía sobre su cama o a veces cuando Kibum, Jonghyun o Jinki iban a visitarlo para estudiar, al observarlos no podía evitar cuestionarse qué tan normal era su forma de expresar su cariño con las personas que apreciaba.

 

Con el inicio de un nuevo año escolar, descubrió que, por obra de una maravillosa casualidad, Taemin y él tenían sus casilleros uno junto al otro. Al notarlo, al verlo colocando sus libros con rápidos, temblorosos movimientos como los de un ciervo perdido, sintió el arrebato de abrazarlo, y así lo hizo. En momentos como ese, cuando se preguntaba por qué lo había hecho, solo podía llegar a la conclusión de que era algo inevitable. Taemin era muy tierno: su naturaleza tímida causaba que la respuesta a sus afectos se multiplique, dé un brinco al sentir sus manos sobre su cuerpo, sus mejillas se tiñan de rojo y se gire abruptamente u oculte el rostro al notar su presencia, lo cual no hacía más que resaltar lo ligero que era su cabello, negro como la noche, en movimiento. Así que su reacción era perfectamente natural y movida por el cariño que sentía. Un cariño que le henchía el pecho. Además, a sus otros amigos también los abrazaba, así que debía ser algo de lo más común.

 

Sin embargo, esa solución, en esos momentos puntuales de reflexión, le parecía algo trunca, como si algo se le estuviera escapando. Si bien a sus otros amigos también les daba abrazos y tocaba de la misma forma, si lo pensaba con detenimiento, siempre lo hacía con mayor brusquedad, la intensidad de estos rozaba con ser llamados golpes, y, sobre todo, esa sensación en el pecho nunca estaba presente.

 

Su primer impulso siempre era preguntarle a Kibum, porque eso era lo que hacía cuando un asunto de esa índole lo dejaba pensando; no obstante, presentía que no obtendría nada de esa plática: muchas veces, en lugar de decirle las cosas de forma clara, lo forzaba a cuestionarse lo que ocurría a su alrededor. No le molestaba eso, en realidad, podía hacerlo, pero cuando las dudas lo atacaban, más que nuevos cuestionamientos lo que buscaba eran respuestas.

 

Así que dejó que las cosas transcurrieran con naturalidad y sin preocuparse más. Volvían a casa juntos, en el transcurso dejaba caer su cabeza sobre su hombro debido al agotamiento y platicaban un poco sobre cualquier cosa, a lo que Taemin contestaba con una timidez que no había visto antes, mucho más intensa, pero que se le figuraba fascinante, por lo que terminaba picándole una mejilla, su costado o cualquier parte que su índice tuviera al alcance para luego echarse a reír con soltura y una plenitud que le entibiaba el pecho. Todo muy normal desde su punto de vista.

 

Lo que no le pareció muy normal fue encontrarse con él un día al terminar su entrenamiento. Le había pedido a Kibum que le avise que no podría irse con él debido a una inesperada práctica y supuso que al enterarse se marcharía sin decir más, pues nunca había asistido a ninguno de sus juegos, pero ahí estaban ambos.

 

Sus amigos más cercanos notaron la presencia de alguien más, y aunque no lo conocían, su rostro les parecía familiar, razón por la cual empezaron un largo interrogatorio entre pases y saques sobre de quién se trataba, además de exigirle que se los presente de forma oficial. Él no le vio nada de malo y más bien pensó que sería una perfecta oportunidad para acercar a Taemin con su grupo. Quizá no se lo decía, pero lo cierto es que le apenaba un poco ver lo retraído que era y lo mucho que se negaba a conocer a más gente. Voluntad de presentarle a sus amigos era lo que menos le faltaba, era el mismo Taemin quien parecía rehuir de todo contacto con gente desconocida, y no lo culpaba. Desde su punto de vista, eso se debía seguramente a que, en general, el deporte no era lo suyo, y lo respetaba. Pero si ya estaba ahí, viéndolo jugar, quizá algo había cambiado. Quizá Taemin estaba ahí porque quería demostrarle su apoyo, y el hecho de que esté ahí pese a que el fútbol no llamaba su atención significaba muchísimo para él. Le conmovía.

 

Sus amigos parecieron fascinados con él, mucho más luego de contarles esa misma tarde frente a Taemin que este gustaba de la danza, pues, tal como él, no conocían a nadie de ese club y les parecía sumamente curioso. Pero al margen de aquello, algo en lo que todos coincidieron, mucho más luego de cumplir su promesa de ir a verlo ensayar su baile un día, fue en reconocer que era muy lindo, “a pesar de todo el cabello que le cubría la cara” en sus propias palabras. El recuerdo de aquella tarde luego de hablar con Kibum y los demás sobre los rasgos y aspectos de Taemin que les habían gustado tras presentárselo le llegó como un rayo y, debido a que le parecía bastante normal y obvio, les dio toda la razón con cierta efusividad, a la par que insistía en que su pequeño amigo era por mucho el mejor de todo su grupo. Claro que Taemin era lindo, eso era algo que saltaba totalmente a la vista y habría que ser ciego para no verlo.

 

No supo qué entonación usó al afirmar aquello ni cuando les advirtió que era muy tímido y nada engreído para que no malinterpretaran su actitud, pues le preocupaba cómo podrían reaccionar, pero eso despertó cierta suspicacia en sus amigos del equipo, quienes no pararon de darle codazos y repetir como una grabadora “el pequeño Taemin es muy lindo” en un tono socarrón, muy propio de su edad, a lo largo de toda la otra práctica a la que este asistió para verlos, esta vez junto a Jinki, con toda la intención de avergonzarlo en su presencia.

 

Él lo tomó como una niñería de su parte y siguió jugando. Por supuesto que era normal admitir con orgullo frente a ellos que su amigo era sumamente tierno. No había absolutamente nada de malo en eso. Era lo que cualquiera haría, al fin y al cabo.

La broma, como correspondía al surgir de la mente de un grupo de muchachos, no se agotó ese día ni los sucesivos. Más bien, se podría decir que solo cobró más fuerza.

 

Tanto Chanyeol como Jumnyeon, así como Donghae y Taehyung, estaban al tanto del impacto que tenía con la población estudiantil. Sabían de las múltiples confesiones, de ciertos alumnos que dedicaban un rato de sus tardes a verlos jugar o hacían el tonto por los pasillos con la intención de contemplarlo marcharse, de las cartas y detalles que aparecían en su casillero o de las chicas que lo interceptaban mientras recorría algún pasillo con el fin de declarar todo lo que sentían por él. Se atreverían a afirmar que más de media escuela, si no es que tres cuartas partes de ella, tenía un enamoramiento no tan secreto por él. Y por eso, para ellos no tenía el más mínimo sentido que teniendo tantas personas detrás siga soltero.

 

Él no lo sabía, pero lo cierto es que en los momentos en que se reunían y él no estaba presente, le dedicaban unos buenos minutos a conjeturar el porqué de aquello, y luego de mucho solo pudieron concluir que la única respuesta razonable a ese misterio era que él ya tenía alguien por quien sentía algo, solo que no les había querido contar o no se había dado cuenta de que así era, lo cual tenía muchísimo sentido para ellos sabiendo lo despistado que podía llegar a ser su amigo en cuanto a temas amorosos.

 

Y ya con esa conclusión, no pararon de interrogarlo al respecto. Cuando el momento era oportuno, alguno de ellos traía a colación el tema e insistía, le pedía que piense con fuerza si no había nadie por quien sintiera algo especial, algo diferente. Al oír su negativa, todos chasqueaban la lengua y le echaban en cara que seguro estaba mintiendo y sí había alguien, solo que quería mantenerlo en secreto, lo cual les parecía muy mal pues supuestamente eran amigos y podían confiarse todo.

 

Su respuesta era honesta, estaba convencido de que no había nadie, pero al igual que en aquellos momentos de reflexión, nuevamente, sentía que algo se le escapaba.

 

Y tanta fue su insistencia que de pronto empezó a cuestionarse ya no si su forma de expresar su afecto era normal, sino que, como un pequeño gusano, la posibilidad de que sus amigos tengan razón se le coló en el pensamiento y ya fue imposible sacarlo de ahí.

 

Contrario a lo que imaginaba, la oportunidad de discutir ese asunto no se daría con Kibum, sino con Taemin.

—Así que Kwon Yuri.

 

Levantó la cabeza del libro que tenía frente a él y lo miró ceñudo.

 

—La chica con la que te vi hablando en el cambio de clases —aclaró Jinki, pasando de página, muy casual—. No sabía que era tu amiga.

 

No se atrevería a decir algo semejante. Simplemente ocurrió que al parecer ella notó que compartían varias clases y se animó a pedirle prestado un libro con la promesa de devolvérselo al día siguiente. Él no se negó, claro, no quería ser grosero y, además, no iba a necesitarlo en toda la semana.

 

—¿Has notado cómo te mira? —continúo sutil, y al observarlo un poco mejor, se preguntó a sí mismo si Jinki estaba leyendo en serio o solo estaba ahí con la intención de sacarle plática—. Ya veo venir otra confesión.

 

—¿Será posible que piensen que alguien puede solo querer una amistad? —refunfuñó en voz baja, y devolvió su atención a su libro—. Además, solo hemos hablado un par de veces. No digas tonterías.

 

—Es bonita —deslizó con cierto deje extraño, y esta vez sus ojos quedaron prendados de los suyos—. ¿Sabías que es compañera de Taemin en el club?

 

¡Sabía que su rostro se le hacía familiar!, aunque no recordaba de dónde. Ahora tenía todo mucho más claro. ¡Seguro era amiga de Taemin!

 

—Es muy bonita, sí —admitió con soltura y sin pensarlo mucho porque para él en realidad no tenía mucha importancia y no consideraba un problema admitir la verdad—. ¿Será que ella y Taemin son muy cercanos?

 

—¿Percibo interés? —insinuó Jinki con un tono algo peligroso muy bien disimulado. Al recibir como única respuesta un resoplido, continuó—: No sé hace cuánto tiempo no te oigo decir algo similar sobre alguien, por eso lo digo.

 

No era interés lo que lo movía a preguntar sobre ella, al menos no interés en ella. Simplemente le generaba curiosidad por fin tener alguna interacción real con alguien que seguramente era cercano o formaba parte del íntimo mundo de Taemin. Para él, hablar con ella equivalía a presentarle uno de sus amigos a Taemin: la colisión de mundos totalmente ajenos. A pesar de que tenía oportunidad de verlo en los ensayos, le gustaría muchísimo preguntarle a Yuri cómo se comportaba Taemin con ellos, qué hacía, tal vez bromeaba, quizá salían juntos y ni Jonghyun ni los demás se enteraban nunca. Estaba convencido de que ella tendría un punto de vista totalmente distinto, otra forma de concebirlo. Eso era todo.

 

—No es eso —dijo, y agitó una mano para restarle importancia—. Es… curiosidad.

 

Y volvió a enfocarse en su lectura.

Salía de una clase sumamente agotadora dictada por una profesora más que exigente. Acababa de cruzar el umbral de la puerta, dispuesto a llegar lo más pronto posible al encuentro de Taemin para poder marcharse. Habían acordado más temprano que lo visitaría luego de clases para revisar unas materias tras descubrirlo con la mirada perdida en la nada.

 

—¿Estás bien? —inquirió tras picarle una mejilla. Taemin se giró con tal brusquedad que incluso él pegó un brinco—. ¿Pasa algo? —insistió mucho más dulce.

 

Notó que Taemin volvía la vista en dirección al profesor y los compañeros que tenían cerca, pues por lo visto varios se les habían quedado mirando y esto, aparentemente, le hacía sentir avergonzado. Un poco más sereno, Taemin se limitó a menear la cabeza a manera de negación. En ese momento el profesor se puso de pie y se encaminó hacia la puerta.

 

—Entonces está decidido: hoy iré a tu casa a ayudarte. —Volvió a darle un golpecito, esta vez en la nariz, mucho más delicado para no asustarlo, pues prefería la sonrisa que le daba a veces cuando lo hacía en lugar de la expresión de susto—. Tú me dices qué necesitas y te lo explico.

 

Así que, debido a su compromiso, se sentía impulsado a salir con más prisa. Sin embargo, cuando iba cruzando el umbral de la puerta para poder reunirse con él, sintió un dedo sobre su hombro y al girarse, se topó con Yuri.

 

Él la saludó con naturalidad y le preguntó qué tal había estado su día, pero con su compromiso en mente, continuó caminando y charlando y ella le siguió el ritmo. Era una chica bastante dulce, pensaba. Cuando estaba a punto de preguntarle si era amiga de Taemin, descubrió que ya estaban frente a los casilleros y entonces terminó de comprender el porqué de su acercamiento: había olvidado por completo que le había prestado el libro. Ella lo sacó de su mochila, lo sostuvo contra su pecho y le expresó con una gran sonrisa lo agradecida que se sentía y lo mucho que le había ayudado, además de asegurarle que podía contar con ella si necesitaba algo. Él iba a responderle que no se preocupe, que no era gran cosa, pero entonces le pareció oír un quejido a su espalda. Un quejido bastante familiar.

 

—¿Oíste algo? —interrogó muy serio, con cierto presentimiento estrujándole el pecho. Ni siquiera entendía a qué se debía esa súbita angustia, pero ahí estaba.

 

Ella negó con la cabeza bastante confundida, y podría incluso asegurar que la estaba asustando con ese cambio brusco de actitud.

 

Aún alerta, permaneció en silencio a la espera de otro sonido similar. En vista de que no llegaba, decidió culpar a su imaginación. Seguro simplemente le había parecido, no había otra explicación.

 

Yuri volvió a agradecerle el gesto y al ver que no estaba dispuesto a moverse y más bien parecía estar clavado al piso, se despidió con esa sonrisa suya —que a él le parecía bastante linda— y lo dejó frente a su casillero.

 

Esperó veinte minutos. Taemin podría tardarse y sería normal. Quizá, como le ocurría a él, había tenido una reunión de último minuto con su club. Trató de tragarse esa excusa por otros veinte minutos hasta que su mente por fin reconoció que esa posibilidad era absurda, pues de ser así, Yuri también se habría quedado.

 

Al notar que ya no quedaba nadie en la escuela y ya prácticamente había pasado una hora, concluyó que no llegaría. No quería presionarlo ni incomodarlo; quizá no estaba con su club, pero tal vez estaba ocupado con alguna cosa y no quería ser una molestia, así que decidió no escribirle y en su lugar acudió a Kibum.

 

La voluntad le duró muy poco. Al ver que se hacía noche y Taemin no daba señales de vida, decidió escribirle y llamarle. Su paciencia conoció su límite cuando luego de múltiples intentos, no obtuvo respuesta. Decidió entonces hablar con su madre creyendo que así quedaría más tranquilo y al menos recibiría noticias, pero al saber que Taemin estaba enfermo, se sintió aún más intranquilo; nuevamente esa opresión en el pecho de horas antes, como un presentimiento; así que salió en su búsqueda, porque sentía que si no comprobaba que no era nada grave, no estaría en paz.

 

Supo que su amigo jamás se esperó su visita, pues al colarse en su habitación, este creyó que se trataba de su madre y al oír su voz, se hundió en la cama con ganas y dejó escapar uno de esos sonidos que brotaban de su garganta cuando estaba avergonzado y no sabía cómo reaccionar. Incluso tapado hasta la cabeza lucía bastante adorable, o al menos eso pensó en cuanto lo vio amodorrado, con el pelo desordenado en todas direcciones y envuelto en las enormes sábanas que parecían tragarse su cuerpo.

 

El punto de la visita era saber si estaba realmente bien y ya con eso podía marcharse tranquilo, pues por lo visto Taemin no tenía nada malo, pero decidió quedarse a hacerle un poco de plática porque necesitaba saber qué había ocurrido exactamente.

 

—Estuve esperándote en los casilleros y me preocupé. Pasó un rato y comprendí que no ibas a llegar, así que intenté buscarte. Le pregunté a Kibum si te había visto, pero dijo que tuvieron una clase más temprano y no volvió a verte. ¿Fue muy pesada tu última hora?

 

—U-Un poco… Lo que pasa es que iba a avisarte que quería marcharme cuanto antes, pero vi que estabas platicando con alguien y creí que te tomaría mucho tiempo, no quería interrumpir así que me fui sin decirte nada. Lo siento.

 

Oh, era eso. Aunque no entendía muy bien por qué se disculpaba, tampoco había hecho nada malo. Además, seguramente ese quejido que oyó y que en ese momento atribuyó a una obra de su imaginación había sido suyo, y si le había estado doliendo tanto la cabeza, su decisión de marcharse estaba perfectamente justificada. Precisamente pensaba en eso cuando de pronto Taemin mencionó un nombre con un interés inusitado, a tal punto que por fin descubrió su rostro y dejó de estar oculto bajo las sábanas.

 

—Vi que hablabas con Yuri y no quise interrumpir. Ya sé para qué siempre te buscan las chicas.

 

—¡Ah, no empieces! —estalló en risas, porque de todas las personas que podían bromear sobre eso, jamás creyó que Taemin sería una de ellas. Por lo general, cuando ese tema era tocado en su presencia, permanecía en silencio y él se lo atribuía justamente a que no lo consideraba motivo de burla ni algo que podría utilizar para intentar incomodarlo. Podría incluso afirmar que le agradaba y agradecía ese silencio de Taemin, porque a sus ojos era una muestra de respeto hacia los sentimientos la persona que se le confesaban—. Solo… Ella está en mi clase y hoy hablamos un poco. Para cuando me di cuenta, ya estábamos llegando donde los casilleros.

 

—Es muy bonita. Seguro por eso se te olvidó por dónde estabas andando.

 

¿Qué le estaba ocurriendo a Taemin? Parecía estar comportándose un poco como Kibum, que siempre buscaba la forma de contrariarlo. Eso último definitivamente lo había dicho adrede, no era tan ciego como para no notarlo. ¿Quizá era cosa del dolor de cabeza?

 

Pero ya que estaban tocando el tema, tal vez era un buen momento para preguntarle. Si ella era alguien cercana a él, si la consideraba al menos una buena compañera, él podría intentar acercársele para poder conocer aún más al Taemin artista. Si resultaba que ella era amiga suya, entonces él podría considerarla su amiga también.

 

—Ella está en tu club, ¿verdad? ¿No la conoces? Me refiero a un nivel más personal.

 

Por alguna razón que no alcanzó a comprender, pero le habría gustado preguntar, el rostro de Taemin pareció apagarse al oír esa pregunta. No creía haber dicho nada malo, era simplemente su curiosidad que lo dominaba. ¿Quizá no quería que él se meta en ese aspecto de su vida? A lo mejor quería que el club de danza fuera una cosa solo suya y consideraba su pregunta una especie de intromisión. ¿Se estaba pasando?

 

Quiso preguntarle por qué su rostro parecía un poco decaído, preocupado de que tal vez el dolor se haya agravado, pero de pronto el tema de conversación se desvió de forma radical, o al menos así fue desde su punto de vista, pues Taemin empezó a insinuar que él había salido con muchas personas, lo cual no era cierto para nada. Incluso sus amigos del equipo no dejaban de hostigarlo con ese tema.

 

Taemin era tan cerrado a veces… Tal vez estaba tocando el tema porque se sentía interesado, lo cual era rarísimo… ¿Taemin estaba interesado en alguien?

 

—Pero hablando de ti… No has salido con nadie desde que llegaste… ¿verd

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Comments

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Leah0410 #1
Chapter 3: Son pocas las historias que se encuentran en español por aquí o quizás soy yo q no las noto 😆, me encanta tu historia y tu forma de escribir Gracias 😊! Muy buena historia espero con ansia el siguiente capítulo 😊