Capitulo 16 *Yuju...*

Kiss Them for Me
—Por eso no te preocupes, yo me encargo del billete. Le diré a Minah que te lo gestione. Va a ser fabuloso, ya lo verás. Te esperamos.
MoonByul asintió con la cabeza. Se despidió de su jefa y dejó el móvil sobre la encimera de la cocina. Ya estaba hecho. Hyolyn se encargaría de abonar el billete y le haría saber hora y fecha tan pronto lo tuviera en sus manos.
Las risas se escuchaban desde el interior de la casa. MoonByul descorrió la fina cortina de hilo y vio a Hye Jin, atacando con una pistola de agua a Solar, que corría por el jardín para intentar zafarse de su hermana pequeña mientras Sung Eun intentaba poner orden. Ese día se habían quedado todos en la piscina, hartos de tanta playa. Byul se fijó en el moreno que lucía toda su familia. Varios días al sol les habían dado un aspecto saludable, incluso ella tenía ahora buen color.
La escena era de lo más cotidiana: dos familias pasando el día a los pies de la piscina. Había risas, conversaciones cruzadas, juegos y reinaba la paz. Todos parecían felices y, sin embargo, al contemplar la escena, se sintió ajena, como una espectadora que la estuviera observando a hurtadillas. Este pensamiento consiguió entristecerla. Los días anteriores había estado segura de que darle el “sí” a Hyolyn era la mejor decisión. Whee In estaba de acuerdo. A su madre le parecía una excelente idea: «Por fin el ascenso que tanto deseabas». Aunque a regañadientes, Isabel estaba conforme con su marcha precipitada. Y a pesar de todo, la duda y la tristeza se habían instalado en su corazón. Quién iba a decírselo… unas semanas antes estaba deseando irse de allí, poner tierra de por medio con Solar y su familia, y ahora le sucedía justo al contrario: iba a echarlos de menos.
MoonByul sabía que gran culpa de esto la tenía Solar y su nueva, aunque todavía inestable, amistad con ella. ¿Amistad? Sí, bueno, algo así, pensó al verla correr por el jardín. Hye Jin la había alcanzado y las dos estaban inmersas en una lucha encarnizada cuerpo a cuerpo. Al final se cayeron a la piscina y salpicaron a Eun Ji, que acabó empapada en su tumbona, protestando. MoonByul sonrió con diversión y entonces Solar emergió del agua, todo sonrisas. Tenía una sonrisa preciosa y estaba espectacular, preciosa. A Byul le encantaba observarla así, al natural, muy lejos de la imagen que solía preparar cada día en el espejo. Esta era la Solar que más le gustaba, la que hacía que su corazón palpitara con fuerza, por quien siempre había sentido algo, ahora lo sabía. Solar le hizo entonces una aguadilla a Hye Jin, que sumergió la cabeza entre chapoteos y protestas. «¡Te lo tienes merecido, pequeña villana!», le gritó Solar, entre risas. Y MoonByul volvió a sonreír, comprendiendo la fascinación que empezaba a sentir por su excompañera de clase. Le gustaba todo de ella, incluso esa relación semi maternal que había establecido con su hermana pequeña.
Entonces, como si la realidad le hubiera golpeado de pronto, meneó la cabeza, desconcertada por sus propios pensamientos. Aquello tenía que cesar. No podía seguir pensando en estos términos de Solar. En breve ella regresaría a Chuncheon y tendrían que despedirse. Solar retomaría su vida en Seúl, tal vez regresara con Eric o conociera a otro hombre que la haría un poco más feliz. Y por su parte, Byul tendría que hacer lo mismo. Dejaría en Gunsan la planta de Yuju, ya no la necesitaba, es más, su presencia conseguía irritarla. Pasaría página e intentaría recomponer su vida muy lejos del recuerdo de Yuju o incluso del de Solar. Era un capricho veraniego, nada más. En cuanto regresara a Chuncheon, todo volvería a su sitio, las cosas serían como antes. ¿Pero cómo qué?, pensó, un poco desconcertada.
La vida fabulosa que otros imaginaban no existía en realidad. Su trabajo le gustaba, pero no tanto como para aguantar la bipolaridad de Hyolyn a todas horas. Y su vida en la ciudad consistía, básicamente, en la supervivencia: llegar a fin de mes, trabajar a destajo, quedar con los pocos amigos que tenía solo de manera ocasional, conocer a mujeres que prometían mucho inicialmente y que luego siempre acababan decepcionándola… No, en Chuncheon no aguardaba por ella nada especial. Su vida distaba mucho de ser fabulosa y ni siquiera un ascenso podría parchearla. Ayudaría, claro que sí, al menos económicamente hablando, pero también implicaría muchas más horas de trabajo, encadenarse a la rutina estajanovista de Hyolyn, olvidarse de fines de semana largos, de amigos, de novias, de… todo, en realidad. ¿Era eso lo que quería? ¿Para eso había estado trabajando los últimos años?
Al mirar a su familia, pasándolo en grande en la piscina, no estaba tan segura de ello. Decidió salir y sumarse a la diversión. Su padre estaba disfrutando de un sorbete de limón y su madre parecía tener un mojito en la mano. Reinaba el buen humor.
—¿Un mojito? ¿A estas horas? — preguntó, anonadada. Eran las seis de la tarde. MoonSeob se echó a reír al ver la cara de sorpresa de su hija.
—¿Algún problema? —protestó Sung Eun—. ¿Pensabas que las jóvenes erais las únicas que os divertíais? 
—No, no, si yo no digo nada.
—Anda, hija, tómate un mojito y quítate esa cara de sabueso que llevas —sugirió MoonSeob, yendo hacia la mesa en donde habían improvisado un minibar cargado de hielo picado, ramas de hierbabuena y azúcar.
MoonByul lo observó y prefirió no objetar nada. Sabía que no procesaba demasiado bien el alcohol a esas horas, con el estómago vacío, pero no le vendría mal animarse un poco. Se sentó en una tumbona que quedaba libre al lado de su madre.
—¿Va todo bien? Tienes mala cara — se interesó Sung Eun.
Byul se encogió de hombros. —He estado hablando con Hyolyn. Va a hacerse cargo ella del billete, así que ya está hecho. Me voy —afirmó, suspirando con congoja.
Sung Eun miró a su hija, sorprendida. La conocía lo suficiente para saber cuándo necesitaba la atención de su madre y aquel era el momento.
—Ven, demos un paseo mientras tu padre te prepara el mojito —le propuso con ternura. 
—Pero… 
—No discutas. Tu madre también tiene derecho a pasar un rato contigo.
MoonByul refunfuñó pero se puso en pie igualmente, mientras su madre se dirigía hacia el fondo del jardín. La perrita las siguió entusiasmada, pidiendo atenciones. Byul cogió una pelota del suelo y empezó a lanzársela para que corriera a recogerla.
—¿Qué es lo que te preocupa? —le preguntó Sung Eun en susurros, mientras se alejaban de la zona en donde estaban los demás.
Byul no pudo evitar captar la mirada interesada y curiosa de Solar, que no perdía detalle de toda la escena. 
—Nada, no sé.
—Pero pareces triste por la llamada de Hyolyn. Pensaba que deseabas ese ascenso.
—Y así es. Llevo muchos años trabajando para lograrlo. Me lo tendría que haber dado hace tiempo, pero no sé, a veces me entran dudas. ¿Sabes esa sensación de desear mucho una cosa y sentirte un poco perdida cuando por fin la has conseguido? 
—Sí.
—Pues es algo así —le resumió MoonByul—. O, al menos, eso creo —dijo, agachándose para recoger la pelota que le había traído Lana. La lanzó de nuevo y aprovechó la ocasión para mirar en dirección a la piscina. Sus ojos se encontraron entonces con los de Solar, detalle que Sung Eun no perdió de vista.
—¿Todo esto tiene algo que ver con Solar?
—Mamá, por favor, no empieces. 
—¡Solo pregunto! Aunque no lo creas, no estoy para nada en contra de que hayáis… —Sung Eun dudó unos segundos, como si no supiera cómo expresar aquello—… estrechado lazos, por decirlo de alguna manera.
—No hemos estrechado nada. Tan solo hemos enterrado el hacha de guerra. Y no te preocupes, Solar solo me besó para fastidiar a su madre. Le siguen gustando los hombres más que a un tonto un lápiz.
—Y ese es el problema, ¿verdad? — Los ojos de Sung Eun se entrecerraron con suspicacia.
Byul sintió que se ponía tensa. No estaba acostumbrada a mantener ese tipo de conversación con su madre. Ella nunca había querido saber nada de su vida amorosa. La respetaba, pero se mantenía convenientemente al margen. Así había sido desde el principio y como eso, otras muchas cosas, como por ejemplo, su vegetarianismo. Todo aquello que Sung Eun no comprendía en su hija, pasaba a convertirse en un tabú, así que MoonByul no entendía aquella repentina actitud de madre preocupada y protectora. Había deseado muchas veces que ocurriera, pero no estaba segura de que llegara a tiempo.
—La verdad es que no sé si me apetece hablar de esto, mamá —le contestó con sinceridad. No deseaba herir sus sentimientos, por lo que eligió una fórmula amable.
—Bueno, como tú quieras, pero has de saber que no me opongo a lo que sientes por Solar. Me parece una chica encantadora —dijo Sung Eun, mirando a la hija de los Kim por encima del hombro de su propia hija. Solar acababa de tumbarse al sol—. Y sé que, a pesar de todo, su madre opina lo mismo de ti. Lo hemos hablado.
—¿Habéis hablado de esto? —se escandalizó Byul. Odiaba estar en boca de los demás, especialmente de sus madres.
—¡Por supuesto que sí! ¿Qué te has creído? Somos vuestras madres. Nos preocupamos.
—Pues no hay nada de qué preocuparse. Ya te lo he dicho: a Solar le gustan los hombres. Fin de la historia —comentó MoonByul con resquemor, pensando que ojalá la realidad fuera de otro modo.
—¿Y si te digo que no lo veo así? ¿Y que su madre tampoco?
—¿Qué quieres decir? —MoonByul frunció el ceño. Estas palabras despertaron su interés.
—No lo sé, hija. Una madre puede ver estas cosas. Me da miedo que Solar tenga dudas y acabe haciéndote daño, pero la forma en que te mira… no sé. Lo único que sé es que nadie mira así a otra persona si no siente lo mismo. Y te lo está diciendo tu madre.
—¿La misma que no quiso saber el nombre de mi exnovia?
—Esa misma. —Sung Eun sonrió con tristeza—. Sobre eso… Creo que deberíamos cambiar un poco ambas, ¿no te parece? Yo desearía implicarme un poco más en tu vida, interesarme sin juzgar, aunque no siempre te comprenda. Y tú podrías confiar un poco más en tu madre. A mí por lo menos me gustaría. Me he pasado los últimos días queriendo hablar contigo de esto, pero nunca encontraba el momento. Me alegro de que haya surgido ahora. Te quiero, hija.
MoonByul abrió los ojos con sorpresa. ¿Aquello estaba pasando de veras? ¿Su madre se había vuelto una…. madre después de todo? ¿Qué había operado este cambio? Byul sintió que se le formaba un nudo en la garganta.
—Por supuesto, no tienes que estar de acuerdo conmigo —sugirió Sung Eun interpretando mal su silencio—. Entendería tus reservas, pero solo quiero que sepas que estoy aquí, que lo entiendo, y que no pretendo cambiarte por nada del mundo. ¿De acuerdo? —le dijo, acercándose a ella para darle un abrazo.
MoonByul sintió que se quedaba tiesa, petrificada, mientras su madre la abrazaba con inmensa ternura y le daba un beso en la frente. No sabía qué decir. Las preguntas se sucedían en su mente y eran tantas que ninguna de ellas quería salir primero. Aunque una sí lo hizo:
—¿A qué viene este cambio tan repentino? 
Sung Eun se ruborizó un poco, algo impropio de una mujer orgullosa y con carácter como ella.
—Digamos que he estado hablando mucho con tu padre y especialmente con Eun Ji. Ella me ha hecho ver ciertas cosas que he estado haciendo mal todo este tiempo. Y envidio la relación que tiene con Solar, al menos la que tenía hasta hace unos días. Me he dado cuenta de que he permitido que las diferencias me distancien de mi propia hija y me gustaría que cambiáramos eso. ¿Crees que… —vaciló—. ¿Crees que es demasiado tarde? ¿Podríamos empezar de cero?
MoonByul sonrió. Todavía estaba un poco asombrada, pero el cambio de actitud de su madre le parecía positivo. Le iba a costar creérselo, pero en ese momento no encontró rencor en su corazón. Cuando Sung Eun la miró a los ojos supo que estaban comenzando a escribir una nueva página. Empezando una relación más sana. Mejor. 
—Sí, claro que sí. Podemos. 
—Bien, con eso me basta por ahora —dijo Sung Eun claramente aliviada de que esta hubiera sido la respuesta. Cogió a la perrita en brazos y le acarició detrás de las orejas—. Y respecto a Solar…
MoonByul puso los ojos en blanco. 
—¡No, escúchame, soy tu madre y por tanto soy más sabia que tú! Aunque solo sea por edad.
—Dime —refunfuñó MoonByul—. Pero dímelo rápido. Nos está mirando y no quiero que sepa que estamos hablando de ella.
—Bien. Solo quiero decirte que no sé lo que sientes por Solar, pero si crees que es para ti, te dejes de tonterías. Heteroual, homoual, biual… no son más que etiquetas, hija. Lo que importa es lo que sintáis la una por la otra, ¿de acuerdo? Así que no dejes que el miedo te paralice. ¿Me prometes que pensarás sobre ello?
—Te lo prometo —replicó MoonByul, a regañadientes, todavía perpleja. ¿Quién era esa mujer y qué había hecho con su madre?
—Perfecto. Pues eso es todo lo que quería decirte. Venga, volvamos, tu mojito ya estará caliente.
Se encaminaron de nuevo hacia la zona de la piscina. Ya estaban casi en la parte donde todos tomaban el sol tranquilamente. MoonByul pudo divisar su mojito, derritiéndose sobre una mesita plegable. Se sentó sobre la misma tumbona, sus pensamientos demasiado confusos para mirar a Solar o siquiera a su madre, que se tumbó a su lado. MoonByul se miró los pies descalzos, absorta, sin saber qué estaba pensando. Y entonces escuchó la voz de su madre, dirigiéndose a ella de nuevo: 
—¿Cómo se llamaba?
Se giró hacia ella. La miró sin comprender.
—Tu ex. ¿Cuál era su nombre? —le aclaró Sung Eun, incorporándose mientras se ponía las gafas de sol sobre la cabeza. 
—Yuju. 
—Yuju… —repitió, como si el nombre se le hubiera enredado en la punta de su lengua. Acto seguido, Sung Eun se puso de nuevo las gafas de sol y se tumbó, sin mediar otra palabra.
 
 
 
 
MoonByul no aguantó mucho más tiempo en la piscina. Se bebió su mojito en silencio, observando a Solar tras sus gafas de sol, agradecida de que los cristales fueran ahumados y nadie pudiera percatarse de dónde (en quién) tenía fija la mirada. El alcohol empezó a tener efectos repentinos y rápidos. Como no estaba acostumbrada a beber a aquellas horas, debido a la mezcla del mojito con la fuerza del sol, se le estaba subiendo a la cabeza y se sintió mareada de inmediato.
—¿A dónde vas? —le preguntó Sung Eun cuando vio que se levantaba de pronto.
—Dentro. Me está sentando mal tanto sol.
—Hija, si ya son las siete y media. 
Efectivamente, eran las siete y media, pero un sol amarillo y devastador brillaba en lo alto. MoonByul no podía entender la resistencia de los demás a ese calor insoportable. Miró a su madre, como queriendo decirle «no empieces de nuevo»  Sung Eun captó enseguida el mensaje:
—Está bien, ya me callo. Lo entiendo. Ve dentro y te refrescas un poco.
MoonByul asintió y se abalanzó sobre la nevera. Sentía tanta sed que estuvo a punto de acabar el contenido de una botella entera de agua.
Desconocía cuáles eran los planes del resto, pero ella tenía ganas de darse una ducha y poco más. Hani le había escrito. Quería verla esa noche. Había quedado con los demás, sus otros amigos del instituto, pero no le apetecía demasiado el plan. Las palabras de su madre, su opinión acerca de ella y Solar, seguían en su interior y parecía incapaz de centrarse en otra cosa. ¿Y si tenía razón? ¿Y si en realidad solo estaba muerta de miedo y el terror provocaba que se perdiera algo fascinante? Por otro lado, tenía la opinión de Whee In, totalmente opuesta a la de su madre. Whee In pensaba que Solar solo estaba atravesando una fase de mujer despechada, necesitada de atención. Cualquier tipo de atención, incluso la de una mujer. ¿A quién de las dos debía creer?
Abrió el grifo y se dio una larga ducha para aligerar los efectos del alcohol. De manera paulatina sintió un gran alivio, como si su cabeza volviera a estar sobre sus hombros y no flotando en el aire, desprendida de su cuello. Al salir de la ducha, se tropezó con su hermana Hye Jin, que se dirigía rápidamente hacia su habitación:
—¿Te vas con ellos? —le dijo a la carrera.
—¿Con quiénes? —preguntó MoonByul desconcertada.
—Papá y mamá tienen una cena con Tony y Hyeri. Creo que los Kim también van. Así que yo me doy el piro. He quedado con Seung Ryong.
¿Y Solar? ¿Ella también?
—Creo que paso. Tengo planes con Hani.
—Oh, Hani, ese ser tan apasionante… —se burló Hye Jin.
—Enana, no te pases…
—Hey, yo no digo nada. Si te gustan las personas raras, te gustan las personas raras —dijo la menor, elevando las manos en señal de inocencia—. Pero que sepas que Solar no va. Y creo que está libre. Allí que ya sabes, tigre —añadió, guiñándole un ojo.
Hye Jin no le dio opción a réplica. Antes de que pudiera contestar, ya se había metido en su habitación y había cerrado la puerta. Byul se quedó unos segundos meditando sus opciones en el pasillo. La situación le resultaba tentadora… una vez más, Solar y ella se quedaban solas, sin planes reales, mientras sus padres y su hermana abandonaban el nido familiar. Y a ella le apetecía poco quedar con Hani y los demás. Se enzarzarían en un debate sobre videojuegos, series, cómics y películas, y hacía meses que no tenía tiempo para emplearlo en ninguna de estas aficiones. Se aburriría, eso lo tenía claro. La opción de estar con Solar le resultaba mucho más apasionante, por razones obvias. Podía sugerirle una cena en una terraza, dar un paseo o preparar algo juntas en la barbacoa del jardín. No obstante, solo de pensar en ello su corazón se aceleró. Se sentía tan nerviosa ante la posibilidad de pasar un tiempo a solas con Solar, lejos de las miradas de sus padres, de las burlas de su hermana, que no fue capaz de dar ni un solo paso. Y era absurdo. Habían pasado muchos momentos a solas. En la playa, en el faro, en la piscina, bajo las estrellas, en la ducha… ¿Por qué ahora se le hacía tan cuesta arriba?
Porque todo ha cambiado. Tú. Ella. Tu opinión sobre ella. Por eso. Y estás acojonada, reconócelo. Temes que si estás a solas con ella, se te vaya de las manos.
Eso estaba pensando cuando Solar apareció en el pasillo, cargada con una toalla.
—Oh, perdona, no sabía que estabas aquí —se disculpó. Y era una disculpa extraña. En realidad no había interrumpido nada, ni tampoco se suponía que no debiera estar allí.
Se miraron avergonzadas. MoonByul estuvo a punto de retirar la mirada, pero entonces Solar le sonrió con dulzura. 
—¿Te has duchado ya?
—Sí, creo que el mojito se me subió un poco a la cabeza con tanto sol. Necesitaba refrescarme —contestó MoonByul.
Se hizo entonces el silencio. Un silencio denso, palpable, extraño, como si ninguna de las dos quisiera moverse, pero tampoco supieran cómo permanecer allí, en el pasillo, mirándose. MoonByul estaba tan rígida que le pareció que acababa de convertirse en una figura de hielo. Sentía tanta atracción hacia Solar que en ocasiones le parecía que podría abrasarse si daba cualquier paso en falso. Así que prefirió quedarse inmóvil, como una estaca, sin ninguna expresión facial que la delatara.
—¿Tienes planes para esta noche? — se interesó entonces Solar—. Creo que nos volvemos a quedar solas… — sugirió con una sonrisa. La idea no parecía incordiarla en absoluto.
—Mi amiga Hani pretendía que quedáramos, pero, si te soy sincera, no tengo muchas ganas.
—¿Te apetecería cenar conmigo? — comentó de pronto Solar. Y su gesto mutó enseguida, como si se arrepintiera de haber formulado aquella pregunta tan rápido—. Como amigas, me refiero. Nada… raro, ya sabes —añadió, avergonzada.
MoonByul rio. Le parecía enternecedor que Solar sintiera la necesidad de aclarar este punto. Quería decir que no, su parte racional le aconsejaba hacerlo, pero la tentación era mucho mayor. Y además, ¿para qué negárselo más tiempo? Quería estar con Solar. Si ponía en un peso de una balanza irse de cena con ella y en el opuesto la posibilidad de pasar la noche con Hani y los demás… la balanza se desequilibraba por completo. 
—Si no quieres, no pasa nada… 
—Claro que quiero —se apresuró a decir para evitar malentendidos—. ¿A dónde te apetecería ir?
—¿Al Rompido? Hace mucho que no voy y hay una terraza allí que es preciosa. Podríamos comer algo, tomar unas copas. No sé, es jueves. Seguro que hay ambiente.
Sí, era jueves, pero en ese momento pensó que no le hubiera importado que fuera lunes y al día siguiente tuviera que madrugar para ir a trabajar. Le habría dicho que sí en cualquier circunstancia.
—Suena bien. —MoonByul consultó su reloj—. ¿Quedamos a las nueve? 
—Sí, iremos en mi coche. 
—Perfecto. A las nueve, entonces. 
—Bien.
Se separaron en ese preciso momento. Solar se metió en la ducha y MoonByul se fue corriendo al salón, en busca de algo que ponerse. Era una cena informal, de amigas, pero no podía ir hecha un adefesio. Quería estar guapa, radiante, espectacular. Quería que aquella noche Solar solo pudiera mirar en una dirección: la suya.
Nerviosa e ilusionada, empezó a rebuscar en su maleta. Creía tener exactamente lo que estaba buscando. Cuando lo extrajo del fondo, se sintió pletórica. Prepárate, Solar, porque hoy no podrás mirar a ninguna otra persona.
 
 
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Hace falta setso lo se yo también quiero ver :'V
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Thank you!
Argali11
esta adaptación estará detenida por unos dias mas espero subir almenos 3 o 4 cap seguidos asi que no desesperen

Comments

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alexiz21 #1
Chapter 23: Dioss!!!!!! Que vacio siento o bien podria ser la cantidad de picante que le puse a mi comida la que esta haciendo efecto, buennooo el sentimiento es el mismo ^^
Lastima que no tenga epílogo, no pedire epílogo porque alfin y acabo era una adaptación, seguiras haciendo adaptaciónes????? Yo espero que si, bien wenoooo sin mas me despido, espero leerte pronto :D byeeeeeeee!!!!!!
KamJ95
#2
Chapter 23: Un estupendo final :3
Gracias por adaptar y compartirnos está gran historia. Espero que no tardes en compartirnos más. Que se extrañara. :"v
Argali11
#3
Por amor a Dios no me pidan hacer epilogo yo lo único que escribo bien es la lista del mercado TnT
sabrina528 #4
Chapter 23: Oh yes!!!! Pero keria epilogo....T.T
Espero ke pronto subas otra historia!
alizeejacotey #5
Chapter 23: Pues haz un epilogo :D
alexiz21 #6
Chapter 20: Se acerca la tercera guerra mundial >.< o algo peor 0.o'
merugoo #7
Vuelve~~~~~~~~
merugoo #8
Joder, yo creo que ese grito lo escuchamos hasta nosotros jajajaja definitivamente despertaran los padres
alexiz21 #9
Chapter 19: Debo aprender que estas escenas no se deben leer en hora de clase, porque he de estar roja y tener una sonrisa de ertida o////o hasta calor empezá hacer y estoy bajo un ventilador XD
Cristina5678 #10
Chapter 19: :Q 7u7 Solar ya no aguanta :v XDDDD <3.