Current Joy

Close To You
Please Subscribe to read the full chapter

El clima era más que agradable. Una brisa refrescante le golpeaba la mejilla a medida que el autobús cogía más y más velocidad, pero no sentía frío, pues el sol iluminaba esa mañana muy gentilmente. Cada pequeño detalle que capturaba su atención en medio del viaje se le figuraba encantador, dulce, cálido. Era como si la ciudad fuera su hogar, le diera la bienvenida y se alegrara de tenerlo recorriendo las calles, así fuera en un vehículo.

 

Estiró una de sus pequeñas y pálidas manos en el aire a través de la ventana abierta. El sol, en contraste con su piel, le hacía lucir como si fuera de papel. Recordaba vagamente que una compañera le había comentado lo bien que le sentaría usar barniz de uñas, pues las suyas tenían una forma fácil de colorear. La verdad no lo había pensado, pero viéndolas con detenimiento, quizá no todo en él era tan malo.

 

Metió la mano y apoyó el codo sobre el borde de la ventana para acomodar su quijada sobre su palma y poder observar todo con aún mayor comodidad. No quería perder detalle de un día tan maravilloso. Le parecía casi sospechoso que un día fuera así de perfecto. Le parecía un sueño, algo irreal; incluso su cuerpo se sentía ligero como pluma. Pero estaba bien. Iba a aprovecharlo todo lo que pudiera.

 

No recordaba haber pagado por su boleto, tampoco haber visto a nadie al abordar y, curiosamente, se sentía incapaz de volver el rostro para reconocer sus rostros. Precisamente cuando se cuestionaba a qué se debía eso, lo vio.

 

Fue un instante, el vehículo seguía en movimiento, pero fue suficiente. Estaba en todo su esplendor: cabello castaño, piel tostada y preciosa, encanto acentuado por el beso que recibía de la luz del sol, traje deportivo, piernas largas, inquietas, que parecían aguardar por algo. Todo eso y ojos grandes, deslumbrantes, enmarcados por pestañas infinitas.

 

Ni él mismo supo cómo, pero logró bajarse en la siguiente parada. La enorme chompa que llevaba encima no le generó ni un poco de sofoco a pesar de que se echó a correr hasta llegar al lugar donde lo vio. No se agitaba, no sentía cansancio, a cada paso parecía levitar. Peor no había tiempo para cuestionarse eso. Debía hallarlo y hablarle.

 

Aunque no debía en realidad. Había decidido no hacerlo. Era muy arriesgado, podrían buscarlo y…

 

Pero no había nadie en la calle, ¿cierto? Nadie iba a reconocerlo. No podrían emboscarlo con tanta gente alrededor.

 

Podría hablarle, podría aclararle qué había pasado y le pediría que guarde el secreto.

 

Ah, ¿qué haría si en un arrebato sobreprotector, él se atreviera a abrazarlo? No lo había pensado desde que se echó a correr. No sabría cómo reaccionar… ¿Tal vez se quedaría sin habla? Aunque le encantaría un abrazo. Lo necesitaba demasiado luego de esas semanas de aislamiento autoimpuesto.

 

Ya no había lugar para las dudas. Estaba a apenas dos metros de distancia. Unas cuantas zancadas más y lo alcanzaría. Lo que pasara después, no tendría importancia. Solo tenía que hablarle. Al diablo todo.

 

Al diablo sus agresores, al diablo su promesa, una promesa que ya no podía sostener más. Al diablo todas las obligaciones que se había impuesto a sí mismo. Al diablo la opinión de extraños, al diablo las expectativas de sus compañeros, al diablo el miedo, al diablo sus compromisos—

 

—¡Taemin!

 

No podía tratarse de él, pues seguía de espaldas, totalmente ajeno a lo que su sola presencia había desatado. Era otra voz la que había oído. Era familiar, mucho, últimamente la había oído muy seguido…

 

Otro rumor llegó, mucho más nítido en su mente, pero se sentía lejano al mismo tiempo, como si fuera producto de su imaginación.

 

“La obra”, oyó a la distancia.

 

¿Era esa una manifestación de su consciencia? ¿Acaso aparecía porque estaba a punto de mandar todo a rodar? Y si no era así, ¿qué era entonces? ¿Quién era?

 

Oh.

 

¿Acaso no tenía algo pendiente? ¿No tenía que reunirse con los demás?

 

¿Qué estaba haciendo ahí?

 

Oh. Todo tenía sentido.

 

Solo podía ser…

—¡Soohan!

 

La sensación de vértigo llegó unos segundos después. Se llevó una mano a la cabeza en un intento de detener las vueltas que le daba todo. Ni siquiera había enfocado la mirada en algo y a se sentía sumamente perdido.

 

Solo pudo enfocar sus sentidos y tomar plena consciencia de dónde se hallaba al oír una puerta que se abría abruptamente y con ella Soohan, quien lo miraba con los ojos desorbitados, como si no terminara de creer lo que sea que haya pasado.

 

Precisamente cuando se disponía a preguntar qué era eso que había ocurrido y en donde estaba, oyó a alguien dar un par de pasos. Una mirada rápida por todo el lugar le resolvió todas sus dudas: se hallaba sobre una pequeña camilla, incorporado a medio cuerpo como si hubiera regresado de la muerte o el coma, y a su alrededor lo obvio. Estaba en la enfermería.

 

—¿Me llamaste?

 

No, no recordaba haberlo hecho. Hasta hacía apenas un momento estaba a dos pasos de alcanzar a…

 

—Los dejo solos.

 

A Minho, que ahora salía de la enfermería con la cabeza gacha, las manos en los bolsillos y la mandíbula apretada. ¿A dónde iba? ¿Por qué lo dejaba de nuevo si apenas un instante antes, en lo que sea que haya sido eso en lo que estaba sumido, había decidido finalmente rendirse y alcanzarlo?

 

Y pese a que quiso decirle algo, no pudo. Seguía aturdido sin saber bien por qué. Su intento quedó en apenas un lamentable balbuceo que Soohan interpretó como una invitación para acercársele y hacerle plática.

 

—¿Te sientes bien?

 

No. No, porque no quería que se vaya.

 

—¿Qué pasó? —Si ya estaba ahí, haciéndole plática, tal vez podría ganar algo de tiempo y averiguar qué estaba pasando para así ir al grano cuando pudiera hablar con él.

 

—Te golpearon —resumió Soohan, y sintió que los recuerdos le llegaban de paporreta, como una película a la que no le hallaba el más mínimo sentido, pero conocía.

 

Se veía a sí mismo contra el suelo, con el pecho siendo apretado contra este, luego era arrastrado y los recuerdos parecían fotografías. Solo podía concluir que lo que decía Soohan era cierto. Lo habían atacado nuevamente aquellos chicos. Pero ¿por qué?

 

Claro, seguro lo habían visto hablando con Minho. Le parecía absurdo, pues en realidad no habían hablado, pero supuso que, a ojos de sus agresores, el simple hecho de dirigirse un par de palabras era suficiente para recordarle qué habían acordado.

 

Entonces, ¿sería prudente hablarle?

 

—Tienes un labio herido, eso es lo más obvio, y, según la enfermera, a la altura de las costillas tienes un par de moretones, igual que en los muslos. Parece que te pisaron los dedos… —. La mano de Soohan (quien, recién notaba, se había sentado sobre la camilla a su lado, apenas a unos centímetros de distancia) tomó las suyas con una delicadeza inusitada que le provocó un escalofrío que le atravesó la columna, no porque le pareciera placentero y reconfortante, sino porque lo sentía incorrecto. En respuesta, carraspeó bajito y para no alejarlo con rudeza, deslizó ambas manos hasta tenerlas frente a sus ojos, como para evaluar el daño.

 

—No me duele —apuntó en un hilo de voz para tranquilizarlo. Era lo mínimo que se merecía al mostrar tanta preocupación—. Supongo que me pisaron solo una vez como mucho y no con mucho empeño. Solo estaba mareado hace un instante, no me duele el cuerpo. —Al no recibir mayor respuesta que una mirada extraña, medio “tierna” por parte de Soohan, decidió cortar con eso de una vez por todas—. ¿Será que puedo irme ya? Es que quier—

 

—¡Taemin!

 

La puerta volvió a abrirse con estrépito. Esta vez hicieron aparición Jinki y Jonghyun, ambos con botellas de café en las manos y, al parecer, unos panqueques en unas bolsas. Soohan tuvo la delicadeza de hacerse a un lado y permitirles acercarse a su amigo.

 

—Ya le expliqué lo que dijo la enfermera —advirtió este, como para que no se lo digan de nuevo—. No creo que sea buena idea tratar de hablar con él. Le debe doler… — Señaló con su índice su propio labio con una timidez más que curiosa y prefirió quedarse callado.

 

Jonghyun lo medio barrió con la mirada, no porque estuviera en desacuerdo con él (más bien, siendo honesto consigo mismo, su acotación le parecía bastante pertinente), sino porque supo leer en ese gesto que le avergonzaba al menos un poquito hablar abiertamente de los labios de Taemin, y eso solo podía significar que los anhelaba. Jinki por su parte se sentó con cuidado al lado de este y empezó a deslizar sus dedos entre las hebras de su cabello con el cariño propio de un padre.

 

—¿Dónde está Kibum? —inquirió al instante con media sonrisa, agradecido por la atención que estaba recibiendo, aunque extrañado por esa ausencia.

 

—Se quedó conversando con Minho —explicó Jonghyun con un tono que no pasó desapercibido—. Seguro viene en un rato. ¿Por qué? ¿No te bastamos nosotros?

 

Quiso reír genuinamente luego de quién sabe cuánto tiempo de haber estado distanciado de ellos, pero en cuanto sus labios se curvaron, el dolor le hizo saber que el diagnóstico era verídico.

 

—No te esfuerces —consoló Jinki, aún con sus atenciones, esta vez en su hombro y espalda—. Le diremos a la enfermera que ya estás despierto, a ver si te deja irte de una vez.

 

Una de las tantas razones por las que apreciaba a Jinki profundamente era justamente esa, lo fácil que entendía cómo se sentía, incluso sin palabra alguna de por medio.

 

Unos buenos minutos después, cuando ya la noche había caído por completo y luego de que la enfermera le recete una serie de medicamentos para mitigar el dolor y luego de que esta agradezca a todos los cielos que no se haya quebrado nada, lo dejó partir, no sin antes advertirle que definitivamente sería citado el lunes a la oficina del director para explicar las circunstancias exactas en que había terminado magullado.

 

De camino a la salida, con un brazo de Jinki y uno de Jonghyun sirviéndole de apoyo —cosa que no creía necesaria en realidad— y Soohan que los guiaba en silencio, quiso preguntar dónde se habían metido Kibum y Minho, a quienes no vio más. Estuvo a punto de soltar su pregunta, pero entonces Soohan le tomó un instante una mano —con los ojos de Jonghyun encima— para ayudarlo a subir a un taxi que lo aguardaba. Al ver este gesto de amabilidad, este aflojó un poco su malgenio, por lo que Jinki no pudo reprimir una risita.

 

Quizá no era momento. Primero tendría que llegar a casa, hablar con su madre… ¿Qué le diría? Ella ya no creería ninguna mentira…

 

Además, Minho fue quien decidió dejarlo ahí y desaparecer. Tal vez no lo había manifestado abiertamente, en principio porque no tuvo tiempo de detenerse a pensar demasiado en esa sensación de vacío y ausencia que lo embargaba al no verlo, pero de igual forma, lo tenía muy presente y le habría gustado que sea él quien le demuestre la misma preocupación que los demás. Precisamente cuando tenía todo el ímpetu para acercarse y acabar con ese distanciamiento, él se mostraba más indiferente que nunca.

 

Minho podía esperar. O eso decía su pecho herido mientras su mirada, tal como había hecho antes en esa especie de sueño en la que estuvo sumido, recorría cada calle por la que avanzaba el taxi con Soohan a su lado.

.

.

.

—¿Te ha crecido el pelo o son ideas mías?

 

Él rumió cualquier cosa en respuesta y siguió fingiendo que jugaba a algo en su teléfono. Este casi termina en el suelo al recibir un zape inesperado en el brazo.

 

—¿Por qué estás afuera?

 

Claro que iba a preguntarle. Ni él mismo sabía que hacía ahí, en medio del pasillo, con la espalda helándosele por el contacto con el concreto.

 

—Recibí una llamada —se atrevió a mentir—. Salí a contestar y me entretuve un rato.

 

—Ha pasado muchísimo rato desde que estoy aquí y sigues en ese plan. Si dices que solo fue eso, entremos entonces. Quiero verlo.

 

Kibum tomó el brazo que acababa de golpear e intentó arrastrarlo consigo; sin embargo, pudo más la fuerza de este: se mantuvo inamovible, clavado al suelo y con una mirada vacilante que supo leer a la perfección.

 

—¿Hay algo que quieras decirme? —inquirió al ver que no tendría caso seguir luchando. Jamás podría ganarle en fuerza a Minho.

 

Esa actitud tan suya le había servido de mucho en el pasado. Parecía una pregunta simple, pero no lo era en lo absoluto. Implicaba demasiado: para empezar, la responsabilidad de qué tanto se abriera y confesara quedaría totalmente en sus manos, contrario a lo que ocurriría si Kibum le preguntara directamente qué le pasaba. Por otra parte, era una invitación: siempre podía negarse y hundirse en sus propios pensamientos, pero Kibum sabía, claro que sabía, que eso no se le daba bien, que llegado cierto punto sería él mismo quien lo busque e intente pedirle consejo. Y ese era el momento.

 

Era el momento, lo presentía, pero no estaba seguro de qué se trataba. Ni él mismo tenía claro qué estaba ocurriendo exactamente y por qué estaba ahí. Su única certeza era que se sentía terriblemente incómodo y, por alguna razón, decepcionado.

 

—Ven, vamos a tomar algo —sugirió Kibum, seguramente debido a su silencio.

 

A medida que se perdían rumbo a la calle con la intención de encontrar la máquina expendedora de la que, según Kibum, Jinki y Jonghyun habían sacado café, trató de ponerle orden a sus pensamientos y darles coherencia. Pensándolo un poco mejor, ciertas palabras no salían de su cabeza por mucho que intentara hacerlas a un lado. No lo dejaban en paz, incluso cuando intentó alejarse de forma tajante de quien consideraba uno de sus mejores amigos y le rondaba la cabeza con mucha más frecuencia desde el instante en que salió de la enfermería.

 

“Ya perdiste tu oportunidad con Taemin”.

 

Pero ¿cuál oportunidad?

 

—Estás así por él, ¿cierto? —pujó un poco Kibum mientras extraía una lata de soda y se la lanzaba con gracia. Exhaló con fuerza, porque supuso que todo lo que habían caminado haría suficiente tiempo para que reflexione, pero por lo visto no era así—. Ni te atrevas a decirme que es por lo que le ocurrió, tu inquietud es distinta. Yo estoy preocupado por sus heridas y no tengo la cara de velorio que tienes tú. Lo tuyo es otra cosa, algo más.

 

—Yo no… No sé… —confesó agotado, y dejó caer ambos brazos a sus lados—. No sé qué es realmente lo que me pasa… Es decir, claro que estoy preocupado, quiero… quiero saber cómo… —otro suspiro, más fuerte y profundo—. Ni siquiera sé a quién te refieres exactamente… Me confundes más…

 

—Pero si el motivo de tu angustia tiene nombre y apellido: Kang Soohan.

 

Él lo miró extrañado, porque a sus ojos eso no era para nada verdad.

 

—Sé que si no quisiste quedarte es porque ya no quieres verlo ahí. Jonghyun me ha contado cómo lo mira —comentó casual, con los labios fruncidos, como si le hubiera costado mucho asimilar lo que estaba diciendo e intentara disimularlo con fingida ligereza—. Parece mentira, pero por lo visto sí le interesa Taemin. En serio. Yo creo que primero sí fue cosa del físico; es imposible que se haya interesado en él desde antes porque el tipo me parece bastante superficial. Y, bueno, tú sabes lo encantador que es Taemin una vez lo conoces. Es imposible no adorarlo.

 

De eso no le cabía duda, aunque en su caso fue como si hubiera quedado fascinado con el muchacho desde el instante en que lo vio, desde aquel día en que su moral le dijo que debía ayudar a ese pobre chico que parecía no ser capaz de andar por su propio pie de tan mareado que estaba.

 

Viéndolo bien, quizá era ese el verdadero temor que los tenía a los cuatro presos. La posibilidad de que Soohan se interese realmente en él, porque a sus ojos alguien como Soohan no estaba a su altura y podría romperle el corazón. ¿Qué harían entonces? ¿Cómo podrían manejar esa situación si lo único que se habían propuesto desde que lo conocieron fue protegerlo y, por lo visto, estaban fallando miserablemente?

 

Les restaba la certeza de que él no podría corresponderle incluso si aquellos sentimientos que a todas luces eran superficiales se convertían en algo honesto. Aunque de a pocos, esa certeza, desde su punto de vista al menos, se iba diluyendo con cada segundo que pasaba. Y eso era aterrador.

 

Y esa fue la verdadera razón por la que no pudo seguir en esa habitación. No sabiendo que ahora, por lo visto, él necesitaba de Soohan.

 

—¿Qué dijo cuando despertó? —inquirió Kibum como si le hubiera leído la mente.

 

¿Para qué callarlo?

 

—Lo llamó. A él.

 

Decirlo en voz alta le hizo tomarle real dimensión a lo que esos pensamientos que no dejaban de asediarlo podían significar.

 

—Haz algo.

 

—¿Sobre qué?

 

—¿Vas a dejar que esto siga pasando y termine por concretarse?

 

Ahora Kibum repetía básicamente lo mismo que le había dicho hacía ya un tiempo Taehyung y había insinuado Changmin, solo que de forma mucho más elocuente. O contundente más bien. Y quizá si no había podido dejar de pensar en aquella conversación era justamente porque sabía que había algo que debía hacer, algo pendiente por resolver. Solo que no sabía por dónde empezar.

 

—Al menos con lo que me has dicho pareces ya tener más claro que lo tuyo no es muy “normal” —remarcó haciendo comillas con los dedos—. Y uso esa palabra porque sé que es la que más se ajusta a tu vocabulario o la forma en que veías todo este asunto.

 

—¿A qué te refieres…?

 

¿Acaso Kibum sabía que, desde hacía muchísimo tiempo, incluso antes de la plática con Taehyung, venía cuestionándose la forma en que expresaba su afecto?

 

—No tiene nada de malo lo que sientes. No es “raro” ni nada parecido. Es más, si me preguntas, fijarte en él es lo más natural y acaso inevitable del mundo. Más bien, tienes suerte de que pocos hayan tenido el valor de acercársele y conocerlo, porque de lo contrario, no solo sería Soohan: habría una fila de personas aguardando por él… Bueno, lo que trato de decir es que, en el fondo, muy adentro, siempre supimos que algo estaba pasando. Desde que nos lo presentaste. Incluso ese día te lo dijimos, ¿recuerdas? —Él asintió despacio—. La forma en que lo miras, cómo tratas de hacerlo sonreír a pesar de que se esconde cuando lo hace, cómo de alguna forma u otra siempre terminas tocándole el brazo, el hombro… Sobre todo, en que a tu manera tratas de incluirlo en lo que te gusta y nunca lo dejas de lado… Solo Jonghyun no notó nada, o eso parece, pero él es un caso aparte —exhaló agotado y rodó los ojos—. ¿Ahora sí quieres hablarle?

 

—Él sigue ahí…

 

—¿Y? —replicó indignado, y arrojó al tacho próximo la lata vacía con más fuerza de la necesaria para transmitirle su hartazgo—. También están ahí Jinki y Jonghyun. Además, tú eres su amigo. Por supuesto que quiere verte y hablar contigo, no seas tonto.

 

—Creo que ese es justamente el problema… —confesó luego de una pausa y tras tomar una bocanada de aire.

 

Kibum lo vio de pies a cabeza porque, según pensaba, su punto ya había quedado claro con el discurso que acababa de dedicarle. Sin embargo, lo entendía. Ese era el mismo tormento que Taemin atravesaba, después de todo. Claro que le costaría cobrar valor para enfrentar al que, hasta ese día, había visto como un amigo y nada más. Su forma de actuar frente a él cambiaría, era inevitable, la forma en que le dirigiría la palabra; lo acometería la timidez, el miedo a sentirse expuesto, el miedo al rechazo, a estropear algo que de por sí ya era tierno y especial… Lo entendía muy bien. Pero algo debía cambiar desde ese instante o sería muy tarde. Ya se estaba haciendo muy tarde, de hecho.

 

—Él está en este momento sumamente vulnerable. No quiero pensar mal, pero quizá… ya sabes… ese chico pueda sacar partido de eso… Sabes que muchas veces Taemin se mueve por gratitud, ¿cierto? Y por otra parte, nos necesita. Más que nunca. Lo sabes muy bien. Ahora mismo tendríamos que estar en esa habitación.

 

—Me siento… culpable… —confesó contra la pared, y se pasó ambas manos por todo el rostro—. Sé que debería estar allí, con él, créeme que lo sé porque estoy realmente preocupado y no me quiero imaginar desde cuándo viene pasando esto…, pero…

 

Kibum asintió afligido. Él y los demás habían estado platicando al respecto mientras Taemin seguía descansando en la enfermería. Por supuesto que ese no era el primer ataque, las huellas del anterior aún los estremecían y un latigazo de culpa les partía el corazón, pues la idea de que pudieron haber actuado desde mucho antes —incluso aunque hubieran tenido que forzarlo a hablar— y poner freno a todo aquello no los dejaba en paz. En su lugar le dieron su “espacio” como tanto parecía anhelar, incluso terminaron alejados… Y no solo eso: para llegar al extremo de emboscarlo de esa manera, definitivamente debió haber agresiones más pequeñas que pasaron desapercibidas frente a sus narices. Era imperdonable. ¿Cómo pudieron ser tan ciegos?

 

Lo que más deseaban era hablar con Taemin y pedirle que por favor les diga qué dificultades le hicieron atravesar —aunque con cada palabra una llaga se abra— y, sobre todo, quiénes fueron los responsables y por qué decidió callar. Sin embargo, ahí residía otro temor: ¿cómo abordar el tema sin que Taemin se muestre esquivo como en el pasado? ¿Sería prudente hablar al respecto en ese instante? Se sentían totalmente perdidos.

 

 —Pero ¿qué? —apuró Kibum al ver que vacilaba, de vuelta su atención en Minho.

 

—Debería estar solo enfocado en que esté bien, pero… es como si estuviera preocupado a partes iguales… por su estado, porque no puedo creer que no hayamos visto nada —Apretó la mandíbula—, y… por lo de… él…, que está ahí, y que lo llamó a él y si lo llamó es porque lo necesita—

 

—¿Te preocupa que ya no nos necesite a nosotros?

 

Su silencio fue respuesta suficiente.

 

—No seas ridículo—se echó a reír, a lo cual Minho quedó en blanco—. ¿Ni siquiera has terminado de aceptar que lo ves con otros ojos y ya eres así de tóxico? —siguió riendo, pero esta vez también le dio un zape en el hombro—. Él puede necesitar de mucha más gente que nosotros, que tú, y eso está muy bien.

 

—¡No me refiero a eso! —aclaró a media voz, indignado, pero moduló el volumen de sus reclamos en el último instante para no hacer un escándalo—. Es solo que—

 

—¡Te he entendido! —volvió a la carga con mucha más intensidad—. ¡Me estoy burlando de tu incapacidad de decir abiertamente que te da miedo que se fije en él y pierdas cualquier posibilidad definitivamente!

 

A esa oportunidad se refería Taehyung…

 

Él, algo cansado porque su risa siempre lo ponía de los nervios, pero, sobre todo, incapaz de verlo a la cara luego de semejante declaración, se dio media vuelta y se echó a andar con dirección a la escuela. Más exactamente a la enfermería.

 

Aunque lo irritara, tenía razón. Kibum tenía razón. Debía hacer algo.

 

No era un cobarde.

 

No había por qué temer.

 

Ya había eludido esa conversación consigo mismo por mucho tiempo. No más.

 

Verlo le terminaría de confirmar si era tal como Kibum decía, que siempre en sus ojos hubo un brillo distinto para él. Los ataques no tenían relación alguna con la forma en que lo vería —incluso por un instante, en medio de su negación, creyó que quizá esa incomodidad tan grande en su pecho se debía a una pena inmensa que lo movía luego de haberlo visto herido y vulnerable—; le quedó clarísimo luego de verse forzado a salir de esa habitación. Solo necesitaba encontrarlo despierto, listo para salir adelante y dejar en el pasado, con la ayuda y confianza de sus amigos, todo el sufrimiento que esos extraños le hicieron pasar, para reafirmar lo que ya le había insinuado Taehyung.

 

No iba a seguir engañándose a sí mismo. La sola idea de enfrentarlo provocaba volteretas en su pecho y eso no podía tener más explicación que la que ya le había detallado Kibum.

 

No tenía idea de qué le diría, quizá actuaría con normalidad, se tragaría la incomodidad de ver a Soohan ahí y esperaría el momento oportuno para verlo directo a los ojos. Esa sería su clave final. No haría falta más.

 

Y la sola idea de saberse a punto de dar fin a esa batalla interna que lo había consumido por incontables días lo ponía ansioso, pero no de miedo. Era como si le provocara más bien júbilo, incluso a sabiendas de que corría el riesgo de quedarse mudo en su presencia. No importaba. Solo le urgía hallarse cara a cara con él. No había lugar para otro pensamiento en su cabeza. Un par de pasos y sus planes se concretarían.

 

Sin embargo, cuando volvieron, solo se encontraron con Jinki y Jonghyun, quienes les explicaron que Soohan se lo había llevado en un taxi a casa.

.

.

.

La charla con su madre no fue sencilla en lo absoluto. En un primer momento quiso esquivar el interrogatorio aduciendo que estaba muy agotado, pero eso no funcionaría. Lo habían citado en la dirección para el lunes, lo cual implicaba que más temprano que tarde sus padres recibirían una notificación. Si tenían que enterarse, qué mejor que sea por su propia boca. Además, pese a que le parecía terriblemente embarazoso explicar, aunque sea a grandes rasgos, el abuso que tuvo que soportar, en el fondo le dolía mucho preocupar a su madre. Ya había notado esa mirada herida y llena de angustia aquella noche que llegó luego del primer ataque y siempre tuvo claro que no se merecía mentiras.

 

Así que tomó asiento, esperó a que su padre llegue, les pidió a todos que solo lo escuchen sin interrumpir y, sobre todo, que no lo miren con lástima, y entonces procedió con su relato. Les explicó que desde hacía ya un tiempo que no recordaba con claridad venían molestándolo algunos compañeros que no conocía de nada, pero que en ese entonces no pasaban de chiquilladas como papelitos y choques contra su hombro. Les explicó que de un momento a otro y sin motivo aparente —porque claro que no iba a confesar el verdadero motivo de ese ensañamiento— una tarde lo golpearon. Su madre quiso saber por qué no tuvo la confianza suficiente para acudir a ella en el momento en que se tomaba una pausa, a lo que él explicó que creía equivocadamente que podría manejarlo.

 

Todo marchó bien para sorpresa suya, excepto en el momento en que su padre sugirió cambiarlo de escuela. Solo en ese momento estuvo a punto de perder la calma.

Please Subscribe to read the full chapter
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
Leah0410 #1
Chapter 3: Son pocas las historias que se encuentran en español por aquí o quizás soy yo q no las noto 😆, me encanta tu historia y tu forma de escribir Gracias 😊! Muy buena historia espero con ansia el siguiente capítulo 😊