« Forget-me-not »

Lilium

« Forget-me-not »

 

« Hace mucho tiempo atrás, los vampiros solíamos tener vida eterna pero, ahora, nosotros los vampiros hemos perdido el don de la inmortalidad. Cuando el tiempo llega…

 

Como a cualquier ser viviente…

Nos marchitamos…

Y morimos. »                 

 

Alguna vez hace muchísimos años, existía un hermoso jardín entre las profundidades de un misterioso y desconocido bosque. El sitio era rodeado por miles de árboles de espeso follaje, troncos gruesos y enormes, además de la vegetación a ras del suelo que impedía ver siquiera los caminos que se formaban. Debido a esto, el jardín se hallaba oculto de los seres humanos, claro que con una excepción.

 

Existía solo una persona que poseía el conocimiento de aquel místico y tan maravilloso lugar que era llamado mito por los hombres del pueblo. Su nombre: Sophie Anderson.

 

A pesar de que el nombre daba la idea de que se trataba de una mujer, posiblemente se hablaba de una jovencita como las protagonistas de cualquier cuento de hadas que solía contarse entre las personas, en realidad se trataba de un hombre, uno joven y humilde que trabajaba como jardinero, cuya tarea primordial era encargarse de cuidar y dar vida a las flores, día a día, desde que había sabido de su existencia. Además de que tenía lo necesario para cuidarlas.

 

Una tarea a la que se dedicaba en cuerpo y alma, tratando a cada flor como si fuesen pequeñas niñas, como si se tratase de las hijas que nunca había podido tener en su vida ya que no podía concebirlas.

 

Pero, existía una flor en especial, una a la que cuidaba con un esfuerzo mayor ya que todavía no había florecido a pesar de que todas las demás ya lo habían hecho.

 

Sophie siempre estaba curioso sobre cómo luciría, ansioso de ver la belleza que sería esa flor cuando floreciera en todo su esplendor, era como un padre viendo a su hija crecer. Admiraba sus pequeños cambios que tenía día a día y la trataba con un cariño especial, con un extremo cuidado, como si al primer roce fuese a deshojarse.

 

Le ponía siempre la misma cantidad de abono, la regaba con una regadera especial, movía la tierra cuando era necesario para que no se secara, cortaba los brotes, incluso había colocado un palillo de madera al que pudiera enroscarse el tallo por si le hacía falta fuerza mientras creciera… Era demasiado meticuloso en el cuidado de esa florecilla.

 

Su esmero había sido tal que quedó maravillado el día que al fin había florecido, había sido mientras nadie veía durante el silencio y frío de la noche.

 

Esa flor era algo único, el color púrpura brillante en sus pétalos era tan vivaz y hermoso, uno que nunca había visto antes; sus pétalos se acomodaban de forma tan pulcra y elegante, no cabía duda de que esa flor se había dado su tiempo para estar acomodada como se debía. Y desprendía un aroma suave y fresco, algo tan sutil pero dulce al olfato que invitaba a olfatearla y disfrutar de la grata sensación que dejaba en la nariz.

 

La amo.

 

La amo desde el momento en que la había visto en su máximo esplendor, quedó maravillado con la belleza inigualable de aquella flor tan única, estaba seguro que nunca nadie había sembrado algo similar a esa flor y estaba totalmente enorgullecido de su creación. Era una flor perfecta a sus ojos.

 

Pero, como en todo ser viviente, sin importar la perfección de la flor un día se marchitaría, al igual que las demás.

 

El jardinero se negaba a aceptar aquel cruel destino para su flor tan hermosa, no iba a permitir que algo tan divino fuese destruido por culpa del tiempo, no mientras él pudiese hacer algo para evitarlo pero aquella duda retumbaba una y otra vez en su cabeza.

 

« ¿Qué podía hacer? »

 

Con aquella pregunta en mente, el tiempo encima y la preocupación porque el día en que su flor se marchitara fueron motivos más que suficientes para que  comenzara a investigar día y noche, incluso pasando veladas enteras con insomnio, haciendo de todo lo que le fuera posible por la necesidad de encontrar algo que impidiese la muerte de la flor.

 

Sin embargo, el tiempo cumplió su lapso natural antes de que pudiese encontrar la respuesta a aquello que ansiaba con tanto anhelo y desespero.

 

La flor se marchitó.

 

Se había ido, llevándose con ella no solo su vitalidad, su belleza o su aroma único, sino también los esfuerzos del jardinero, sus esperanzas y su deseo por impedir que algo le pasara. Había perdido un sueño de una manera tan cruel, sin darse cuenta había caído de nuevo a la realidad.

 

Fue entonces que lloró, lloró como nunca antes lo había hecho ante cruel pérdida.

 

La terquedad y su obsesiva búsqueda de la inmortalidad hicieron imposible que aceptara aquel destino, tenía que encontrar un método para cuando volviese a dar nacimiento a una flor de belleza única. Tenía que encontrar la manera de vencer al destino y a la muerte, quería encontrar la fuente de la inmortalidad.

 

Las noches de insomnio pronto se alargaron, cada día que pasaba, utilizaba a una flor para poder comprobar si sus descubrimientos, sus inventos y demás daban fruto a algo. No importaba si no dormía por buscar una solución, no importaba si no comía por intentar descubrir que invento daba frutos, incluso no le importaba si se llevaba la vida entera en ello.

 

Las flores del jardín al ver aquel sufrimiento en su único cuidador, incapaces de seguir soportando en silencio el tener que verlo de esa manera, se unieron a coro para poder expresar su sentir al jardinero, dejando solamente un mensaje para éste, con la esperanza de que desistiera de su tarea y volviese a cuidarlas solamente.

 

Aquellas flores en conjunto, solamente dejaron sus palabras para aquel amable jardinero:

 

« Forget-me-not. »

 

“Por favor, no nos olvides.

 

Somos flores que florecen una sola vez

 

Pero viviremos eternamente en tus recuerdos.”


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Los primeros vampiros existentes en la tierra habían poseído la habilidad de la inmortalidad, una que les permitía evitar aquello que aterraba a todo ser viviente en la tierra: la muerte. Los vampiros no podían morir por el paso de los años y el tiempo, podían vivir durante siglos o milenios si así lo deseaban y con la ventaja de que mantenían una apariencia jovial y no tan vieja con tan solo alimentarse de la sangre. Eran agraciados ya que no morirían a menos que recibieran un ataque directo a su ser, un ataque a su cabeza o con fuego.

 

Pero eso había sido siglos atrás.

 

Con el paso del tiempo, la sangre pura de los vampiros fue mezclándose con sangre humana, ya fuese directamente o por tratarse de humanos convertidos en vampiros. Historias de humanos relacionándose con vampiros, humanos que habían sido convertidos o incluso vampiros que daban su sangre a los humanos para darles fuerza, entre miles de cosas más con las que la sangre de vampiros había dejado de ser totalmente pura.

 

Esta mezcla fue debilitando la esencia de los vampiros de forma que la condición de inmortalidad fue perdiendo también su fuerza, al grado que en la actualidad los vampiros existentes eran capaces de morir, como cualquier otro ser vivo. Solo mantenían una ventaja a pesar de todo, pues poseían una inmunidad mayor a las enfermedades además de tener una vida más longeva que la de un humano.

 

Habían llegado a un punto en que se creía que la existencia de los verdaderos vampiros, aquellos que eran inmortales, se trataba solo de un mito ya que era imposible que existiese un vampiro verdadero o, si existían, ¿en dónde es que se habían quedado? Esa era la verdad que conocían desde los más pequeños hasta los más ancianos de aquella raza.

 

Sin embargo, a pesar de su nueva condición de ser capaces de morir, los vampiros siguieron siendo considerados una raza peligrosa, repulsiva y monstruosa para los seres humanos, razón por la que se aislaban en pueblos, bajo las montañas, en sitios apartados de la sociedad.

 

Aunque existía un sitio más cercano a la civilización humana: El sanatorio, mejor conocido como “El Clan”. Era un lugar al que llegaban vampiros jóvenes que, al llegar a cierta edad, eran inestables emocionalmente o simplemente porque sus familias deseaban enviarles para evitar ser descubiertos por los seres humanos.

 

Un refugio para jóvenes vampiros que simplemente necesitaban de la compañía, de un hogar o de un escondite para no ser vistos por los humanos.

 

Aquel sitio era regido por un vampiro al que todos los llegados conocían con el título de "Maestro". Una persona a la que nadie conocía físicamente y era quien se encargaba de todo: medicinas, comida, el bienestar de los vampiros que llegaban, así como de su educación y salud emocional, siendo un hombre misterioso que no daba más información de no ser necesario.

 

Todo el vampiro que llegara estaba obligado a vivir en ese sanatorio, contando con dormitorios para todos, sin excepción. Estaban separados en cuatro dormitorios, cada uno con su debida separación por género, uno era el sitio de chicas y el otro de chicos.

 

Muchos vampiros entraban al internado un par de años hasta que sus síntomas pasaban y eran capaces de controlar sus emociones, para luego salir al mundo exterior para no volver nunca más, al menos esa era la intención de todos los sanatorios vampíricos que existían.

 

Sin embargo en ese Clan todo era diferente.

 

Lo que sus jóvenes miembros no sabían es que ellos no estaban en cualquier sanatorio, a pesar de que era lo que parecía y que cada día transcurría con aparente normalidad y monotonía. Rodeados de un extenso bosque donde siempre parecía estar presente la lluvia y en cuyo interior resguardaba apenas a un par de vampiros que habían llegado un tiempo atrás para cumplir su estancia en dicho sitio.

 

Desde vampiros de linaje más fino, hasta hijos de vampiros y humanos, o como eran mejor conocidos entre los vampiros de sangre más pura: damphirs. Ellos convivían normalmente, cada uno bajo el régimen de sus prefectos de dormitorio y el Maestro del clan.

 

Todo transcurría con normalidad y todo habría seguido igual, de no haber sido por un cambio que nadie más había notado. Porque habría sido todo igual, día con día, de no haber sido por aquella noche en que una persona cambiaría por completo la vida en el sanatorio, porque aquel joven vampiro no podía estar tranquilo sabiendo que algo estaba mal.

 

Estaba más que seguro de que había algo diferente, había algo que hacía falta, algo que nadie más estaba notando y que debería estar ahí. Alguien hacía falta entre las personas que apreciaba y quería, alguien a quien necesitaba encontrar.

 

Alguien, una persona, que en cuanto Ji Min comenzó a buscarle iba a cambiar la vida de todo el Clan.


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— Hyung… Suga hyung… —Aquella voz resonaba por los pasillos que daban a la salida del sanatorio, directamente al bosque que lo rodeaba y se perdía entre la oscuridad del mismo. — ¿Hyung, dónde estás? —Exclamaba mientras caminaba por los alrededores, saliendo por completo de la edificación a sus espaldas y con toda la intención de adentrarse lentamente en las profundidades del oscuro bosque.

 

La tenue brisa de la lluvia se sentía caer por encima suyo, dejando una ligera capa de rocío sobre sus cabellos rubios y su vestimenta, sus ojos miraban en todas direcciones esperando poder encontrarse con aquel a quien estaba buscando sin éxito alguno. La preocupación enmarcaba su rostro, pero trataba de forjar una sonrisa a pesar de todo, aquel instinto de querer cuidar de todos estaba siempre presente en él.

 

— Vamos Yoon Gi hyung, no es hora de jugar, no te escondas. Debemos volver al dormitorio. —Volvió a hablar mientras avanzaba aún más adentro, alejándose un poco más de lo permitido de la enorme construcción en la que vivía, claro que podría haber avanzado más lejos de no ser porque fue detenido por el sonido de unos pasos a su espalda.

 

— ¿Qué estás haciendo afuera, Ji Min? —Fue la pregunta proveniente de los labios del más alto de las dos personas que se acercaron a él, los reconoció de inmediato como los prefectos de su dormitorio. — Sabes que está prohibido salir del Clan a estas horas, sobre todo con el amanecer tan cerca y las lluvias. —Siguió hablando el primero de los chicos y quién ya había llegado hasta su lado izquierdo.

 

— Lo siento, creí escuchar una voz fuera del dormitorio, como no vi a Suga hyung creí que era él quien estaba aquí afuera. —Habló el joven vampiro mirando a ambos vampiros que eran algo mayores que él, al menos por un par de años, aunque en realidad aparentaba tener muchos menos que aquellos dos chicos.

 

— ¿Yoon Gi? —Indagó la segunda persona, antes de negar con su cabeza a modo de reproche por haber encontrado al vampiro rubio en el exterior. — Es tarde ya, no hay nadie más afuera del clan. —Le regañó mientras se dejaba ver por detrás del más alto de los dos. — Además, si te quedas más tiempo aquí afuera podrías resfriarte. —Indicó aquel chico antes de escuchar la risa proveniente de su compañero.

 

— ¿Un vampiro muriendo por un resfriado? Sería un buen chiste. Así que es mejor volver ahora mismo. —Indicó el primer chico tras haberse reído, sin embargo Ji Min se quedó observando a lo alto de las copas de los arboles.

 

Parecía tan inmerso en sus pensamientos en ese instante, los dos prefectos solamente miraron al vampiro en silencio, antes de que la mirada del menor se encontrase con la de los dos chicos que seguían detrás de él esperando volver al sanatorio de una buena vez por todas.

 

— Oigan… Nam Joon hyung, Jin hyung. —Les llamó, atrayendo la atención de ambos. — ¿Qué sucede con la lluvia de este bosque?—Preguntó con curiosidad, solo les miró unos segundos antes de volver su mirada hacia lo alto, ahí donde apenas era visible el cielo gris y nuboso entre las ramas, las múltiples hojas de los árboles y alguna que otra flor o fruta.

 

La brisa suave de algunas gotas cayendo en su rostro, hicieron que cerrara por reflejo sus ojos antes de volver a agachar la mirada.

 

— ¿Con la lluvia? —Preguntó Seok Jin, antes de mirar al vampiro.

 

— Sí, ¿por qué siempre pareciera que está lloviendo en este bosque? —Volvió a hacer la pregunta de una mejor manera para ser entendido por ambos prefectos.

 

Era algo que siempre le había intrigado ya que no recordaba haber visto alguna vez el cielo despejado, además de que ya parecía estar acostumbrado a oír de fondo el ruido de la lluvia golpeando el suelo, los arboles, las paredes y el piso del sanatorio.

 

Antes de que le dieran tiempo a Jin de responder la duda de aquel chico, Nam Joon se adelantó a ello.

 

— Porque el tiempo fue detenido solamente en este sitio, repitiendo eternamente el mismo día, una tras otra vez. Por eso es que pareciera que nunca deja de llover. —Respondió de una manera seria, de manera que el rubio le miró con cierta duda en su rostro aunque a la vez extrañado con tal contestación.

 

— ¿El tiempo fue realmente detenido? —Otra pregunta más que debía ser respondida y, posiblemente, si Jin tuviese mayor paciencia seguramente se ocuparía de hacerlo pero en cambio optó por arreglar el error del su acompañante al haber sido quien había respondido de esa manera poco realista y bromista.

 

— Era una broma, ¿en serio lo has creído? —Comentó antes de mirar al rostro de Ji Min. Sí, lo creía capaz de haberse creído sus palabras por más absurdas que sonaran por el simple hecho de respetar a un superior. — Este bosque es siempre así en estas temporadas, además de que el pueblo también ha vivido así… Es muy raro el día que no está nublado. —Indicó sin mayor complicación, mientras Nam Joon se había acercado a Ji Min para tocar su hombro de manera delicada.

 

— Vámonos ya, es demasiado tarde y todos estarán preocupados. —Habló Jin nuevamente, pero una manera más suave y tranquila. — Será mejor volver de una vez a casa… A nuestro clan. —Le indicó aquel chico con una sonrisa suave en sus labios, esperando una respuesta por parte del menor.

 

La hora del amanecer estaba cerca y podía ser peligroso estar afuera a esas horas, eso era lo que les tenían dicho a todos en el sanatorio así que era obligación suya y de Nam el evitar que los jóvenes vampiros estuviesen afuera a tales horas.

 

— Está bien. —Fue la respuesta por parte del menor de los tres.

 

Solo echó un vistazo más hacia el exterior y suspiró. Esperaba que Yoon Gi no siguiese afuera pues entonces sería un problema, pues tal y como había dicho Nam Joon, con la condición de inmortalidad perdida era posible para un vampiro morir hasta por un resfriado si no era atendido adecuadamente.

 

Jin terminó de rodear el hombro del menor para llevarle de esa forma de regreso a su clan, no podía esperar realmente a que siguiese afuera, ya que podía ocasionar que fueran regañados él y Nam Joon por permitir la salida a un vampiro, por no hablar de que la razón de éste de estar afuera les causaría muchos más problemas aún de los que parecía.


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El sanatorio dónde vivimos es conocido como “El Clan”, un refugio para los vampiros de sangre pura, fundada hace más de mil años. La palabra “Clan” representa a la familia y los lazos de sangre que nos unen, siendo así este sitio como una segunda familia, un sitio donde nos ayudamos de manera mutua para lograr un objetivo común: lograr nuestra estabilidad y de esa manera regresar a nuestros hogares.

 

Todo había ido realmente bien día con día, sin embargo, tras esa noche…

Las cosas comenzaron a cambiar.

Y de manera drástica.

 

— ¿Es que acaso eres un torpe? —Se quejaba Kai, arrastrando aquella última palabra a propósito para hacer más énfasis en ésta y dejar en claro que estaba molesto, logrando llamar la atención de aquel a quien le hablaba, el único chico que continuaba en la sala común del dormitorio norte.

 

— ¿Eh? —La sorpresa invadió al de cabellos ligeramente más claros antes de mirarlo. — ¿Por qué dices eso, Jong In hyung? —Habló el rubio apenas se dio cuenta de que aquello iba dirigido a él.

 

— ¿Creíste que no iba a notar que saliste anoche del Clan? —Le regañó de manera inmediata.

 

Ji Min al oírlo dibujó en su rostro una expresión de nerviosismo vivo, además de miedo por haber sido descubierto aunque justo era lo que no hubiera querido que pasara. La preocupación clara del qué era lo que podía saber a esas alturas su compañero de dormitorio, por no decir más bien qué no sabía el moreno en ese momento.

 

— ¿Cómo te enteraste? —Preguntó.

 

El chico de cabellos oscuros hizo una expresión que indicaba que era una pregunta ligeramente absurda, pues no era el único que lo sabía.

 

— Ji Minnie, todos en el dormitorio norte se enteraron, incluso en el área de Jun Myeon hyung lo saben, ni siquiera es un secreto que anoche te has salido sin permiso siquiera. —Ante eso último le miró con reproche. — ¿Qué habrías hecho de haber sido descubierto por los humanos? —El chico continuó con su regaño, al oírlo Ji Min solo dejó escapar un suspiro pesado, la idea original era no preocupar a nadie pero al parecer ya todo mundo estaba enterado de ello.

 

— No me pasó nada. Los humanos ni siquiera viven cerca… —Aseguró. — Ni siquiera se acercan al bosque pues le tienen miedo por las historias de nuestra presencia aquí y dudo que pudieran haberme hecho algo ya que son más frágiles. —Se excusó y esa fue la gota que derramó el vaso, acabando con el poco humor con el que había despertado ese día Jong In, pues aunque él no era quien solía actuar más como quién cuidaba de los demás y de hecho por eso se suponía que él no era prefecto de su dormitorio.

 

Kai sólo era como la voz de la razón de los chicos del lado norte.

 

— Park Ji Min ¿Qué no sabes que para los humanos nosotros fuimos, somos y seremos siempre unos monstruos? ¡Nos odian a muerte y no dudaran en acabarnos! —Habló inmediatamente antes de ser interrumpido por una visita que no esperaba.

 

— Es algo gracioso ahora que lo mencionas, para los humanos nosotros realmente somos unos… ¡Monstruos! —Exclamó el chico que recién ingresaba al dormitorio norte, había hecho un gesto “terrorífico” dentro de lo que se podía esperar de uno de los más bromistas, graciosos y más animados dentro del clan. — Según eso es debido a que nuestra naturaleza nos pide que bebamos sangre así que ellos nos ven como seres despreciables ya que tomamos la sangre y podemos hacer cosas crueles, según lo que leí en una de sus historias llamada “Drácula”, muy mala historia, demasiado ficciosa a mí parecer… Pero se podía convertir en un murciélago, eso sería sin duda estupendo poder hacerlo ya que podía volar y trasladarse a donde fuese. —La voz de aquel chico parecía no apagarse si no avivarse con cada palabra que pronunciaba.

 

— ¿Y a éste quién le dio permiso de entrar a nuestro dormitorio? —Le preguntó a Ji Min, éste solo negó sin entender nada antes de que Kai fuese de frente al chico que había interrumpido su regaño al menor.

 

— Jung Ho Seok, tú no puedes estar aquí… —El moreno frunció el seño tratando de llamar la atención del recién llegado, quién le ignoraba mientras seguía con su larga plática.

 

—… y la verdad a mi me parece que los humanos son los verdaderos monstruos, ya que se destruyen entre sí por riquezas, tierras y son capaces de dañar a su propia especie sin importarles los lazos sanguíneos, amistosos e incluso amorosos. Mataron a muchos vampiros en las caserías, incluso enterraban estacas de plata en los corazones de los vampiros, incluso usaban crucifijos y ajo, algo absurdo pero realmente eso apesta… ¿A quiénes deberíamos de temerles? Yo creo que no hay duda de que deberían ser los humanos, ellos son los verdaderos monstruos… —Su charla se estaba alargando demasiado y podría haber continuado hablando pero Jong In, ya desesperado de seguir oyendo aquel parloteo, prácticamente se había tirado encima suyo con una patada para hacerlo callarse.

 

— ¡AH! ¿Por qué haces eso?… ¡Duele! —Se quejó J-Hope mientras pasaba rápida y constantemente sus manos por su costado derecho que era del lado del que había sido pateado por el moreno, buscando así hacer pasar más rápido el dolor del golpe y que no fuera a provocarle un morete.

 

— No deberías estar aquí, tu dormitorio es el sur, no el norte… —Y con aquel comentario por parte de Jong In, comenzaron a discutir entre ellos de una manera que resultó bastante cómica para Ji Min.

 

— Se ve que son buenos amigos. —Rio el rubio ante tal demostración de “afecto” por parte de los dos mayores.

 

— ¡No lo somos! —Exclamaron al mismo tiempo casi como si decirlo hubiera sido romper el mayor tabú existente en toda la faz de la tierra, al tiempo que ambos chicos dejaban de discutir para alejarse uno del otro.

 

— Bueno, dejando eso de lado… —Indicó Ji Min.

 

— Lo conozco solamente porque es un rival, un ri-va-al. —Jong In separó las silabas de la palabra, incluso exagerando al agregar una a de más, mirando al chico de manera molesta mientras se acercaba hasta quedar prácticamente de frente a él.

 

— Dejando eso de lado… —Repitió y apartó amablemente a Kai antes de mirar a ambos chicos. — ¿Han visto a Yoon Gi? —Preguntó inmediatamente antes de que fuese interrumpido por alguna otra situación como la anterior, además de que le servía como un buen distractor para no volver al tema del regaño del mayor.

 

J-Hope y Kai se miraron al mismo tiempo confundidos por la pregunta del joven vampiro, como si no hubiesen entendido su pregunta.

 

— ¿Quién? —Preguntaron al unísono.

 

Sin embargo, antes de que Ji Min pudiera responder, un grupo de voces se hicieron presentes irrumpiendo el momento como si no existiese un respeto a las conversaciones de los demás, ya no era la primera vez que alguien terminaba siendo interrumpido por otro chico de los dormitorios.

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Comments

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yourstrulyjungkook
#1
van a escribir una secuela?