Después de visitar el sitio donde madre e hija esparcieron las cenizas del ser amado, Sandara llegó a su apartamento cansada, taciturna y con ganas de dormir; sin embargo a pesar de una buena ducha y una excelente comida, la castaña peleaba con las cobijas en medio de los recuerdos que se convertían en pesadillas.

Detrás de los parpados cerrados, se veía a ella en medio de la sala de su antigua casa contestando el teléfono.

-Alo? –dijo medio dormida

-¿Es usted familiar de Park Sang Hyun? – Dara miro el reloj que se localizaba en la pared y trataba de reconocer la voz masculina al otro lado de la línea.

-Sí… ¿sucede algo? – pregunto enfocando la vista… 2:00 am ¿qué hacía su hermano por fuera de la casa?- es mi hermano

-Señorita su hermano fue atropellado por un coche fantasma – Sandara no entendió la expresión al momento y no sabía si la llamada era una broma o algo serio – En este momento se encuentra en el hospital central.

-¿Un coche fantasma? ¿Hospital central?

-Sí, señorita, Su hermano esta grave… ¿Señorita?

Dara comprendió en ese instante que no era un mal chiste, ni una jugarreta de su hermano, colgó el teléfono sin preguntar por nada más y como un zombi se dirigió al cuarto de su madre; para después salir corriendo hacia el hospital, llegando en el momento justo para despedirse de él. En medio del llanto, su madre le dio el último beso de buenas noches, permitiendo que los doctores desconectaran las máquinas. No había nada que se pudiese hacer, su cerebro no funcionaba y solo alargarían el dolor.

Al hacer los trámites las dos mujeres permitieron la donación de órganos con personas compatibles, que estuviesen en la lista de espera. Esta decisión hizo que Dara sintiera orgullo por su madre. Ella los amaba con todo su corazón, aquella mujer que le dio la vida, había sufrido mucho en su juventud su familia la había desterrado por haberse enamorado de un hombre pobre pero que dignamente los saco adelante en medio de la adversidad. Ahora ella perdía un hijo que acompañaría a su padre al sitio donde las almas se dirigen.

En medio de la tragedia, por casualidad, Dara descubrió  quien portaría el corazón de su hermano. El nuevo envase que llevaría un pedazo tan importante del ser que había perdido de manera inexplicable. La vio a lo lejos, llorando y aceptando resignada aquel musculo que no le pertenecía.

Sandara la hubiese consolado pero le pareció que una extraña y precisamente un familiar de la persona a la cual le pertenecía el órgano le sería incómodo, bizarro; No obstante, ella se las ingenió para estar pendiente en el proceso, gracias a su encanto se enteró por ayuda de las enfermeras, del momento en que la desconocida aceptó con éxito el trasplante.

Unos días después del funeral, Dara volvió al hospital, a escondidas, nerviosa e indecisa entró a la habitación de la joven a la que ahora consideraba familia. Aprovechando que estaba dormida, observo sus rasgos asiáticos, su palidez, su rostro reflejaba dolor, angustia, el capul de su cabello oscuro tapaba su frente, con cuidado Dara apartó unos mechones notando la suavidad de su piel. Posiblemente para muchos ella sería una chica normal, sin gracia, pero la castaña la encontró hermosa a pesar del ceño fruncido.

Sandara se alejó sigilosamente, su curiosidad la llevo a la tabla donde se encontraba la información del paciente y los datos para otros doctores.

“Lee Chaerin, 16 años, trasplante de corazón… ”

Nuevamente Dara la miró, le resultaba imposible dejar de verla, era como un deja vú que se repetía con fuerza. Sin importarle si  la descubrían o no, se sentó para observarla respirar; dentro de ella una mezcla de emociones no le permitían hacer nada más que contemplarla.

Hubiese dado todo por saber cómo se sentía el corazón de su hermano en el cuerpo de aquella chica.

-Sí lo hubieras conocido, lo más probable es que los dos estaríamos peleando por ti – dijo en un susurro cerrando los ojos para escuchar los latido que se producían a través de los aparatos a los que estaba conectada. Al abrirlos se movía dando señales de vida – quisiera ver tus ojos, ver su brillo, su color… Lee Chaerin, ábrelos y disfruta de tu vida. Quiero que sepas que tienes una hermana, en mí. Lee Chaerin también tienes mi corazón… abre los ojos…

Pasada una media hora, decidió que era suficiente y se alejó sintiendo pena, ella no quería dejarla, deseaba verla despertar. Ver sus ojos, escuchar su voz sin llanto o tristeza. Decirle que ella era lo mejor de todo este caos en que se había convertido su vida. No lo hizo, sin más la miro por última vez. Las ansias vencieron su sentido común, volviendo a estar cerca de Chaerin para tomar su mano y besarla.

-Espero encontrarme contigo pronto –

Un viento helado proveniente de algún lugar terminó por despertar a una mal dormida Dara, la cual encendió la luz de la lámpara y se levantó a revisar su ventana. Todo estaba cerrado, observó la hora del reloj de la mesa noche, 2:00 am, la coincidencia la lleno de miedo.

Asustada salió de su cuarto, camino al de Bom introduciéndose en este  y se acostó al lado de ella, la pelirroja sintió a Dara, busco su mano para atraerla a su cuerpo.

-¿Una pesadilla?- murmuró medio dormida

-Algo así-

-Hmmm… ya pasara amor mío… te quiero

-Yo también Bom…

-Ajam duerme… por favor.

***

Ji yong había olvidado la última vez que durmió toda la noche con tranquilidad sin parecer un estúpido psicópata que merodeaba a oscuras por los pasillos del  penthouse que habitaba desde su regreso de Estados Unidos.

Cansado de caminar por los mismos metros cuadrados, se sentó con un vaso lleno de leche cerca a la ventana, estaba cansado, sus parpados pesaban pero su cerebro no le permitía descansar,  su cabeza daba vueltas, pensando en el archivo que le habían entregado, con contenido secreto.

Hace un año él había decidido contratar a un investigador privado a espaldas de su padre, su conciencia le exigía que buscase a aquel joven que con su auto arroyará años atrás. Pero hasta el momento no habían resultados satisfactorios, solo laberintos sin salida.

Una luz, proveniente de la farola de algún auto que pasaba, iluminó la habitación devolviéndolo al lugar donde todo había comenzado. Se vio a si mismo, en aquella discoteca secreta, en medio de una barrio de mala muerte en Corea. Cuando llego se sintió avergonzado de estar allí; sin embargo las bebidas, la música, las mujeres se fueron cruzando por  su camino haciendo que perdiera la cabeza. El heredero caprichoso con aires de superioridad, estaba en el sitio adecuado celebrando sus 18 años.

A escondidas de su padre, Ji yong se había escapado con sus amigos de la seguridad de los escoltas y de todo lo que lo ataba, incluyendo a su novia; sin embargo, la envidia y el odio que despertaba traí