Capitulo 2 *Furiosa*

Kiss Them for Me
 
El reloj del salpicadero marcaba casi las doce cuando por fin se subieron al coche. La visibilidad era tan limitada que su padre tenía que usar las luces largas para iluminar la carretera.
Hacía una noche preciosa, de cielo estrellado y brisa cálida, y MoonByul se sentía feliz por el mero hecho de haber dejado atrás su espera aeroportuaria. Ni un mísero bocadillo les habían dado en el vuelo, pero si todo iba según lo previsto en unos minutos estaría en casa, la nevera llena y las ventanas abiertas con la brisa del mar llenando todas las estancias. Este pensamiento tan sencillo le hizo sentir en paz.
—¿Tienes hambre? ¿Has cenado? — Su madre se dio la vuelta y le dedicó una sonrisa radiante. Cinco abrazos y varios besos después, seguía con ganas de achuchar a su hija.
MoonByul negó con la cabeza. —He cenado algo en el aeropuerto.
—Qué pena, tu padre ha comprado unas piezas de caza exquisitas.
Su padre la miró por el espejo retrovisor y sonrió con orgullo.
—Mamá, ya sabes que no como carne. Y menos de caza.
—Así estás de delgada —le reprochó su progenitora.
 
MoonByul puso los ojos en blanco. Daba igual cuántas veces repitiera que era vegetariana, sus padres nunca lo respetarían, ni eso ni otras muchas cosas que atentaban, al parecer, contra su manera de encauzar sus vidas.
—Tu madre tiene razón. Cuando has salido del avión me ha costado reconocerte.
—Papá, no exageres. El médico dice que estoy en mi peso ideal —refunfuñó, cansada de mantener la misma discusión cada vez que los visitaba.
Parecía obvio que estaba fuera del alcance de sus progenitores comprender sus preferencias alimenticias. Pero con veintisiete años sobre los hombros, ya nada le sorprendía. Sus padres no entendían ni su vegetarianismo ni la mayoría de sus elecciones o preferencias. Cinco años después de que hubiera partido rumbo a Chuncheon para buscar trabajo, seguían teniendo la esperanza de que algún día regresara a Gunsan, su tierra natal. ¿Pero regresar para qué? ¿A la vida aburrida de provincias? ¿A la asfixiante certeza de que todos la conocían?
Cada vez que ponía un pie allí, se topaba con gente de su pasado a la que hacía años que no veía pero que la seguían tratando como si hubieran coincidido el día anterior. Esas mismas personas se consideraban, además, con derecho a opinar sobre su vida, y no eran pocas las miradas curiosas y los comentarios insidiosos los que aguantaba cuando la paraban por la calle. Al menos en Chuncheon podía ser una ciudadana anónima. Allí no tenía que soportar el constante acecho de sus vecinos, pues la gente directamente no se metía en los asuntos de los demás. Así que no, MoonByul no tenía ninguna intención de abandonar su vida en la ciudad para confinarse en una localidad en donde hasta el panadero la saludaba como si fueran amigos íntimos.
Cansada de dar explicaciones que no iban a ser entendidas, se apresuró a cambiar de tema. Era el mejor de los recursos cuando la conversación circulaba por caminos que no le interesaba tomar:
—¿Han llegado ya los Kim? —Mañana —dijo su madre con manifiesta alegría. A Sung Eun siempre le gustaba la compañía de los Kim, sus mejores amigos—. Les dijimos que llegaran un día más tarde para que pudieras acomodarte.
—No teníais por qué hacerlo, pero muchas gracias.
—Bueno, es que este año vamos a tener que hacer algún cambio.
MoonByul frunció el ceño. ¿Cambio? — ¿Qué quieres decir?
—Su hija Solar también viene —le explicó entonces su padre.
—Sí, a ver cómo distribuimos las habitaciones —arguyó su madre.
MoonByul sintió que su corazón se detenía. La sangre abandonó su rostro de pronto, aunque afortunadamente nadie más fue capaz de verlo, oscuro como estaba el asiento trasero del coche. ¿Solar? ¿La hija de los Kim iba a pasar las vacaciones con ellos? Es decir, no solo tenía que arrepentirse de haberse gastado el dinero en un carísimo billete de avión para pasar sus únicos días libres con la familia, sino que ahora podía sumar a esa lista del horror la presencia de una persona a la que directamente detestaba.
 
—¿Por qué no me lo dijisteis antes? —protestó, intentando controlar el mal humor que sentía pero fallando de manera estrepitosa.
—¡Es que no lo sabíamos! Nos lo confirmaron esta tarde. —Sung Eun, la madre de MoonByul, no estaba mintiendo. Al menos, no del todo. Solo omitió contarle la parte en la que insistió a los Kim para que animaran a su hija Kim a venir, ahora que estaba atravesando un mal trago personal.
—Bueno, pero podías habérmelo dicho cuando hablamos en el aeropuerto. A lo mejor me habría quedado en Chuncheon. —MoonByul cruzó los brazos sobre el pecho, en señal de rechazo.
Estaba enfadadísima. La paz que antes había sentido pensando en la nevera llena se había esfumado por completo. Ahora solo sintió deseos de decirle a su padre que parara el coche, que ella se bajaba allí mismo. Le daba igual si la carretera estaba oscura o que apenas pasaran vehículos por ella. Si hubiese tenido agallas, se habría puesto a hacer autostop para que cualquier extraño la llevara de vuelta al aeropuerto. Una cosa era pasar las vacaciones con sus padres, algo que, de entrada, se le antojaba un poco de perdedora; otra muy diferente pasarlas junto a Kim Solar.
—Oh, cariño, no me creo que todavía andes con eso —intervino Moon Seob, su padre. MoonByul pudo ver por el espejo retrovisor que estaba sonriendo y eso empeoró su mal humor—. ¿Cuántos años han pasado desde la última vez que os visteis?
—No los suficientes.
—MoonByul, por favor —la llamó al orden Sung Eun—. Te estás comportando como una chiquilla. Solar es una muchacha encantadora que está pasando por un mal momento y debemos recibirla como si fuera un miembro más de la familia.
—Bien, hazlo tú. Yo la recibiré como si fuera la última persona a la que me apetece ver —replicó, hundiendo la mejilla en la mano, con la mirada perdida más allá de la carretera. 
—Seob, dile algo.
—Déjala por ahora. Está sorprendida, es normal. Seguro que se le pasará — aseguró su padre.
 
MoonByul sintió ganas de bufar. Por supuesto que no se le iba a pasar. Estaba claro que habían transcurrido muchos años desde la última vez que había visto a Solar. Si no recordaba mal, habían coincidido unas vacaciones de Navidad en una céntrica calle de Gunsan. En esa ocasión se saludaron de mala gana, en la distancia, con un leve alzamiento de cejas, antes de proseguir su camino. Por lo tanto, carecía de motivos para pensar que ahora iban a llevarse mejor que durante sus años de colegio. Lo que debía hacer era ignorarla. Sería amable pero distante, eso es todo lo que Kim Solar podía esperar de ella.
Inmersa como estaba en sus pensamientos, no se dio cuenta de que casi habían llegado a la casa. Cuando su padre tomó la última curva que conducía al pequeño camino donde estaba situada, recordó que no se había interesado por el paradero de su hermana. 
—¿Y Hye Jin?
—Ha salido con sus amigos —la informó Sung Eun.
Ahí estaba. La diferencia. Hye Jin tenía diecisiete años pero podía salir un martes por la noche hasta las tantas. Cuando MoonByul tenía su edad, su toque de queda era a las once y únicamente le estaba permitido salir los fines de semana. Pensó en hacerles notar el agravio comparativo, pero convencida de que no serviría de nada, lo único que hizo fue bajar del coche y ansiar la soledad de su cuarto.
 
Hogar, dulce hogar.
 
 
 
MoonByul se despertó temprano a la mañana siguiente. El pasillo olía a pan tostado y a café recién hecho. Este aroma solía ponerle de buen humor, pero un agudo dolor de espalda le impidió disfrutarlo.
Habían hecho el reparto de camas la noche anterior. Como la habitación de invitados iba a estar ocupada por los kim, Sung Eun opinaba que lo mejor sería que MoonByul durmiera con su hermana para cederle su habitación a Solar. 
—¿Y por qué tiene que ser la mía?
¿Por qué no puede ser la suya? — protestó Byul, señalando a su hermana Hye Jin sin molestarse en mirarla. Se sentía tan irritada que estuvo a punto de verter el vaso de leche que llevaba en la mano.
Su madre frunció el ceño. —¿Con todos los trastos que tiene por ahí? Ni hablar.
—Puede quitarlos.
—Está demasiado desordenada… 
—Me ofrezco a limpiársela. Por eso no hay problema.
—Pero es la habitación de una adolescente. —Hye Jin sonrió en este momento, como si se sintiera orgullosa de los posters de grupos de pop que adornaban las paredes de su habitación —. Creo que Solar se sentirá mucho mejor si le cedemos la tuya. 
—¿Y si no quiero hacerlo? 
—¿Y si no quiero hacerlo yo? — contraatacó Hye Jin, cruzándose de brazos.
—Nadie te ha pedido tu opinión. 
—No necesito tu permiso para darla. 
—¡Chicas, por favor! Acabáis de veros, no empecéis a pelear —intentó poner orden Sung Eun—. Ya está decidido: Byul, cariño, lo siento, estos días tendrás que compartir cuarto con tu hermana.
MoonByul abrió la boca para protestar, pero se detuvo al advertir la mirada de su madre. Conocía esa mirada. Las cejas ligeramente curvadas, un brillo peligroso en sus ojos de color avellana. La usaba siempre que una decisión estaba tomada.
 
Discutir con ella habría sido malgastar saliva.
 
—Vale, mañana la dejaré libre. 
—No, cariño, tiene que ser esta noche.
—¿Por qué esta noche?
—Porque los Kim vendrán temprano por la mañana. Y no quiero que Solar se encuentre con la habitación desordenada. Además, habría que cambiar todas las sábanas y es un jaleo —le explicó Sung Eun.
MoonByul puso los ojos en blanco.
¿Podía ser cierto? ¿La princesita Solar no podía dormir en unas sábanas usadas? 
—Pero… 
—Sin peros. 
—Vale, como quieras, entonces dormiré en el salón. No pienso compartir cuarto con ella —bufó MoonByul perforando con la mirada a su hermana. Se dirigió a su habitación de mala gana para retirar la maleta y sus cosas personales.
 
Al principio le pareció que dormir en el sofá-cama era la mejor decisión. MoonByul no deseaba por nada del mundo pasar sus únicas vacaciones compartiendo cuarto con su hermana pequeña. Conocía sus hábitos nocturnos. Hye Jin era una persona capaz de estar colgada al móvil hasta las dos de la madrugada o de ver películas en su ordenador sin molestarse en ponerse los cascos. Pero ahora se estaba arrepintiendo de haber tomado la decisión de dormir en el sofá-cama.
Si es que a eso podía llamarle cama, pensó con acritud, dedicándole una mirada de odio al colchón en el que había dormido. Solo otra persona había pasado una noche entera allí: su tía EsNa y ahora lo entendía perfectamente. Aquel sofá-cama era un artilugio diseñado para la tortura. Nunca en su vida había pasado la noche en un lecho tan incómodo. Le dolía el cuello, la espalda y sentía las extremidades rígidas.
MoonByul maldijo cuando se incorporó, tratando de reprimir las ganas de despertar a Hye Jin a almohadazos y asaltar su cómoda cama. No llevaba ni siquiera un día allí y ya estaba deseando regresar a Chuncheon. «Te lo dije», le diría Whee In cuando se lo contara y ella no tendría más remedio que darle la razón.
Caminó en dirección a la cocina, pero cambió de idea al pasar cerca del cuarto de baño. MoonByul desconocía qué rumbo había tomado la vida de Solar desde que habían terminado el instituto. Sabía que había estudiado Medicina, pero eso no significaba absolutamente nada. Conocía a licenciados que todavía estaban tratando de aprobar el MIR( Medico Interno Residente)y a residentes que aborrecían sus largas jornadas laborales y las interminables urgencias. Podía ser que Solar fuera una persona desdichada, a pesar de haber estudiado algo que le gustaba. Y no es que le deseara mal a nadie, ni siquiera a ella, pero su lado más vanidoso jugueteó por un momento con la idea de que su excompañera de instituto se hubiera convertido en un ser anodino y gris, sin mayor propósito que estar en el mundo. Si así fuera, entonces resultaría sencillo brillar a su lado. Le bastaría con deslizar en la conversación un par de anécdotas sobre el día en el que se encontró en una discoteca con el actor Jang Keun Suk. O aquel otro en el que se topó con el director de cine Park Hwang Su en la calle. Por supuesto, Solar no tenía por qué saber que en el primer caso había un vigilante de seguridad del tamaño de un armario que la separaba de la zona VIP en donde estaba el actor. O que su encontronazo con el director de cine sucedió de manera literal, porque en aquella ocasión estaba distraída mirando la cartelera de un cine y acabó estampándose con Hwang Su Oppa de una manera muy aparatosa.
 
Esos detalles no eran importantes. Podía omitirlos. MoonByul solo necesitaba modelar su discurso para dar a entender que tenía una vida fabulosa en Chuncheon. Aunque su realidad fuera muy diferente. Vivía en un apartamento con dimensiones de ratonera por el que pagaba una pequeña fortuna, tenía un trabajo mal pagado y su jefa era una explotadora sin corazón. Pero Solar no tenía por qué saber estos pormenores y con un poco de suerte tampoco los descubriría. Tan solo debía recordar sobornar a su hermana Hye Jin para que mantuviera la boca cerrada. Esperaba que veinte euros fueran suficiente. La última vez lo habían sido, aunque a lo mejor ahora había subido la tarifa. Pequeña explotadora.
Tomó un par de prendas que había dejado en lo alto de la maleta y se dirigió al baño. MoonByul tardó más de media hora en salir. Se dio una larga ducha, se aplicó sus cremas favoritas, un poco de perfume. No era amiga del maquillaje, pero decidió ponerse máscara y sombra para resaltar sus ojos de color avellana. Se miró al espejo y se atusó su larga melena castaña. Era afortunada porque esos días estaba atravesando lo que ella llamaba una etapa de buen pelo. Esta era la etapa en la que su cabello no se convertía en una mata de alambres indomables que le daba aspecto de haber escapado de un manicomio cercano.
Se miró una última vez al espejo, solo para constatar que sus esfuerzos habían servido de algo. Advirtió que seguía teniendo la misma cara de persona común y pensó que no le hubiese importado que sus ojos parecieran un poco más grandes o tener unos pómulos marcados, pero el resultado era igualmente satisfactorio. Estaba atractiva y en aquel momento le dio la sensación de que estaba lista para recibir a Solar.
Cuando entró en la cocina, su madre se encontraba leyendo el periódico y su padre estaba lavando los cacharros del desayuno.
—Buenos días, qué madrugadora — apreció MoonSeob.
Sung Eun bajó el periódico y se quitó las gafas de leer para dedicarle una sonrisa. A diferencia de ellos, que estaban en pijama, MoonByul apareció en la cocina arreglada como si planeara visitar un museo de arte urbano.
Los ojos de Sung Eun recorrieron a su hija de arriba abajo, como un escáner.
—¿Te vistes para desayunar? —le dijo con cierto sarcasmo.
MoonByul cogió un trozo de pan que había en el centro de la mesa y se lo llevó a la boca. Tras darle un mordisco, se encogió de hombros.
—A veces —contestó vagamente, sin entrar en detalles. Por nada del mundo pensaba confesar su arranque de vanidad—. ¿Todavía no han llegado los Kim?
MoonSeob miró su reloj de pulsera. — Deberían estar a punto. Aunque no sé a qué hora llegará su hija. 
—¿No viene con ellos? 
—No, viaja en su propio coche —explicó Sung Eun.
—Genial. Entonces he dormido en el sofá para nada. Muchas gracias.
—Ay, hija, qué mal humor tienes recién levantada.
—No estoy recién levantada y no tengo mal humor —respondió MoonByul entre dientes—. ¿Y qué es lo que le ha pasado, exactamente?
—¿A quién? ¿A Solar? —se interesó Sung Eun. 
 
MoonByul asintió. 
 
—Lo ha dejado con su novio Eric. Llevaban juntos muchísimos años.
—Una pena —replicó MoonByul con tanto sarcasmo que MoonSeob no pudo evitar sonreír.
—Hija, no seas cruel. No es de buen gusto reírse de las desgracias ajenas.
MoonByul le guiñó un ojo a su padre y se sirvió un poco de café. —¿Vais a bajar a la playa?
—Eso espero —intervino MoonSeob, apaciguador—. Se ha despertado un poco nublado, pero las nubes se irán enseguida. 
 
Byul asintió. 
 
A sus padres les encantaba ir a la playa. Podían pasarse el día entero tumbados en una hamaca, practicando deportes acuáticos o tomando el sol. Su hermana Hye Jin compartía la misma pasión que sus progenitores. Ella, en cambio, no tenía conciencia exacta del momento en el que empezó a aborrecer la arena y todo lo que tuviera relación con ella. Pero recordaba escenas de verdadero terror en su infancia, cuando su madre se empeñaba en obligarla a bajar a la playa para que hicieran castillos de arena juntas. O a que tomara el sol sin camiseta, a pesar de que era alérgica y su cuerpo se llenaba de dolorosas ronchas cuando lo hacía durante mucho tiempo. Su padre intentó inculcarle su amor por los deportes acuáticos, pero MoonByul lloraba cada vez que sus pies se posaban sobre la superficie de su tabla de windsurf, o si MoonSeob se empeñaba en llevarla a pasear en su lanchita de remos. Al final, todos acabaron desistiendo y solo cuando llegó la pequeña Hye Jin(o «un maravilloso error de la naturaleza», como Sung Eun solía referirse a su hija menor), consiguieron ver sus anhelos colmados. Hye Jin se convirtió en una magnífica windsurfista y en una excelente kitesurfista. Había ganado varios campeonatos en esta última modalidad. MoonByul, en cambio, seguía aborreciendo la playa. Cada año lo hacía un poco más.
—¿Te animas? —preguntó José con una sonrisa. Conocía de sobra la respuesta.
—Tal vez otro día. Hoy prefiero quedarme en la piscina. 
—Como quieras.
En ese momento sonó el móvil de Sung Eun. Un mensaje.
—Están a menos de una hora. Dicen que dejan las cosas y nos vamos a la playa. ¿Qué les digo? 
 
MoonSeob sonrió. 
 
—Que vale, estamos listos. —Miró de nuevo su reloj de pulsera—. Pero será mejor que nos demos prisa o nos encontrarán todavía en pijama.
—Bien, voy a despertar a Hye Jin por si quiere venir con nosotros —dijo Sung Eun.
En menos de un minuto la cocina se había quedado vacía. MoonByul, todavía con su desayuno a medias, observó la estancia con la boca abierta y tuvo la sensación de ser una extraterrestre. Quiénes eran aquellos seres o por qué debía llamarles familia, lo desconocía, pues no podía tener menos en común con ellos.
Meneó la cabeza y dio otro mordisco a su tostada.
Las próximas vacaciones las pasaría en una estación de esquí, con gorro y bufanda. Muy lejos de allí.
 
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Terde pero llegue, gracias a aquellos que me escribieron por algunos errores geográficos... Lo se, lo se, todó lo que se hace a la carrera sale mal... :'V
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Thank you!
Argali11
esta adaptación estará detenida por unos dias mas espero subir almenos 3 o 4 cap seguidos asi que no desesperen

Comments

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alexiz21 #1
Chapter 23: Dioss!!!!!! Que vacio siento o bien podria ser la cantidad de picante que le puse a mi comida la que esta haciendo efecto, buennooo el sentimiento es el mismo ^^
Lastima que no tenga epílogo, no pedire epílogo porque alfin y acabo era una adaptación, seguiras haciendo adaptaciónes????? Yo espero que si, bien wenoooo sin mas me despido, espero leerte pronto :D byeeeeeeee!!!!!!
KamJ95
#2
Chapter 23: Un estupendo final :3
Gracias por adaptar y compartirnos está gran historia. Espero que no tardes en compartirnos más. Que se extrañara. :"v
Argali11
#3
Por amor a Dios no me pidan hacer epilogo yo lo único que escribo bien es la lista del mercado TnT
sabrina528 #4
Chapter 23: Oh yes!!!! Pero keria epilogo....T.T
Espero ke pronto subas otra historia!
alizeejacotey #5
Chapter 23: Pues haz un epilogo :D
alexiz21 #6
Chapter 20: Se acerca la tercera guerra mundial >.< o algo peor 0.o'
merugoo #7
Vuelve~~~~~~~~
merugoo #8
Joder, yo creo que ese grito lo escuchamos hasta nosotros jajajaja definitivamente despertaran los padres
alexiz21 #9
Chapter 19: Debo aprender que estas escenas no se deben leer en hora de clase, porque he de estar roja y tener una sonrisa de ertida o////o hasta calor empezá hacer y estoy bajo un ventilador XD
Cristina5678 #10
Chapter 19: :Q 7u7 Solar ya no aguanta :v XDDDD <3.