Neptune

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Cuando volvió en sí, se sentía tan desorientado que se quedó unos minutos sobre el suelo, intentando incorporarse. Los brazos parecían no querer responderle y le temblaban. Mientras luchaba, algunos recuerdos llegaron a su mente y gracias a ellos comprendió por qué se hallaba ahí, totalmente desamparado y adolorido. Una vez que logró hacerlo, caminó con calma hasta la salida, apoyándose no con poca dificultad contra un muro. Aguardó la llegada del autobús que lo devolvería a casa, a su lugar más seguro, y una vez que apareció, se subió ignorando la mirada inquisitiva del conductor.

 

Su madre casi hizo un escándalo. En cuanto puso un pie en casa y ella vio su labio herido además de su cuerpo magullado, el cual hasta ese instante no tenía idea de cómo logró poner en movimiento luego de despertar solo en ese helado y oscuro lugar, supo que se avecinaba una conversación inaplazable.

 

Esta vez su madre no iba a guardarse nada y Taemin tendría que comprenderla.

 

Taesun intentó cargarlo hasta su cama, pero él le dijo que estaba bien y consiguió subir por las escaleras a paso lento. Ya en su recámara, se deshizo del uniforme y se metió de inmediato a la ducha con el fin de examinar qué tanto había sido el daño viendo su cuerpo desnudo. Tenía un par de moretones en la espalda, casi a la altura de los omóplatos, uno en un costado y otro en la mandíbula, así como su labio inferior algo abierto con una cicatriz que había dejado su quijada y el pecho de su camisa manchados de sangre.

 

Asearse le produjo mucha satisfacción. Parecía como si el agua tibia se llevara consigo el dolor y los malos recuerdos y estos se diluyeran por la rendija, dejándolo ligero y en paz. Envuelto en una mullida toalla, pensó que sería muy injusto hacer que su madre lave su uniforme, ella ya lucía bastante preocupada, así que lo dejó listo en la lavadora y solo entonces se puso el pijama y se acostó en la cama. Pensó también que no podría dormir porque acababa de despertar apenas hacía como mucho una hora, pero se sentía terriblemente cansado y sus párpados se iban cerrando en cuestión de segundos.

 

Habría podido descansar de no ser porque su madre apareció en su habitación.

 

No hizo falta decir nada. Su mirada exigía respuestas, no porque creyera que su hijo se había metido en problemas, sino porque su preocupación era palpable.

 

—Me tropecé —explicó amodorrado, y extendió una mano para que su madre se acerque y la tome entre las suyas. Ella se sentó sobre la cama en el acto, pero no solo hizo caso, sino que con la otra empezó a acariciar su rostro con ternura. A Taemin le rompió el corazón ver sus ojos vidriosos—. Me quedé haciendo algo en el club hasta muy tarde y como estaba oscuro y yo me retrasé, salí deprisa, no me di cuenta y rodé por las escaleras. Mi cara terminó contra el suelo —rio un poco para sumarle credibilidad a su historia, aunque no sabía qué tan efectivo y convincente estaba siendo—. Perdón por preocuparte. Lo siento mucho. No volverá a pasar.

 

Su madre abrió la boca para protestar, porque algo en esa historia le parecía más que sospechoso. Sabía que su hijo podía ser despistado y no creía tan inverosímil su versión, pero algo le decía que no era verdad, y eso le resultaba alarmante. Taemin no mentía, y si lo hacía, era por motivos bastante inocentes, como cuando insistía tanto para ir a hacer las compras del supermercado. La posibilidad de que su hijo le esté diciendo mentiras sobre un asunto tan grave como llegar herido le atormentaba.

 

—Porque quiero que seas sincero conmigo, lo seré yo contigo —dijo, y continuó con sus caricias—. No te creo del todo. Si tienes algo que quieras contarme, por favor… Hazlo. ¿Está ocurriendo algo?

 

Su respiración se detuvo un momento.

 

Su madre lucía genuinamente herida y angustiada.

 

Pero no podía. No hacía falta. No volvería a pasar. Ya había pensado en todo.

 

—No.

 

La decepción en su mirada lo quebró por dentro.

 

Ella ya no dijo nada. Sus dedos recorrieron sus mejillas con suavidad y ternura, repasando su nariz, su mandíbula herida y despejándole la frente para depositar un dulce beso y susurrarle un dulce “buenas noches”.

 

En el instante en que ella lo dejó solo, sus párpados se dejaron caer y él se vio arrastrado al mundo de los sueños.

.

.

.

A la mañana siguiente, su madre intentó por todos los medios impedirle ir a la escuela, pero él se negó con el mismo ímpetu. Taesun también se involucró e incluso su padre le sugirió que lo mejor sería descansar e ir al médico, pero no hubo poder humano que pueda frenarlo. Se aseguró de salir con tiempo, pues su paso era bastante más lento y no podría correr ni trotar, y partió con rumbo a sus clases.

 

La mañana transcurrió tranquila, aunque no faltó algún curioso que se detenga a verlo pasar. Tomó sus apuntes, escuchó con atención sus lecciones y durante la hora del almuerzo concluyó que lo más inteligente para aplicar el plan que tenía en mente sería quedarse en un espacio abierto como el jardín trasero, pues ahí no podrían acorralarlo.

 

Además, estaba el miedo que sentía de encontrarse con Minho.

 

Su plan era sencillo, pero complicado a partes iguales: no cruzar palabra con él. Al menos no en la escuela. Ya se inventaría cualquier pretexto con tal de eludirlo. Según había concluido, si no volvía a hablarle, estaría a salvo de esos extraños. Eso era lo que habían dejado implícito sus abusadores, así como que seguramente estarían observándolo.

 

Así que cada vez que tenía que recorrer algún pasillo, estaba latente el miedo de darse de bruces con él. La amenaza recibida había sido lo suficientemente clara como para no querer correr el riesgo, por mucho dolor que le causara.

 

Probablemente esa era la cuestión de fondo. Ahora que comprendía los sentimientos que albergaba por él, añoraba pasar tiempo juntos, así fuera como amigos. Lo había alejado luego de aquella conversación en su casa y ya no tuvieron oportunidad de volver a ser los mismos de antes, y justamente debido a eso lo extrañaba muchísimo. No podía creer cuán ciego había estado como para no comprender que los sonrojos, la emoción que le causaba verlo, reír junto a él, el simple hecho de volver juntos, solo podían significar una cosa. Claro que la conversación del día anterior lo había herido y no poco, pero no era suficiente para hacerlo echar al olvido algo tan intenso.

 

No obstante, si había decidido mentirle a su madre era porque tenía la certeza, la seguridad de que un ataque semejante jamás volvería a producirse, y para eso debía mantenerse firme y evadir cualquier contacto con él.

 

—¿Hoy no hay almuerzo?

 

Pegó un respingo y empezó a temblar hasta que vio de quién se trataba. Soohan no pasó por alto esa reacción y lo miró inquisitivo, mucho más al notar su rostro herido.

 

—¡¿Qué te pasó?! —casi se abalanzó sobre él, pero se controló y tomó asiento a su lado, cogiéndole la quijada entre sus dedos pulgar e índice para evaluar el daño—. ¿Cómo—?

 

—Ayer me tropecé luego de quedarme en el club. Estaba todo oscuro así que rodé por las escaleras. —Soohan frunció el ceño extrañadísimo, por supuesto. No había ningún motivo para quedarse en el club, mucho menos tan tarde como para que todo esté en penumbra. Era tan obvio que aquello se trataba de una mentira…—. Todo ocurrió luego de que te fuiste.

 

Se habría tomado más tiempo en hacer su explicación más verosímil, habría agregado más detalles para terminar de convencer a Soohan de que decía la verdad de no ser porque, por un golpe de suerte, se le ocurrió volver ligeramente el rostro en dirección al extremo del corredor. Ahí, a unos cinco metros de distancia, un Minho que sostenía el móvil en una mano y con la otra se desordenaba el pelo hacía aparición.

 

—Debo irme—susurró a Soohan en un hilo de voz. Su labio inferior temblaba.

 

El muchacho, más que confundido luego de lo que acababa de ver y con ese súbito cambio en su actitud, no pudo evitar examinar los alrededores por puro instinto en busca de respuestas.

 

—¿No vas a saludarlo? —replicó al notar la presencia del que, según tenía entendido, era una de las personas más cercanas a Taemin. Este en lugar de responder se colgó la mochila al hombro y se giró un segundo después, de lo cual no pudo interpretar otra cosa más que lo estaba evitando, aunque no tenía pista alguna de a qué se debía aquello. Así que imitó sus movimientos y ya de pie, se dispuso a acompañarlo.

 

Algo que no se le escapó y que lo dejó intrigado mientras seguía el paso rápido de Taemin fue la mirada que el chico echaba de un lado a otro, como si se hallara en un estado de paranoia y temiera toparse con alguien en cualquier momento. Pese a que el asunto le parecía rarísimo decidió no comentar nada y seguir con su camino, hombro con hombro —porque rodearlo con su brazo le parecía demasiado prematuro— con el fin de que se sienta en compañía y sepa que no estaba solo, si acaso era miedo de algo o alguien lo que sentía.

 

Sin embargo, alguien definitivamente no quedó tan tranquilo. Este se limitó a verlos marcharse en silencio, con el teléfono en la mano, un mensaje a medio redactar y una curiosa e inexplicable sensación de abandono ahí, en pleno pasillo.

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.

Esa sensación agridulce no se desvaneció, mas su propia angustia se encargó de mitigarla. Tenía asuntos más importantes en los que detenerse a pensar, después de todo, y sus confusos y agitados sentimientos no eran uno de ellos. Luego tendría tiempo de detenerse a analizar por qué desde el instante de su fallido encuentro no pudo enfocarse en absolutamente nada más que hablarle. O tal vez pretendería que la sensación no existía.

 

Ya le había contado a los demás lo que acababa de atestiguar y fue motivo de conversación por medio de papelitos durante una clase que no compartían con el objeto de sus conjeturas. Jinki, por supuesto, apeló a la lógica y sostuvo que seguramente Taemin no lo había visto, tan simple como eso. Jonghyun por su parte se mantuvo ceñudo todo el tiempo, cavilando, muy probablemente debido a que estaba preocupado por las heridas de su amigo y porque esa cercanía con Soohan le seguía pareciendo terriblemente sospechosa —con lo cual Minho estaba muy de acuerdo— y Kibum decidió finalmente ponerse del lado de Jinki, aunque a medida que le explicaba su parecer le dedicaba unas miradas misteriosas que no terminaba de descifrar. La conclusión a la que llegaron fue que necesitaban hablar con Taemin lo más pronto posible para aclarar el problema de sus heridas y ayudarlo en todo lo que necesitara, tarea que, claro, para él se volvió una cuestión bastante personal: en cuanto sonó el timbre de cambio, casi como si hubiera contado los segundos, sacó el móvil sin ninguna duda y terminó el mensaje que había dejado a medias.

 

En cuanto Taemin conteste, pensaba, en cuanto acuerden verse y les explique todo, en cuanto aceptara ser protegido por ellos, en cuanto pongan en marcha una solución a lo que sea que venía pasando, y los tenía alejados, volvería todo a la normalidad.

 

Pero la respuesta nunca llegó.

 

En un primer momento se convenció a sí mismo de que era razonable. Taemin, con el mismo paso rápido con el que se echó a andar antes, cuando estaba con el líder de su club, debió llegar a su próxima clase pronto y ya no pudo sacar el teléfono.

 

Esa justificación le bastó un rato, pero al notar que la jornada llegaba a su fin y no obtenía ninguna señal, empezó a desesperarse.

 

Permaneció así por largas horas, mordiéndose las uñas, tamborileando los dedos contra la mesa de su habitación, tratando inútilmente de distraerse oyendo música (para colmo de males, sus gustos musicales evidenciaban la influencia de Taemin, con lo cual su presencia era algo ineludible) y para cuando la noche empezaba a caer ya era imposible negar lo obvio: no hallaría tranquilidad hasta que tome el toro por las astas y hable con él directamente.

 

Así que intentó llamar, no con la intención de platicar por medio de ese aparato, le parecía impersonal y algo en él le impelía, le exigía tener esa charla en persona, sino para anunciarse y no aparecer por su casa inesperadamente. Luego de lo ocurrido en la mañana, la impresión de que podía incomodarlo y ser inoportuno —cosa que nunca había ocurrido en el pasado— le provocaba cierta inseguridad.

 

Pero tampoco obtuvo nada.

 

Tenía que intentarlo todo, hasta lo último.

 

Con la resolución de poner fin a todo aquello, tomó su chaqueta y se dirigió sin pensarlo más a la casa del causante de su inquietud. Una vez allá, la madre de su amigo lo recibió con una sonrisa y, cosa rara, le pidió que espere en la sala antes de anunciarlo.

 

La espera no fue larga, por fortuna. Un par de minutos después, la señora Lee bajaba por las escaleras y le avisaba que podía seguir, no sin antes pedirle que tenga cuidado, pues Taemin lo aquejaba una terrible migraña.

 

Creyó que tal como la última vez que había visitado su habitación lo hallaría envuelto en las sábanas; en ese entonces también había dicho que le dolía mucho la cabeza, pero no fue así. Pese a que Taemin se hallaba en una posición similar, sobre la cama, envolviendo sus piernas que apretaba contra su pecho y se abrazaba a sí mismo, el aura en la recámara era totalmente distinta. Lo hacía sentir como un extraño, un desconocido, y eso no le gustó.

 

—¿Q-Qué te ocurrió?

 

Se acomodó sobre la esquina de la cama y decidió empezar con cautela pese a que tenía la urgencia de tomar su rostro entre sus manos e interrogarlo hasta saber quién o cómo se había hecho esas heridas que se empeñaba en ocultar volviendo ligeramente el rostro en dirección contraria.

 

—Me tropecé. Estoy bien, no es gran cosa.

 

—¿Cómo pudiste caerte así? —inquirió, esta vez un poco más firme. No iba a presionarlo aunque estuviera ansioso de respuestas y la actitud indiferente de Taemin lo tuviera al borde del colapso. Recordaba con una nitidez alarmante su última plática y en definitiva no quería que algo similar se repita.

 

Quería hablarle desde la mañana, desde el instante en que lo vio meterse a su salón, quería pedirle que le explique cómo pudo lastimarse de esa manera o, en el peor de los casos, saber quién le había hecho eso. Al pensar que alguien con toda intención pudo hacerle daño sintió como si una mano le estrujara el pecho de forma dolorosa e insoportable. ¿Cómo alguien sería capaz? No lo merecía, era inaceptable, y pese a que intentaba creerle y quería confiar en él como tanto le había pedido cuando discutieron, esa última posibilidad cobraba protagonismo en su mente.

 

Pero debía mantener la calma, era absolutamente necesario.

 

Y pese a su buena voluntad, lo único que obtuvo fue una retahíla de excusas que a oídos suyos no sonaban para nada sinceras. Había tropezado en medio de la oscuridad, su rostro se estampó contra el suelo, pero ni una sola explicación razonable a por qué supuestamente se había quedado hasta tan tarde en la escuela. Lo peor del caso era que incluso a pesar de que trataba de entenderlo y no insistía ni pujaba demasiado para obtener respuestas, Taemin parecía reacio a colaborar y decirle la verdad. Era como si estuviera rogándole para que al menos le cuente algo, como si tuviera que sacarle la información a cucharitas. Con cada palabra, Taemin se mostraba más esquivo al punto de prácticamente darle a entender que su presencia ahí le incomodaba y deseaba que se marche.

 

La sensación de la mañana, un hincón en su pecho, volvió a hacerse presente y se hizo más intensa al oírlo decir lo siguiente:

 

—Créeme…

 

¿Cómo podía pedirle eso?

 

—A pesar de que decidiste no decirme la verdad —empezó a su riesgo luego de un suspiro. Toda esa situación lo fatigaba demasiado. Decidió mirar a la nada y esquivar esos ojos oscuros porque sabía que le enojaría muchísimo su desconfianza y reaccionaría tal como la última vez que hablaron, echándole en cara que como los amigos que eran debía creerle, y dio un brinquito imperceptible sobre la cama para acortar la distancia entre ellos, aunque esta dejó hace mucho tiempo de ser física. Pero tenía que intentar algo, lo que sea—, resolví respetar cualquier decisión que tomes, incluso si no la entiendo. Es exactamente lo que haré —culminó, y por fin volvió el rostro para enfrentarlo.

 

Taemin se sintió acorralado y con la guardia baja. Los enormes y penetrantes ojos de Minho no tenían ese aspecto amable de siempre, más bien tenían cierto aire inquietante, como si con esas últimas palabras no simplemente estuviera explicándole qué iba a hacer desde ese día (palabras que no terminaba de entender del todo), sino sellaran una sentencia fatal. Le sonaban contundentes, pesadas, y quería ahondar en qué estaba tratando de decir con ellas, cuál era su trasfondo, pero él se puso de pie luego de unos segundos de espeso silencio para dejarlo solo y sin respuesta en su habitación.

 

Un sentimiento de profundo vacío no le permitió dormir toda la noche pese a que había logrado lo que quería: alejar a Minho para mantenerse a salvo.

.

.

.

Algo había cambiado y era más que evidente. Si antes apenas se hablaban debido a que Taemin parecía cansado con todos los ensayos y responsabilidades que conllevaban las presentaciones del aniversario, para ese momento prácticamente no se veían.

 

No era simplemente que Taemin no le hablara, a él o a los que en teoría eran sus amigos, era que los evitaba descaradamente. Los primeros días recorrían con la mirada el aula en cuanto ponían un pie dentro y descubrían con sorpresa que no se hallaba ahí. Tardaron un par de días en comprender de qué se trataba todo: Taemin llegaba un segundo antes que el profesor y salía prácticamente corriendo detrás de él una vez sonaba la campana con la evidente intención de esquivar cualquier contacto con ellos. No aparecía por el comedor, no participaba de sus conversaciones en el chat grupal (sorprendentemente no se salió) y no contestó sus llamadas por una semana entera, tras la cual decidieron dejar el asunto por la paz: lo mejor que podían hacer era darle el espacio que, por lo visto, tanto deseaba.

 

Claro que esa decisión no fue tan sencilla. Jonghyun no dejaba de darle vueltas al problema; Jinki lidiaba mejor con todo y si bien su actitud se le figuraba muy sospechosa, mucho más luego de haberlo visto golpeado, trataba de mantener la calma y pensar en alguna forma de poder sonsacarle la verdad, porque desde luego que no se tragaban esa historia de que “había tropezado”. En cuanto a Kibum, día con día se mordía las uñas a la espera de que por fin aparezca por la puerta del comedor con esa sonrisa que tan bien conocía. Solo quería que vuelva a ser el mismo de antes. ¿Cómo de un momento a otro, cuando más intentaba acercarlo a Minho, pudo revertirse la situación?

 

Transcurrieron unas semanas sin noticias y sin ningún cambio, a excepción del aspecto del muchacho. Sus heridas mejoraron pronto y ya no les partía el corazón verlo con ese labio roto que se mordisqueaba de vez en cuando, pero en cuanto a su actitud distante y arisca, no hubo progreso.

 

—Taemin ya no es el mismo —se lamentó Jonghyun, dándole vueltas a su comida y apoyando su quijada en su muñeca.

 

Todos asintieron con el mismo ánimo. Kibum suspiró cansado e hizo a un lado los cubiertos. La situación era prácticamente insostenible. No le aburría tocar el tema, era que no sabía qué hacer.

 

—Es que no le hallo sentido —continuó Jonghyun con su disertación—. Porque todo esto pasó justo cuando se hizo amigo de Soohan. Además, ¿saben lo que todos dicen?

 

—A estas alturas es difícil no hacerlo—se sumó Jinki, bastante seguro de qué diría a continuación.

 

Minho clavó su mirada en la mesa, exhausto, porque, aunque no quisiera, pensar en todo lo que la gente decía era inevitable. Los rumores no murieron aquel lunes luego del aniversario, mucho menos el martes ni las semanas que siguieron. Más bien, podría afirmar que solo empeoraron. La diferencia entre la realidad y la cuota de ficción que la población estudiantil le agregó a los hechos hizo que la línea que separaba lo verosímil de lo inventado cada vez se desdibujara más y más. Algunos decían que los habían visto tomados de la mano, sonriéndose, otros que se saltaban clases para poder verse en la terraza de la escuela y cuando no podían contenerse, se encontraban en los jardines. Hubo incluso quien afirmaba haberlos visto yéndose juntos y saliendo por las tardes al cine.

 

—Taemin es inteligente, jamás le haría caso a alguien que obviamente se fijó en él desde que se ve mejor —declaró conciliador Jinki antes de que Jonghyun se hunda más en esos pensamientos.

 

Y Minho estaba de acuerdo, el mismo Taemin les había pedido que confíen en él como los amigos que eran, pero…

 

—Es como si ese tipo le hubiera lavado la cabeza —apuntó Jonghyun, a lo que Jinki respondió con un resoplido agotado. Era eso justamente lo que quería evitar; sabía que las intenciones de su amigo no eran malas y la raíz de sus sospechas estaba en la preocupación que le causaba Taemin, pero esas conclusiones a las que llegaba no hacían más que empeorar el ya de por sí asfixiante ambiente entre ellos. Además, lo que decía le parecía un poco absurdo—. O tuviera algún poder sobre él.

 

Y por más que quisiera hacer oídos sordos, no podía evitar darle vueltas a esa idea. Claro que no creía que siquiera una sola palabra de esas historias que contaban los cotorras de la escuela fueran ciertas, tenía la plena certeza de que Taemin sería incapaz de aceptar a alguien como Soohan, no luego de la forma en que lo había tratado, pero había momentos en que era inevitable dudar. No quería dar crédito a las teorías conspiranoicas de Jonghyun, pero con cada día que pasaba sentía que nadie podía culparlo si tenía momentos de flaqueza y les daba cierto crédito.

 

Pero al margen de lo mucho que se aferraba a la idea de que los rumores no pasaban de patrañas, estaba el porqué de que pasara dándole vueltas a aquello y por qué estaba tan empecinado en creer que no era verdad, y solo había una respuesta: la posibilidad de que las invenciones y rumores que se esparcían como pólvora día con día fueran ciertas le hería. Quiso hacer a un lado esa revelación, pero llegado a cierto punto ya no podía seguir mintiéndose a sí mismo: oír esas historias le molestaba. Así que trató de hallar la razón de ese malestar.

 

Si oír una sola palabra sobre esa supuesta relación cuando recorría algún pasillo le provocaba tanto rechazo debía ser a causa (aún no estaba seguro del todo de esa conclusión) de que tenía en muy alta estima la inteligencia de Taemin y por eso tenía la absoluta certeza de que jamás le daría una oportunidad a alguien como Soohan; además, la idea de que haya decidido alejarse de ellos para preferir pasar tiempo con él le resultaba inconcebible, absurda. Un sinsentido. Claro que esas habladurías no pasaban de simples patrañas.

 

La situación no tenía salida, o al menos él no la hallaba cada tarde que se detenía a pensar en cómo podrían lograr que todo vuelva a ser como antes. Cada vez que intentaban dialogar y retomar su amistad, lo único que obtenían eran silencios, lo cual también era una respuesta a su manera. Trataban de sobrellevarlo, acaso ignorarlo todo lo que podían, pero había situaciones que los superaban.

 

Ese mismo día Kibum se dio por vencido y, sorpresivamente, porque era uno de los principales promotores de mantener la distancia y darle su espacio a Taemin, acordó con ellos esperarlo a la salida de su clase de baile con el club. Según habían escuchado, no dejaban pasar un solo jueves sin ensayar porque querían dejar todo preparado para cuando llegue el momento del festival. Solo debían mantenerse alertas y aguardar con total tranquilidad afuera del salón de modo que no parezca de ningún modo una emboscada. Una vez saliera lo invitarían a la casa de alguno para platicar, y si se negaba, podían invitarlo a tomar algo con suma delicadeza y cariño para dejarle en claro que lo que los movía era la preocupación que los consumía día con día.

 

El plan era perfecto. O eso pensaban.

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Taemin había logrado evadirlos hasta ese momento con muchísima maña. Calculaba muy bien su tiempo y llegaba en el momento exacto en que sonaba la campana, casi un paso delante del profesor para que de esa forma no puedan preguntarle nada y se vean forzados a solo oír la clase. Una vez que esta concluía, salía deprisa como si alguien lo persiguiera y se sentaba sobre el mismo muro de siempre, un poco más en dirección a un rincón cerca del cual había un árbol que lo cobijaba, para comer su almuerzo en total soledad a no ser que Soohan hiciera acto de presencia. Al menos agradecía que este se limite a permanecer en silencio a su lado o como mucho haga un comentario sobre lo bien que evolucionaban sus heridas. Tampoco podía pedirle que se aleje; al margen de que lo podría considerar descortés de su parte, le estaba infinitamente agradecido porque tuvo la inmensa consideración de ofrecerle posponer los ensayos debido a sus heridas sin mencionar ni explicar nada a los demás miembros. “Yo veré qué hago” le había dicho al cuestionarle si los demás no lo verían como algo extraño y quizá un abuso de confianza. Taemin se negó en un primer momento, claro, pues sentía que sería aprovecharse de esos supuestos sentimientos y tampoco quería sentirse inútil ni generar más comentarios, por lo cual decidió hacer acto de presencia de igual forma la siguiente semana.

 

En cuanto puso un pie en el salón la semana en que se reincorporó, supo que encarar sus problemas sería inevitable.

 

Como a Jongin no había forma de evadirlo durante todo el ensayo, a diferencia de sus otros “amigos”, se adelantó a explicarle en cuanto entró al salón para no darle vueltas.

 

—Antes de que preguntes, me tropecé.

 

Entró como una ráfaga y dejó su mochila a un lado para empezar a calentar sin decir más. Jongin se quedó con la palabra en la boca en cuanto lo vio. La herida en su labio y el moretón para ese entonces ya estaban desvaneciéndose muy lentamente, y pese a que aún eran evidentes los golpes que le habían propinado esos sujetos, su cuerpo se había recuperado de forma favorable muy rápido y ya podía volver a sus actividades con normalidad, o eso se había forzado a creer.

 

—¿Te caíste? —cuestionó cruzado de brazos, inquisitivo, no porque no le preocupara, sino porque le ofendía que lo crea tan ingenuo.

 

—Fue una tontería mía —respondió ligero, y empezó a extender su pierna derecha, mirándose frente al espejo—. Me quedé haciendo el tonto luego de clases y cuando noté que se me hizo tarde, salí corriendo y rodé por las escaleras.

 

—Esas heridas tienen días, es obvio. O sea que de no ser porque hoy teníamos que vernos, ¿no me habrías dicho nada?

 

La puerta del salón de prácticas se abrió de súbito y al girarse, ambos amigos descubrieron a los otros miembros que llegaban. En cuanto Soohan puso un pie dentro, examinó a los dos de pies a cabeza, pero al instante su expresión se relajó muchísimo, como si hubiera recordado algo. Dejó su maletín en una esquina y se acercó a ellos de buen talante. En cuanto a Taemin, este se paralizó de vergüenza al ver que se aproximaba.

 

 —¿Cómo has estado?

 

Jongin lo miró como si le hubiera perdido la cabeza. Sabía a qué se debía ese radical cambio de actitud, el mismo Taemin se lo había contado, pero no por eso dejaba de ser casi inquietante. Por su parte, Taemin asintió despacio, nervioso y algo avergonzado porque sabía qué significaba esa pregunta en realidad, el tono que había empleado lo dejaba más que claro: “¿Te sientes mejor?”. Soohan le había dicho que iba a cambiar su actitud, después de todo.

 

A lo largo de ese ensayo puso todo de su parte para seguirle el ritmo a sus compañeros, lo cual le costó no poco debido a su cuerpo adolorido. Gracias al espejo y a que sentía la mirada de Jongin encima, notó que Soohan también tenía su atención puesta sobre él cada vez que, en medio de una pirueta, su rostro reflejaba su dolor y frustración por no poder dar lo mejor de sí.

 

Aquel día se tomó buena parte de su tarde luego del ensayo para contarle a Jongin la versión de qué le había ocurrido para estar tan magullado. A sus ojos era algo inaplazable, sobre todo porque si ya tenía problemas con las únicas personas que hasta ese momento había considerado cercanas, no quería perderlo a él también; además, las prácticas se tornarían algo incómodas si pelearan de pronto. Jongin le dejó en claro con cada mueca que no le creía una sola palabra e insistió en que le diga la verdad, pero al ver la tenaz voluntad de Taemin y lo mucho que se aferraba a su mentira, lo dejó pasar, no sin antes advertirle que si veía algo similar nuevamente, haría lo que sea para descubrir qué estaba pasando realmente.

 

Así que los ensayos que siguieron a continuación no le resultaron tan estresantes. Jongin ya no lucía tan aprehensivo, en buena parte debido a que sus heridas se habían desvanecido hacía ya varios días y el tema, aunque no había quedado del todo en el olvido (Jongin lo tenía presente siempre, simplemente se controlaba), ya no era tocado al ver que volvía a ser el mismo muchacho empeñoso en la danza, lo cual les generaba la falsa impresión de que las cosas seguían igual que antes.

 

Ese día la sesión terminó unos diez minutos antes de lo planeado. Soohan les había anunciado previamente que tenía un compromiso familiar importante, por lo cual había pedido su comprensión: tenía que salir disparado con rumbo a una ceremonia y apenas contaba con el tiempo exacto para llegar puntual; así que una vez culminada la sesión, todos cogieron sus cosas en silencio y se dispusieron a partir.

 

Pese a todo, tal como se había hecho costumbre hasta ese día, Soohan aguardó por él cerca de la puerta.

 

A Jongin en un principio el asunto le pareció terriblemente incómodo hasta que terminó por habituarse a la presencia de Soohan a su alrededor, al menos un poco. Taemin hablaba más con él como los amigos que eran y por lo visto Soohan realmente trataba de demostrar un cambio, así que de a pocos dejó de ponerle mala cara cada vez que aparecía. No le agradaba del todo y aún tenía sus reservas con él, pero ya no parecía odiarlo como al principio.

 

Taemin agradecía lo inmensamente comprensivo que había sido Jongin hasta ese momento. Por supuesto que notaba las miradas despectivas que le lanzaba cada vez que abría la boca, pero su hostilidad para con Soohan iba menguando con el paso del tiempo. Sin embargo, inesperadamente eso solo había agravado todo: Soohan por lo visto medio había concluido (no sin fundamento, si debía ser sincero consigo mismo) que esa paulatina aceptación por parte de uno

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Comments

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Leah0410 #1
Chapter 3: Son pocas las historias que se encuentran en español por aquí o quizás soy yo q no las noto 😆, me encanta tu historia y tu forma de escribir Gracias 😊! Muy buena historia espero con ansia el siguiente capítulo 😊