Capítulo VIII

Miedo a perderte (Continuación Experiencia vs Inocencia I)
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—Está muy bien que hayas venido —dijo Sulli. Luego me dirigió una mirada de curiosidad, con la cabeza inclinada como si fuera un pájaro—. ¿Qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión? —La pregunta parecía inocente, pero estaba muy lejos de serlo. Quería saber toda la historia.

 

 

 

—Es que, de repente, he encontrado tiempo —contesté, para tratar de evadirme de la situación —. Además, me gusta mucho venir aquí.

 

—De repente has encontrado tiempo —repitió.

 

Nos sentamos en el jardín. Yo acababa de llegar y Sulli me saludó junto con los otros dos compañeros que me habían llevado en su coche. Luego nos mostró cómo podíamos pasar la noche, lo que sólo significaba que teníamos que poner nuestros sacos de dormir sobre el santo suelo. Había tantos alineados que dudé si habría sitio para todos. El asunto sería más grave por la noche.

 

Miré a mi alrededor, en el jardín. —¿Has planeado hacer una barbacoa?

 

—Sí, siempre que la gente haya traído suficientes cosas para hacerla —dijo Sulli, sonriente. —Oh, lo siento, no lo sabía. —Aquello me resultó embarazoso—. Pero he traído bebida, como de costumbre.

 

—No pasa nada —dijo Sulli—. Creo que habrá suficiente. Y, a decir verdad, la bebida siempre es más importante que la comida. —Me miró de nuevo con curiosidad, pero luego se levantó—. Voy a ocuparme de los demás. La última vez uno casi incendió media cocina porque no sabía cómo encender el gas. Les he prometido a mis padres que esta vez no quemaría la choza. —Rió y se dirigió a la casa.

 

Yo me quedé allí, mirando absorta hacia el bosque, que ocupaba todo el terreno alrededor de la finca. La región de Eifel era tan rural que uno se sentía como en otro mundo, sobre todo después de dejar atrás la palpitante metrópoli de Colonia. Era un enorme contraste.

 

En mi cabeza reinaba un tremendo desconcierto. Pensaba en Tiffany  y me preguntaba el motivo de su comportamiento, aunque eso ya lo venía haciendo desde los primeros días de nuestra relación. Pero, por aquel entonces, sabía tan poco sobre ella que todo lo que hacía me asustaba y me sorprendía.

 

Por supuesto, seguía sorprendiéndome, pues su comportamiento era muy poco previsible, pero algo había cambiado. Habíamos pasado una temporada maravillosa, casi como si fuéramos una pareja normal que hubiera decidido estar juntas para siempre. Pero ahora ella había creado entre nosotras una cierta distancia, me alejaba. Era de esperar.

 

Y, otra cosa más. No parecía convencida de su propia decisión; o más bien se mostraba insegura. ¡Tiffany  insegura! Aquello resultaba algo impensable. Ella siempre sabía con total exactitud lo que hacía y lo que debía hacer a continuación, tenía en cuenta todas las posibilidades, sopesaba y valoraba las consecuencias. Daba igual que fuera en el ámbito privado o en el laboral: todo lo tenía siempre bajo control.

 

Frente a ella yo me sentía pequeña, joven e inexperta, y a veces me superaban sus exigencias. De hecho, ella no pedía más de lo que esperaba y lo que esperaba era que no le exigieran emociones, compasión ni compromiso. Ella daba lo que había dispuesto para ese momento, nada más.

 

Pero en los últimos tiempos había dado mucho. Se mostraba dulce y comprensiva, y toleraba cosas que, en realidad, no deseaba. Había llegado a ser muy dulce si se la comparaba con la Tiffany  de nuestros comienzos. A veces incluso me parecía demasiado blanda, demasiado dócil. Al principio, no iba con ella eso de dejar pasar las cosas o hacer la vista gorda. La perfección era una divinidad a la que siempre había adorado y ahora, de repente, ya no le parecía tan importante. Resultaba más sencillo entenderse con ella, pero sus aristas, que antes me llegaban a molestar, ahora me gustaban. Es más, me gustaban en especial. Una Tiffany  sin esquinas ni aristas ya no era Tiffany .

 

Pero tampoco era así. Una y otra vez tuve que acostumbrarme a sus repentinos cambios de humor. Sólo que ahora ese humor era más meditado, menos agresivo. Seguro que eso constituía una ventaja, pero…

 

Suspiré. El enigma Tiffany  no se había descifrado: eso tenía que admitirlo. Hacía tiempo que la conocía, pero ¿la conocía mejor ahora? Seguro que no.

 

—Pareces algo ausente. —La voz de Sulli me trajo otra vez al mundo real. M e pasé las manos por la cara.

 

—Ayer no dormí mucho. No sé cuánto tiempo voy a aguantar esta noche.

 

—Oh, no dormiste mucho ayer. —Noté cómo se elevaba un poco el tono de curiosidad en la voz de Sulli—. ¿Puedo especular acerca del motivo?

 

—El motivo es… —Suspiré—. El motivo es que ayer no dormí mucho, eso es todo. —Humm… —Sulli me miró el cuello.

 

Yo me puse colorada como un tomate e intenté taparme con la mano el punto de mi cuello que despertaba su interés. Entonces me acordé… Aquella mañana me había echado un ligero vistazo en el espejo, y me vi el cuello… Sí, Tiffany  no había pasado nada por alto, ni siquiera el cuello. Tenía un buen chupetón. Me había abotonado la camisa hasta arriba para taparlo, pero se me habían desabrochado algunos botones, lo que sirvió para alimentar aún más la curiosidad de Sulli.

 

—Pues eso no te lo has podido hacer tú sola —dijo, con una mueca. —Eso… eso… No sé lo que es eso —tartamudeé.

 

—Sólo conozco dos cosas que puedan provocar algo así —dijo Sulli—. Una sanguijuela o un ser de naturaleza masculina. ¿Tienes una sanguijuela como mascota?

 

—No, claro que no. —La miré, irritada.

 

—Entonces sólo nos queda la segunda posibilidad —repuso.

 

No contesté y miré al suelo un tanto turbada, ante la disyuntiva de hablar sobre Tiffany  con otra persona que no fuera mi madre y el deseo de proteger mi vida privada. Eso lo había conseguido hacer muy bien en el colegio. De todas formas, antes de conocer a Tiffany  nunca había tenido nada que ocultar.

 

—No es nada —dije yo—. Me habré golpeado con algo. —O alguien te ha golpeado. —Era toda una indirecta.

 

 

Yo la miré. ¿Aquello era realmente tan ambiguo como parecía? Así me lo pareció y así lo indicaba la expresión de su rostro.

 

—No quiero hablar de eso —dije.

 

—Humm…, si lo quieres así. —Sulli se sentó a mi lado en el banco y miró hacia el bosque, el prado y las flores.

 

Permaneció muda y su presencia me enervaba cada vez más. Moví un pie, las manos, mis nervios estaban sometidos a una tensión cada vez más creciente y acabaron por hacer que todo mi cuerpo temblara. Ya no pude aguantar más y salté:

 

—¡Sí, tienes razón! ¿Estás contenta? —Luego respiré aliviada.

 

—Sabía que tenía razón —dijo Sulli.

 

—Si lo sabías, ¿por qué lo has preguntado? —La miré de soslayo.

 

—Porque siento curiosidad —dijo—. Estamos juntas desde el primer curso en el instituto, ya hace bastante tiempo, y a pesar de eso no nos conocemos en absoluto.

 

—No tenemos el mismo círculo de amigos —repliqué. Sulli asintió.

 

—Tu círculo de amistades está compuesto por personas que se interesan por el colegio, lo mismo que tú. Y yo no pertenezco a ese grupo.

 

La miré turbada.

 

—Oh…, bueno…, perdona. No sabía que te hubiera gustado sentirte integrada en ese círculo — balbuceé.

 

—No me hubiera gustado —dijo Sulli—. Con ustedes, los aventajados, me sentiría pequeña y estúpida. Pero tú…, bueno, siempre he pensado que eras interesante. Por eso te he invitado en varias ocasiones. Por desgracia, nunca nos hemos tratado más a fondo.

 

—Aquí siempre hemos sido tantos… —Intenté buscar una disculpa. Nunca me habría imaginado que Sulli hubiera sentido el más mínimo interés por mí. Debía de haberme dado cuenta. Nunca la había tomado muy en serio; siempre pensé que era muy agradable, pero nada más. Era muy apreciada y parecía llevarse muy bien con todo el mundo. ¿Por qué, entonces, ese especial interés por mí? Nunca lo hubiera pensado.

 

—Creo que no es eso —dijo—. Eres muy reservada en lo que se refiere a las amistades. —Soy tímida —dije ruborizándome.

 

—Ya lo sé. Cuando se habla contigo sueles desaparecer tan rápido que de ti sólo se ve una nube de polvo.

 

—Yo… —Tragué saliva—. Algunas personas me ponen nerviosa —respondí.

 

—¿Como yo ahora? —Sulli hizo una mueca y yo la miré con una cara tan expresiva que no tuvo más remedio que reírse—. ¡Seguro que sí! —Me miró de nuevo, ahora muy seria—. ¿Sientes miedo ante las personas? —preguntó.

 

—A veces —respondí—. Hay algunas que no son muy … agradables.

 

—¡En especial las chicas! —asintió—. Pueden maquinar gran cantidad de cosas. Los chicos, en cambio, son más inocentes.

 

Yo también asentí.

 

—Por eso, en muchas ocasiones prefiero mantenerme lejos. Si no te comunicas con la gente suelen dejarte en paz.

 

—Pero hay una persona —dijo, mientras señalaba mi cuello con el dedo— con la que sí te comunicas. Incluso de un modo intenso.

 

Vi a Tiffany  ante mí. La noche anterior me pasó por los ojos como una película a cámara rápida, y también otros momentos en los que yo me había comunicado con ella de forma muy intensa, tal y como le gustaba decir a Sulli. Me puse como un tomate.

 

—El color lo dice todo —apuntó Sulli, satisfecha—. Pero no quiero atormentarte más con eso. Si no quieres hablar del tema… —Se levantó.

 

—¡Sí quiero! —Apoyé la cabeza sobre las manos y la sacudí—. Me gustaría mucho hablar del tema. —La miré—. Pero no resulta tan fácil.

 

Sulli se sentó de nuevo a mi lado.

 

—No es un chico de clase —dijo—, eso ya lo has dejado claro. —Esperaba una explicación por mi parte.

 

¡No es un chico! ¿Por dónde debía empezar? —Sí —suspiré—. No es nadie de nuestra clase.

 

—Alguien mayor. —Sulli me observó con una mirada penetrante—. Seguro que es alguien mayor. Tú eres demasiado avispada para alguien de nuestra edad. Seguro que te sacaría de tus casillas. Y los chicos no pueden soportar que una sea más inteligente que ellos.

 

—No soy inteligente —dije y apoyé de nuevo la cabeza en las manos—. Por desgracia no lo soy . —Bueno, bastante sí que lo eres —dijo Sulli, en un tono un tanto seco—. Créeme, yo puedo juzgarlo, porque yo sí que no lo soy .

 

—Yo creo que tú eres más inteligente que yo —repliqué—. Tú no te buscas tantos problemas. —¡Si supieras los problemas que tengo yo! —exclamó Sulli—. Pero no vamos a hablar de ellos. ¿Tienes problemas con tu novio? ¿No eres feliz con él? —Soy … feliz. La mayoría de las veces —contesté.

 

—Entonces, ¿lo son cuando están en la cama? —Sulli miró con guasa el moratón de mi cuello. M e subí el cuello de la camisa todo lo que pude.

 

—Sí —respondí.

 

—Una vida ual satisfactoria es muy importante —dijo Sulli—. Eso ya es más de lo que tiene la mayoría.

 

Suspiré.

 

—Pero tampoco lo es todo. —Sulli se mostró de acuerdo conmigo a raíz de mi suspiro—. Claro que no. ¿Son de otro tipo esos problemas?

 

—¿Cuánto tiempo se necesita para conocer de verdad a una persona? —La pregunta iba dirigida más a mí misma que a ella.

 

—Humm… —Sulli se reclinó en el banco y estiró las piernas—. Ésa es una buena pregunta. Yo creo que una persona jamás llega a conocer a otra. Siempre hay algo que el otro se reserva. Y uno también lo hace de sí mismo.

 

—¿De veras? ¿Nunca? —pregunté, con aire infeliz.

 

—Bueno, pues sí. Las mujeres y los hombres somos muy distintos —dijo Sulli—. Eso es una perogrullada y seguro que es lo que ocurre entre tu novio y tú. Él ve las cosas desde una óptica masculina y tú las ves desde una óptica femenina. Y son muchas las veces que esas perspectivas no concuerdan.

 

«¡Si la cosa fuera tan sencilla como eso!», pensé y suspiré de nuevo. —¿No crees que reside ahí el problema? —preguntó Sulli.

 

Yo respiré hondo.

 

—No, ahí no reside el problema —dije—. Seguro que no.

 

—Si quieres conocerlo mejor, tienes que mostrar interés por sus aficiones. Ya sabes, el fútbol, los coches, las mujeres…

 

Tuve que mostrarme satisfecha.

 

—Los coches seguro que sí —dije. Claro que eso no significaba que Tiffany  estuviera siempre montando y desmontando coches, como hacían muchos hombres. Ella se limitaba a comprarlos.

 

—Ése sería un buen punto de partida —afirmó Sulli. —Sí —contesté.

 

Sulli me miró durante unos segundos.

 

—No es eso —dijo—. No tiene nada que ver con eso. —No —contesté.

 

Sulli se quedó callada otra vez. Luego noté cómo se colocaba a mi lado. Cuando la miré, estaba muy seria.

 

—¿Estás embarazada? —preguntó.

 

Por un momento me quedé perpleja; luego solté una carcajada.

 

—No —dije, mientras negaba con la cabeza—. No, de eso nada. En ese sentido no debes preocuparte.

 

Sulli respiró hondo. Al parecer estaba preocupada. —¿Tomas las precauciones adecuadas? —preguntó de nuevo.

 

—Ah, sí claro. —Tuve que esconder una mueca—. Muy adecuadas, creo yo.

 

—Eso es algo que no se puede tomar a la ligera —dijo Sulli—. La hija de unos vecinos nuestros…, la que decía que eso de tener cuidado no era algo que fuera con ella… Su novio no usaba condón porque eyaculaba fuera. Pero se quedó embarazada y tuvo que abandonar el colegio.

 

—¿Abandonar el colegio? ¿Sólo por estar embarazada? —Me sentí perpleja; no veía la relación entre ambas cosas.

 

—Sus padres lo quisieron así. Ella quería abortar, pero se lo impidieron. Son un tanto…, bueno, religiosos. Y piensan que ella tenía que recibir su castigo por haber practicado el o a los dieciséis años. La sacaron del colegio y tuvo que ocuparse todo el tiempo del niño. Se acabó su juventud. Ahora es madre todo el tiempo. No sale, ni va a la discoteca ni al cine. Siempre está sentada en casa y, al parecer, los próximos años serán iguales.

 

—Terrible —comenté.  Me alegré  no tener que preocuparme por esos problemas. Si cada vez que hacia el amor con Tiffany  tuviera que ocuparme de tomar precauciones… No podía ni siquiera imaginarlo.  Era mucho más sencillo para mí y Tiffany.

 

—Sí, es verdaderamente terrible —dijo Sulli—. Antes de enterarme no pensaba mucho en esas cosas, pero ahora sí lo hago.

 

—Por lo que a mí respecta, no debes preocuparte —afirmé—. No tengo ese problema. —Entonces todo va bien. —Sulli se dio un golpecito en el muslo con gesto decidido y se levantó

 

—. Creo que debo ocuparme un poco de los demás invitados. Tampoco quiero marearte mucho más. —¡No me mareas! —Alcé la vista hacia ella.

 

—Pues pienso que sí —dijo, sonriente—. Si me quieres contar algo, acude a mí. Y, si no, pues nada. —Se dio la vuelta y se marchó.

 

La tarde transcurrió de un modo muy relajado. Estuvimos sentados en el jardín, algunos jugaron a la pelota, un poco como si estuviéramos en el jardín de infancia, aunque allí no había cerveza. Cuando empezó a oscurecer, Sulli encendió la barbacoa y un olor embriagador se difundió por el aire. El atardecer cayó sobre los prados y todo resultó muy romántico.

 

Pensé en Tiffany  y  en lo que me hubiera gustado que estuviera allí conmigo. ¿Qué estaría haciendo ahora? Tenía que diseñar una campaña, así que seguramente habría ido a la agencia, aunque a veces también trabajaba en casa. Estaría sentada en la mesa de su despacho, o en su habitación, ensimismada en la preparación de bocetos y enfurecida por tener que tirar sus ideas a la papelera. Aquélla era su especialidad. Cuando trabajaba para una campaña, toda la habitación se convertía en una papelera. Por todas partes había papeles arrugados. A veces recuperaba algunos y concedía una segunda oportunidad al proyecto que contenían.

 

Su forma de trabajar me parecía un verdadero caos, pero los resultados sorprendían a sus clientes y, por lo tanto, eran los adecuados. Yo no podía actuar de ese modo, pero tampoco era una persona tan creativa como Tiffany. A ella las ideas le llegaban del aire y yo sólo podía pensar en sueños que me ocurriera algo así.

 

 Tiffany . Reí. Era bonito pensar en ella, aunque la echaba de menos. —¿Comida?

 

Me asusté.

 

Sulli se sentó a mi lado y me entregó un plato de papel.

 

—¿Por qué me da la sensación de que no estás aquí sino en otro sitio? —preguntó.

 

—Sí, sí. Claro que estoy aquí. —Cogí el plato de forma precipitada y la hamburguesa estuvo a punto de irse al suelo. Tuve que atraparlas al vuelo con la mano.

 

—¿Tan nerviosa te pongo? —preguntó Sulli—. Entonces me voy .

 

—No, yo… —Me chupé los dedos, que se habían pringado con la salsa —. Sólo estoy algo cansada.

 

—Puedes echarte —dijo Sulli—. Y ya nos veremos más tarde. Negué con la cabeza.

 

—Creo que no merece la pena. Si me echo ahora no me levantaré hasta mañana.

 

—Entonces debió de ser una noche muy ardiente —dijo Sulli con una mueca. Por supuesto, seguía sintiendo mucha curiosidad.

 

Y el moratón me impedía quitarle razón. Pero me limité a callarme. —Sigo sin dejarte tranquila, ¿verdad? Ya sé que soy imposible.

 

 

—No lo eres. —Me quedé callada durante unos segundos y reflexioné—. Más bien pienso que soy yo la imposible

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Comments

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FlorCV
#1
Chapter 21: Otra buena historia que me dejó atrapada en cada capítulo 👋
JisoosFrog
#2
Chapter 21: Dios mío...

Bien, yo ya estaba preparando el funeral y todo :'V...

La sulli tuvo su Victoria, lol ¿entienden? Ok no, fue un chiste muy malo, sorry :'V, en fin, hubieron tantas cosas que creí que en algún momento llegué a pensar que Krystal aceptaría todo y se volvería una segunda Tiffany (?

Sin embargo, me encantó la historia, gracias por traer esta adaptación ~
AlexandraJour
#3
Sí, yo también quería que Tiffany le dijera Te amo a Krystal <3. Si la historia te sorprendió al final, entonces logro su cometido.(Mistykmaax)




Que bueno que la historia te rosprendiera también. Y sí, estaria genial un epilogo pero no trae. La historia termina hasta aquí.(Icee91)



¡¡¡¡Gracias por leer y comentar chic@s!!!! ;)
Icee91 #4
Chapter 21: Ohh vaya esto no me lo veia venir pero aun asi estuvo bien entonces no habrá un epílogo o algo asi!!??
Mistykmaax #5
Chapter 21: Wow!! Que giro dió la historia, aunque me hubiera gustado que Tiffany le dijera a krys con sus propias palabras que la amaba...pero si esa es su manera de demostrarle su amor me doy por satisfecha n.n!! Muchas gracias por otra gran historia.
AlexandraJour
#6
La ultima actualización fue el capítulo 15 ^◡^
Icee91 #7
Chapter 14: Bien por Sully que mando bien lejos a Suzzy y por otro lado comparto el hashtag de eri-0330
#JamasVeremosLaRevolucionDeKrystalito
ayarigarrido #8
Chapter 14: Ya me cae mal Fanny :c
Ojala, me hagas sufrir más con el drama :')
JisoosFrog
#9
Chapter 14: No sé por qué presentí que algo así iba a pasar pero no tan pronto y todo lo contrario.
#JamasVeremosLaRevoluciónDeKrystalito (?

A poco que ese "pronto" no se conviertan en años... O sí? :V
Pd: Sulli, mis respetos.
Mistykmaax #10
Chapter 13: Que complicado es eso del amor </3!! ... Ojalá todo mejore pronto para Krys u.u!. Gracias por actualizar.