la invitacion

Desayuno en Júpiter

«Tu amiga parece simpática. Deberías invitarla a cenar algún día. »

Eso es lo que me han dicho mis padres, que consideran maravillosa a cualquier persona que «me haga salir del cascarón» (palabras suyas, no mías).

No sé qué pensar acerca de que hayan considerado más plausibles una avería en el transporte público, un accidente o asalto ual, antes que la posibilidad de que haya pasado la noche con alguien, pero no puedo reprochárselo.

Siempre fui la hija seria, callada y responsable dentro de una familia de rockeros frustrados que parecen salidos de una película de Tim Burton o de un circo, pero nunca he tenido tendencia a la reclusión. Te lo creas o no, en el instituto me sentaba a la mesa guay y me invitaban a más fiestas de las que quería asistir, porque cuando todos tus compañeros y tú sois de una cloaca como Tower Gardens y cuando te vistes a la moda (aunque con ropa de segunda mano) y cuando eres convencionalmente atractiva y tienes un hermano convencionalmente atractivo que toca el bajo en el grupo punk por excelencia del barrio... en fin, ya te imaginas por dónde voy.

Pero ahora todos mis viejos amigos están demasiado ocupados trabajando o cuidando de sus hijos o compaginando dos formaciones profesionales a la vez como para quedar a tomar un café. Hace un año y medio (seis menos del diagnóstico de Tayo) que el grupo punk por excelencia del barrio dio su último concierto. Y, puesto que yo fui una de las dos personas de mi clase en ir a la universidad, nadie de mi facultad ha oído hablar realmente de Tower Gardens.

Estoy pensando en esto y pasando a limpio las respuestas de ia Wonnacott a las cartas de sus lectores cuando la propia tiffany young entra en el despacho con su bolso a cuestas, las mejillas encendidas y una sonrisa temblorosa.

–¿Puedo estudiar aquí? –Me pregunta, alzando sobre su cabeza un libro de texto que, a juzgar por su portada, parece ser de matemáticas.

–¿ia Wonnacott está enferma? –Le digo, pero señalo la silla a mi lado para que se sienta bienvenida.

–Lunática, diría yo –bufa, cuidándose de ocupar el menor espacio posible de mesa con sus cosas.

–Eh, no te preocupes. Solo estoy contestando el correo de Miss Wonnacott. Además, él aprendió los números importantes de memoria. Si llama la prensa, cuelgo el teléfono directamente.

tiffany  solo escucha la primera parte de todo lo que he dicho, porque enseguida se pone cómoda y, acercándose más a mí, salta:

–¿Correo?

–Sí, ya sabes, cartas de lectores. En realidad solo tengo que pasarlas a limpio para que resulten legibles. Mira. –Le enseño los papeles llenos de garabatos (no pueden ser descritos de otra manera) que la otra secretaria, Imogene, ha dejado sobre el escritorio–. Miss Wonnacott encuentra un momento para contestarlas.

tiffany  niega con la cabeza.

–Justo cuando ya casi me habías convencido de que era una mujer horrible. –Ríe y hunde la cabeza en su libro de matemáticas.

Pasan minutos (muchos minutos), en los que tiffany  resuelve sus ecuaciones y yo escribo mis cartas. Delaware vez en cuando la miro, y me doy cuenta de que su «cara de pensar» incluye alzar ligeramente el labio superior y fijar mucho la vista en la hoja frente a ella; otras veces es ella la que me mira a mí, y en esos momentos, por mucho que intente concentrarme, solo soy capaz de copiar las cartas sin ser consciente de lo que dicen.

Cuando veo que tiffany  lleva casi cinco minutos delante del mismo problema, cojo uno de los post-its con los que Imogene y yo nos comunicamos y escribo:

¿Necesitas ayuda? "

Lo doblo y lo coloco sobre su estuche de Casper el fantasma. Sonríe, robándome otro post-it (amarillo, no rosa).

Tranquila, solo estaba TERRIBLEMENTE distraída "¡No me extraña que haya suspendido la selectividad!

Yo también sonrío, cogiendo un post-it (rosa, no amarillo). «Tu amiga parece simpática. Deberías invitarla a cenar algún día. »

A mis padres les gustaría conocerte.

¿Quieres cenar con nosotros? "

Siento calor en las mejillas al pensar en tiffany  yendo a mi casa y comiendo con mis padres, pero de todos modos ella ya me ha visto escribir la nota, así que tengo que pasársela.

tiffany  sonríe. Su sonrisa es inmensa, luminosa y amarilla.

–Me encantaría –dice–. ¿Esta noche?

–Esta noche es perfecta. Déjame que avise a mi padre. Es que es un poco cocinillas y seguramente le daría un ataque si encuentra una invitada en casa y solo tiene lasaña precocinada que ofrecerle.

–Me encanta la lasaña precocinada. Sobre todo esa supergrasienta con un extra de queso y salsa de tomate.

–Se lo diré, pero no creo que lo tenga en cuenta.

Desde luego, no lo tiene en cuenta. El mensaje de papá me llega exactamente dos minutos y medio después. Si ha leído la parte de la lasaña, finge muy bien que no es así.

¡Horror de horrores!

¿Crees que mis hamburguesas de pavo son kósher?

Papá, no creo que tiffany sea kósher

¿Quién es kósher hoy en día?

¿Pizza de pimiento y brécol?

Nunca te puedes equivocar con la verdura.

Excepto porque a casi nadie le gusta.

¿Y si haces lasaña casera?

No parece mala idea.

Pero no es kósher, ¿verdad?

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 52: D: asi termina????
Shizuma #2
Chapter 25: Me encanta esta historia, por favor continúa!
Saludosss