제 12 장 Final

Grandes Esperanzas (Adaptación)
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Gracias a quienes siguieron esta historia y en especial a quienes comentaron, así me permito saber que les agrada encontrar este tipo de historias. Probablemente pronto traiga más adaptaciones o continúe con mis propias historias. 

 

Hasta aqui el final. 

 

POV Yuri

 

Los años pasaron.

 

Estuve viajando de un lado al otro, trabajo tras trabajo. Conocí lugares preciosos, elegantes, bellísimos, como también lugares detestables. A veces pasaba en mi nuevo hogar de Corea unos días, pero luego debía volver a partir. En ocasiones extrañaba horrores al pequeño MinChan, y fue esa melancolía que me persiguió hasta que decidí volver a EE.UU., le daría una sorpresa. 

Irene y Suho se habían quedado en Los Ángeles, estaban casados y vivían felizmente con el niño. Suho había seguido con el oficio familiar, era un respetado abogado. Irene siempre estuvo, inseparable, junto a él. Siwon eligió el mismo camino, de hecho eran socios. Yunho, el buen Yunho… Ya estaba avanzado en edad aquella vez en Corea. Al año siguiente había fallecido. 

Y así, un día, volví a casa decidida a hacer algo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo ya…

 

Me gustaba mucho aquel lugar. Todo el año parecía tener un clima templado. Las flores siempre florecían, los árboles se mantenían imponentes en los bosques, las palmeras en las playas y los arbustos en el pantano. También me agradaba ir con ellos a ver grandes partidos de béisbol en el Dodger Stadium. En ocasiones íbamos a jugar al volley en la playa o incluso surfeabamos. Bueno, Suho e Irene lo hacían, porque yo era muy torpe para eso, así que simplemente me quedaba con MinChan en la orilla viéndolos divertirse. Por las noches me escapaba hasta la terraza para poder espiar cómo se convertía la ciudad, en una gran alfombra de luces. Como en París, solo que en L.A no me sentía tan sola, ya que el pequeño me acompañaba siempre.

 

—¡Ya va!— Había tocado dos veces con insistencia. Escuché, del otro lado de la puerta, la vocecita de un ser pequeño… Hasta que adivine que era la dulce voz de MinChan, quien abrió la puerta y se lanzo a mis brazos felizmente al verme—¡Papá! ¡Mamá! ¡Yuri esta aquí!—

—Tranquilo enano— Decía entre risas. De alguna manera, tenía una leve semejanza con Hyukjun. Y al contrario de desagradarme, me hacia aun mas feliz. Su espeso cabello de caoba que casi tapaba sus ojos, de un intenso café, se agitaba de manera graciosa—¿Qué pasa?— 

—Has venido, pero volverás a irte, ¿cierto?— Se quejó, mientras hacía un dulce puchero. 

—Sabes que si, ¡pero esta vez vendrás conmigo! 

—¡Eh! ¡Canela!— me saludaba Suho—¡Has llegado para lavar los platos! ¿Tienes hambre?

 

El niño siempre se aferraba a mi mano y pocas veces me hacia caso. Pero no importaba, porque era como mi sobrino y adoraba malcriarlo. Siempre vi al pequeño MinChan como un motivo para comenzar de nuevo… Muchas veces pensé que papá… Es decir, Sangwoo, se había vuelto adicto al alcohol por haber descubierto la verdad sobre mí y por ello fingía confundirme con Hyukjun, su único hijo verdadero. 

 

Le pedí permiso a Suho para poder llevarme unos días al niño a Corea, deseaba mostrarle un lugar muy especial para mí y el hermano menor acepto con gusto, porque la confianza que nos teníamos era mutua y firme. Irene parecía muy feliz ante la idea…

Al final había vuelto por decisión propia. Como tenía que ser.

 

Con MinChan visitamos mi antiguo hogar y solo pudimos verlo desde afuera, ya que Jimin se había mudado con una de sus primas. No podía quedarse sola. Visitamos el cementerio, el bosque, recorrimos el arroyo y el rió… 

—Aquí están mi madre, mi hermano, mi padre— enumeré frente a las lápidas—Y mi tío.

—Oh— exclamó como si estuviera sorprendido.

—¿Qué sucede?— pregunté extrañada, mientras el soltaba mi mano acercándose más a las lápidas.

—Estas sola.

—No— negué sonriéndole—Los tengo a tus padres, a tu tío, a mis amigos. Te tengo a ti, pequeño 

—¿Sabes Yul? Yo creo que me parezco a tu hermano, solo que castaño— Me confesó, luego de un rato de silencio, como si estuviese arrepentido de hacerlo.—Lo siento. 

—No lo sientas, pequeño, no sé por qué dices eso— Lo conocía por las fotos. Y era cierto, ya mencioné que tenía un parecido con él.

—Porque sé que cuando me miras, lo recuerdas. Y te duele— dijo al fin. Qué curioso el razonamiento de los niños. 

—MinChan, no digas eso, que es una tontería. Tú me recuerdas a Hyukjun, mi hermano. Es cierto… ¿Pero sabes qué?— pregunté, y el negó con su cabecita—Tienes los ojos de tu madre, tienes su corazón. El cabello de tu padre y su honestidad. Tienes mucho de todos… E, incluso, cosas de mi hermano. Pero tú, no eres él, tú eres tú y eso es lo único que importa. Y te adoro por eso.

 Dio por finalizado ese tema. Y sonrió. 

 

Descansamos un momento donde yo solía sentarme a dibujar en el bosque. No pensaba llevarlo a la mansión Jung, ya que temía revivir viejos recuerdos que me lastimasen, pero aprendí que ya no valía la pena lamentarse por todo lo que se lo aqueja, te fortaleces, aprendes, sabes con qué meterte y con qué no. 

—¿Y… a donde me llevaras esta vez, Yul?— preguntó con curiosidad, mirándome desde abajo. Con él me sentía la persona más alta del mundo.

—¿Recuerdas que te conté que yo, cuando vivía aquí de niña, jugaba en una gran mansión? –pregunté, mientras el afirmaba con la cabeza—Bueno, es como cuando juegas con tu tío Siwon y tienen una enorme guarida, donde pudieras esconderte de la gente mala y pasarla bien, ¿no? 

—Si, él me agrada, siempre me trae regalos. 

—Eres un interesado— lo reté riendo —Bien… Te llevaré a ese lugar, un lugar donde yo me escondía para olvidar todo lo malo. Amaba visitar a la gente que vivía en ese lugar, claro que no puede ser todo tan bueno, pasaba cosas malas allí, pero que mas daba, amaba visitarla… 

—Y… Yul, ¿luego me compras dulces?— 

—Si, pero si luego te salen caries, que tu madre no me culpe.

—¡Mamá siempre me deja comer dulces! Papá es el que me los prohíbe— se quejó, mientras soltaba mi mano una vez más. 

 

Pronto, nos encontramos jugando como niños pequeños. Él corría, mientras yo lo perseguía. Así llegamos a la mansión que, admito, tanto extrañaba. MinChan corría de un lado al otro, jugueteando, mientras yo me sentaba en uno de los ya gastados bancos del lugar. Los árboles aun seguían verdes, todo el suelo estaba cubierto de vegetación. No habían derribado el lugar a petición mía, al menos hasta un tiempo determinado, pronto lo harían. 

—¡No vayas muy lejos MinChan!— le advertí

—¡De acuerdo! 

 

Pronto me quedé sola, el jovencito se había alejado para perseguir un animalito pequeño. Observé la gran mansión, ya descuidada y pensé: La forma de vida de los ricos. 

 

Sonreí. 

 

En aquel tiempo, todo mi anhelo, que empezó ese día en que dibujé a esa muchacha orgullosa e insultante por primera vez, por pintar para ellos, por tener su libertad… Por amar a Jessica. Las cosas que no podemos tener. Y finalmente tenía las cosas que creía desear, pero la verdad es que a veces no sabía exactamente qué hacer con mi libertad. 

Me senté allí y medite sobre todo lo que había hecho, sobre mi vida, sobre el destino de aquel tiempo tan breve y violento, que tan bruscamente cambio de rumbo. Y entonces, ella apareció de nuevo… 

Escuché unas risas muy alegres detrás de mí, que provenían de una niña no muy alta, de cabello castaño claro y ondulado, sus ojos claros, su rostro blanquecino. Estaba cubierta por un hermoso vestido rosa claro estampado con delicados diseños y llevaba un sombrero del mismo color, para proteger su cabeza de los rayos del sol.

Escapó corriendo, mientras la seguía, hasta la entrada de la casa. La seguía tranquilamente, pero tratando de no perderla de vista. Atravesó la habitación donde antiguamente se encontraba la entrada a la habitación de Jung Ryu Won, siguió hasta pasar de largo las escaleras, hasta un gran salón donde ya no existía el techo. Dejó escapar una dulce risa, ahuyentando un par de aves que allí descansaban. Llegó hasta el patio, y se detuvo un momento en la fuente… Donde Jessica me había besado aquella tarde. Finalmente, la seguí costeando la fábrica también abandonada, que daba al río. Todo estaba en ruinas, pero aun así salí. Vi a la niña, que se acercaba a una mujer y le tomaba la mano.

 

—Mami, mami— le llamaba, mientras la mujer le acariciaba la cabeza y sonreía dulcemente. 

—¿Jessica?— susurré sorprendida.

La rubia se dio vuelta, pero sus hermosos ojos estaban cubiertos por unos anteojos de sol. 

—¿Yul?— respondió sorprendida, quitándose los lentes—Eres tú… 

Ella llevaba un ligero vestido de tirantes de un tono celeste que se apegaba a su figura. Algo similar a lo que llevaba la primera vez que nos vimos. Bajé las escaleras lentamente y observé a la niña, quien se había acercado a MinChan, lejos de nosotras. 

—¿Es tu hija…? Dios, es preciosa— sonreí, al estar junto a ella.—¿Qué haces aquí? 

—Quería mostrarle a mi hija este lugar… La casa donde viví. Bueno, lo que queda de ella— observó a los niños jugando—¿Él es…? 

—MinChan, el hijo de un amigo mío… Es como mi sobrino— respondí simplemente. 

Nos miramos, y, en silencio, lo hicimos por largo tiempo. 

—¿Has venido a menudo?— Pregunté, sin saber realmente por qué.

—No. 

—Yo tampoco.

Seguíamos mirándonos a los ojos, pero cuando le sonreía, ella desviaba la mirada. Yo sabía, que más allá de todo lo que había sucedido, cuán tímida era. Cuán tierna.

—Te va de maravilla— dijo sonriendo—Lo se todo de ti, he leído los periódicos.

—Si, no me puedo quejar— sonreí. Su cabello estaba suelto, su sonrisa era impecable, no había cambiado mucho… Pero estaba más hermosa que nunca. 

—A mi… No me ha ido tan bien— suspiró, con tristeza—Durante mucho tiempo no… 

—¿Qué? 

—Pienso mucho en ti últimamente… Todo el tiempo— respondió seriamente. Pero apenada a la vez.

—Me alegro— exclamé luego, con la misma seriedad. Pero con Jessica, nunca se sabía… No podía saber exactamente qué querían decir sus palabras, no con sus sentimientos. Sólo podía intuir. 

–Sé que te fallé…

 

No sabía realmente qué pasaba por su cabeza. Pero me miró de una manera especial, de una manera que demostraba que en ese momento, era vulnerable, y que era débil, ante mi, por primera vez en mucho tiempo. Como aquella vez en el taxi. 

Es como si leyera su pensamiento a través de esa mirada, como si lo hubiera pensado durante mucho tiempo que me diría y sin embargo, en ese momento su mente estaba en blanco, pero continuó de todas maneras.

—Pero… No he podido olvidarte. Cada vez que veo una de tus pinturas, yo… Ni te imaginas, lo arrepentida que estoy— confesó tartamudeando, hasta que afirmó la voz —Sé que no volverás a creer en mí. Pero tienes que entender que, toda mi vida le he tenido miedo al sol, lo sabes.

—Lo sé… Pero no hay razón— la interrumpí al fin, seriamente.—La verdad es que por mucho tiempo me pregunté porqué me aferro a amarte todavía. Por un tiempo dije que era algo defectuoso en mi corazón… Pero luego me di cuenta de que, por más que viviera muriendo de amor, por más que destrozaras mi corazón una y mil veces… 

Me interrumpí a mi misma en mi explicación. Observé que evitaba mirarme a los ojos. Porque sabía que si lo hacía, las lágrimas la traicionarían. Pero ella lo sabía, sabía que nunca más permitiría que volviera a llorar. Nunca más. Así que con mis dedos atrapé su mentón suavemente y la obligué a que me mirara a los ojos. 

—…A pesar de todo lo que sucedió— proseguí evitando enumerar todo eso—Me di cuenta de que, por mas que quisiera decirte a la cara que no me hacías falta para poder vivir, por más que quisiera borrarte de mi memoria y corazón, tú… Me haces seguir adelante. Lo eres todo para mí. 

—Yuri, yo…— Suspiró, tratando de encontrar las palabras—¿Podrás perdonarme? 

—¿Es que no me conoces?— le sonreí y ella imitaba el gesto, dejando escapar las lágrimas finalmente.

 

Me conocía. Y yo a ella. Siempre la había conocido desde el primer instante… Lo demás, no importaba. Era el pasado, era como si nunca hubiera sucedido, era solo mi recuerdo de el. Sabía todo lo que había detrás de aquel sufrimiento que me había provocado, sabia que todo aquello no era cierto, era solo una máscara que Jung Ryu Won había creado para ella. Solo que yo había descubierto el bello rostro que se escondía detrás de ella. Descubrí la dulzura que podía llegar a dirigir a un prójimo, el cuidado y el cariño que le demostraba a su hija. Era pequeña, preciosa y dulce… Y se parecía mucho a Jessica. 

 

 

 

POV Jessica

 

Sabía que era hora de regresar. Tenía que apresurarme, porque ya quedaba poco tiempo y sabía, tam

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Comments

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Kkomofam #1
Chapter 12: Beautiful
Eriika
#2
Chapter 12: Me gustó, me partió el corazón pero me dio esperanza jaja, amo el Yulsic
Eriika
#3
Chapter 4: Tengo la vibra de que esto no termine nada bien
Eriika
#4
Chapter 3: Me deja untriga
Eriika
#5
Chapter 1: Es genial, muy buena la redacción
Eriika
#6
Veamos
DubuKawaii
#7
Chapter 12: Que final, pero siento que Jessica la tuvo muy fácil. Yuri es un ángel y pero tampoco debería perdonar tan rápido, aún sea en el nombre del amor
DubuKawaii
#8
Chapter 11: No entiendo a Jessica -_- aunque Yuri creció creo que no a tomado desiciones del todo correctas
DubuKawaii
#9
Chapter 10: Wow Yuri creció en todos los sentidos, pero se convirtió en una persona triste
DubuKawaii
#10
Chapter 9: ¡Me encanta esta historia! Al fin un YulSic que no se desarrolle en una escuela