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Mi familia no cabía de la emoción cuando le di la buena noticia. Mi madre no paraba de lanzar elogios y de alardear hasta por las orejas de que ella siempre lo supo, que su instinto de madre nunca se equivocaba. Mi padre, por su parte solo me lanzo una mirada picara y escucho todo lo que mi madre tuvo que decir. Claro está que hablaba por los dos. Ji Eun nos miraba con cara de confusión. Lo cual es lógico y normal.

No todos los días te vas enterando que tu hermana mayor es novia de tu maestra. El asunto aquí fue la manera de hacerle comprender que no había nada malo en que dos mujeres estuvieran juntas.

—Entonces. ¿Está de acuerdo con el plano arquitecta?

Sacudí los pensamientos de mi cabeza y miré a Vázquez. Enfoque mis ojos en los planos extendidos en el amplio escritorio y detalle las opiniones de los demás. En definitiva todo se complementaba a la perfección.

—Sin duda alguna.

Respondí. Una sonrisa se extendió por su moreno rostro y asintió contento.

—Perfecto. El capataz de la construcción me ha avisado que todo está listo para empezar —nos informó—. Srta. Mitchell. Por favor, prepare sus diseños para los interiores. Arquitecta Kim. Usted queda a cargo de supervisar la obra. Sr. Mathew…

Suspire resignada y también decepcionada.

Supervisar la obra no sería tarea fácil. Tendría que irme del país nuevamente. Aunque técnicamente estoy fuera de él. Tuve que viajar a New York para poder reunirme con el equipo de trabajo del Sr. Vázquez. Todos son agradables y nos complementamos muy bien, el problema es que no esperaba ser enviada lejos nuevamente.

Tiffany no estará para nada contenta con esto. Mi madre mucho menos y mi padre, bueno él estará encantado.

—Eso sería todo, caballeros.

Concluyo. Enrollando nuevamente los planos. Todos se pusieron de pie, desasiéndose en conversaciones con respecto al proyecto. La maqueta que había construido descansaba en una mesa alejada del centro de la mesa de juntas, lista para ser presentada al inversionista que ha solicitado los servicios de la compañía.

—Taeyeon —me llamo y tuve que detener mi andar hacia la salida.

—¿Sí, señor?

—¿Has pensado mi propuesta?

Apreté con más fuerza el folder entre mis dedos. Suspire y negué.

—En realidad no he podido pensar muy bien su propuesta.

—Por favor —se acercó a mí y me tomo de los hombros—. Eres un grandioso elemento y realmente me gustaría que estuvieras dentro de mi compañía.

Le sonreí agradecida. Se perfectamente que tengo un gran futuro bajo su manto. Pero también temo dejar las cosas que amo.

—Pronto le tendré una respuesta.

Él asintió satisfecho con mi nueva respuesta.

Las calles estaban húmedas. Recién había caído una ligera llovizna que dejo el clima un poco frío y húmedo. Tuve que envolverme en mi abrigo y deslizarme prontamente en un taxi.

Las personas en la ciudad son tan predecibles o al menos eso me lo parece. Muchos enfundados en sus trajes ejecutivos, con sombrillas para no mojarse y todo entonado, a excepción de un grupo de adolescentes con vestimenta colorida. Cuando estuve en Londres todo me parecía magnifico, impresionante y descabellado a la vez.

—Hemos llegado señorita.

Parpadee y asentí en su dirección. Pague la tarifa y baje del coche.

Camine la corta distancia para meterme dentro del local. El estilo inglés predominaba por todo y me sentí como en casa.

—¡Aquí!

Enfoque al fondo y la encontré. Sonreí abiertamente y me encamine en su dirección, esquivando camareros con pedidos.

—Hola —dije apenas me puse enfrente de ella.

—Dios, mío. Te ves guapísima.

Retuve la sensación de pena y me reí nerviosamente cuando sus brazos me envolvieron en un fuerte abrazo. Inhale profundamente su aroma, recordándolo.

—Tú también estás impresionante —susurre en su oído.

Nos alejamos con una sonrisa en el rostro. La había extrañado. En realidad me sorprendió que me llamara y solicitara verme. Fue como un golpe de suerte que las dos nos encontráramos en la misma ciudad.

—Y cuéntame. ¿Cómo va todo?

Se sentó. Es encantadora. Dios. Sí que lo es.

—Uhm… pues van impresionantemente bien —respondí mientras me sentaba.

Sus ojos me mostraron un brillo hermoso. Su hoyuelo apareció cuando me sonrió cálidamente.

—No sabes cuánto me alegra escucharte decir eso —su asentó británico, acariciaba suavemente cada una de las palabras. Una de las cosas que me volvió loca.

—¿Qué hay de ti? —Pedí.

Ella se enderezo, dejando que sus rizos rosaran la piel desnuda de su hombro.

—No me quejo. ¿Recuerdas cuando te mencione que quería viajar por el mundo? —Asentí—. Pues se podría decir que lo he conseguido. Soy azafata ahora.

Sonrió orgullosa y no pude evitar sentirme satisfecha por eso.

—Me alegro bastante por ti, Romina.

Fue un impulso, algo que no logro comprender, pero tome su mano por sobre la mesa. Ambas nos quedamos observando sin pestañear y los sentimientos revolotearon atolondrados por mi estómago. El momento fue roto por un camarero que carraspeo para pedir nuestras órdenes. Ella pidió por las dos mientras yo me desvivía observándola detenidamente. Detallando cada una de sus facciones y sus gestos. Seguía igualita, siendo la misma mujer.

Me fascino que me llamara. Que pidiera verme tan inesperadamente.

—Pero cuenta. ¿Qué ha pasado desde entonces?

Ella se refería a nuestra separación. Sonreí nostálgica por el recuerdo. Pero luego recordé a mi hermosa novia.

—Regrese a mi país —comencé—. Y reencontré el amor.

Sonreí tontamente.

Me encontraba con una sonrisa de oreja a oreja. Había sido un día bastante gratificante. Romina es increíble y no me canso de decir que es una mujer bellísima. El sueño simplemente no llega y no puedo evitar recordar nuestra muy extensa conversación. Me reí y avergoncé. Disfrute. Me pongo de lado en la cama, esperando que el sueño venga a mí. Pero simplemente no quiere llegar. Mi cabeza no deja de repetir cada una de las imágenes en mi cabeza, los posibles y los no posibles.

—¡Argh! ¡Necesito dormir!

Exclamo frustrada al techo de la habitación y dejo a mi espalda descansar en el colchón.

Desperté con la alarma de mi celular. A decir verdad, no había dormido demasiado. Los ojos me arden. Con un suspiro de resignación me pongo en pie para empezar el arduo día. Debo volver a la compañía para verificar algunos detalles y exponer el proyecto a los inversionistas. Aún sigo pensando en la propuesta de Vázquez, pero en realidad, solo estoy haciendo tiempo para conversar mi decisión con Tiffany.

Antes de dar un paso importante en mi carrera, debo consultarlo con la persona que amo.

No sé en qué momento ingrese por las enormes puertas de la compañía. Solo atine a saludar a la secretaria a mi paso y mostrarle mi gafete al guardia de seguridad. Me topé con Dánica, la diseñadora en jefe para el interior de los trabajos. Esa mujer daba un poco de miedo, no mostraba alguna expresión en su rostro y parecía que siempre estaba enojada, quien viera su sonrisa, seria privilegiado.

—Arquitecta —dijo al pasar por mi lado con un movimiento de cabeza.

—Srta. Mitchell —respondí.

No comprendo porque la llaman señorita, si es una mujer con hijos y con marido. Los rumores que llegaron a mí, fueron que no le gustaba que la llamaran señora y debido a su carácter, nadie se atrevía a desafiar su orden.

Me sacudí cuando llegue a la sala de conferencias. Ya había empresarios ahí, podía escucharlos desde fuera.

—Kim. ¿Un café?

Marcus me ofreció con una agradable sonrisa. Asentí y camine hacia él.

—Muchas gracias.

Dije cuando el café estuvo entre mis manos. Instantáneamente me relaje con su olor.

—¿Lista para el matadero?

Me reí nerviosamente y dudosa di un asentimiento de cabeza. En realidad no me sentía lista para todas las preguntas, pero al mal paso darle prisa. Todo estaba listo y no tenía la menor duda de que habría más de algún inversionista interesado en este proyecto.

—Más vale que me dirija ahí antes de que me lleven arrastrando.

Bromee y con la taza aun en mis manos, ingrese a la sala.

—Muy buen trabajo, Kim. En ningún momento tuve dudas de que lograrías convencerlos.

Vázquez seguía deshaciéndose en halagos desde hacía un buen rato. Le sonreí en agradecimiento.

—Señor… —él presto toda su atención en mí—. Me gustaría tomarme unos días. Pronto se iniciara este proyecto y debo viajar hasta México para supervisarlo. Quisiera pasar tiempo con mi familia y darles la noticia.

Él sonrió y asintió.

—Tomate una semana. Es lo máximo que puedo retrasar el proceso —me guiño el ojo—. Ve a recursos y pide la semana.

Salte feliz de la silla y por impulso lo abrace.

—¡Muchas gracias, señor!

Él se rió y asintió.

No pude contenerme. No la había llamado, ni siquiera le había enviado algún mensaje. En sí, había perdido comunicación con ella apropósito, pero ahora que estoy en tierras coreanas. Simplemente no puedo contener mi entusiasmo de verla. De estrecharla en mis brazos y besarla.

—¡Dios! Cálmate, Taeyeon.

Mi madre me reprendió mientras conducía con cuidado. Estaba desesperada y mi madre parecía ir cada vez más lento.

—Por favor, mamá. No la he visto en más de dos semanas. ¡Podría pisar el pedal más profundo!

Rápido me arrepentí de haber dicho eso. Mi madre se detuvo en un semáforo y me miro ceñida. Sin más me dio un golpe en el brazo.

—¡Auch!

—¡Te lo mereces!

Me mordí la lengua para no replicar. Pero ciertamente estaba muy inquieta.

El camino se me hizo eterno y en realidad no lo era. Mi madre bajo sin mirarme y yo salí despavorida a la estancia. ¿Quién diría que sería así en un futuro? Ni siquiera yo misma me lo hubiera imaginado. Mis pies se detuvieron en la puerta de su clase. Me quede hipnotizada observándola y una sonrisa orgullosa tiro de mis labios. Meses atrás la había vuelto a ver. Radiante y hermosa, y temía porque ella me reconociera. Pensé que si la ignoraba o me iba, la olvidaría, pero resulto ser que ella es mi otra mitad.

Me paralice cuando sus ojos se clavaron en los míos. Sonreía ampliamente. Y supe que no tenía que ir a otra parte para ser feliz, porque todo lo que amaba lo tenía aquí mismo.

—¡Taeyeon!

Salió del aula sin importarle en lo más mínimo que sus alumnos la observaran con curiosidad. La envolví en el más apretado abrazo y sonreí aún más.

—Te extrañe —dijo en un suave susurro mientras se alejaba un poco de mi para vernos a los ojos.

Sí. Ella era la indicada. Es la única. La importante. La que mi corazón siempre amara.

—También te extrañe —susurre antes de besar sus labios.

¿Quién dijo que todas las historias son duraderas?

Muchos hemos terminado relaciones. Terminado cursos. Estudios. Etapas. Y muchas cosas más. Y otros simplemente inician un nuevo ciclo. Solo tú decides el camino de tu ciclo y el mío lo he elegido muy bien.

Mi ciclo solo es alguien y mi historia apenas comienza.

¿Y la tuya?

Lastimosamente hemos llegado al final del camino. Como toda historia con un principio, llego a su fin .

Muchisímas gracias por su apoyo y su espera. Sé que me fui por un largo periodo de tiempo y esperaban que esta historia durara un poco más. Estoy agradecida de que le dieran tanto amor y espero los nuevos se lo hayan dado también.

Esas personitas que votaron y comentaron mi historia, se llevan un gran pedazo de mí. De hecho todos los que leyeron esta historia se lo llevan, pero ustedes son increíbles. Sus comentarios me ayudaron mucho a seguir y a no darme por vencida con ideas tontas de que no pudo agradar a nadie. Los quiero, chicos.

Pueden encontrarme en Facebook y Wattpad .

Mil gracias mis dulcestos de sandía. Muchos besos para ustedes .

#HappyTaeNyDay a todos .