Capítulo 8
Hush HushRegresé a la mesa de fútbol un poco aturdida. Sehun estaba inclinado sobre la
mesa y su rostro mostraba concentración competitiva. Jessica estaba gritando y
riendo. Baek seguía perdido.
Jessica me miró. - “¿Y bueno? ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?”
- “Nada. Le dije que no nos molestara y se fue.” Dije con voz monótona.
- “Ella no parecía molesta cuando se fue,” dijo Sehun. “Sea lo que sea que le
hayas dicho, debió haber funcionado.”
- “Que mal,” dijo Jessica. “Estaba esperando algo más emocionante.”
- “¿Estamos listos para jugar?” Preguntó Sehun. “Se me está antojando la pizza
que me voy a ganar.”
- “Sí, si es que Baek regresa,” dijo Jessica. “Estoy comenzando a pensar que no le
agradamos. Él sigue desapareciendo. Creo que es una indirecta.”
- “¿Estas bromeando? Él las adora,” Sehun dijo con demasiado entusiasmo. “Lo
que pasa es que él es tímido con los extraños. Voy a buscarlo. No se vayan a
ninguna parte.”
Tan pronto Jessica y yo estuvimos solas, dije, - “¿Sabes que te voy a matar,
verdad?”
Jessica levantó las manos y dio un paso hacia atrás. - “Te estaba haciendo un
favor. Sehun está loco por ti. Después de que te fuiste, le dije que tienes
como a diez chicos que te llaman todas las noches. Debiste haber visto su cara.
A penas contenía los celos.”
Gruñí.
- “Es la ley de oferta y demanda,” dijo Jessica. “¿Quién diría que economía sería
tan útil?”
Me di en la frente con la palma de mi mano.- “Necesito algo.”
- “Necesitas a Sehun.”
- “No, necesito azúcar. Mucha. Necesito algodón de azúcar.” Lo que necesitaba
era un borrador lo suficientemente grande como para borrar de mi vida toda
evidencia de Tiffany. Particularmente eso de hablar a través de la mente. Me
estremecí. ¿Cómo ella lo hacía? ¿Y por qué a mí? A menos que… lo haya imaginado.
Al igual que imaginé golpear a alguien con el Neón.
- “Yo también podría usar un poco de azúcar,” dijo Jessica. “Cuando llegamos, vi a
un vendedor cerca de la entrada. Me quedaré aquí para que Baek y Sehun no
piensen que huimos y tú puedas comprar el algodón de azúcar.”
Retrocedí hasta la entrada, pero cuando encontré al vendedor que vendía los algodones,
me distraje por algo que vi a lo lejos del camino. El Arcángel se alzaba sobre la copa de
los árboles. Una serpiente de carros montaba sobre la alumbrada vía y bajaba en picada
hasta perderse de vista. Me pregunté por qué Tiffany quería
reunirse conmigo. Sentí un pinchazo en el estómago y probablemente debí haber
tomado eso como una respuesta, pero a pesar de mis mejores intensiones, me
encontré caminando hacia el Arcángel.
Me movía junto a la corriente de todas las demás personas, manteniendo mis ojos
en las distantes vías del Arcángel que serpenteaba en el cielo. El viento había
cambiado de frío a helado, pero esa no era la razón por la cual me sentía mal.
La sensación había regresado. Esa fría y mortífera sensación de que alguien me
estaba observando.
Miré hacia ambos lados y no vi nada. Di una vuelta de 180 grados. Un poco más
atrás, parada entre un pequeño grupo de árboles, una figura encapuchada se dio
la vuelta y desapareció en la oscuridad.
Con mi corazón latiendo velozmente, eludí a un enorme grupo de personas para
alejarme de los árboles. Cuando ya estaba más lejos, volví a mirar hacia atrás.
No vi a nadie que pareciera seguirme.
Cuando me giré para seguir caminando, me di contra alguien. - “¡Lo siento!” Dije,
intentando recobrar el
balance.
Tiffany sonrió de oreja a oreja. - “Soy difícil de resistir.”
Lo miré y parpadeé. -“Déjame sola.”
Traté de pasar por su lado, pero ella me agarró por el codo.
- “¿Qué pasa? Parece que vas a vomitar.”
- “Tienes ese efecto en mi,” dije bruscamente.
Ella rió y me dieron ganas de patear su espinilla.
- “Podrías tomarte algo.”Ella todavía me tenía del codo y me llevó hasta el
carrito de limonadas.
No quise dar un paso más. - “¿Quieres ayudarme? Aléjate de mí.”
Ella apartó un pelo de mi cara. - “Amo tu cabello. Me gusta cuando esta fuera de
control. Es como ver una parte de ti que necesita salir más a menudo.”
Con furia, alisé mi cabello. Tan pronto me di cuenta que me veía como si
intentara parecer más presentable para ella, dije, - “Me tengo que ir. Jessica me está
esperando.” Luego de una pausa agotada, dije, “Supongo que te veré el lunes en
clase.”
- “Ven conmigo al Arcángel.”
Yo estiré el cuello para mirar hacia el Arcángel. Gritos agudos hacían eco
desde los carros que hacían estruendos en las vías.
- “Dos personas en una silla.” Su sonrisa cambió a una lenta y atrevida.
- “No.” De ninguna manera.
- “Si sigues huyendo de mi, nunca descubrirás qué es lo que está pasando de
verdad.”
Con ese comentario, debí haberme ido corriendo. Pero no lo hice. Fue casi como
si Tiffany supiera exactamente qué decir para picar mi curiosidad. Como si
supiera qué decir en el momento correcto.
- “¿Qué está pasando?”
- “Solo hay una manera para saberlo.”
- “No puedo. Le tengo miedo a las alturas. Además, Jessica me está esperando.” Solo
que, de repente, la idea de ir tan alto en el aire no me asustó. Ya no me
asustaba. De una manera absurda, el saber que estaba con Tiffany me hacía sentir
a salvo.
- “Si aguantas toda la ronda sin gritar, le diré al entrenador que nos cambie
de silla.”
- “Ya lo intenté. Él no va a cambiar de opinión.”
- “Yo podría ser más convincente que tú.”
Tomé su comentario como un insulto personal. - “Yo no grito,” dije. “No en atracciones
de carnavales.” No por ti.
Junto a Tiffany, me abrí camino hasta lo último de la fila de espera para el
Arcángel. Una ráfaga de gritos se levantó y luego se apagó lej
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