—5—

Me siento nerviosa, ansiosa, desesperada y sobre todo temerosa. Estoy frente a su puerta, es de noche, muy noche debo decir. Las luces de la entrada son las únicas que alumbran y me pregunto si ella estará dormida ya. Supongo que no es buena idea haberle hecho caso a los cabezotas de Sooyoung y BaekHyun con venir en cuanto haya llegado, sin embargo lo hice y ahora estoy frente a su puerta.

Mi pequeña maleta pesa en mi hombro y el aire se me ha vuelto tan pesado, tan sofocante que trato de respirar profundamente. Me giro sobre mis talones porque realmente no es momento de hablar algo tan importante con ella a esta hora de la noche. Mis ojos viajan hasta el cielo, el cual está completamente oscuro, sin ninguna estrella a la vista y es cuando me doy cuenta que esta por llover.

Justo al dar el primer paso fuera de ahí, las gotas empiezan a caer con lentitud, suaves y tenues. Maldigo por mi suerte, pero tal vez si corro pueda llegar a casa antes de que la lluvia empeore. Alzo mi mirada al frente, justo en la dirección que me llevara a casa y realmente me siento tonta pensando que no me mojare demasiado si corro.

—¿Taeyeon? —Mi respiración se alentó al instante y el tiempo se congelo, mis ojos sorprendidos la miraron—. ¿Qué haces aquí?

Su curiosa voz traspasa mi alma con esa pregunta y es cuando inhalo profundamente. Su castaña mirada me analiza de pies a cabeza y su ceño se frunce levemente.

—Esto…

Abro la boca para dejar salir todas las respuestas que quiero darle, pero me siento en completo descontrol.

—Ohm… será mejor que me vaya, Mi Young.

Mis ojos se fijaron en la otra persona a su lado, la cual sostiene un paraguas para resguardarla de las gotas de lluvia. Es hasta este momento que me doy el tiempo de verlo, de darme cuenta que es un joven muy apuesto y a juzgar por su vestimenta es de su posición económica.

Es alto, de cabello rubio y ojos claros, su sonrisa es encantadora, su pálida piel le hace ver como alguien que no se expone mucho a la luz solar y esa cara de niño rico, lo hacen parecer de una revista costosa.

Mi interior ahora experimenta miles de emociones, una de ellas es la tristeza, la cual me recorre por completo y tan solo me deja con una sonrisa amarga en el rostro. Tal vez no debo meterme en donde no me llaman, tal vez tan solo le gusto, pero no está enamorada de mí y yo haciéndome un remolino en la cabeza pensando en sus palabras. Mis ojos los siento sombríos, tan sombríos como esta noche lluviosa.

Acomodo la maleta en mi hombro y la miro ahora a ella.

—Disculpen si les he arruinado la noche con mi presencia aquí —hablo amargamente—. Será mejor que me vaya.

Me doy la vuelta para emprender mi camino y me siento tan resignada en seguir pensando que tal vez tenía una oportunidad.

—Taeyeon, espera —me llama. Sin embargo, prefiero hacer oídos sordos—. He dicho que esperes.

Me corta el camino de un jalón, cuando su mano toma mi muñeca con brusquedad. La miro de soslayo y luego miro a su acompañante, quien nos observa con cierta preocupación.

—Deberías entrar.

Es lo que le digo antes de soltarme bruscamente de su agarre, sintiendo las gotas mojarme cada vez más. Mis pies comienzan nuevamente su camino, pero esta vez mis pasos son mucho más rápidos. Mi corazón va a mil pulsaciones por segundos, siento adrenalina dentro de mí, pero sé que solo es este sentimiento de miedo que me está carcomiendo el alma.

No sé exactamente en qué momento comencé a correr y mucho menos se, en que momento la lluvia comenzó a intensificarse, siento mi interior quemar, el ardor recorrerme la garganta y siento el deseo de llorar.

«Llegue muy tarde». Es lo que mi subconsciente repite una y otra vez, martirizándome con ese mantra. Las escenas vuelven a mí y no puedo evitar sentirme sofocada por esto que siento. Mis ojos enfocan en la lejanía, las luces de la calle es lo único que iluminan mi camino y sé que estoy cada vez más cerca de mi hogar. Mi respiración es irregular y siento mis piernas calientes, debido a todo este camino que he estado recorriendo, y por unos segundos puedo sentir calma cuando alcanzo a vislumbrar la cerca de madera.

Me detengo en seco, tratando de recuperar el aire que he perdido, tratando de tranquilizar todo lo que se está llevando en mi cabeza y tan solo cerrando los ojos al sentir las constantes gotas de lluvia sobre mí. Quiero gritar y no sé porque quiero hacerlo, solo sé que el volver tan solo para hablar con ella fue un terrible error.

Un cuerpo choca contra el mío, aferrándose completamente a mí en un apretado abrazo.

—Taeyeon —mis ojos se abren abruptamente y no puedo dejar de sentir este descontrol por su contacto, la observo jadear por aire, sin embargo sigue aferrada a mí—. Por favor…

Su voz esta quebradiza y es cuando me doy cuenta que ha venido llorando en todo el camino. Está completamente empapada por la lluvia, al igual que yo y aun no puedo salir de este trance en el que me encuentro.

Mi corazón salta de alegría y a la vez de preocupación, mis ojos miran en la dirección por donde ella venia y me doy cuenta que ha venido sola. ¿Dónde quedo aquel hombre que la acompañaba?

Solo sé que eso no me importa en lo más mínimo y dejo que mi cuerpo actué por sí solo, enredando mis brazos a su alrededor y apretándola más a mí, tratando de alguna manera tenerla lo más cerca de mí. La vuelvo a observar y ella conecta su mirada con la mía, en esos ojos castaños puedo ver la melancolía que los carcome.

—Tiffany —susurro y de inmediato una de mis manos comienza a acariciar su mejilla. La lluvia camuflajea muy bien sus lágrimas y es cuando siento este gran deseo al verla tan vulnerable—. Discúlpame.

Es lo último que digo antes de acercar mi rostro al de ella y fundirme en sus suaves labios.

Tocar sus labios se siente como el cielo mismo, su sabor es como probar el más delicioso elipsis y su textura no deja de provocar en mi estómago miles de fuegos artificiales. Esta es la primera vez que me siento de esta manera al besar a alguien y se siente absolutamente bien.

Ella corresponde al instante, moviendo sus labios junto con los míos, aferrándose con ahínco aún más a mí y acercándome mucho más a ella, sus labios se entre abren para poder profundizar y es cuando me da la bienvenida con su suave lengua. El aire escasea, pero ninguna de las dos quiere perder este contacto, es como si al perderlo también la magia se ira al instante. Nuestras respiraciones se vuelven un poco jadeantes y es cuando sedemos.

Ambas bajo las constantes gotas de lluvia, nos miramos, sus ojos castaños me muestran ese brillo que no había visto y no puedo evitar sonreírle. Mi mano sigue acariciando su mejilla, con delicadeza, sintiendo la humedad del agua en ellas y su suave piel.

Despierto con un terrible dolor de cabeza, la luz que entra por la ventana, molesta mis ojos y por más que intento alejarla tapándome con una almohada, me sigue molestando. Hoy hace calor y estoy sudando, con desgano decido sentarme en la cama. Mi cabello es como una baraña, todo despeinado, de seguro tengo las marcas de la cobija en mi mejilla.

Rasco mi cabeza, lanzando un largo bostezo al aire, me estiro aun con los ojos cerrados y siento como unos huesos de mi columna truenan.

—Buenos días, dormilona —mis ojos se abrieron desmesuradamente y no pude reaccionar cuando sus labios capturaron los míos. Mi respiración se aceleró y mis pulsaciones se dispararon—. ¿Qué te sucede? —Cuestiona al alejarse de mí y mirarme con extrañeza.

Miro mi entorno y me sigo sorprendiendo aún más. Siento como mi corazón se acelera y mi cerebro trabaja a máxima potencia para reaccionar, y darme una respuesta coherente.

—¿Estás bien, Taeyeon?

Su calmada voz me hizo volver a verla. Algo no andaba bien aquí. Parpadee un par de veces y trate de bajar el nudo que se formó en mi garganta.

—¿R-Ro… Romina?

Trago duramente y la observo sin comprender. Su sonrisa crece, mostrándome aquel hoyuelo en su mejilla derecha. Ella es alta, de cabello oscuro ondulado y brillante, su piel tersa y blanca, sus ojos son color celeste y tiene unas cuantas pecas en su rostro. Mi garganta se ha secado por completo.

—Cariño… te has puesto muy pálida.

Se acerca a mí y sus ojos celestes se ven preocupados. Siento más sudor bajar de mi frente y la alejo de mí.

—¿D-dónde estamos?

Tartamudeo. Ella alza una ceja y me sonríe.

—Amor. Estamos en casa.

«¿En casa?». Vuelvo a ver mi entorno. La estructura renacentista me hace recordar mi viejo apartamento estudiantil, pero la diferencia es que la estructura es renacentista con modernismo y mucho más amplia, inclusive la cama es enorme y en una de las paredes se divisa un cuadro.

—¿Segura que estás bien? —Frunce el ceño. La observo y abro la boca para decir algo, pero esta se cierra y no dice nada—. Llamare a tu amigo Louis. Él seguro podrá ayudarte.

Se aleja y toma un teléfono inalámbrico. La escucho hablar y me pierdo en mis pensamientos. ¿Dónde carajos estoy? ¿Dónde está Tiffany? ¿Por qué estoy con Romina?

—¿Dónde está Tiffany? —Ella me mira alzando una ceja y con esos celestes que me dicen loca—. ¿Por qué estoy contigo Romina y no con ella? —Deja el teléfono y se acerca a mí.

—Cariño… otra vez lo estás haciendo. Ya hablamos este asunto. ¡Deja esa estúpida obsesión por esa mujer! —Me grita alteradamente, sus ojos chispean de rabia y sus orejas pareciera que lanzan humo—. ¡Comprende! —Se señala furiosa—. ¡Yo soy tu esposa y esa zorra no es nadie!

«¡¿Qué?!». Es lo que mi interior grita y quiero explotar, ella se ha vuelto loca.

—No puedes acercarte a ella. Te denuncio y su marido quiere matarte por tu constante acoso —de repente se dejó caer de rodillas y comenzó a llorar—. Sigo contigo porque te amo. ¿No lo entiendes? ¿No puedes al menos ponerte en mi lugar? —Mi corazón se encoge.

Sigo en trance por esas palabras y me niego rotundamente a aceptar que eso es verdad. Mi cabeza comienza a doler desconsoladamente, es un dolor que me hace retorcer y que me hace escuchar en la lejanía los gritos, y clamos de Romina. El calor recorre todo mi cuerpo y me estremece una corriente fría, siento a mi cuerpo temblar del dolor y a mi corazón alterado.

Y sin más todo se vuelve negro…

Respiro agitadamente, jadeando en busca de aire y me doy cuenta que todo está oscuro. Sudor frío recorre mi frente y mi camisa esta mojada también. Mi corazón sigue martilleando con potencia y trato de recobrar la conciencia, mi mirada clavada en un ponto indefinido y mis brazos abrazados a mis piernas.

Inhalo y exhalo profundamente, y poco a poco todo va tranquilizándose.

Una luz en el pasillo me alerta que alguien está ahí y mis ojos miran hacia la puerta, esta se abre. La tenue luz del pasillo ilumina su delicada silueta y por un momento olvido mi mal sueño. Me pongo de pie y me acerco a ella, abrazándola por la cintura y acercándola mucho más a mí, inspirando su aroma y sintiendo su calidez entre mis brazos.

—Hey —dice risueña y acaricia mi rostro. Su tacto me hace cerrar los ojos para disfrutar de sus caricias—. ¿Estás bien?

Abro mis ojos y la observo. Está preocupada, su tono me lo dice y tan solo asiento.

—Tiffany, esto no es un sueño, ¿Verdad?

Ella se ve descolocada ante mi pregunta, pero una tierna sonrisa bordea sus labios y susurra.

—No es un sueño, Tae.

Besa mi nariz y luego mis labios. Una sonrisa boba aparece en mis labios y no puedo evitar alzarla un poco del piso, sintiendo la felicidad desbordarme.

Hace unas horas que subimos a mi habitación para poder dormir. La lluvia solo se intensifico cada vez más y no podía permitir que ella enfermara si regresaba a casa. Luego de una ducha y algo de conversación, el cansancio me volvió y caí en un profundo sueño en cuanto mi cabeza descanso en la almohada.

Mi familia no se encontraba en casa, por lo que deduje han ido a visitar a la abuela.

Sus dedos se enredan en mi cabello, acariciándolo y peinándolo, dejándome a su paso sensaciones agradables, la sonrisa que se ha formado en mi rostro no quiere borrarse y tampoco quiero que se borre. Sus pies se enredan con los míos y tan solo dejo escapar un suspiro.

—Me gustas, Tiffany.

Vuelvo a decirle. Mis ojos siguen cerrados por sus caricias, pero al entre abrir mis ojos me doy cuenta que sonríe. Se lo dije allá afuera, se lo dije muchas veces en el primer piso, se lo dije antes de que entrara a la ducha y se lo estoy diciendo ahora.

—Tú también me gustas, Taeyeon.

Su aliento choca contra mi sensible piel y los bellos se me erizan ante tan delicado susurro. Nos quedamos en silencio, con esta satisfacción que nos inunda. Es como no necesitar de palabras para expresar todos estos sentimientos.

Estar a su lado es como conocerla de toda la vida, como si en mi vida pasada ambas pasamos por algo similar, en donde pudimos vivir un amor sin tantos enredos. Abro los ojos, tan solo para encontrarme con su castaña mirada, observarme profundamente.

—¿Qué piensas? ¾Me pregunta.

Me quedo en silencio, apreciando su silueta en la oscuridad. Observando ese brillo en sus ojos.

—En ti… —susurro—. En mi… —acaricio su mejilla—. En las dos —le sonrió.

Ella también me sonríe, pero esa sonrisa se desvanece al ya no ver la mía y ver la seriedad en mi rostro.

—¿Sucede algo? —Arruga su entrecejo.

Me acomodo para verla mejor.

—¿Quién era ese con el que llegabas a tu casa? —Me siento molesta de repente.

Ella alza una ceja y su expresión es indescifrable, luego sonríe de esa manera que me altera y se acerca más a mí. Su risita, traspasa mis oídos y me tenso cuando sus brazos se enredan a mí alrededor.

—¿Celos? —Dice divertida. Me alejo de ella y me acomodo de tal manera que solo veo el oscuro techo de mi habitación—. No seas así —su dulce voz ronronea en mi cuello.

—S-solo… quiero saber —digo con dificultad, pues ella me lo complica con sus esporádicos besos en mi cuello. Se detiene.

—Él es Louis.

Su nombre resonó en mi cabeza, golpeando como una pelota de pingpong y fue ahí que sentí un Déjà Vu. Y como una ráfaga de recuerdos, el sueño regresa a mi mente.

¿Destino o casualidad?