EL COBERTIZO

Desayuno en Júpiter

_¡Tiffany! tiffany, ¿adónde vamos? ¿Has perdido el juicio? ¡Tiffany!

Corremos a través del bosque, apartando las hojas de los árboles y salpicándonos las piernas de barro y polvo de tierra. La vegetación es oscura (gris plomizo) y espesa. No puedo ver a tiffany, aunque la oigo reír delante de mí. Mis dedos todavía están aferrados a los suyos, como si ella era una cometa y yo temiese perderla con una ráfaga de viento.

–¿Tiffany?

–¡Ya estamos llegando! ¡Cierra los ojos!

-¿¡Qué!? –Chillo; algo áspero y muy afilado acaba de arañarme la rodilla derecha.

–¡Cierra los ojos! Vamos, ¿no confías en mí?

–¿Cómo quieres que confíe en ti si te estás comportando como una auténtica lunática?

tiffany irrumpe en una risita.

–¡Me he preguntado si estoy loca tantas veces que ya ha empezado a perder todo su significado!

–¿Y qué esperabas? Tengo mis razones.

Para empezar ...

1) La he pillado hablando sola en más de una ocasión, la última vez esta misma noche.

2) Comprobando datos o no, está en un cementerio a medianoche (aunque eso puede quesea tirar piedras contra mi propio tejado).

3) Su armario se compone no solo de Franken- vestidos, sino además del tipo de indumentaria que llevaría una aviadora de los años veinte, eso sin contar las múltiples pelucas.

–Venga, taeyeon, ¿Cuál fue la última vez que viviste una aventura?

Ahora mismo. Aquí.

Me muerdo el interior de los carrillos porque me niego a admitirlo delante de ella.

Cuando vuelvo a abrir los ojos (al final tiffany me ha convencido), los árboles han desaparecido. Delante de nosotras veo un claro de flores amarillas y en una esquina, como si alguien simplemente la había dejado olvidada allí, una caseta de madera. –¿Esto es ...?

–La caseta del guardabosques –responde tiffany, poniéndose un poco de puntillas, como una niña orgullosa de poder contestar correctamente a su profesor de primaria.

–¿Por qué tengo la sensación de que ya has estado aquí antes?

–Porque eres muy perspicaz. –Ríe, y su cara está ahora tan cerca de la mía que incluso en la penumbra puedo ver sus mejillas y su nariz de un característico rojo rosáceo–. ¡Ven!

Me tira de nuevo de la mano. Aunque la suya está muy fría, es agradable, como sostener entre los dedos un colibrí o algún otro pequeño animal nervioso.

–Esto es allanamiento de morada –protesto, dudosa, y las palabras salen chirriantes entre mis dientes apretados.

tiffany inclina la cabeza, de modo que sus pendientes en forma de pizza se balancean en el aire.

–No si la morada está abandonada. Vamos, ¿de qué tienes miedo, gallina?

–¿Gallina? ¡Ja! Llevo diecinueve años viviendo en Tower Gardens; si puedo echar a los ertidos borrachos de mi puerta, puedo con todo.

Y separo la puerta, que chirría y me tiñe las yemas del verde del moho, antes de que Ofelia pueda decir nada más.

Dentro todo es negro como una gota de tinta china. El olor a cerrado ya humedad es tan intenso que por un momento sopeso salir, pero no pienso ni por un minuto darle esa satisfacción a tiffany young.

Introduzco la mano en el bolso para sacar el móvil y encender la linterna. tiffany, que debe de olérselo, me lo impide apretándome la palma de la mano derecha.

–Bienvenida al planetario young-Brae –me dice–, el más exclusivo y mejor escondido de toda la isla de Anglesey.

Doy una vuelta a mi alrededor. Ahora que mis ojos se han habituado a la negrura, reconozco la silueta de tiffany como una masa gris de contornos difuminados.

-¿Qué? Esto no es un planetario.

Sonríe (sus dientes blancos se distinguen entre las sombras) y se sienta al estilo indio sobre el suelo cubierto de musgo. Yo lo hago de rodillas, porque a estas alturas mis medias ya estarán destrozadas, y la observo.

Su mano pálida da palmadas a tientas por las tablillas de madera hasta encontrar algo. Otra sonrisa.

Oigo un sonoro «clonc» y ...

Y estamos en el espacio.

Todo lo que antes estaba cubierto de distintos tonos de gris ahora es plata y azul cobalto y verde hielo y naranja y amarillo y muchos otros colores brillantes que hasta ahora solo había visto en las láminas del sistema solar de mi clase de ciencias.

–Es asombroso –susurro.

Ofelia, que no me ha soltado la mano, me acaricia los nudillos con el pulgar.

En el centro de la caseta hay uno de esos planetarios portátiles que a simple vista parecen focos de teatro, pero no se trata de esos baratos, como el que teníamos Tayo y yo de pequeños, que se limitan a dibujar estrellas blancas sobre la pared. Con este, los planetas tienen forma de planetas, y reconozco las nubes verde pálido de Urano y los majestuosos anillos tecnicolor de Saturno y la gran tormenta roja en la base de Júpiter.

Todos tan cerca de nosotras que parecen bailar y saltar.

–¿Cómo ...? –Empiezo, volviéndome hacia Ofelia.

Su rostro ahora está iluminado con todos los colores del universo, y el brillo de sus ojos también parece bailar y saltar.

–Un regalo de Navidad de mi madre.

–¿Navidad? ¿Los judíos celebráis la Navidad?

–Es que cuando tu padre es judío y tu madre católica, te puedes permitir pequeños lujos como celebrar la Navidad y el Janucá.

–Es asombroso –repito, alzando el brazo para acariciar la superficie de Venus, solo que, claro, no se trata de Venus en realidad, y mi mano atraviesa la figura de luz–. Es como flotar ... ¿Cómo encontraste este sitio?

–Yo no lo hice. Fue cosa de Harlon. Le gusta ir a explorar cuando yo no estoy en casa ...

–¿Harlon vive contigo?

–Sí, en la habitación de invitados.

Neptuno y Plutón danzan tan cerca de nosotras que parecen querer jugar con mi pelo y con el sombrero de flapper de Ofelia.

–¿Como uno de esos estudiantes que alquilan habitación?

Ofelia arruga la nariz.

–En realidad, es un poquito más complicado ...

–¿Sabes? Me gustaría conocerlo –afirmo, aunque solo para chincharla–. Un Harlon, digo. Parece un tipo misterioso.

–No se le ve mucho el pelo ... –concede, acostándose de espaldas–. Pero ya le he hablado de ti.

-¿Oh si? ¿Y qué le has dicho?

Me tumbo junto a ella. Que le haya hablado a su amigo de mí me produce una sensación cálida y muy agradable en la boca del estómago, como si no fuera el personaje secundario de una historia o como si hiciese algo más que ocupar espacio vacío. Como si importase.

–Le he dicho ... le he dicho que vistes muy bien y que hueles muy bien, como una de esas mujeres que van de puerta en puerta diciendo «¡Avon llama!», Y que tienes un montón de normas que no aprenderé jamás .

Contengo una carcajada.

El dorso de la mano de tiffany está sobre mi palma. Ahora estamos tan juntas que, cuando gira la cara para hablarme, la punta helada de su nariz acaricia mi pómulo.

Pienso en que me gustaría besarla y en que la constelación de Orión está reflejada en su mejilla izquierda como un tatuaje blanco. Y pienso que, si yo huelo como una señorita de Avon, ella huele a sueño ya bosque ya medianoche ya mermelada de arándanos y al latte de caramelo del Café Milano.

–Y que me gusta hablar contigo por las mañanas –dice, en voz muy baja, mientras la Estrella Polar ilumina su cara.

tiffany

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 52: D: asi termina????
Shizuma #2
Chapter 25: Me encanta esta historia, por favor continúa!
Saludosss