SWEET EPILOGUE
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)Seis años después…
Malawi era todo lo que Yuju dijo que sería. Yennie y yo lo amamos desde el momento en que salimos del avión, sosteniéndonos las manos, sonriendo al brillo del sol. Chaeyeon y Yuju nos encontraron en las puertas del orfanato. Habían estado casadas ya cinco años. Chaeyeon y yo nos abrazamos primero, mientras las otras dos se estrechaban las manos para luego dirigirse una mirada y luego de sonreir fundirse en un caluroso abrazo.
―¡Tu gran día finalmente está aquí! ―dijo Chaeyeon. Había estado trabajando con nosotras el último año para hacer que pasara.
Yerin tomó mi mano. Ambas temblábamos un poco. Me encontraba nerviosa y emocionada por conocer a nuestros chicos: hermanos.
Sabíamos que la paternidad era difícil. Habíamos estado para Joo después de que el alma de Nayeon muriera durante el parto. Había sido tomada a pesar de nuestra ferviente esperanza, pero hizo lo más que pudo en sus últimos meses de libertad. Nunca había visto a nadie reír y sonreír tanto como lo hizo Nayeon. Radiaba gozo, e incluso Eunha se suavizó bajo su rayo de sol.
No era una sorpresa que Joo fuera la estrella de rock soltero más de moda en la historia, pero sabía que se encontraba cansado, trabajando tiempo completo y luego siendo el único padre de esta bebita.
Eunha había pasado mucho tiempo con Anise, cuidándola cuando fuera que Joo tuviera noches de DJ en eventos para la estación de radio de L.A. Anise era la combinación perfecta de la felicidad de Nayeon y lo diva de Eunha, caminando por ahí con su tutu rosa con una mano en su cadera. Y Joo no podía hacer nada mal a los ojos de su niña. Ella se reía de todas sus bromas y amaba cuando le decía Cosa Pequeña.
Tan. Linda.
Pero todos perdimos a Nayeon.
Seguimos a Yuju y Chae dentro del edificio de un piso, una estructura relativamente nueva construida con los fondos de Alocer, junto con una librería y facilidades médicas en un pueblo pequeño.
Fuimos llevadas por el pasillo a una habitación dispersa con sillas y juguetes.
―Déjame traerlos ―dijo Yuju dejándonos.
Chae nos señaló que nos sentáramos, pero declinamos. Enganché la mano de Yennie, y Chae rió.
―Esta es mi parte favorita. Las madres nuevas son adorables. ―Frotó mi hombro e intenté sonreír.
Cuando escuché pasos viniendo del pasillo y la voz retumbante de Yuju hablando dulcemente, mi estómago se apretó de los nervios.
La puerta se abrió y Yuju tenía un niño en cada cadera. Lucían positivamente pequeños en sus brazos, e inmediatamente me salieron lágrimas. No llores, me dije. No quería asustarlos. Mientras nos acercamos más, el niño de dieciocho meses, Mandala, se aferró a YUju, cauteloso de nosotras. El de seis meses, Onani, por otro lado, dejó salir un enorme gorgoteo de risa y movió sus brazos arriba y abajo, haciéndonos reír a todas.
Estiré mis manos, y Onani vino a mí sin reparos, obviamente va a ser una “persona de gente” revisé sus pequeñas extremidades, que de alguna manera aún lograban tener hoyuelos en las rodillas, codos, tobillos y muñecas. A pesar de ser tan delgado, las mejillas de Onani eran regordetas, y su cabeza era un precioso desorden de rulos negros.
Me enamoré, no pude evitar sonreír.
―Hola, Onani ―dije suavemente.
Se puso un poco bizco mientras intentaba enfocarme, asimilando cada característica de mi rostro con seria curiosidad. Luego se estiró y alcanzó mi cabello, chillando felizmente mientras todas nos reíamos y yo soltaba sus pequeños dedos. Miré a Yerin y nos miraba con admiración.
―Debí haberte advertido ―dijo Chae―. Le encanta el cabello.
Mientras cargaba a Onani, adorando su peso en mis brazos, miré mientras Yuju y Yennie se sentaron en el piso. Mandala se inclinó hacia Yuju, aún cauteloso de Yerin.
―Creo que tengo algo que te puede gustar ―dijo Yerin. De un bolsillo sacó un carro de juguete rojo cereza.
Esto atrajo la atención de Mandala. Dio un paso hacia Yerin.
―Es tuyo, amigo ―le aseguró Yennie―. Lo traje solo para ti. ―Le acercó el carro y nuestro chico lo tomó. Se agachó en el piso y giró el carro. Yerin hizo el sonido del motor y Mandala sonrió, haciendo mi corazón revolotear. Yennie me sonrió y lo juro… no tenía idea de que pudiera am
Comments