Insomnio
Suicide-ArtSé que pensaron que había dejado olvidado el fanfic pero NO! De hecho esta es la historia que más me gusta y francamente el más difícil de escribir por eso me tomo mi tiempo para que me quede adecuado en la historia. Gracias amantes del Taengsic y de esta relación loca que existe en Suicide Art.
Esta historia ya está casi en su punto final porque pues no es muy largo que digamos. Cuídense mucho
Att. C.A.
Capítulo 8
Querida Yoona
Me siento conmovida por la especie tradición que el ser humano no puede evitar. Sin importar raza, religión, género; todos terminamos en el mismo camino y cometemos los mismos errores. Yo no soy la excepción, nadie lo es. Imprecisas son las palabras que no terminaré nunca de contarte o transmitir cada efímera gota de pasión que siento y finalmente sucumbo bajo pasiones que deliberadamente me carcomen. Así es. Estoy enamorada, estoy matando y estoy viviendo por esa misma persona, por ese ente que no me deja tranquila y que posiblemente jamás lo haga. Ahora bien, ¿qué hacer con el sonido monocorde de mi corazón infausto que corre buscando placeres que por mi cobardía no me permito lograr? Mi princesa de hielo está malogrando la parte más inhumana de mí y temo que en algún momento, yo pierda la paciencia, la haga mía y finalmente termine con su vida.
Por eso mismo tengo que limitarme a recordar el estricto protocolo que me he labrado. Me he limitado a gastar esta tensión y este deseo por más y más de ella, traspasándolo a alguien que sé, jamás se negará a ser destruida bajo mis manos. Me siento un monstruo enjaulado que pronto podría salir a la luz, un individuo carente de sentimientos pues los únicos que tengo se concentran en una sola persona y esa persona morirá sin importar lo que yo haga.
+++++++
Devoraba su boca, sumergía mis labios para degustar un solo sabor, el sabor del desahogo y del placer mundano. Arremetía mis dedos sobre su centro y apreciaba la melodiosa voz de sus gemidos, producto de mis movimientos abruptos que no la contemplaban, que sólo la hacían gritar y rasguñar mi carne, esperando a que no me detuviera. Besaba sus pechos, los mordía de forma maliciosa y acribillaba con un masaje impulsivo. Carente de lógica, fornicaba como si no hubiese un mañana, alimentaba mi sed y desprendía toda mi furia sobre el cuerpo de una mujer que se conformaba con esta clase de encuentros.
– No te detengas por favor. – y ahí estaba la súplica, su necesidad de hacerla llegar a través de mis estocadas. Ahí estaba esa chica que solo apareció en mi vida para complacerme y yo, sólo podía aprovecharme de esa hambruna insaciable por un cuerpo imberbe, por el cuerpo de Jessica Jung que por mi cobardía, me atrevía a hacerlo mío.
Entonces me detuve a contemplar el placer de su esencia sobre mis dedos, degusté su sabor y dibujé con ellos el trazo de sus labios que despedían un aliento inconstante por la exasperación de un violento encuentro ual. Mi piel se sentía herida por los rasguños y mi boca estaba seca por el desgaste. Yo también disfrutaba acostarme con Phany, pese a que la hermosa princesa de hielo no lo sabía, necesitaba cada vez esa dosis de o desgarbado carente de toda pisca sentimental.
– ¿Por qué te detienes? – Me pregunta y yo sólo deslizo mis palmas con la intención de forjarme una imagen mental de mi princesa, la engañaba, eso era correcto. Soy tan despreciable, soy de lo peor.
– La… la estoy engañando Phany. – Susurre al instante que nuestras miradas chocaron por la ruptura de este magnificente encuentro. Ella se levanta y me sujeta con sus brazos, desliza sus dedos por mi cuello, lo muerde y lo atosiga de caricias que producían fuego viviente.
– No lo haces. – Continuó con su danza erótica de besos, atrajo mi cuerpo, logró incitarme de nuevo y desearla. – No la engañas porque no es a mí a quien amas Tae.
Por más que quisiera sentirme aliviada por sus palabras, estaba segura de que yo era la persona más inconstante y pérfida que había existido. No podía cumplir una simple promesa: ser exclusivamente de Jessica Jung. No podía ni siquiera dejar de ver a Phany porque ella hacía que descargara todo el lívido concentrado (producto de mi hermosa princesa). Jodida estaba por seguir haciéndolo. Phany lograba sacar esa parte animal que resguardaba y continué besándola, desdeñosa y adentrada en la imagen de Jessica. La atraje hacía mí, separé sus piernas y arremetí nuevamente para esta vez, terminar con la labor que habíamos empezado. Yo sucumbí ante un grito tenue que descompensó totalmente mi anatomía y ella alzó un chillido del puro gusto.
Me recosté a un lado de su cama. El agotamiento por fin llegaba así que respiré rápido por lo cual mi pecho se movía a gran velocidad entre las sábanas. Sentía ganas de llorar por lo que había hecho; lo peor de todo es que no había sido la primera vez. Mis encuentros con Phany, pasaron de ser poco habituales, a ser concurridos. Ella fijó su vista en mí aunque yo no presta atención por todo el mar de pensamientos que inundaban mi cabeza.
– Como siempre, fue maravilloso. – dijo recostándose sobre mi pecho y dibujando pequeños círculos sobre mi abdomen. No tienes porque sentirte así.
– ¿Qué me está pasando? – pregunté a la nada.
– Si tanto quieres desahogarte, sabes muy bien la respuesta. Es ella con la que podrías estar disfrutando de esto sin que termines sintiéndote culpable.
– No puedo. – dije melancólica. – Estoy a su lado con el mayor placer que me causa mirarla, besarla y sentirla pero simplemente, me es imposible. Siento que la rompo, que la asesino si eso llega a pasar.
– Tú sabes que yo estaré esperándote. No tengo prisa Taeyeon pero también sé que tú no sientes nada por mí y eso lo entiendo, a mí no me afecta. Tal parece que la única afectada eres tú.
– Soy cobarde Phany. Te necesito para controlarme, te necesito para eliminar la toxina de mi ansia. – la abracé, ella podía ser una perfecta compañera pero ambas distábamos de serlo.
– No deberías perder el tiempo conmigo cuando sabes que constas de poco con ella. Ya no temas a lastimarla, ella podría dejarte si continúas descargando toda tu ansia en mí.
Las palabras de Phany estaban tan llenas de sentido que no podía negarme a otorgarle razón. El objeto principal de mi relación con Jessica afinaba ser algo más complejo de lo que yo pensaba. Nuestro tiempo era poco y era necesario concretizar algo que no estaba definido entre nosotras. Amaba a una mujer que tenía miedo de amar completamente.
++++++++
Decidí después de aquella charla meditar los motivos de mi ya afamada cobardía por Jessica Jung. Mi encuentro con Tiffany se alargó por los ya antes mencionados momentos pasados y ahora decidí quedarme sola. Por supuesto, no contaba con que alguien me esperaba. Abrazada sobre sus rodillas, recostada sobre la puerta de entrada de mi departamento. La presencia de esa muñeca improfanable para mis manos. ¿Cuánto tiempo había estado ahí? Me sorprendió el encontrármela tan repentinamente sin avisar.
– ¿Estás dormida? – Pregunté al acercarme y hundir mis dedos sobre su cabello castaño. Ella levantó el rostro que parecía verse demacrado pero eso no lo hacía ver menos hermosa. Si pudiera catalogar la presencia de esta mujer era que entre más desgataba su vitalidad, más hermosa se veía, como la belleza inexplorada de una rosa marchita.
– Necesitaba verte.
– ¿Qué pasa? – Mi alma se incitaba de ver la perfección innata de su insólita belleza. Hice uso de mi fuerza para ayudarla a levantarse pero noté la debilidad de su cuerpo.
– No tengo fuerzas. – dijo finalmente. – No las suficientes, siento que puedo caerme.
Entendí finalmente las palabras de mi amante diurna. Hay cosas que no he querido ver de la infalible crueldad de la vida. Tristemente la injusticia de este mundo y ese instante me anunciaba que ella ya no estaba sana, por más que lo intentara, yo era el vampiro que había absorbido su esencia. Mi Jessica es mi masacre, mi dulce y más artística modelo de destrucción.
– Tranquila, te llevaré. – Con la mayor precisión y sin la mayor dificultad, hice uso de mis brazos para tomar su delgado cuerpo debilitado. Ella se recostó en mi pecho, inhaló el perfume de mi inmundo hedor pero se apegaba a él como si fuera la más dulce de las fragancias.
Entramos y la recosté sobre el extenso mueble blanco tan pálido como la piel de mi mujer. Me senté justo enfrente de ella, observé su agonía permeada bajo la respiración de alguien que ya no tenía tantos deseos de hacerlo. El pánico comenzó a embriagarme poco a poco. Maldigo este mundo que te arrebata, que destruye y que finalmente da por terminado este ciclo vicioso del que ninguno puede escapar.
– No podía dormir. Hoy me sentí mareada y ansiosa, no sé… Yo, tan sólo pensé que si lo hacía, ya nunca abriría mis ojos. – ella susurraba sin dejar de perder contacto visual conmigo. – Quería verte porque pensé que ya nunca lo haría. Tenía miedo. – La nariz de ella se había tornado roja y en las cuencas de sus ojos apenas percibí el descenso de las amargas lágrimas que yo intentaba reprimir.
Se tensaron mis músculos por aquellas palabras tan crueles. Por estúpido que parezca, ninguna de las dos estábamos preparadas para terminar esto, no por el momento. Sin pensarlo, caminé segura y me aferré a sus brazos. Ella prefirió acunarse sobre mi pecho y sin saber qué decir o cómo actuar traté de decir algo que la calmara.
– Eres la mujer más hermosa que he conocido. Si hay alguien en esta habitación que debería tener miedo soy yo. Nuestra promesa, la que nos mantiene juntas es algo que llevo en el pensamiento día con día y haré todo lo posible, hasta la última gota de agonía que haya de derramar para que no te sientas así. – Quizá pude haber dicho más o pulir las frases adecuadas. El miedo es algo con lo que vivimos constantemente, el error es algo que cometemos día con día pero el amor; quizá eso es algo que no todos tienen el privilegio de sentir.
Jessica sonrió finalmente. Esbozar ese tipo de gestos me derretía, sucumbimos ante un instante glorioso por la soledad y la melancolía; el placer de la muerte era nuestra constante compañera. La quiero y sólo por eso, la deseo tanto que es inevitable no disfrutar de esos pequeños momentos.
– Solo soy una mujer normal. No soy la más hermosa.
– Desde mi propia concepción, lo eres.
– Es algo que todos dicen. – Frunció el sueño por mi comentario tan común
– Pero es algo que pocos verdaderamente sienten. Todo lo que te diga es tan cierto que quemaría mi lengua antes de mentirte en cada frase articulada. – Me senté a su lado, se recostó sobre mis piernas y observé lo agotada que estaba. – ¿Quieres ir a dormir conmigo? Te prometo que abrirás los ojos y estaré ahí contigo…
Jessica Jung sólo asintió, sonreí y opté por tomarla en mi regazo nuevamente para llevarla a mi habitación. De un momento a otro, su fragilidad iba en aumento, el cansancio y las fuerzas distaban de mejorar. Todo anunciaba que la princesa de hielo pronto sucumbiría a su mal y aunque no era la más agradable de las noticias, no pude evitar pensar que cada día se volvía más hermosa e inmortal.
Comments