Capitulo 4 *¿Caca? *

Kiss Them for Me
Aquello no podía estar pasando. No así. No ahora. No después de las molestias que se había tomado horas antes para parecer la mujer más sofisticada del planeta. Aquello era una pesadilla y MoonByul no tenía manera de escapar de ella.
¿Cómo había ocurrido este desastre? Todo lo que recordaba era haberse despedido de sus padres y de los Kim. Habían llegado a la hora prevista, como si hubieran calculado el tiempo con un cronómetro. Se instalaron rápido en la habitación de invitados. En menos de media hora estaban todos listos para irse a la playa. MoonByul intercambió besos y se despidió con la mano. «Adiós, pasadlo bien», les dijo desde la puerta, la perrita de sus padres ladrándoles con enfado porque no se la llevaban. Se agachó para impedir que se fuera detrás de Sung Eun. «Solar no llegará hasta la noche, así que no te preocupes por nada. Estaremos de vuelta antes de que llegue. Tienes pollo en la nevera», le dijo su madre y ella se alegró de no tener que estar pendiente de móviles o timbres. Ahogó, no obstante, la protesta que rondaba su mente: «No como carne, mamá», porque sabía que recordárselo no serviría de nada.
 
MoonByul decidió entonces que podía relajarse. Les vio salir por la verja de entrada, cerró la puerta e inmediatamente se dirigió a su habitación para ponerse su pantalón de pijama más viejo, una camiseta raída de sus tiempos universitarios y unas zapatillas horribles, regalo de la graciosa de su hermana, las Navidades pasadas. Eran las únicas que tenía en el armario. Ridículas, pero muy cómodas. Con eso le bastaba.
 
Había dormido tan mal esa noche que lo único que deseaba era echarse un rato, descansar un par de horas más en una cama decente. Pero antes hizo una parada técnica en la cocina. Bebió un yogur líquido de chocolate y estaba tan cansada que buena parte de él se derramó sobre su camiseta. Le dio igual. En ese momento solo quería dormir, ya tendría tiempo después para echar la prenda en la cesta de la colada.
 
Se metió en la cama y sonrió con una paz infinita al sentir la comodidad de su colchón, del suavizante en las sábanas, muy diferente a la monstruosidad del sofá-cama torturador donde dormiría el resto de las vacaciones. Tenía tiempo para cambiar las sábanas antes de que Solar llegara. Y si no, que se fastidiara. A la princesita no le iba a pasar nada por dormir en unas sábanas usadas.
 
Antes de que pudiera contar hasta diez, ya estaba sumida en un sueño placentero y profundo. Había soñado algo bonito, aunque ahora no recordaba los detalles, pero le dejó un buen sabor de boca cuando volvió a ser consciente de su entorno. Había dormido tan profundamente que le pareció estar imaginando que alguien llamaba al timbre de la puerta. Abrió los ojos y escuchó con atención. El despertador marcaba las doce y media de la mañana. Llevaba varias horas dormida, así que, de todos modos, ya iba siendo hora de que se espabilara. Se puso las horribles zapatillas que le regaló su hermana y fue hasta la cocina, con las pestañas todavía pegadas, bostezando afectadamente.
 
Solo cuando vio aquella silueta merodeando las ventanas de la cocina comprendió la tesitura en la que encontraba. Solar la miraba fijamente desde el patio. ¿Estaba soñando? No. Kim Solar estaba allí, le pareció ver que esbozaba una sonrisa divertida y que su mirada verde analizaba con curiosidad su atuendo.
MoonByul abrió los ojos con sorpresa. De pronto se sintió completamente desvelada. Solar había llegado antes de lo previsto y estaba fantástica. Ella, en cambio, tenía un estado lamentable. Su momento de vanidad y sus esfuerzos por aparentar ser una glamurosa mujer de la capital no habían servido de nada. Al final se había encontrado con su excompañera de clase en el peor estado posible.
 
—¿Me abres? —escuchó que le decía, dando golpecitos en el cristal de la ventana.
 
MoonByul asintió en medio de un ataque de pánico. El corazón le latía muy deprisa.
Salió corriendo hacia el pasillo y se miró en el espejo del aparador con verdadero terror. Tenía los ojos hinchados, el rímel corrido, la melena ensortijada como si se hubiera peleado contra una ráfaga de viento y una horrible mancha de chocolate en la camiseta. ¿Y si se ha creído que es caca?, pensó, alarmada. Y negó con la cabeza, diciéndose a sí misma que debía dejarse de tonterías. La caca no podía llegar a una camiseta. ¿O sí? ¡No! Déjate de tonterías.
 
Solar llamó con insistencia al timbre y la perra empezó a ladrar con nerviosismo.
MoonByul se dirigió hacia la entrada, abrió la puerta y desapareció antes de que pudiera verla. Se negaba a encontrarse con ella de esta manera, así que la dejó sola en el vestíbulo y se encerró en su habitación.
 
—¡Solar , dame un minuto! ¡Enseguida estoy contigo! —le gritó desde su interior.
—¡Vale! Te espero aquí.
 
Lo primero de todo era adecentar un poco el cuarto. Aunque a ella le daba igual, sabía que a su madre no le haría gracia si se enteraba de que había dejado la cama desecha y su ropa tirada encima de una silla, de cualquier manera. MoonByul lo recogió todo, pero la perra no dejaba de ladrar demandando que le abriera. Cogió unos pantalones cortos, una camiseta limpia y se lanzó al cuarto de baño con la perrita enredándose en sus pies. «Lana, déjame, por favor», suplicó mientras cerraba la puerta a sus espaldas. Quería adecentarse, pero no disponía de mucho tiempo, así que se centró en lavarse la cara para quitarse los restos de maquillaje y las sombras negras que el rímel le había dejado bajo los ojos.
 
Cinco minutos después y casi sin resuello, se plantó de nuevo en el vestíbulo. Su excompañera la esperaba sentada sobre su maleta.
 
—Hola. Perdona, es que me has pillado en un mal momento —se disculpó apresuradamente.
 
Solar se levantó para darle dos besos. Eran casi de la misma estatura, aunque MoonByul siempre había sido un poco más alta.
 
—Ya creía que no ibas a salir — bromeó Solar, acariciando la cabeza de la perrita—. Cuánto tiempo.
—Sí. Mucho. No recuerdo la última vez.
—La verdad es que yo tampoco. Lo estaba pensando antes, pero no lo recuerdo con claridad.
—Creo que fue un día de Navidad, en el centro —sugirió MoonByul. —Sí, puede ser.
MoonByul metió las manos en los bolsillos, en clara señal de timidez al notar que Solar le dedicaba una sonrisa.
—Te ves bien. Como siempre, vaya —le dijo entonces Solar. Sus ojos se posaron en sus pies y reprimió una sonrisa.
 
De repente, MoonByul fue consciente de que seguía llevando las absurdas zapatillas que le había regalado su hermana. Eran rosas y tenían unas largas orejas de conejo. Cruzó los pies de manera involuntaria, como si con este gesto pudiera esconderlas. Carraspeó con incomodidad.
 
—Ya, perdona. Normalmente, no suelo estar… así.
—No te disculpes, son muy monas. 
—Sí, claro. Yo… Verás, me dijeron que vendrías más tarde.
—Mi viaje se ha adelantado un poco. Estuve a punto de avisar a mi madre, pero no quería que se preocupara. He estado conduciendo toda la noche.
 
MoonByul arqueó las cejas con sorpresa. —Estarás cansada.
—Sí, un poco. Aunque tú también pareces agotada.
—He dormido en el sofá-cama. 
—¿En el sofá-cama? —se sorprendió Solar.
—Bueno, mi madre… Hemos pensado que estarías mejor en mi habitación. Ven, si quieres puedes dejar tus cosas allí y descansar un rato.
 
Le hizo una seña y echó a andar por el pasillo de la izquierda.
 
Solar hacía años que no visitaba esa casa y le sorprendió el mimo con el que sus padres la habían decorado. Se trataba de una vivienda de aspecto rústico por fuera, pero no habían escatimado en gastos para decorar su interior con muebles modernos de líneas limpias que conseguían que las estancias se llenaran de luz.
—Qué casa más bonita.
—Sí. Mis padres han puesto mucho empeño en decorarla. Creo que planean mudarse aquí cuando se jubilen.
—Qué maravilla, con esta playa… 
—Si tú lo dices… —replicó MoonByul con sorna. Abrió la puerta de su habitación—. Aquí es. Ayer te vacié un poco los cajones y el armario para que puedas dejar tus cosas. El baño está por ahí —señaló—, el salón allí y la cocina ya sabes dónde. Te he dejado una copia de las llaves en la mesita de noche. Si necesitas algo…
—Seguro que estaré bien, gracias. 
—Bien. Pues te dejo para que te instales. Me alegro de verte.
—Igualmente —replicó Solar—. Nos vemos luego.
MoonByul se despidió con un asentimiento de cabeza y cerró la puerta a sus espaldas.
 
¿Me alegro de verte? ¿Realmente eso había salido de sus labios? Porque nada más alejado de la realidad. No se alegraba de ver a Solar, sino más bien todo lo contrario. Su llegada prematura acababa de arruinarle el día. MoonByul tenía planes de remolonear por la casa a su antojo aprovechando que los demás estaban fuera. Vería series, comería algo nada sano pero muy sabroso, leería un rato en el jardín y se echaría una siesta con la esperanza de que su teléfono móvil no sonara en cualquier momento. Su jefa ya estaba tardando. Esa víbora no era de las que pasaran más de veinticuatro horas desconectada, ni siquiera en vacaciones. Pero ahora todos esos maravillosos planes se habían ido al traste. ¿Y qué hacía ella? En lugar de mostrarse contrariada, le decía a Solar: «Me alegro de verte». Menuda pringada.
 
Al final iba a resultar que su amiga Whee In tenía razón cuando le decía que estaba demasiado acostumbrada a complacer a la gente, que debía ser más egoísta y mirar por sus propios intereses. ¿Sería verdad? ¿Buscaba agradar a todo el mundo? MoonByul meneó la cabeza con incomodidad. No quería pensar ahora en eso, pero sin querer se acordó de su viaje fallido con las amigas de Whee In y esto consiguió avinagrarla todavía más. En lugar de estar pasándolo en grande, ahora tenía que aguantar la presencia de Solar, los chantajes de su hermana y la mirada inquisitoria de su madre. O las cosas cambiaban mucho, y dudaba que así fuera, o aquellas iban a ser las peores vacaciones de la historia.
 
Cogió su teléfono móvil y marcó el número de Whee In. Su amiga le respondió de inmediato. Sonaba dormida. Estuvo a punto de disculparse por haberla despertado, pero era mediodía y se recordó a sí misma que en algún momento tenía que empezar a ser egoísta. En ello radicaba al parecer su felicidad, en imponer sus deseos a los de los demás. Así que hizo caso omiso a la voz adormilada de su amiga y dijo: 
—No te vas a creer lo que me ha pasado. ¡Es una pesadilla!
 
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Jijijijiji XD
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Thank you!
Argali11
esta adaptación estará detenida por unos dias mas espero subir almenos 3 o 4 cap seguidos asi que no desesperen

Comments

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alexiz21 #1
Chapter 23: Dioss!!!!!! Que vacio siento o bien podria ser la cantidad de picante que le puse a mi comida la que esta haciendo efecto, buennooo el sentimiento es el mismo ^^
Lastima que no tenga epílogo, no pedire epílogo porque alfin y acabo era una adaptación, seguiras haciendo adaptaciónes????? Yo espero que si, bien wenoooo sin mas me despido, espero leerte pronto :D byeeeeeeee!!!!!!
KamJ95
#2
Chapter 23: Un estupendo final :3
Gracias por adaptar y compartirnos está gran historia. Espero que no tardes en compartirnos más. Que se extrañara. :"v
Argali11
#3
Por amor a Dios no me pidan hacer epilogo yo lo único que escribo bien es la lista del mercado TnT
sabrina528 #4
Chapter 23: Oh yes!!!! Pero keria epilogo....T.T
Espero ke pronto subas otra historia!
alizeejacotey #5
Chapter 23: Pues haz un epilogo :D
alexiz21 #6
Chapter 20: Se acerca la tercera guerra mundial >.< o algo peor 0.o'
merugoo #7
Vuelve~~~~~~~~
merugoo #8
Joder, yo creo que ese grito lo escuchamos hasta nosotros jajajaja definitivamente despertaran los padres
alexiz21 #9
Chapter 19: Debo aprender que estas escenas no se deben leer en hora de clase, porque he de estar roja y tener una sonrisa de ertida o////o hasta calor empezá hacer y estoy bajo un ventilador XD
Cristina5678 #10
Chapter 19: :Q 7u7 Solar ya no aguanta :v XDDDD <3.