Capitulo 9 *Chantajista*

Kiss Them for Me
Habían pasado varios días desde su llegada a la casa de veraneo y Solar se sentía un poco más viva. Tal y como su madre le había sugerido, le ayudaba estar distraída, y no pensar demasiado en Eric. Y si algo había en aquella casa, eran distracciones. Si no se trataba de los constantes rifirrafes entre MoonByul e Sung Eun, el disfrute estaba asegurado con la deslenguada Hye Jin.
La hermana menor pasaba poco tiempo con ellos (normalmente, prefería irse con sus amigos a la playa), pero el tiempo que lo hacía era impagable. A Solar le fascinaba el modo en el que siempre se burlaba de su hermana. Le sorprendía que MoonByul no se hubiera dado cuenta de que cuanto más se enfadara, más insistiría Hye Jin en hacerla rabiar. Era divertido. Era diferente. No tenía nada que ver con su vida en Seúl, el hospital, los problemas maritales de su entorno social o sus recuerdos sobre Eric.
Solar notaba una mejoría con cada día que pasaba. Tenía más apetito y cada vez le costaba menos sonreír. Eun Ji, su madre, parecía encantada con su evolución. «Te veo muy bien», le dijo el día anterior con un tierno beso en la mejilla. «Pero si en algún momento quieres hablar….». «Estoy bien, mamá, tranquila. Si necesito hablar, serás la primera a la que acuda», replicó Solar, devolviéndole el beso. Se fueron a poner la mesa juntas y el tema quedó zanjado.
Ahora estaba conduciendo de regreso a la casa. Se había pasado el día fuera. Tenía muchas ganas de visitar a unos amigos en Gunsan a los que hacía siglos que no veía, así que empleó en ello la hora del almuerzo y gran parte de la tarde. Antes de meterse en el coche para regresar, vio de nuevo la abolladura que MoonByul le había hecho días atrás. No era demasiado grande, pero sí visible, y no sabía si debía enfadarse o dejarlo estar.
Supuso que lo mejor sería dejarlo estar, aunque resultaba impropio de ella. Normalmente, solía enfadarse por accidentes como estos, pero con MoonByul le había sucedido algo inusual: se habían mirado unos segundos y no había sido capaz de replicarle.
No sabía razonar por qué, pero había algo en los ojos de MoonByul que había cambiado cada vez que la observaba. Seguía siendo la misma persona, un poco rara, un poco huraña, malhumorada, torpe y quejicosa, pero a la vez parecía otra. Una MoonByul más madura, incluso adorable en su torpeza social. La miraba y a veces no conseguía permanecer enfadada durante mucho tiempo. Su presencia le generaba ganas de sonreír, como si el mero hecho de contemplarla fuera ya de por sí divertido.
Bajó del coche y se distrajo con unos pájaros muy escandalosos que sobrevolaron su cabeza. Se quitó el sombrero habanero y sintió algunas punzadas. Le dolía la cabeza. Entró en la casa y se alegró de encontrársela en silencio. Los demás o bien estaban en la playa o durmiendo la siesta en el jardín. Bebió algunos sorbos de zumo de manzana de una botella que había en la nevera y a través de las ventanas volvió a mirar el cielo.
¿Por qué había un matiz nuevo en la mirada de MoonByul? ¿Y por qué nadie la había mirado así antes? Al menos, no recordaba esa mirada ni siquiera en Eric.
 
Eric.
Cada día estaba más lejos. 
—Hola, Sol.
Solar se giró y vio a Hye Jin, que la saludó en ese momento. Llevaba una camiseta de manga corta y unos shorts. Olía a crema, aunque parecía haberse quemado, como si hubiera usado factor de protección tres o algún aceite bronceador que abrasara la piel.
—Hola, Hye Jin. Pensé que estarías en la playa.
—Y lo estaba. Me fui con unos amigos. Pero se levantó algo de viento. 
—¿Lo has pasado bien?
—Sí —respondió alegremente la menor y acto seguido desapareció por el pasillo con un vaso de agua bien fría.
A Solar no le molestaba Paula. Sabía que a su madre le parecía una adolescente irritante y a veces la había descubierto tratando de darle consejos a Sung Eun sobre la educación de su hija menor. Pero a ella le caía bien la hermana de MoonByul. Incluso le hacía gracia cuando bromeaba acerca de su supuesto affaire, cosa que le sorprendía, pues a lo mejor debería sonrojarse u ofenderse como hacía MoonByul cuando aseguraba que mejor tuviera cuidado o por la noche la acorralaría en su cama. Y sin embargo, Solar solía echarse a reír cuando escuchaba estas bromas. ¿Por qué no se sentía ofendida? ¿Por qué la idea no le resultaba bochornosa o absurda?
Le encantaba ver cómo MoonByul se enfurecía ante las insinuaciones de su hermana. Era cómico y muy entrañable. Y aun lo era más cuando los padres las miraban sorprendidos o curiosos, como si tratasen de dilucidar qué parte de todo aquello era cierto.
Se acordó entonces de su amiga Bomi, que salía con una chica llamada Chorong. Ellas hacían una pareja muy bonita, incluso era precioso verlas cuando se daban un beso. Pero nunca le había preguntado qué se sentiría al besar o acariciar a otra mujer. Aunque se lo imaginaba como algo suave y delicado, como dedos acariciando seda.
De repente, se imaginó preguntándoselo a Byul: «Oye, MoonByul, ¿qué se siente?». Estaba segura de que su excompañera de clase la miraría enfadada y se daría media vuelta. Solar sonrió ante esta escena mental.
Empezó a tener frío y se dirigió inmediatamente a la ducha para entrar en calor. Las horas al sol en una terraza le habían causado una ligera insolación y estaba temblando.
—¿Estás bien? Pareces enferma —le preguntó una voz a su espalda.
Solar se giró y vio a MoonByul, detenida en el pasillo, mirándola con gesto de preocupación. MoonByul llevaba solo una toalla y el pelo húmedo le caía sobre los hombros. Solar la miró de arriba abajo y respondió algo distraída:
—Creo que me ha sentado mal el sol. Estoy mareada y temblorosa.
—¿Necesitas algo? Hay medicinas en uno de los armarios de la cocina —le indicó Byul, todavía detenida en el pasillo. Estaba descalza y su cuerpo despedía un agradable olor a champú y a gel de baño.
Solar no supo qué responder. Aquella situación le parecía un poco absurda porque de pronto se sitió nerviosa y avergonzada, lo cual no tenía ningún sentido. Había visto a la mayoría de sus amigas en ropa interior, bikini y también envueltas en una toalla. Diablos, las había visto desnudas y nunca había habido ni un solo atisbo de tensión. Ahora, en cambio, estaban las dos paradas en medio del pasillo y si alguien pasara por allí, no haría falta que fuera muy observador para detectar la tensión que flotaba en el ambiente. Era densa, casi podía sentirla cosquilleando la punta de su nariz.
—Ahora que lo dices —dijo, carraspeando e intentando que su mirada no se desviara—, necesito una toalla. La mía ha desaparecido, aunque creo que podré encontrar otra, así que no te preocupes.
—No, deja. Ya te llevo yo una ahora. 
—Puedo cogerla en el armario — insistió Solar.
—No queda ninguna. Yo he usado la última limpia. Pero no te preocupes, hay más en el lavadero. Vengo enseguida.
—Bueno, si quieres…
MoonByul desapareció entonces caminando de puntillas en dirección al salón. Solar imaginó que se secaría un poco primero, se vestiría y después le llevaría la toalla limpia. De todos modos, ¿qué había sido aquello? ¿Esa tensión electrizante? ¿A qué venía eso?
Meneó la cabeza y abrió el grifo de la ducha. Cerró la puerta e intentó relajarse, aunque no dejaba de aguzar su oído, por si MoonByul regresaba con la toalla. Al cabo de unos minutos, unos nudillos tocaron la puerta. 
—¿Quién es? 
—Tu toalla. 
—Vale, pasa —dijo, dando su consentimiento y escuchando cómo la puerta se abría—. Déjala sobre el lavabo.
Intentó estar todo lo serena que podía, pero Solar se puso muy nerviosa al percibir la presencia de MoonByul. El mero hecho de que estuviera al otro lado de la cortina de la ducha le hacía sentir avergonzada. ¿Sería capaz de ver algo? ¿Era lo suficientemente opaca? ¿Y si estiraba la cabeza para ver por el hueco del lateral que la cortina no cubría? Este pensamiento consiguió ponerla tan nerviosa que, sin querer, se le cayó el mango de la ducha, armando un estruendo.
—¿Va todo bien? —Se interesó MoonByul desde el otro lado—. ¿Te has mareado?
Solar se ruborizó mientras se agachaba para recoger el mango. — Estoy bien, no te preocupes.
Se hizo el silencio y unos segundos después se escuchó un golpe todavía más fuerte.
La puerta. Se había cerrado de golpe. 
Solar frunció el ceño, desconcertada. Pensó que las formas de MoonByul eran un poco rudas. ¿Qué había hecho ella para que se fuera así, de repente, dando un portazo? Estuvo a punto de asomar la cabeza por la cortina de la ducha, pero entonces escuchó la voz de MoonByul a tan solo unos centímetros de distancia.
—¡Joder! —bramó su excompañera de clase.
Sorprendida de haber escuchado su voz tan cerca, Solar sacó la cabeza por un lateral de la cortina y comprobó, con los ojos muy abiertos, que MoonByul seguía en el cuarto de baño. Estaba de espaldas a la ducha, tirando de algo.
—¿Se puede saber qué haces? —le preguntó, un poco enfadada.
—¿A ti qué te parece? Se ha cerrado la maldita puerta.
—¿Cómo que se ha cerrado? ¿A qué te refieres?
—Pues que se ha cerrado. De golpe. ¿Por qué te duchas con la ventana abierta? El viento la ha empujado y ahora no hay manera de abrirla.
Los ojos de Solar se abrieron como platos, comprendiendo. —Debes de estar bromeando.
—No, no es una broma. Se ha quedado atascada —le aseguró MoonByul, mientras forcejeaba con el pomo.
Al menos MoonByul se había vestido. Algo era algo. Solar suspiró con alivio.
—Pues pide ayuda, yo qué sé.
Byul se giró, irritada. Parecía querer asesinarla con la mirada.
—¿A quién? ¿A quién quieres que le pida ayuda?
—¡A cualquiera!
—Ni mis padres ni los tuyos están en  casa. La única que está es mi hermana. ¿De veras quieres que le pida ayuda a ella?
De acuerdo, la idea no era la mejor del mundo. Hye Jin aprovecharía la ocasión para burlarse de ellas o peor: para chantajearlas, quién sabe. Pero confiaba en que se comportaría como una persona adulta, habida cuenta de la situación en la que se encontraban.
—Tu hermana es agradable, por el amor de dios, no seas tan dramática —le dijo, mientras se enjuagaba el pelo y decidía qué podían hacer. Lo primero era terminar de ducharse, para al menos poder salir de allí e intentar ayudar a Alexia.
—Cómo se nota que no la conoces.
—Bueno, no sé, a mí no me parece para tanto. Todas hemos sido un poco así a su edad.
—Habla por ti. Yo no era así. 
Solar puso los ojos en blanco. Ya estaba otra vez MoonByul con agravios comparativos. Era como si nunca pudiera dejar el pasado en el lugar donde pertenecía: atrás.
—Bueno, entonces ¿qué te propones? —preguntó algo más calmada, aplicándose un poco de jabón—. Si la puerta no puede abrirse, alguien tendrá que sacarnos de aquí. Si te esperas un minuto, salgo y te ayudo.
MoonByul se quedó unos segundos callada como si estuviera sopesando los pros y contras de avisar a su hermana Hye Jin. Entonces, sin venir a cuento, pareció hallarse en trance porque empezó a gritar, presa del pánico, como si no le hiciera demasiada gracia que Solar saliera desnuda de la ducha. —¡Hye Jin! ¡Hye Jin! 
—¿Pero qué haces? 
—Llamar a mi hermana, ¿no era eso lo que querías? 
—Sí, pero… 
—¡Hye Jin, estamos encerradas en el baño! ¡Ven! —siguió insistiendo MoonByul con desesperación.
Nadie respondió. MoonByul se mesó entonces el pelo, tratando de buscar una solución. ¿Cabría por la ventana?
Estuvo a punto de comprobarlo, pero descartó pronto la idea, pensando que podría hacerse daño o quedarse atrapada en el marco. La maldita ventana era demasiado pequeña. Empezó entonces a aporrear la puerta y Solar sonrió, divertida.
Si antes la situación le había puesto de los nervios, ahora solo era capaz de sonreír ante el ataque de histeria de MoonByul. ¿Dónde podía estar Hye Jin? De pronto, se sintió un poco más segura de sí misma. La idea de salir de la ducha desnuda o envuelta en una toalla ya no la turbaba en absoluto, sino que le divertía imaginar la cara que pondría MoonByul si lo hacía.
—Voy a salir de la ducha —anunció entonces con firmeza y una sonrisa en los labios que su excompañera no pudo ver porque todavía estaba tras la cortina. 
—¡No! 
—¿No? ¿Por qué no? Estoy muerta de frío. Se ha acabado el agua caliente.
—Pues esperas un rato y ya verás como vuelve.
—¿Estás de broma? ¿Pretendes dejarme aquí encerrada tras la cortina de la ducha? ¿Qué bicho te ha picado?
Solar esperó en silencio a que MoonByul le contestara, pero solo escuchó un bufido que le hizo sonreír todavía más. Sacudió ligeramente la cortina para ponerla un poco nerviosa. Lo suyo era maldad pura, pero a veces disfrutaba sacándola de quicio, en especial con algo tan absurdo como fingir que estaba a punto de salir desnuda de la ducha. Sintió tentaciones de sacar un pie para que el susto fuera todavía mayor, pero se apiadó en el último momento. En el fondo no deseaba hacerle pasar un mal trago a MoonByul y estaba claro que la situación la ponía nerviosa, así que simplemente estiró un brazo y abrió la mano.
—¿Me das la toalla, por favor? —le pidió.
MoonByul se apresuró a pasarle la toalla. 
—Sí, claro, aquí la tienes —afirmó, carraspeando.
Sus manos se rozaron un momento.
—Gracias. —Solar salió envuelta en una minúscula toalla verde que apenas le cubría parte del cuerpo. Sus largas y húmedas piernas quedaban al descubierto y comprobó que MoonByul no parecía indiferente a ellas—. Nunca habría imaginado que estaría encerrada contigo en un baño —dijo entonces para restarle importancia al asunto.
—Lo mismo digo —protestó MoonByul, girándose para mirar fijamente el lavabo.
—¿Pero por qué no me miras? 
—Claro que te miro —se defendió—. Lo que pasa es que estoy preocupada. Quiero salir de aquí y la tonta de mi hermana debe de tener los cascos puestos. Qué manía de escuchar la música a todo volumen.
—Bueno, no te pongas así. Si no es Hye Jin, enseguida vendrá alguien. Tus padres o los míos —trató de tranquilizarla Solar.
—Ya, pero pueden transcurrir horas antes de que eso ocurra. Coño, si hubieses cogido tú sola la toalla….
—Un momento, fuiste tú la que te ofreciste a traérmela. Ya te dije que podía coger una —se ofendió Solar, apretando la toalla firmemente contra su pecho.
—Vale, bien, pero no fui yo la que se dejó la ventana abierta. ¿O sí?
—¿Cómo iba yo a saber que se cerraría?
—¡Porque hace viento! ¡Y eso es lo que pasa con las puertas cuando hace viento!
Solar estaba tan enfadada que se negaba a escuchar más sandeces.
—No empieces otra vez, MoonByul, yo no te he pedido nada. Te has ofrecido a traerme la toalla, así que te pido que por favor no seas desagradable.
—Vale, perdona. Estoy un poco nerviosa. ¿Sabes lo que van a pensar mis padres y los tuyos cuando nos encuentren aquí? ¿Lo sabes? 
—¿Y qué?
—¿Cómo que «y qué»? ¿Crees que me siento cómoda con eso? —espetó MoonByul rabiosa.
—No lo sé. A mí me da igual. 
—Claro que te da igual. Para ti es muy fácil. A saber con cuántos has estado, pero yo no quiero que se piensen que te acoso en el baño…
—¿Perdona? Ahora sí que te has pasado —se enfureció Solar—. Con cuántas personas haya estado es cosa mía, pero para tu información no voy por ahí acostándome con cualquiera. Mucho menos con mujeres —terminó de decir con brusquedad.
—Tranquila, si eso es lo que te preocupa, has de saber que no eres mi tipo —puntualizó Byul, golpeando la puerta otra vez—. ¡Hye Jin! ¡Hye Jin!
—Te juro que a veces eres insoportable. ¡Hye Jin!
Las dos gritaron al unísono, empujándose un poco por acaparar la puerta. Solar lo hacía con los brazos pegados al cuerpo para que la toalla no se cayera y MoonByul la aporreaba directamente con sus puños.
—¿Insoportable yo? ¿Por qué? ¿Por decirte que no estoy a tus pies como el resto de los mortales?
—¿Ya estás otra vez? —se molestó Solar, mirándola con furia—. No tengo a nadie a mis pies, pero desde luego, si lo tuviera, no querría que fueras tú.
—¡Lo mismo te digo!
Las dos estaban tan enfrascadas en su discusión que no escucharon los pasos de Hye Jin, acercándose paulatinamente a la puerta del baño. Solo se quedaron calladas cuando la menor dijo: «¿Queréis que os saque de ahí o preferís seguir discutiendo?».
—Hye Jin, ¿eres tú? —quiso asegurarse MoonByul, pegando el oído a la madera de la puerta.
—Claro que soy yo. ¿Quién iba a ser? ¿Papá Noel?
—Escucha, tienes que sacarnos de aquí. Hay un agujero en el pomo de la puerta. Si le metes una vara fina o un ganchillo, la puedes abrir desde fuera. Creo que hay un ganchillo en uno de los cajones del mueble de la televisión.
Se hizo un silencio momentáneo, como si Hye Jin se hubiera ido en busca del artilugio. Solar aprovechó entonces para darle una palmada en el brazo a MoonByul:
—¿Lo ves? —le dijo—. Tu hermana es un encanto.
Por la mueca que puso MoonByul, no parecía tenerlas todas consigo. En ese momento se escucharon pasos. Era Hye Jin que volvía a estar al otro lado de la puerta.
—Ya lo tengo.
—¡Bien! Ahora solo tienes que meterlo y empujar. El pomo se girará entonces.
—¿Meterlo y empujar? Mmm… Qué les suena eso…
—¡Hye Jin!
—Hermanita, no te pongas nerviosa. A mí no me importa lo que hagáis en el baño. De veras.
—¿Quieres hacer el favor de abrir ya la puerta?
—Claro que sí, yo te ayudo sin problemas, pero…
Solar frunció el ceño. MoonByul le hizo un gesto con el dedo para que se callara. 
—¿Pero qué? 
—Nada es gratis, claro. A no ser que prefieras esperar a que regresen papá y mamá y te vean encerrada en el cuarto de baño con tu… amiguita.
—Maldita enana manipuladora. ¡Abre la puerta, Hye Jin!
—La verdad es que prefiero definirme como mujer de negocios — dijo la adolescente—. ¿Qué te parecen 130 mil wons(110 dolares)? Si me pides disculpas, a lo mejor bajo la oferta.
—¿Lo dice en serio? —preguntó Solar, escandalizada. Ya no estaba tan segura de que la imagen que tenía de Hye Jin no fuera a desmoronarse por completo después de aquello. ¿De veras les estaba pidiendo dinero por sacarles de ese apuro?
—Y tanto que va en serio —le aseguró MoonByul—. Abre la puerta, Hye Jin —ordenó entonces, dirigiéndose a su hermana.
—De acuerdo, que sean ciento veinte.
—ciento veinte patadas en el culo te daré yo cuando salga de aquí.
—Lo siento, hermana, pero no me gusta hacer negocios con gente tan agresiva. Como continúes por ese camino, no habrá trato.
—¡Hye Jin, abre la maldita puerta o te juro que te haré picadillo!
—MoonByul, es preferible que le demos el dinero. Yo tengo algo en la cartera — propuso Solar.
—¡No! ¡Me niego a ceder otra vez! 
—Vale, vale, como quieras, pero no te pongas así.
—Entonces, ¿hay trato o no hay trato? Con ciento Diez me conformo. A la de una, a la de dos y a la de…
—¡Esta bien! ¡Aceptamos el trato! ¡Abre la maldita puerta!
En ese momento se escuchó el “click” y tanto Solar como MoonByul vieron que el pomo por fin se giraba. Hye Jin las recibió al otro lado de la puerta con una sonrisa y la palma de la mano extendida.
—Mis honorarios, por favor —les pidió, sonriendo.
MoonByul estaba tan furiosa que parecía que iba a saltar sobre ella de un momento a otro. Afortunadamente para la menor, en ese momento se escuchó la puerta de entrada y unas risas. Los mayores estaban de vuelta y eso impidió que MoonByul se abalanzara sobre ella. 
Fue Eun Ji la primera en entrar.
Llegó al pasillo y lo único que vieron sus ojos fue una escena de lo más peculiar. Hye Jin parecía estar mirando hacia el interior del cuarto de baño con una sonrisa pícara. Cuando Eun Ji se acercó a ver qué era lo que le producía esa expresión en su cara, se encontró a su hija, envuelta en una minúscula toalla, agarrando a MoonByul por el brazo, que estaba en el baño con ella.
—Oh… —afirmó Eun Ji, ruborizándose ligeramente.
—Eun Ji, esto no es lo que parece —se apresuró a explicar MoonByul, aunque no parecía tener muy claro qué deseaba explicar.
—No, si yo no me meto… —replicó Eun Ji, pálida, mientras era Sung Eun la que hacía acto de presencia.
 
Muy pronto las cuatro cabezas de sus progenitores estuvieron asomadas a la puerta del baño, cada uno de ellos más desconcertado que el resto. Se intercambiaban frases como «las chicas de hoy día son así» o «si les apetece ducharse juntas, no veo cuál es el problema» e incluso «¿Pero no decías que tu hija era heteroual?». Y en medio de todas esas preguntas, cabezas e interrogantes sin respuesta, estaba Hye Jin, sonriendo mientras le guiñaba un ojo a Solar y le hacía un gesto como si quisiera decirle: «No me olvido de que me debéis ciento diez won. Me pasaré después a cobrarlos».
Y todo para nada. Ahora entendía perfectamente a MoonByul. Aquella niñata era un bicho cruel. Insoportable. Terrible. Malévola. Haría bien manteniéndose alejada de ella. O matándola. En ese momento a Solar las dos opciones le parecieron viables. Estaba furiosa.
 
 
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Tener una hermana así... :'V
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Thank you!
Argali11
esta adaptación estará detenida por unos dias mas espero subir almenos 3 o 4 cap seguidos asi que no desesperen

Comments

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alexiz21 #1
Chapter 23: Dioss!!!!!! Que vacio siento o bien podria ser la cantidad de picante que le puse a mi comida la que esta haciendo efecto, buennooo el sentimiento es el mismo ^^
Lastima que no tenga epílogo, no pedire epílogo porque alfin y acabo era una adaptación, seguiras haciendo adaptaciónes????? Yo espero que si, bien wenoooo sin mas me despido, espero leerte pronto :D byeeeeeeee!!!!!!
KamJ95
#2
Chapter 23: Un estupendo final :3
Gracias por adaptar y compartirnos está gran historia. Espero que no tardes en compartirnos más. Que se extrañara. :"v
Argali11
#3
Por amor a Dios no me pidan hacer epilogo yo lo único que escribo bien es la lista del mercado TnT
sabrina528 #4
Chapter 23: Oh yes!!!! Pero keria epilogo....T.T
Espero ke pronto subas otra historia!
alizeejacotey #5
Chapter 23: Pues haz un epilogo :D
alexiz21 #6
Chapter 20: Se acerca la tercera guerra mundial >.< o algo peor 0.o'
merugoo #7
Vuelve~~~~~~~~
merugoo #8
Joder, yo creo que ese grito lo escuchamos hasta nosotros jajajaja definitivamente despertaran los padres
alexiz21 #9
Chapter 19: Debo aprender que estas escenas no se deben leer en hora de clase, porque he de estar roja y tener una sonrisa de ertida o////o hasta calor empezá hacer y estoy bajo un ventilador XD
Cristina5678 #10
Chapter 19: :Q 7u7 Solar ya no aguanta :v XDDDD <3.