Pacto fúnebre
Suicide-ArtNuevo capítulo, con la esperanza de que sea totalmente de su agrado. Yo he recibido comentarios muy bonitos sobre la histora y es un incentivo maravilloso para mí. Les deseo lo mejor, que les vaya súper bien, este fin de semana.
Capítulo 3
Querida Yoona, si alguna vez notaste que me encontraba sangrando las últimas gotas de cordura, ten por seguro que ahora no queda rastro de ella. No me malentiendas, no pienses mal de mí, aunque sé que nunca lo harías. Mis aventuras me han llevado más lejos de lo que te puedes imaginar, más allá de los deseos, más allá del miedo y lo único que me ha invadido desde que conocí a Jessica Jung ha sido el ansia, el sabor de lo profano, la melancolía de su frialdad. Perdóname, seguramente te he de aburrir pero si no lo transcribo creo que podría cometer locuras. Hace un par de noches estuve a punto de matar a un hombre pero no lo hice. Admito que el que me haya detenido no quería decir que no deseara con tanto ahínco hacerlo pero una palabras de aquella hermosa mujer bastó para apaciguar mi ira y acrecentar mi deseo por ella. La maldigo y la necesito. Sinfonías de de belleza absoluta, ella me ha corrupto.
Te contaré que ahora me he estado acercando más rápido de lo que creí pues posterior a su cumpleaños, concerté una cita para verla en un restaurant a la media noche. Imaginé que su presencia pública debía ser todo un problema si la llegaban a ver con una perfecta desconocida así que opté por rentar el negocio por un día y la cena estaría planificada a la media noche. No buscaba ser romántica pero tampoco quería que ella tuviese alguna complicación por mi culpa. Para mi sorpresa aceptó.
– Si me dices el secreto del cómo y de qué forma lo haces, aceptaré.
– Así será, si viene presente en tu estado natural. – Nuevamente con monosílabos. No hacía falta hablar tanto para tener una sustanciosa plática, así era con ella.
Amiga mía, imagínate lo que yo podría hacer con esa mujer a mi lado. Exploraría los mundos gloriosos del placer inmersos en cada imagen que yo tomara de ella y finalmente esa princesa me acompañaría a revivir y gozar de lo que pocos han ignorado hasta ahora. Deseaba capturar cada partícula de su alma y perpetuarla para que sólo yo pudiera verla.
Me reuní con ella días después de que aceptó la salida. Insistí en pasar a recogerla pero esperé en la entrada del edificio cuando un automóvil oscuro comandado por un chofer dejó mostrar a esa gracia de los dioses con cierta informalidad. Hasta ahora sólo la había visto con artilugios caros pero insistí en que su estado natural debía estar con menos ornamentación y mirar un poco más allá de la modelo buscando solamente a una mujer.
– Espero que el disfraz haya funcionado para sus ojos señorita Kim. – Yo me regocijé al percibir una sonrisa mezclada por tintes de travesura y desafío.
– Te sienta de maravilla la normalidad, señorita Jung. – la invité a subir al elevador. Llegamos al último piso del edificio donde tenía una perfecta vista al firmamento de la ciudad. Los escenarios siempre deben contener una pulcra particularidad y hay que saber utilizarlos. Yo también intenté decidí estar a la par con la princesa de hielo sin tantas formalidades, sólo dos mujeres en la intimidad de un espacio cenando…
Me porté cordial, le arrimé la silla, ordené una botella de vino Chateau y presté atención a cada detalle de sus facciones y me regocijaba de ser el personaje que contemplaba en la soledad la fantasía de una mujer como ella.
– Mi ex prometido no ha llamado, ni siquiera se ha acercado a mi casa y a mi familia.
– Es una pena. – Sonreí porque entendí el sentido de sus palabras.
– Gracias.
– No me las des. No me gusta que seas agradecida conmigo. – Tomé un sorbo de vino para relamer mis labios.
– sólo me ha visto tres veces y comienza a ordenarme. No soporto las órdenes, el agradecimiento es lo que me ha llevado a aceptar la cena. – Respondió junto a una mirada eufórica.
–Así está mejor. La vulnerabilidad es mundana pero cuando te hierve la sangre el fulgor se eleva y tu belleza renace.
Jessica se consternó por mis respuestas inconexas pero no parecía desagradarle mi forma de pensar; sin embargo, lo mejor de todo era la ira que podía lograr si no estaba de acuerdo con ella. Me gustaba que fuera caprichosa, me gustaba que fuera imponente, me gustaba toda, simplemente me gustaba.
– Jamás en toda mi vida, había visto unas fotos tan únicas. ¿Cómo has hecho para lograrlo?
– Gustas entonces de saber los secretos oscuros de las personas.
– Sólo Soy curiosa con quien realmente me importa.
– Te responderé en cuanto te alimentes.
Minutos después, una deliciosa cena aguardaba, un delicioso asado de cordero agridulce acompañado de una ensalada de rosas. No me consideraba una romántica porque de cierta manera no lo era. Lo más importante era siempre la armonía de mis deseos y todo desembocaba a un solo nombre, Jessica Jung.
Para mi sorpresa, Jesisca comió con la misma gracia que imaginé lo haría, intenté omitir alguna conversación que la llevara a sasiar su curiosidad. El misterio debía ser parte del encanto al menos por hoy. En cuanto terminó, me regocijé por su ansiada espera.
– Tengo alguien a quien presentarte. – Le dije. El camarero trajo una charola cubierta.
–Supongo que habrá postre.
– Supones bien, pero no hay tal postre para ti. – Abrí la charola y justo ahí se encontraba Lilly, mi cámara antaña como la confidente captora. Jessica se mantuvo absorta por no esperarse algo tan anormal.
– Sí que te gusta lo que haces.
– Te presento a Lilly. – Sonreí. La presenté como lo que era, mi compañera de capturas.
– ¿Entonces Lilly es la razón principal de tu secreto? – Jessica reclinó sus brazos
– En parte… ¿Has jugado alguna vez con la realidad?
– Si fueras un poco más específica.
Yo sonreí, había captado su atención. Mi propósito era seducirla como yo ya lo estaba por ella.
– Yo creo que este mundo es un juego de realidades, simplemente tienes que tomar la materia prima de lo que quieres retratar y la absorbes como diluyendo su esencia lentamente, gota a gota, con tal sutileza que secuestras su espíritu.
– Me estás insinuando que has secuestrado mi propia esencia.
– Eso precisamente he dicho.
– No tienen lógica tus palabras, una fotógrafa como tú, no es nada ordinaria. – Continuó con la plática. – La mayoría me ha retratado pero jamás me había sentido tan distinta en esas fotos.
Mi piel se enervaba por el placer de escucharla como profundas agujas clavándose de placer desgarrando mi propia individualidad. Yo había sido la única que había logrado lo que otros jamás en su vida pudieron obtener de Jessica Jung y la exitación me invadió.
– Quizá yo era ordinaria antes. Tan común como todos pero necesitas el detonante perfecto para que eso cambie. Te he contado un secreto oscuro y no exagero cuando lo digo. A veces el detonante puede ser algo o alguien…
El cuerpo de Jessica se contrajo, lo supe por sus ojos, su boca, sus manos, sus labios porque todo gritaba “¡tómame!” pero el silencio fue su grito erso. Era demasiado pronto para gozar de ella, no debía ser egoísta, no debía acabar con ella todavía. Jessica se levantó de su asiento, sosteniendo la copa de vino, dirigió su vista al cielo oscuro e inclinó la cabeza para meditar y luego responderme.
– ¿ Qué pretende señorita Kim? Justo ahora, ¿Qué es lo que quieres hacer de mí? – Mis manos traviesas tocaban la cámara, preparándola para asesinar aquel cuerpo fascinante. Me levanté de mi asiento, observé detenidamente cada curva, cada parte contorneada del formidable cuerpo de Jessica Jung y extendí mi brazo derecho para trazar con mis dedos su anatomía sin tocarla.
– ¿Cómo sabes que quiero algo de ti?
– Porque no soy una mujer tonta, aunque muchos lo piensen. Me perturba la idea de saber lo transita por esos ojos y esos pensamientos que te persiguen. – Añadió.
– Sólo seguir haciendo lo que te hecho la primera vez. Quiero hacerte mía, hacerte vivir hasta lograr tu inmortalidad, quiero tenerte así y sólo así. – Yo me acerqué a respirar el aroma sobre su cuelo. – Sólo y simplemente sólo si tú lo deseas.
No podía adivinar sus pensamientos pero sentí que algo me ocultaba, un secreto tan profano que sentí miedo de adivinarlo. Ella dio media vuelta y finalmente tuvimos un contanto profundo de nuestras realidades convexas.
– ¿Eso es todo lo que quieres?
– Todo se hará siempre y cuando tú me lo permitas.
– Lograrás que viva si estoy atrapada en tu cámara. ¿Me juras que seguiré viva hasta el final de los tiempos en esa realidad ecuánime?
– Lo juro. Nunca voy a lastimarte y lo haré si tú lo deseas, sí tú deseas estar viva, yo te perpetuaré como el mármol que quedará siempre en la posteridad.
Jessica se sonrió, mordió su labio inferior y desabotonó los primeros tres botones de la camisa y me incitó a que no perdiera de vista lo que estaba por pasar.
– Cerremos el trato. – deslizó sus manos por su busto y extendió su mano hacia mi dirección. Yo me tomé dos segundos para disfrutar de la sutileza de sus dedos y me acerqué lo suficiente para que nuestros cuerpos estuvieran frente a frente, unificados y ansiosos. Finalmente, todo explotó y mi boca aterrizó con la suya embonando como la pieza faltante del rompecabezas.
Un pacto fúnebre se estipuló. Yo le daría vida eterna pero a cambio ella sería mi usufructo particularidad. Entonces, las dos ganaríamos.
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