Capítulo 22
Corazón DelatorLa castaña condujo por varias zonas de la ciudad, ambas se encontraban a gusto dentro del carro charlando, en algunas ocasiones Chaerin se sorprendía porque a Dara le daban ataques de hiperactividad cuando escuchaba alguna canción y empezaba a cantar o a bailar sin perder el control del auto. Era agradable la manera en que ocurrían las cosas entre las dos, pasaban de discutir por alguna cosa a cambiar el tema y luego una ataque de risa por algo que decía la castaña.
En medio de su paseo Dara pasó por una calle que le era familiar para ambas, parqueo frente a un parque que por la hora del día no se hallaba muy concurrido.
-¡Un parque! , bajemos un rato, mi trasero esta plancheto…
Chaerin le dedico una mirada y luego al parque el cual no podía recordar, ignorando el sentimiento se quitó el cinturón de seguridad sin afán y se bajó del coche.
“Yo conozco este sitio” pensó quedándose de pie a mitad del anden
-¡Chaerin!...- le grito Dara – ven, cubito de hielo, hay columpios…
-No me digas… - le grito Chaerin con sarcasmo
Sandara le saco la lengua y con la mano le hizo un gesto grosero al ver que la platinada no compartía su emoción; no obstante, Chaerin se rio apurando el paso hasta acercarse a la castaña que ya estaba sentada en uno de los columpios balanceándose sola con entusiasmo.
-Te empujo… - Dara no se había dado cuenta que Chaerin se paró detrás de ella para ayudarla así que cuando sintió su respiración en la espalda, el deseo por ella aumento, poco a poco la platinada comenzó a empujarla hasta que la castaña llego más alto.
Con cada vaivén Sandara se reía, le gritaba a Chaerin que la empujara más, de manera obediente la platinada hacia caso; a pesar, de que se sentía un poco preocupada por la altura que estaba tomando y la inestabilidad del aparato; sin embargo, esa alegría que la chica desbordaba, le transmitía paz; su cabello volando, el ruido de su risa le elevaba el pulso cardiaco, tanto así, que olvidando por un momento lo que estaba haciendo sin querer la chica en su ir y venir la empujo hacia el suelo con fuerza.
Angustiada Dara fue frenando, hasta poder saltar, detuvo el balanceo del objeto y corrió a donde Chaerin quien estaba incorporándose moviendo la cabeza confundida.
-Lo siento… ¿Estas bien?... ¿Chaerin?...
Chaerin parpadeo varias veces observando el rostro preocupado de Dara que revisaba a la chica por todos lados, este gesto usual en la castaña le hizo recordar a la platinada porque le era familiar el sitio.
-Yo estudiaba cerca a este parque – le dijo Chaerin sin levantarse, agarrando las manos de Dara que estaba en cuclillas.
-¿En serio?... conozco este sitio porque mi primera novia vivía cerca a este lugar y yo también, pero luego nos mudamos. Una vez por esa calle había unos chicos golpeando a una niña muy tierna de más o menos… hmm 8 años… creo… entonces…
-Corriste con palos y piedras para salvarla… - la castaña frunció el entrecejo e iba a contestarle cuando Chaerin soltó una de sus manos para empezar a acariciar sus labios – los ahuyentaste, la ayudaste a limpiar, le dijiste “Levantarse es la victoria”, luego acompañaste a esa chica tímida a su casa… Dara…
-¿Chaerin?- la castaña no resistió su peso y las caricias de la platinada no le ayudaban, así que cayo sentada mirando a la persona que tenía al frente, la platinada sintió angustia al ver que no obtenía respuesta y agacho su cabeza provocando que su cabello ocultara su rostro - ¡oh por Dios!
Dara se acercó a ella a gatas y tomo su cara entre sus manos, obligándola a que la viera, ella la miro. La castaña se deleitó con sus hermosos ojos dándose cuenta que no había cambiado, el contorno de su cara estaba más perfilado, su flequillo era menos pesado, pero era ella…
“Ella es abuela… fue a ella a quien salve, la misma persona a la que salvo mi hermano… Lee Chaerin… Chaerin ¿Estas predestinada a estar conmigo?... no me importa la respuesta… no puedo alejarte, no puedo alejarme…”
Sin pensarlo más la castaña beso con fuerza la frente de la platinada, sin querer soltarla, sin borrar los recuerdos que las unían, con la intención de amarla. Separándose un poco de ella Chaerin comprobó la intensidad del amor en los ojos de la otra mujer que no dejaba de sostenerle el rostro.
-Eres mi ángel – le declaro Chaerin
-Tu eres el mío – respondió Dara, a tal afirmación ambas experimentaron que algo más allá del deseo las tomaba y las inundaba con la certeza de que se pertenecían mutuamente, la sospecha de ser simplemente dos seres humanos débiles sino se tenían. Una chica de cristal amando a un volcán profundamente dormido – tengo mu
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