—2—

Mis mejillas arden, el calor aun recorre mi cuerpo y los recuerdos al ver estos cuadros me desarman. Trazo la figura con mis dedos, dejándome llevar al pasado, a ese pasado en el que me desvivía siguiéndole la pista, en el que tan solo quería saber más y más de ella, en el que nunca tuve el valor de siquiera intentar hablarle por miedo a que me temiera.

No sé cuánto tiempo llevo aquí encerrada, solo sé que desde que cruce la puerta de regreso, me encerré aquí, desenvolviendo todos los cuadros que había almacenado y maravillándome por completo de su majestuosa belleza. Mis manos sudan debido a las múltiples sensaciones que me recorren por completo, su dulce voz se reproduce en mi cabeza y no puedo hacer más que cerrar los ojos, y ver ese recuerdo.

—Taeyeon —dos golpes amortiguados en el silencio—. Tu padre está por llegar, deberías salir de ahí.

Parpadeo y nuevamente mis ojos se fijan en ese cuadro, ese que pinte antes de irme, ese que prometí seria el último. Muerdo mi labio y cierro los ojos recordando ese último día.

—Voy en un momento —susurro y ya no le escucho más.

Papá ya no se ve agotado, pero eso no quita que los años se están asentando en él. Ahora su cabello se está volviendo grisáceo y lleva unas gafas que le ayudan a ver mejor. Su sonrisa crece al verme y sus fuertes brazos me envuelven en el más apretado abrazo, papá siempre ha dicho que no importa el tiempo que haya pasado lejos de la familia, siempre guardaran mi lugar y me amaran.

Realmente es agradable estar nuevamente con mi familia, conviviendo como en años pasados lo hacíamos, pero a diferencia de esos años, ahora hay una pequeña que se nos une, ciertamente ella es la causante de este nuevo ambiente en casa, de esta nueva energía y luz que se siente, de esta alegría que inunda el rostro de mis padres.

Observo a mamá que batalla para poder colocarle el moño a Ji Eun, mientras ella esta entretenida en cosas que para nosotros son absurdas, se mueve de un lado a otro, impidiendo así que todo esté en orden.

—¿Vendrá la Srta. Mi Young?

Su vocecita atraviesa mis oídos y al instante un balde de agua fría cae sobre mí. Mis ojos los mantengo muy abiertos, recordando que ella vendrá a casa y a pesar de mis nervios, y ansias, me siento curiosa por saber cuál es el lazo que ha unido a mi familia con ella.

—Ella ha dicho que si corazón —responde mamá con dulzura, cerciorándose de que mi pequeña hermana luzca bien.

Paso saliva. Papá pasa uno de sus brazos por mis hombros y me dirige a la sala, donde nos sentamos uno frente al otro, en una mano sostiene una lata de cerveza y con la otra me alcanza una. Al abrirla hace un sonido gaseoso que asegura que el producto ha estado bien cerrado.

—¿Y bien?

Dice papá antes de dar un trago a su lata. Me observa con esos grisáceos ojos a la espera de mi respuesta.

Me muevo incomoda en el sillón, me siento como cuando conocí a los papás de Romina, pero la diferencia es que el que está frente a mi es mi padre. Doy un largo trago, acabando el contenido a más de la mitad, mi padre se ve sorprendido y tan solo me muestra una sonrisa burlesca.

—Papá… —fijo mi vista en la lata—. ¿Qué conexiones tienen con Tiffany? —Lo siento moverse en su sillón y lo escucho resoplar.

—Ella fue niñera de Ji Eun —su voz suena tranquila—. Le cogimos mucho cariño a pesar de tan solo cuidarla unos meses —alzo la mirada aún más curiosa—. Lo cierto es que… —bebe un poco más de cerveza—. Todo el tiempo preguntaba por ti.

Aquella revelación me tomo por sorpresa, tanto que en un instante todo a mí alrededor se volvió sonidos sordos. Mi padre seguía hablando, lo sé porque veía como sus labios se movían y sus manos hacían mímica. Un estremecimiento me sacudió por completo, el saber que ella estuvo preguntando por mi alentaba aún más mi curiosidad, pero todo cayo cuando aquellas palabras salieron de sus labios.

—Su hijo se lleva muy bien con Ji Eun.

Me sentí caer a un pozo, de repente sentí vértigo y el aire me hacía falta. «¿Un hijo?».

Aquella pregunta atormentaba mis pensamientos con frecuencia.

—¿Es… casada?

Aquella pregunta abandono mis labios con temor. Vi a mi padre mirar el pánico en mis ojos y al instante el alzo una ceja.

—¿Por qué tanto interés? —Trague nuevamente—. ¿Fue tu novia, como una vez conspiro tu madre? —Sus palabras seguían haciendo eco. Sacudí la cabeza en negación—. Hija… ¿Ella te gusta? —Y sin responder más, le di el último trago largo a la cerveza para poder responder.

—En reali…

Y justo en ese momento una muy energética Ji Eun paso a nuestro lado gritando estrepitosamente.

—¡Ha llegado!

Tras ella mamá corría cuidando de que no callera. Las voces en la entrada inundaron el pasillo.

Trague en seco cuando sus castaños ojos me escrutaron duramente, fijándose largos segundos en la lata que mi mano sostenía, su ceño se frunció sutilmente y sus labios hicieron una mueca de desapruebo. Una sonrisa nerviosa se instaló en mi rostro y no sé porque en ese momento tenía el deseo de darle explicaciones.

—Querida —la voz de papá me trajo de regreso. Lo observe ponerse de pie y acercarse a ella para saludarla de beso en la mejilla—. Me alegro bastante de que estés aquí —dice entusiasmado. Su mirada retorna a mí y puedo sentir la burla en sus grises ojos—. ¿Qué tal está Tyson?

Una sacudida me hace retorcer y de repente siento tristeza.

—Él está muy bien, Sam. Gracias por preocuparte por él.

Una sonrisa amable aparece en sus labios, pero sus ojos buscan mi mirada. Ambas hacemos contacto y siento que mi mundo se detiene nuevamente.

Las horas pasan lentamente, todos ahora nos encontramos en la mesa, degustando de la buena comida de mamá. Insisto, esto es gloria para mi paladar, tantos años sin probar comida casera hacen estragos en mi interior.

—¿Y qué planes hay para futuro, cariño?

Papá es quien cuestiona, fijando sus ojos en mí. Tomo mi vaso de limonada y doy un trago antes de hablar.

—Bueno… tengo una buena oferta en Londres —los ojos de papá chispearon y los ojos de mamá como los de Tiffany se oscurecieron—. Pero… tratare de buscar algo en esta parte del continente.

Me encojo de hombros tratando de quitarle importancia.

—¿Cuál es esa oferta?

A papá siempre le ha interesado mi gremio.

—Ehm… —me inclino hacia atrás, recargando todo mi peso en el respaldo de la silla—. Conocí a unos accionistas en una exposición de tesis, ellos se acercaron a mí al instante dándome su tarjeta y mencionándome el interés sobre ese proyecto, desde luego… no fueron los únicos y uno de ellos fue el Sr. Thomas Sarcosi.

Guardo silencio unos segundos, fijándome que he llamado la atención de todos a excepción de Ji Eun. La intriga centelleaba en la mirada de papá.

—¿Y que con ese hombre? —Me cuestiona. Alce una ceja divertida y le di una sonrisa.

—Él me quiere dentro de su empresa —mi padre parece haber enmudecido—. Me ha pedido que lo piense, pues antes de venirme he trabajado para él.

Me encojo de hombros y doy por terminada mi explicación.

—¡Dios! —Grita eufórico, lo observo de reojo, pues mi mirada esta fija en la persona que tengo frente a mí—. Eso es magnífico. ¿No te lo dije Carol? —Papá mostraba orgullo por mis logros—. Te dije que nuestra hija sería muy buena.

Se jacta de ello con ánimo. En cambio yo, prefiero no pensar en eso por ahora.

Si bien es cierto todo lo que he dicho, aún quedan muchas cuestiones que ver. Como el dejar nuevamente mi país, a mis padres y ahora… volver a dejarla a ella.

Al término de la cena, papá aún seguía alardeando sobre lo mencionado en la cena, el orgullo desbordaba su mirada y esa amplia sonrisa me llenaba por completo, pero al girar mi rostro me encuentro con esos castaños opacados y esa sonrisa que no ilumina su mirada.

—Creo que es hora de irme —le escucho decir y al instante me alarmo por la hora—. Gracias por la invitación, Carol. La cena estuvo deliciosa y… —se giró a verme—. Felicidades por tus logros —me sonrió, pero no me mostro esa sonrisa que me desarma, en cambio me mostro una forzada que solo hace opresión en mi pecho—. Buenas noches —dice mientras emprende camino hasta el corredor.

Mis pies cual cohete son disparados a su camino y la tomo de la muñeca. Su turbada mirada no comprende mi acción.

—Te acompañare —le menciono.

—No es…

—He dicho que te acompañare.

Justo ahora me sorprendo de mis propias palabras. Ella se queda en silencio y tan solo asiente.

Ambas caminamos en absoluto silencio, a una distancia en la cual mi mano rosa en ocasiones la suya. Me siento nerviosa y no sé de qué podríamos hablar para romper este silencio.

—Y… ¿Sales con alguien?

Su voz titubeante me hizo alzar la mirada para observar su perfil, sus ojos evitaban por completo los míos y sus manos juegan entre sí.

—Por ahora no.

Automáticamente una sonrisa adorna mis labios al recordar a Hee Yeon. Siento el calor subir a mis mejillas cuando recuerdo aquel beso bajo la lluvia, fue demasiado romántico debo admitir y las sensaciones que me hacía experimentar me agradaban.

Sentí sus ojos clavados en mí y la incomodidad me hizo retorcer ante mi recuerdo.

—Parece que hay alguien.

La observo. Me muestra una sonrisa forzada que tan solo me hace sentir mal.

—B-bueno… —trago—. ¿Qué hay de ti?

Ella inspira profundamente y mira hacia el cielo. Una tenue sonrisa bordea sus labios.

—Nadie —responde. Yo frunzo el ceño.

—¿Hijos?

Aquella pregunta casi se atora en mi garganta, pero como dije, la curiosidad siempre ha sido mi compañera. Ella se detiene y me observa a la distancia.

—Esta es mi casa —me recuerda. Mis ojos se detienen en la enorme fachada. Ella nunca ha sido de una economía media, su familia ha tenido dinero a montones y eso también fue uno de mis impedimentos para hablarle—. Muchas gracias por acompañarme —de repente la siento muy tímida. Mis ojos volvieron a ella.

—No es nada —me encojo de hombros y me acerco a ella—. Esperare a que ingreses —le comunico.

Ella me observa profundamente y extrañamente en sus ojos hay una mescla de emociones que no puedo descifrar.

—Taeyeon —susurra y se abraza a mí.

La siento inspirar profundamente y me estremezco al instante, mi cuerpo tiembla con su cercanía, pero disfruta de su calor.

Envuelvo mis brazos a su alrededor y dejo que mis pensamientos coherentes se alejen, tan solo me dejo envolver por este momento, guardándolo en mis recuerdos. Ella mantiene su cabeza escondida entre mi cuello y hombro, la siento inhalar de vez en cuando y no puedo hacer más que soltar un suspiro.

Años atrás ni en mis sueños más hermosos me habría imaginado estar así con ella, hablándole como si la conociera de toda la vida y abrazándola como si mi vida dependiera de ello. Lo cierto es que este sentimiento no hace más que crecer cada vez más y eso que tan solo llevo unas horas aquí en la ciudad. Pero la verdad es que este sentimiento nunca se alejó de mí, estuvo apagado como una hoguera y está siendo encendido por ella, por estas acciones que tan solo me hacen querer seguir con ella.

—¡Oh! —Alzo mi vista al instante, ante aquella intromisión—. Fany… —en la puerta se encuentra un hombre de algunos veintiocho años, se ve mucho más fornido que la última vez, pero eso no quita que siga viéndose bien—. Justo iba a buscarte. —No se acerca a nosotras, simplemente se queda observándome detenidamente, como tratando de averiguar dónde más me ha visto.

Su ceño se arruga notoriamente y sus castaños ojos me miran confundidos, sus muy pobladas cejas se disparan en un instante y sonríe amablemente.

Tiffany en cambio, gira su rostro un poco para verlo, pero en ningún momento desase el abrazo, si no que se abraza a mí con más fuerza, como si temiera que en un parpadeo desaparezca. Su cabeza descansa en mi hombro y su respiración choca contra la desnuda piel de mi cuello.

—V-voy en un momento —tartamudea. Y yo que pensé que solo me pasaba a mí.

Él alza una de sus gruesas cejas y sonríe divertido.

—¡Oye, Taeyeon! —Al instante los nervios me recorrieron por completo. ¿Cómo es que él también sabe mi nombre?— ¡Esta vez no huyas como hace cinco años!

Me guiña un ojo y se pierde en el interior de su casa. Me quedo estática, tratando de descifrar ese mensaje oculto que trata de transmitirme.

¿Quién es él?

Nada más y nada menos que el hermano mayor de Tiffany. Ambos son muy parecidos y aunque en un comienzo realmente pensé que eran novios, todo eso lo descarte al conseguir su información completa.

Trago saliva inquieta por ese comentario y bajo mi mirada para observar el tranquilo rostro de Tiffany, quien mantiene los ojos cerrados y con una suave sonrisa dibujada en su rostro, esto me hace pensar que está disfrutando tanto o más el momento que yo.

—Gracias —la siento susurrar contra mi cuello. Sus labios lo rosan y provocan una corriente en todo mi cuerpo—. Por favor… —se queda en silencio—. No vuelvas a irte —su voz ahora se vuelve suplicante.

Sus labios se clavan en mi cuello, dejando en él un húmedo beso que tan solo hace que me quede estática y a la vez sintiendo este hormigueo que me recorre por completo. Para cuando reacciono ella ya va emprendiendo camino hasta la puerta principal de su casa.

Tan solo dejo escapar un largo suspiro y que una sonrisa juegue en mis labios.

En definitiva. Tiffany Hwang no me dará tregua y yo tampoco quiero que me la de.