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Ya ha pasado una semana, me he ocupado bastante en los últimos días. He llevado solicitudes de empleo a las empresas Choi, pero a pesar de ello no he obtenido respuesta alguna, en el camino me he encontrado con algunos amigos que hacia bastante no veía y uno de ellos es Yoona.

Actualmente ella es secretaria en un buen bufete de abogados y al parecer está en un romance con uno de los abogados asociados. Me alegre mucho por ella porque el amor le traspasa los ojos.

Justo estoy al lado de ella, ambas estamos en el centro comercial, hoy tiene día libre y como yo estoy a libre acceso acepte sin más. Nos hemos reído un montón ante los recuerdos, ante aquellas anécdotas que por más que pasen los años no dejaremos de recordar.

Nuestras manos van llenas de bolsas de compras, hemos pasado todo el día comprando ropa, accesorios y zapatos.

Nos adentramos a uno de los restaurantes que el centro comercial ofrece y al fin podemos descansar de las pesadas bolsas. Ambas reímos ante el sonido de alivio que ambas soltamos cuando las bolsas abandonaron nuestros brazos.

—¿Entonces iras a Seúl?

Me pregunta por encima de la carta-menú que sostiene.

—Sí. —Respondo vagamente y el mesero regresa. Yo pido un té helado para refrescarme un poco y ella pide una limonada. Con eso el mesero se aleja y ambas retomamos la conversación—. Servirá que le doy una visita a BaekHyun y bueno… resuelvo mis dudas con el Sr. Vázquez —me encojo de hombros.

Ella asiente y nos quedamos en silencio, inspeccionando los platillos del menú y como si algo atravesara su mente me miro suspicaz.

—¿Qué hay de Hwang? —La sangre se me enfrió al instante y temblé. Tal parece que después de esa confesión en su casa, he estado huyendo de ella—. No crees qué… —lleva una de sus manos a la barbilla—. ¿Pensara que huyes?

Un brillo travieso paso por sus ojos. En ese momento el mesero llego con nuestras bebidas y al instante le di un buen trago. Pedimos nuestra comida y él se aleja.

—Sé que pensara eso —contesto al fin, jugando con la pajilla dentro del vaso que contiene el té—. Pero me he mantenido ocupada estos últimos días. Papá me ha pedido ayuda en cosas de su trabajo, tenía que llenar las hojas para pedir empleo y bueno… —suspiro profundamente y la observo—. Estoy trabajando en un diseño para la casa de mis padres. En los trabajos que hice en Londres por mis prácticas, me compensaron muy bien y quiero retribuir en algo.

Yoona me sonríe ampliamente y asiente energéticamente.

—Tienes un gran corazón, Taeyeon —menciona—. Pero también detente a pensar en lo que ella te dijo —me aconseja—. Si no mal recuerdo, siempre fue tu amor platónico —su sonrisa se volvió cómplice con la mía—. Y justo ahora esto parece un amor correspondido.

Aquella declaración me sacudió por completo y sentí una explosión de emociones en mi corazón. Me volví tímida ante su mira y sentí el calor agolparse en mis mejillas. Por fortuna la comida llego y entre risas fuimos acabando nuestra comida.

Al llegar a casa el sol ya estaba bajando, me sentía bien conmigo misma y no podía alejar la sonrisa en mis labios, ingrese y no había señal alguna de mi familia, así que tan solo me dirigí a mi habitación para dejar todas las compras.

Tome una relajante y larga ducha a la espera de que alguno de mi familia volviera, pero sin señal alguna. Al salir volví a mi habitación para esta vez mirar mejor el paquete con la envoltura desgarrada. Suelto un suspiro antes de sentarme en la silla frente a mi escritorio y con calma lo voy abriendo.

Dentro había un hermoso cuadro, no era una pintura, pero si una fotografía. En él se apreciaba la figura de una chica, mirando hacia la hermosa puesta de sol y a juzgar por la figura, puedo deducir que es ella. Justo al levantar el cuadro para verlo mejor una hoja cayó.

“El tiempo cambia a las personas y puede que el tiempo te cambie a ti, pero lo que el tiempo no podrá cambiar son estos sentimientos que siento por ti.

Tiffany”

Un nudo atravesó mi garganta y mis ojos volvieron al cuadro. Mis dedos con vida propia trazaban su figura, su mirada clavada en la puesta de sol, ensimismada en sus pensamientos y entonces un rayo de luz pasa por mi mente, imaginando que ella piensa en mí.

«Le gustas». Mi subconsciente dice y automáticamente una sonrisa bordea mis labios.

—También me gustas —digo al aire.

Mi pequeña maleta esta lista para mi partida, es viernes y me iré por unos días, ya he cuadrado con uno de mis amigos el hospedaje y he contactado con Vázquez para informarle que estaré muy pronto en la ciudad.

Llame a Hee Yeon para informarle que la visitare muy pronto, claro, apenas termine con lo que tengo que hacer. Una sonrisa juega en mi rostro ante su recuerdo y siento emoción por volverla a ver.

La bocina de un auto resuena a las afueras de mi casa y se a la perfección que es el taxi que he pedido desde hace unos minutos atrás, me he despedido de papá antes de que se fuera al trabajo porque sé que para cuando el regrese yo ya estaré en Seúl. Tomo la pequeña maleta, mi celular y me doy un último vistazo en el espejo.

Bajo las escaleras con prisa, pues no quiero que el conductor se desespere por esperar demasiado, en la planta baja oigo las voces de mamá y mi pequeña hermana, por lo que camino hasta encontrarlas. Me despido de ellas y salgo de casa colgando la maleta de mi hombro. Nuevamente siento esta sensación de vacío y la nostalgia vuelve a mí, desde la distancia observo mi casa y los recuerdos me azotan, pues la última vez que subí a un taxi fue para partir a Londres.

Una sonrisa nostálgica contagia mis labios y un suspiro abandona mi boca.

Me duele el cuello y la espalda, a pesar de que solo son horas de camino, debí quedarme dormida. Las personas se acumulan en el pasillo, tomando sus maletas o mochilas para poder bajar y prefiero esperar a que todo el caos se despeje, en su lugar me cercioro de que todas mis cosas estén en orden y para cuando levanto el rostro me doy cuenta de que soy la última.

Una sonrisa aparece en mi rostro en cuanto el viento nocturno me da la bienvenida a la ciudad, inhalo profundamente y dejo escapar el aire con ánimo. Salgo de la estación en busca de un taxi y al instante consigo coger uno, el cual me lleva directamente a la dirección que le he mencionado.

Las luces nocturnas iluminan las calles un poco concurridas, el ambiente aquí se ve tan diferente y esto es algo tan nuevo que me emociona. El auto se detiene al frente de un gran edificio, el cual me hace mirarlo con asombro.

—Este es el lugar, señorita —dice aquel hombre con voz grave. Lo observo por el espejo retrovisor y puedo ver la sonrisa que me está mostrando.

—Muchas gracias —pago la tarifa y bajo del auto.

Esto se ve demasiado lujoso, pero trato de mantener mi asombro bajo las sombras. Me entusiasma saber que al fin veré a una de mis amigas después de demasiados años sin saber de ella. A la entrada de ese edificio se encuentra un hombre con uniforme, lleva una boina, la cual quita para saludarme y abrirme la puerta.

El interior es igual o más lujoso que el exterior, mi boca se abre en asombro por la hermosa estructura. Mis pies me acercan a una pequeña recepción, donde un hombre me observa.

—¿Se le ofrece algo, señorita?

Su uniforme me indica que es el guardia de seguridad. Miro su placa en busca de su nombre.

—Rayan… —él levanta una ceja y le hago una seña con relación a su nombre—. Busco a la señorit…

—¡Taeyeon! —Aquel grito sofocante me alerto, sin embargo no pude impedir toda la energía que desprende. Ambas caímos al piso—. ¡Dios! —Su entusiasmo me estremece y tan solo sonrió nerviosamente tratando de ponerme en pie, pero ella está sobre mí y me dificulta el trabajo—. ¡Mira nada más! —Presiona mis mejillas y el dolor me recorre, aprieto mis ojos—. Has cambiado un montón.

—S-Soo… —trato de alejarla de mí, pero me tiene aprisionada—. ¡Sooyoung! —Grito y al fin me suelta.

Su sonrisita tan despreocupada y sínica me da a entender que le da igual mi dolor, pero al fin me deja libre.

—Vamos. Pensé que no llegarías, así es que me fui por ahí —mueve las manos de manera serpenteante y suelta unas risitas—. Te ayudo —toma mi pequeña maleta y la cuelga a su brazo—. Rayan. Esta es mi amiga Taeyeon, estará por aquí un tiempo, así es que no le prohíbas la entrada —aquel hombre se había puesto de pie y asentía a cada palabra de Sooyoung.

—Como usted diga Srta. Choi —hizo una reverencia y volvió a su puesto.

—Vamos —dice Soo con una amplia sonrisa.

Había olvidado lo habladora que era, habla hasta por las orejas, tan solo llevo unas horas con ella y ya anhelo que sea mañana para poder salir de aquí. Aunque debo admitir que sus historias son muy entretenidas, igual que con Yoona, me he puesto al día con ella y me ha mencionado que ha visto a BaekHyun en un par de ocasiones.

Nos hemos quedado hablando hasta muy entrada la noche, tan tarde era que nos quedamos dormidas en la alfombra de la sala, para cuando despertamos las dos traíamos marcas de la superficie afelpada de la alfombra y no pudimos evitar reírnos.

—¿Qué tal unos panqueques para el desayuno?

Se asoma por la puerta de huéspedes, su cabello mojado que le llega más arriba de los hombros, aun gotea y moja la amplia camisa que está usando. En cambio yo aún sigo con la misma ropa de ayer, tecleando en la portátil unas respuestas a BaekHyun.

—Me parece bien —le respondo y vuelvo mi atención a la portátil. Cierro las ventanas y apago el aparato, me pongo de pie, caminando hasta mi pequeña maleta y comienzo a hurgar en busca de ropa cómoda—. Tomare una ducha —le informo.

Le paso por un lado y ella tan solo me sonríe.

—¿Café? —Me cuestiona con una ceja alzada. Asiento aun escuchándola—. Las tollas están en el estante —me informa.

—Sí. Gracias —le digo antes de ingresar al baño.

El agua recorre por completo mi piel, relajándome los músculos por completo. Mis manos llevan la esponja con lentitud sobre mi cuerpo y me desconecto por completo. Mis pensamientos me carcomen lo suficiente como para recordar que aún no he pensado muy bien en la confesión de Tiffany.

Ella me ha dicho que le gusto, pero me pregunto desde hace cuánto ha sido así. Miles de preguntas se agolpan en mi mente y tan solo queda un deseo, aquel deseo de abrazarla y decirle que me gusta mucho más de lo que ella imagina. Pero como en años pasados, soy tan cobarde que no he hecho más que venirme a la primera oportunidad a Seúl.

Para cuando salgo del baño, el olor a panqueques inunda el ambiente y sin más mi estómago ruge descaradamente. Recorro el corto pasillo y al fin llego a la cocina, donde Sooyoung ya está llevándose un bocado a la boca.

—Hey —dice apenas me ve—. Ven, siéntate.

Me señala un puesto y sin más me siento ahí. Me alcanza una taza en la cual me sirve un humeante café y en el centro un plato con los panqueques.

—Uhm… Soo, eso se ve y huele delicioso —le apremio con una amplia sonrisa, tomando uno de los panqueques con el tenedor que se encuentra al costado de mi plato vacío, lo preparo con algo de miel y lo corto para llevarme un pedazo hasta mi boca. Mis papilas gustativas se maravillan ante la exquisita esponjosidad del panqueque, su textura suave y delicada me hacen recordar el tacto de su suave piel—… Delicioso —hablo cubriendo mi boca que aún mantiene comida y le muestro una sonrisa en confirmación a lo que le he dicho.

Soo muestra una amplia sonrisa que tan solo me confirma que le agrado el cumplido. Ella es alta y muy delgada, tan delgada que puedes pensar que no come absolutamente nada o que es anoréxica, pero lo cierto es que ella es como un pozo sin fondo y me pregunto a donde se va toda esa comida. Ella al igual que Yoona, se supieron entender a la perfección con respecto a la comida, realmente no sé cómo es que comen demasiado y su cuerpo sigue manteniéndolas tan delgadas.

Sooyoung habla mientras mis pensamientos divagan con respecto a ellas dos y la verdad es que no le estoy prestando demasiada atención a su conversación, me menciona de la chica que le gusta y que no se anima a mencionarle sus sentimientos, la noto tan tímida que me pregunto si yo seré de esa manera con respecto a Tiffany o de plano seré tan idiota como para no darme cuenta de cómo actuó a su alrededor.

—¿Qué harás hoy?

Bebe de su taza y me mira sobre ella, en cambio yo me mantengo en silencio, mientras masco tranquilamente mi bocado. Me encojo de hombros y paso el bocado.

—BaekHyun me mandó un mensaje… —le comunico—. Dice que lo encuentre en Starbucks —ella alza una ceja—. ¿Quieres venir? —Le invito. Por mi realmente no hay ningún problema—. También le envié un mensaje a Hee Yeon, pero ella nos alcanzara mucho más tarde, tiene clases —sus cejas se disparan y abre levemente la boca en aparente sorpresa.

—¿Es estudiante? —Paso saliva nerviosamente y le sonrió. Asiento tenuemente y alejo la vista de ella—. ¡Dios, Taeyeon! —Exclama exaltada—. ¿Acaso eres una pederasta?

Exclama exageradamente alto. Elevo la mirada y alzo una ceja ofendida.

—¡Claro que no!

Trato de defenderme, pero al instante me señala.

—Niégame que es menor.

Trato de hablar, de hacer que mi voz salga de lo más profundo, pero tan solo son balbuceos. Un nudo se atraviesa en mi garganta y eso me impide hablar correctamente, la observo con temor, pues realmente no era mi intención que las cosas se dieran con esa niña. Ella es tan diferente, tan madura a pesar de su edad y sobre todo me hace sentir especial.

Me quedo en un largo silencio, tratando de hacer conexión con mis palabras y tratando de convencerme de algo que realmente no sé lo que es. Una parte de mi quiere pensar que tal vez Hee Yeon es la indicada, pero la otra está completamente segura de que quiere a Tiffany por sobre todos.

—Pero… ya no la veo como mujer… —mis ojos ahora están fijos en el plato con medio panqueque—. Yo… —me siento nerviosa—. Sigo enamorada de Tiffany.

Y es así como después de tanto tiempo puedo admitir frente a alguien lo que siento. Siento el tiempo tan largo con este silencio ensordecedor, me siento valiente por unos segundos y levanto la mirada, encontrándome con una enorme sonrisa en el rostro de Sooyoung.

—Sabes, Taeyeon… —toma la taza desinteresadamente y me habla de una manera tan psicoanalítica—. Esas sonrisitas que lanzas al aire te delatan —me mira suspicaz—. Algo me decía que estás enamorada, pero… al hablarme de lo sucedido en tu vida. Hice mis conexiones y al instante supe que sería la chica Hwang quien está alborotando a tu corazón nuevamente —la sonrisa que se dibuja en su rostro es irónica, tan irónica que en sus ojos puedo observar lo que quiere decirme—. Tal vez es tiempo de actuar, ¿No lo crees?

Me remuevo en mi asiento incomoda, pues eso de actuar con respecto a Tiffany nunca ha sido fácil para mí, a su alrededor me vuelvo tan tímida que no sé de qué manera actuar, tan difícil me era hablarle aun cuando ella estuviera a toda la disposición, me era más fácil observarla y darme cuenta de cuán grande estaba siendo este sentimiento por ella.

Hoy es que me doy cuenta de ello, de las tantas veces que ella intento acercarse a mí y yo tan solo la esquivaba con cualquier excusa estúpida, o tan solo salía corriendo de ahí con el corazón latiendo a su máximo ritmo. Aquellas sonrisas y miradas a distancia, a ella le he gustado desde siempre y yo como una idiota no me di cuenta de ello.

…— Entonces Jessica podría invitarla y así nos podríamos divertir… —veo a Sooyoung que sigue moviendo los labios, pero la verdad es que me he desconectado por completo de su conversación. Mis pensamientos me atormentan y justo quiero salir de aquí para ir a su lado, y decirle de frente lo que no me anime a decirle hace unas semanas…— ¿Te parece? —Miro a Sooyoung y tan solo asiento por inercia, aun sabiendo que no se a lo que he aceptado—. Entonces ya está.

Miro mis manos en busca de alguna excusa con la cual deba distraerme, pero realmente no encuentro nada interesante en mis manos, saco mi móvil para poder ver los mensajes o al menos pasar por la red social. Me siento ansiosa en estos momentos, mis latidos están calmados, pero se aceleran de tanto en tanto al ver la hora. Los nervios crecen y se abocan en mi estómago, indicándome que el tiempo está pasando y queda poco para verle.

Mi cabeza se eleva al sentir que alguien se sienta frente a mí, mis ojos lo analizan, él lleva un gorro gris y unos lentes oscuros de sol, su vestimenta es casual.

—¿Se le ofrece algo? —Alzo una ceja y le puedo ver sonreír. Frunzo el ceño, ya que no es la primera vez que veo esa sonrisa, sus blancos dientes se asoman al instante que sus labios se curvan—. ¿Baek? —Digo confundida. Él se acerca más y susurra.

—El mismo que viste y calza.

Y al instante quita las gafas que usa. Mi interior comienza a salta de la emoción y no puedo evitar la enorme sonrisa que se ha formado en mis labios.

—¡Baek! —Me pongo de pie, acercándome a él para abrazarlo con efusividad. Inhalo profundamente su aroma y me hace recordar aquellos viejos tiempos, suelto una risita que a él también lo hace reír. Sus delgados brazos se aferran más a mí—. Te extrañe —le susurro.

Él suelta un suspiro.

—Y yo a ti —me estrecho aún más en sus brazos—. Pero dime —me separa por los hombros y me observa con ánimo—. ¿Cuánto tiempo estarás aquí?

Ambos nos sentamos y yo me dejo caer como peso muerto en la silla que me encontraba antes.

—Quiero regresar lo antes posible… —él alza una ceja interrogante—. Yo… —miro en otra dirección—. Quiero hablar con Tiffany.

Siento sus ojos clavados en mí, de esa manera en la que lo hacía en nuestra adolescencia.

—¿Esta vez le dirás? —Lo observo y su semblante es completamente serio. Asiento—. Entonces no estés perdiendo más tiempo —me anima con una amplia sonrisa—. Anda, ve en este mismo instante con ese señor con el que tienes que ir y toma el autobús que te llevara de regreso a su lado —se pone de pie estrepitosamente y me toma de la mano—. Yo seré tu chofer —dice con una amplia sonrisa.

Y es así como salgo de aquel lugar, siendo arrastrada por BaekHyun y con todos mirando en nuestra dirección.